2007/10/28 07:00:00 GMT+2
Sostiene el célebre dicho anglosajón: “Si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”.
Es una recomendación extremadamente discutible. Depende, muy en especial, de lo que tu enemigo esté haciendo en el momento en el que especulas con la posibilidad de sumarte a su causa.
Pongamos que está masacrando a los tuyos. Tampoco es cosa de colaborar.
El ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha decidido plantarse hoy en Roma (o le han decidido que se plante) para adornar con su muy institucional presencia el acto de beatificación de medio millar de religiosos que perdieron la vida durante la Guerra Civil española a manos de milicianos o soldados de la República.
El Vaticano pretende que no es un acto político. Pero lo es, y a mucha deshonra. El sucesor de Pío XII sólo se ha acordado de los curas que murieron a manos de los rojos. No ha querido saber nada de los que asesinaron los franquistas.
Por razones de origen y corporativas, tengo presente en particular el caso del sacerdote tolosarra José Ariztimuño Olaso, Aitzol, columnista de El Día, diario guipuzcoano de los años treinta. Ariztimuño fue torturado en la cárcel de Ondarreta y fusilado en la noche de 17 de octubre de 1936 en el cementerio de Hernani. ¿Razón? Su defensa del entendimiento entre los pueblos, la paz y la causa vasca.
Están documentadas otras 16 ejecuciones sumarias de religiosos vascos, que fueron asesinados cuando la jerarquía católica decidía calificar de “Cruzada” la causa criminal de Franco. Supongo que por otras tierras de la piel de toro habrá casos semejantes.
Tengo documentado un caso de signo contrario. Es el de un sacerdote ultra que violó un secreto de confesión para que las fuerzas franquistas pudieran capturar a un republicano católico que estaba escondido. Lo prendieron y lo fusilaron. ¿No podría ser excomulgado post mortem un cuervo tan repugnante?
He ahí hoy un ministro de Exteriores de un Gobierno que se dice socialista, amparando con su patética presencia una pamema vaticana, que no sólo destila viejos rencores avinagrados, sino muy renovadas ganas de retomar la pelea para volver a las mismas.
Así no sea.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (28 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (Una bochornosa pamema vaticana). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/28 07:00:00 GMT+2
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2007/10/27 07:00:00 GMT+2
Hay, cuando se habla de los problemas políticos asociados a Euskadi, un punto en el que muchos inciden machaconamente, como si fuera definitivo, pero que sólo en parte es importante y, en todo caso, nada decisivo. Trataré de condensarlo: “Que la izquierda abertzale radical deje de defender sus aspiraciones recurriendo a métodos ilegales. En la democracia española, todas las opciones pueden ser promovidas por vías pacíficas, sin que pase nada”.
Primera pregunta: ¿Están ustedes seguros de que es así? En el sumario 18/98, obra eterna del siempre sorprendente Baltasar Garzón, hay un montón de gente que está encausada, pese a que nadie la ha acusado jamás de haberse servido de métodos violentos. Dice el juez que sus opiniones y su actividad política, por pacífica que sea, pueden reforzar la causa de quienes sí son violentos. Asunto asaz discutible, por especulativo, pero que revela que también la actividad pacífica y las opiniones pueden ser perseguidas.
Segunda pregunta: pongamos que una determinada opción política –la separatista vasca, ya que de ella trato hoy– pudiera ser defendida sin problemas, siempre que lo fuera de forma pacífica. Bien. Pero, cuando uno defiende una idea, no defiende que le permiten defenderla, sin más, sino que le sea posible impulsarla y, de conseguir obtener para ella el favor mayoritario, llevarla a la práctica.
Por decirlo más directamente: la cuestión de fondo no es si uno puede defender el separatismo vasco en España, sino si es posible materializar el separatismo vasco en España, en el caso de que esa aspiración lograra hacerse con el respaldo de la mayoría expresado en las urnas.
Y la respuesta es: no.
Con lo cual, la cuestión clave para un independentista vasco es: ¿colmaría sus aspiraciones que le dejaran decir lo que piensa, o es usted tan cabezota que reclama que aquello que defiende pueda ser realizable, si la mayoría de sus conciudadanos lo respalda?
