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2007/05/24 06:00:00 GMT+2

Gente de ésta

Si el periodismo político español es víctima de una inflación de declaraciones (y de especulaciones realizadas a partir de meras declaraciones), del periodismo que se llama «deportivo» (no porque lo sea en sí mismo, sino por la materia a la que se dedica), ni os cuento. Llega a extremos grotescos. A veces, un mero accidente, fruto del azar –que un jugador tire un balón que le rebota a un compañero en un brazo y entra en la portería contraria, por ejemplo– puede dar materia para filosofar durante horas y más horas, y para llenar páginas y más páginas. Para mi, es como si se dedicaran largos programas de radio y televisión, y secciones completas de periódicos, a especular sobre las oscuras razones por las que la ruleta del casino de Montecarlo paró la bolita en el número 27 tal día a tal hora. «Una tirada de dados jamás abolirá el azar», sentenció Mallarmé. Pero estamos, como tantas veces, ante una consecuencia de las singulares relaciones entre la oferta y la demanda: si hay larguísimos espacios periodísticos que tienen que hablar de fútbol –porque el público les hace caso, lo cual los convierte en rentables–, con algo habrá que llenarlos.

Ayer, según me daba un baño oyendo la radio, estuve a punto de ahogarme. Me enteré de que el diario Marca había publicado unas declaraciones de Samuel Eto’o, futbolista del F. C. Barcelona, en las que decía que la persona del club con la que mejor se lleva es el utillero (*). El cronista de la radio, que era RNE, contó que esa afirmación había provocado un enorme revuelo, lo que había forzado a Eto’o a explicarla en una conferencia de prensa ad hoc. Entonces, pinchó lo dicho por el jugador camerunés a los periodistas. Samuel contaba que no había pretendido ofender a nadie. Que el asunto es que se lleva muy bien con el utillero, que es un trabajador del club como cualquier otro,  que le cae especialmente bien. «Unas declaraciones desafortunadas», sentenció el periodista de Radio Nacional de España.

Ese fue el momento en el que casi me ahogo en la bañera, por culpa de un ataque combinado de ira, estupor y risa.

En mis sucesivos trabajos profesionales, a lo largo de toda mi vida, siempre he tenido predilección por los trabajadores (y las trabajadoras) dedicados a las tareas teóricamente más modestas. Las secretarias, muy a menudo (¿por qué no hay secretarios en los medios de comunicación?). Las telefonistas (ídem). En las televisiones, las maquilladoras. Los chóferes (ídem, pero al revés). Suelen ser casi siempre personas con un elevadísimo nivel de información, observadoras, críticas, distantes, irónicas, divertidas. Se aprende mucho de lo que cuentan, cuando se sinceran y saben que te tienen de su lado. De haber sido futbolista, no habría tenido nada de extraño que mi mejor colega hubiera sido el utillero.

¡«Unas declaraciones desafortunadas»! ¡Cuánta tonelada de clasismo bobo en una sola frase!

Y qué traidor –revelador– es el lenguaje. Ayer lo comentaba con una amiga, recordando la intervención radiofónica de una alcaldesa navarra que, creyendo hablar a favor de unos inmigrantes maltratados, se refirió a ellos el pasado domingo en Radio Euskadi llamándolos «gente de ésta».

Pues bien: la «gente de ésta» es la mía.

Y a mucha honra.

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(*) Aclararé, para quien no lo sepa, que en la jerga futbolística hispana se llama «utillero» a la persona que se encarga de algunas tareas de infraestructura material del equipo, como cuidar de las botas y otros utensilios de los futbolistas, aportar los balones, etc. La palabra utillero no figura en el Diccionario de la Real Academia Española. Figura, en cambio, utilero, que al parecer es el término que utilizan en algunos países latinoamericanos para referirse a esos profesionales, según me ha apuntado un avezado lector.

Escrito por: ortiz.2007/05/24 06:00:00 GMT+2
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