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2006/04/07 06:00:00 GMT+2

Infelices con la paz (y 2)

No oigo la Cope. Ya sé que hay bastante gente de izquierda que la sintoniza por las mañanas porque se monda con las cosas de Jiménez Losantos y compañía. Yo, una de dos: o no tengo su sentido del humor o no participo de sus tendencias masoquistas. Lo que sí hago es mantenerme más o menos al tanto del continuo afán de superación de la cadena oyendo cada semana el «Cocidito Madrileño» que elabora Javier Vizcaíno para Radio Euskadi. En sólo 10 minutos de síntesis gloriosa, me entero de cuáles son las últimas obsesiones de ese personal y de los afines de alguna emisora más. Economía de disgustos, se llama eso.

Ayer escribí en mi Apunte diario que incluso los más hostiles a la tregua han empezado ya a disimular sus sentimientos. Me refería, en concreto, a Rajoy y a algunos otros dirigentes del PP. Si apunté eso fue porque no había oído todavía el Cocidito madrileño del pasado sábado. Lo hice a continuación y lo que oí me obliga a rectificar: los más hostiles a la tregua no lo disimulan en absoluto. Jiménez  Losantos y quienes lo circundan están que trinan con (contra) la tregua.

La verdad es que entiendo la lógica que les inspira. Para ellos, la existencia o la ausencia de tiros y bombas es un dato secundario. Su prioridad –su obsesión– es combatir a los nacionalistas periféricos y a los federalistas, y cuanto contraríe esa causa merece total rechazo. Consideran el pacifismo pura blandenguería, de la que se aprovecha la anti-España para socavar los cimientos de «la Patria común e indivisible de todos los españoles».

Es gente delirante, pero no carente de realismo, cuando los asuntos abordados pueden afectar a su peculio. Me hizo gracia comprobar cómo, tras años de poner a caldo al obispo de Bilbao, al que acusaban cada dos por tres de ser víctima del «síndrome de Estocolmo», «cómplice de los abertzales» y muchas otras cosas tremendas, cambiaron totalmente de rollo así que el obispo en cuestión, Ricardo Blázquez, fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española. No sólo cesaron sus ataques, sino que multiplicaron los signos de pleitesía. Así que feroces, salvo a la altura de la cartera.

Y precisamente por ahí puede venirles la desgracia. Por partida doble.

Por el lado económico, en primer lugar. Como se sabe, la Cope acaba de ser expulsada del Estudio General de Medios por manipular las encuestas. Eso quiere decir que los anunciantes van a desconfiar de sus índices de audiencia, obligado punto de referencia para la contratación y valoración de las campañas publicitarias.

Pero eso, con ser importante, puede no ser lo esencial. Al margen de que a la Conferencia Episcopal no le haga ninguna gracia que su cadena de emisoras sea tratada como delincuente –y que sus ingresos desciendan por ello–, y al margen de que lo sucedido le lleve a desconfiar de la veracidad de los datos de audiencia que le hacen llegar los responsables correspondientes, está el hecho de que el propio Blázquez y sus congéneres malamente pueden pretender que están apoyando el proceso de paz en Euskadi si su principal altavoz lo pone a caldo a todas horas.

Ahí hay una lucha de líneas. Doy por hecho que el grupo de Jiménez Losantos cuenta con la simpatía de Rouco Varela y la ultraderecha episcopal. Pero ha ido políticamente más lejos de lo que Blázquez y sus menos derechistas apoyos, bien asentados en las diócesis catalanas y vascas –y en algunas más–, pueden dar por bueno. La última declaración del Papa parece reforzar su posición.

Para mí que la troupe de Jiménez Losantos no lo tiene fácil. Lo mismo se encuentra dentro de nada con una suspensión ad divinis, sanción vaticana que se sustancia principalmente en la prohibición de administrar sacramentos. Hostias, por ejemplo.

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 A vueltas con el tiempo, otra vez

Tengo excelentes relaciones con algunos meteorólogos, que se han tomado el trabajo de aleccionarme en los arcanos de su ciencia, y sé que es seria. Pero hay un problema que sus sabias explicaciones no me resuelven. Por ejemplo; me pregunto, a estas horas de la madrugada, qué tiempo hará hoy en la comarca del Alacantí, donde me encuentro en mi primer día de vacaciones de primavera. El Mundo dice: «Nubes altas. Máxima 17º C. Mínima 14º C.» El Instituto Nacional de Meteorología: «Cielos poco nubosos o despejados. Máxima: 24º C. Mínima 15º C». Y la CNN: «Parcialmente nuboso. Máxima 21º C. Mínima 13º C». No he consultado más previsiones. Para qué.

¿He de prepararme para llevar manga larga o me dispongo a darme un chapuzón en el Mediterráneo? Misterio.

Según mi experiencia, quien trabaja con más rigor es el INM. Pero sus previsiones tampoco cuentan con ninguna garantía porque, no ya dentro de una misma comunidad autónoma, no ya dentro de una misma provincia: incluso dentro de la misma comarca pueden producirse variaciones importantes. La experiencia me ha enseñado que en Aigües, al pie del Cabeçó d’Or, contamos con un microclima, favorecido por las montañas que nos rodean. Y no es raro que nosotros tengamos el cielo nublado y 20º de temperatura, y que a escasos kilómetros, en El Campello, o en La Vila Joiosa, pegue un sol de narices y la temperatura ronde los 25º. Y nuestros pueblos están a un tiro de piedra, como quien dice.

Creo en la macrometeorología, por así llamarla: previsiones a grandes rasgos y para zonas muy amplias, sin entrar en matices y salvando las posibles excepciones internas. En cambio, no creo en las previsiones micrometeorológicas, porque para hacerlas con ciertas garantías los medios implicados deberían invertir un dineral, y no les compensa. Y tampoco tendrían la garantía de acertar.

Así que a mi pregunta sobre qué tiempo hará hoy en Aigües cuando amanezca, la conclusión que saco es que no parece que vaya a nevar y que es harto improbable que suframos un tornado.

Oye, algo es algo.


Escrito por: ortiz.2006/04/07 06:00:00 GMT+2
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