Yo concibo el derecho de autodeterminación como el matrimonio. Me cargan los maridos que advierten a sus mujeres: “Como me hables de divorcio, te parto la cara”.
Por el art. 8 de la Constitución, sin ir más lejos.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (27 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (De lo defendible a lo realizable). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/27 07:00:00 GMT+2
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2007/10/26 07:00:00 GMT+2
Escucho unas declaraciones radiofónicas de Alfredo Pérez Rubalcaba en las que, refiriéndose al diálogo con ETA, expresa la honda desazón que le produjo “tener que hablar con gente que ha matado”. Supongo que el personal que lo oyera tomaría sus palabras como todo un detalle de sensibilidad, y que sentiría una inmediata corriente de simpatía hacia quien así se expresaba.
Pero siempre tiene que haber un aguafiestas. Yo, sin ir más lejos, en este caso.
Pérez Rubalcaba ha hablado muchas otras veces con “gente que ha matado” y, que yo recuerde, nunca se creyó en la obligación de dejar constancia pública de sus escrúpulos.
Si cuando empleamos la expresión “gente que ha matado”, no nos referimos en exclusiva a personas que hayan asesinado con sus propias manos –tampoco hay noticia de que Hitler se encargara personalmente de matar a nadie: es una costumbre que parece que cayó un tanto en desuso a partir de Nerón–, e incluimos a quienes han sido responsables de asesinatos, sea por haberlos ordenado o por haberlos propiciado y encubierto, habremos de concluir que don Alfredo viene tratando con un porrón de ellos desde la Transición misma. Si quiere, le apunto algunos nombres y apellidos de reputados albaceas testamentarios del franquismo con los que ha tenido muchísimo trato, y con algunos incluso aparentemente cordial.
¿Que se refiere en exclusiva a gente que haya matado en muerto y en directo, o sea, a los propios sicarios encargados de apretar el gatillo, de accionar el detonador de la bomba o de torturar hasta que el detenido exhala su último suspiro, con cal viva o sin ella? También a varios de ésos los ha tenido cerca, como Amedo, Rodríguez Galindo y algunos más podrían recordarle. O como se lo recuerdo yo.
Eso sin contar con aquellos que no pueden llevar la cuenta de sus víctimas mortales con los dedos de la mano, porque necesitarían los dedos de todas las manos de todos los integrantes de muchísimos regimientos. George W. Bush, por ejemplo, al que el Gobierno del que forma parte el señor Pérez Rubalcaba considera un aliado dilecto.
Venga, hombre: no nos venda peines, que somos muchos los que ya estamos calvos.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (26 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (No nos venda peines). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/26 07:00:00 GMT+2
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2007/10/25 07:00:00 GMT+2
Me he metido en peleas callejeras en muy pocas ocasiones, pero con resultados uniformemente negativos. Hace como 25 años me enfrenté a un atracador en Malasaña, en Madrid. Yo moraba entonces por allí. El chaval, que asaltaba a los viandantes a punta de navaja para pagarse el chute, estaba tan deteriorado que pude con él, pero me quedé con tanto miedo a su hipotética venganza que opté por cambiar de barrio. En otra ocasión, en Barcelona, me encaré con un chulo que estaba pegando a su chica (“a su compañera sentimental”, dirían ahora, que llaman “sentimental” a lo que sea). En aquel caso conté con una ventaja: éramos como media docena. Pero tampoco salió bien: la chica nos mandó al carajo, pidiéndonos que nos metiéramos en nuestros asuntos. En fin, en una tercera ocasión interpelé a unos policías nacionales que estaban identificando de malos modos a unos chavales sólo porque “su pinta” les había infundido sospechas, según propia declaración. Conseguí que dejaran en paz a los críos, pero yo salí de los Juzgados de la Plaza de Castilla a las 6 de la mañana y acabé en un juicio de faltas. Fui absuelto, pero vaya rollo.
