Estuvimos ayer comiendo con Alberto Piris y su mujer, Elena, que hicieron parada y fonda en Madrid de camino para Rusia y Ucrania.
Supongo que todos sabéis quién es Alberto Piris: general de artillería en la reserva, reputado analista de guerras y conflictos internacionales, políglota –habla y escribe algo así como seis o siete idiomas, incluido el ruso– y, desde hace ya muchísimos años, hombre de profundas convicciones pacifistas.
Lo que no tenéis por qué saber de él, y por eso lo digo, es que, además, es una persona extremadamente educada y muy cariñosa, amante de la buena música y de la buena literatura… y una joya como amigo.
Hace tiempo que bromeamos entre nosotros sobre lo curioso que resulta que un militar procedente de las Fuerzas Armadas del franquismo –de cuyo mando fue disintiendo cada vez más, hasta la disensión ideológica y política total– y alguien como yo, que me inicié haciendo panfletos para la izquierda radical vasca, llegáramos con los años a coincidir en tantas opiniones y en tantas críticas.
Nuestra amistad debe de haber sobrepasado ya las dos décadas.
Ayer descubrimos otra coincidencia más. Nos dijo con su divertida socarronería: “Lo que más odio de viajar… es viajar”. Y le entendí al instante, porque a mí me pasa lo mismo. No tendría ningún inconveniente –más bien todo lo contrario– en pasear mañana por las calles de Kiev, como harán Elena y él, pero la idea de hacer las maletas, ir al aeropuerto, facturarlas, pasarme horas en un avión con las piernas encogidas (y eso que los dos somos bajitos), ir a un hotel, inscribirme, enterarme de cómo funciona, deshacer las maletas, etc., etc., se me hace también de lo más cuesta arriba. “¡Ah, si fuera posible chasquear los dedos y estar ya en el destino! Sería fantástico, ¿verdad?”, comentamos.
Es la principal razón por la que yo hago tan poco turismo. Pero no la única. La otra, también importante, es que cuando salgo de viaje no puedo llevármelo todo, y cada vez dependo más de mis cosas: mis ordenadores, mis equipos de música, mi discoteca, mis diccionarios, mis libros de referencia, mis parabólicas… “Mis”, “mis”, “mis”: a fuerza de tener cosas, llego a dudar si no será que las cosas me tienen a mí.
Alberto es mucho más sobrio que yo, pero me da que también él tiene ritos y objetos auxiliares de los que le cuesta un montón separarse. Me consta, por ejemplo, que no le hace ninguna gracia prescindir de su baño matinal en la playa, cerca de su casa, en la isla de Gran Canaria. Todos los días van Elena y él, antes de que lleguen los turistas, y nadan un rato bajo el tibio sol de la primera mañana. ¡Cómo no echar de menos algo así!
En esta vida hay tesoros impagables. Uno, y principal, son los amigos. Por fortuna, nosotros tenemos bastantes: buena gente que va dignificando la Tierra.
Elena y Alberto son dos de ellos.
Cada vez que los veo recupero algo de fe en la raza humana.
Comentarios
Javier:
Acabo de regresar de un viaje de quince dias por Europa y me en- cuentro agotado.
Además de esas cosas que hecho en falta como tú, no soporto las vejaciones a las que tienes que someterte en los controles de seguridad. En el Aeropuerto de Constanza han superado las maneras de hacer los controles en el resto de Europa.
He decido no volver a viajar en avión.
Un abrazo.
Antonio
Escrito por: Antonio Marti Moral.2008/06/18 07:56:22.731000 GMT+2
Dichosos los que tienen como preocupación lo "duro" que resulta viajar. Mis problemas son más mundanos: no tengo medios para viajar. Supongo que debo sentirme afortunado por no tener que sufrir los inconvenientes de "engorrosos" viajes. Yo lo que más odio de viajar no es viajar como el amigo de Javier. Yo lo que más odio de viajar es no viajar.
Siempre ha habido clases, y las pudientes suelen disfrutar exponiendo sus "desdichas" que irónicamente coincide con lo que serían bendiciones para los no pudientes. ¡Quién pudiera estar esperando dos horas a subir a un avión con dirección a Kiev...!
Escrito por: Dima Bilan.2008/06/18 13:15:54.496000 GMT+2
"hacer las maletas, ir al aeropuerto, facturarlas, pasarme horas en un avión con las piernas encogidas (y eso que los dos somos bajitos), ir a un hotel, inscribirme, enterarme de cómo funciona, deshacer las maletas"
Entre el ratito de las piernas encogidas (circulan por ahí unas tablas de ejercicios para pasajeros de avión, muy recomendables para prevenir problemas circulatorios) y la llegada al hotel se ha olvidado el Sr. Ortiz de lo más gordo de todo: pasar los controles de los aeropuertos, que en Rusia en concreto son cosa fina. Espero que el Sr. Piris sepa utilizar toda su estrategia para salir con bien del trance.
Antonio, hay que tomar el tema con calma (Suiza también es famosa mundialmente en ese aspecto: conozco anécdotas impresionantes) y no dejar por eso de viajar, aunque haya que pasar por tantos aros. Por cierto, que podría ser un negociazo fabricar vestuario ad hoc para transitar por aeropuertos: pantalones de cintura ajustable, que no requieran cinturón; calzado elástico sin cordones; bolsas para llevar metidos móviles, llaves y monedas; en suma, un equipamiento para no tener que perder tanto tiempo y estresarte tanto cada vez que pasas por un control. Lanzo la idea. (Ah, se me olvidaban sujetadores en los que los aros no sean metálicos).
Dima, por supuesto que es duro que la falta de dinero te impida viajar (la falta de dinero es dura a todos los niveles), pero piensa que mucho peor es que la falta de dinero te obligue a viajar, como les pasa a tantos miles de personas que se juegan la vida o la libertad emigrando a otros países. No seamos más negativos de lo necesario.
Escrito por: Fermín.2008/06/18 16:45:59.115000 GMT+2
Escrito por: esteve.2008/06/18 16:49:54.921000 GMT+2
Escrito por: Salva.2008/06/18 17:46:48.925000 GMT+2
El amistoso y amable comentario de Javier, que solo puedo agradecer sinceramente, requiere un ampliación informativa a requerimiento de Salva y Esteve.
Efectivamente, colaboro con Estrella Digital, con una columnita todos los martes, en el sentido que ya utilizaba en el viejo Independiente, aunque cualquiera que conozca ambos medios deducirá fácilmente que la línea de esas publicaciones no es la misma.
De todos modos, disponer de una ventana, aunque no sea de papel sino electrónica, donde poder expresarme libremente, es algo que he de agradecer al "Primer diario digital en español", tal como se anuncia La Estrella Digital, que muy generosamente me pone a su disposición el espacio necesario.
Con un saludo cordial a todos los lectores que apreciamos el trabajo incesante de Javier Ortiz y sus agudos y acertados comentarios.
Escrito por: Alberto Piris.2008/06/30 14:17:46.948000 GMT+2
Escrito por: Antonio J. Román.2008/07/18 01:28:10.513000 GMT+2
Escrito por: Bárbara Piris.2011/11/02 12:56:3.684000 GMT+1
Escrito por: Jaime Mas Darne.2013/08/05 21:19:11.644000 GMT+2