Con esa experiencia a mis espaldas, no me costó demasiado entender al pobre chaval latino que no movió ni un dedo cuando un facha desaforado empezó a pegar a una moza ecuatoriana delante de él en un ferrocarril de la Generalitat el pasado domingo 7. Me imagino lo que pudo pasarle por la cabeza: no sólo el miedo físico ante un energúmeno de tal calibre (¿y si el enloquecido saca una navaja y se la clava?), sino también ante la posibilidad de verse envuelto en un lío legal (a saber si tenía todos sus papeles en regla y en qué podría acabar su gesto de altruismo una vez llegara a manos de la Policía).
Ya hace decenios que Phil Ochs retrató ese (otro) aspecto deprimente de nuestras sociedades teóricamente avanzadas. Tituló la canción Outside A Small Circle of Friends (“Salvo unos pocos amigos”). Que son los que hoy en día se interesan por sus congéneres.
Pocos años después de escribir esa patética canción, Phil Ochs se suicidó.
Tampoco pareció importarle demasiado a nadie, salvo a unos pocos amigos.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (25 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (Salvo unos cuantos amigos). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/25 07:00:00 GMT+2
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2007/10/24 07:00:00 GMT+2
Siempre me ha hecho gracia el valor reverencial que bastantes medios de comunicación españoles conceden a “lo que se dice de nosotros en el extranjero”. Han llegado a hacerse revistas de prensa destinadas a dar cuenta exclusiva de tales comentarios y opiniones.
El principio mismo de tan singular interés apela más a la psicología (apartado “complejos de inferioridad”) que al periodismo. Sólo a un papanatas se le puede ocurrir que merece más crédito lo escrito por un comentarista situado a miles de kilómetros de distancia, o por un corresponsal que bastante tiene con lo que hace, en condiciones precarias como pocas, que lo que decimos o escribimos quienes tenemos todo el panorama local delante de nuestras narices. (Esto llega a producir situaciones realmente cómicas. Ejemplo: el corresponsal de un reputado medio estadounidense me telefonea para pedirme que le diga cómo cabe interpretar una determinada noticia referente a Euskadi. Lo hago. A él le parece interesante mi interpretación y la asume en su crónica. Al día siguiente, varios medios españoles la citan. Típico ejemplo de “cómo nos ven desde el otro lado del Atlántico”.)
No excluyo para nada que haya gente foránea familiarizada con nuestra realidad y cuyos puntos de vista, inteligentes, cercanos y a la vez exteriores, pueden resultarnos sugestivos. Lo que puedo certificar es que no hay tantos como los que traen a pasear por aquí sin parar. También podéis descartar que alguien que ha escrito un trabajo académico sobre, por ejemplo, El papel de las armas inglesas en la guerra contra Napoleón en España y Portugal, se haya ganado por ello el derecho a hablar con autoridad sobre el Estatut catalán o sobre el papel de Juan Carlos I en la aprobación de la Ley que regula los matrimonios gays.
Durante los años que viví en Francia, nunca vi nada parecido. A la mayoría de los franceses les importa una higa lo que puedan decir de sus asuntos políticos diarios en Estados Unidos, en Alemania o en Rusia. No digamos en España. Dan por hecho que quienes saben más al respecto son ellos mismos.
Supongo que no fue casualidad que la lógica cartesiana tuviera su cuna en Francia.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (¿Y qué dicen de nosotros?). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/24 07:00:00 GMT+2
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2007/10/23 07:00:00 GMT+2
Vuelvo a oír el viejo lugar común de una cierta izquierda española: “La derecha –dicen– carece de sentido del humor”.
Es una afirmación boba. La experiencia nos muestra que no pocos de nuestros mejores humoristas y escritores burlones, desde Quevedo para acá, han sido defensores a ultranza de opciones políticas muy reaccionarias. Tenemos el muy reciente caso de Luis Sánchez Polack, Tip, que era todo lo de derechas que se puede ser, pero que ejerció con auténtica genialidad el humor del absurdo. ¿Escritores? Ahí están Jardiel Poncela, Muñoz Seca, Mihura y Neville, derechistas redomados que fueron maestros de la farsa, el sarcasmo y la ironía. Y es que, como decía Pío Baroja –otro que tal bailaba–, “lo marqués no quita lo valiente”.
A la derecha se le da bien producir humoristas. Sus vástagos suelen gozar desde niños de una buena posición económica, lo que les ahorra muchos problemas. Es comprensible: las penurias materiales quitan bastante las ganas de reír. La molicie, la buena cama y el estómago lleno, en cambio, las animan.
Ha vuelto a surgir esta historia tonta de la derecha y su supuesta falta de sentido del humor a propósito del leit motiv de la Z, que el PSOE va a usar de cara a las próximas elecciones generales. «¡No se dan cuenta de que pretendemos realizar una campaña relajada y sonriente, sin crispaciones!», dicen.
Yo, que ni soy de derechas ni carezco de sentido del humor, prefiero que los políticos reserven las gracietas para los asuntos que son de reír, o con los que cabe bromear.
Cuando lo que está en juego es muy serio, odio las frivolidades.
La derecha española prepara –ha empezado ya– una campaña electoral que no tiene nada de relajada, y menos aún de sonriente. Con chanzas light y sonrisas a gogó no se le va a poner coto. Menos aún si toda la capacidad ofensiva que se le opone se nutre en exclusiva de las habilidades y encantos, reales o supuestos, de un solo individuo.
Una izquierda plural y coherente –si tal cosa fuera posible, que lo dudo– rechazaría el culto a la personalidad y concentraría su esfuerzo en favorecer la promoción de miles de dirigentes sociales. No con la Z: de la A a la Z.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (¿De qué diablos se ríen?). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/23 07:00:00 GMT+2
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2007/10/22 07:00:00 GMT+2
Josep-Antoni Duran i Lleida lo tiene muy claro, y así lo demostró el pasado martes en TVE: las gentes inmigrantes deben integrarse en la cultura propia del lugar que las acoge. Y ya está.
¿Deben hacerlo? Mejor si abandonamos el terreno de la alegre frivolidad con la que algunos se inventan imperativos categóricos y si recurrimos a la observación de la experiencia práctica.
El inmigrante, por lo general, adopta la parte de la cultura local que le es imprescindible para instalarse, trabajar, desplazarse, comprar, recibir asistencia sanitaria, escolarizar a su prole (si la tiene)… Para vivir, en suma.
Eso, según la zona en la que se instale, le obligará a uno o varios aprendizajes lingüísticos, a cambios en sus hábitos horarios, a reajustes alimenticios… Nada de eso lo decide él: nace de su necesidad de adaptarse al medio. Luego, puede que haya algunas formas de encarar la vida propias de la población local que le resulten simpáticas y agradables, y las adopte. Pero seguro que habrá otras que las rechazará. Porque no le gustan.
Duran cree que las niñas musulmanas deben quitarse el pañuelo con el que suelen cubrir su cabeza mientras no tengan edad para demostrar que lo llevan por decisión propia. Supongo que, hasta que llegue ese día, lo mejor que podrán hacer es ponerse lazos rosas en el pelo, pintarse las uñas, subirse a unos zapatos de tacón perfectamente ideados para acabar con cualquier columna vertebral y enseñar un poco la rajita del culo por encima de los pantalones, que todo eso es lo que hacen las mujeres occidentales y emancipadas, libres del dictado de los hombres. Ah, y usar mantilla: no olvidemos que Duran lleva el cristianismo hasta en la definición de su partido.
Nuestra cultura de mañana, nos guste más o menos (a mí más, a Duran menos), será por fuerza el fruto de la convivencia interactiva, de los roces y del inevitable mestizaje entre nuestras viejas culturas ancestrales y otras no menos ancestrales que nos llegan en tropel desde muy lejos.
No exijamos a los inmigrantes que se comporten como aborígenes postizos. Que hagan su experiencia, como nosotros seguimos haciendo la nuestra. A duras penas.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (Integrarse, coexistir). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 2 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/22 07:00:00 GMT+2
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2007/10/21 07:00:00 GMT+2
Sobre la verdad se han dicho muchas tonterías. Una de las más citadas por aquí es ésa que se atribuye injustamente a Antonio Machado, según la cual “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”. Machado escribió esa frase, pero sólo para refutarla: dejó inmediata constancia de que, si bien a Agamenón la sentencia le encantaba, a su porquero le daba cien patadas. Y es que Machado sabía que las verdades que se presentan como generales y abstractas casi siempre sirven para defender los intereses materiales y concretos de unos pocos, que tienden invariablemente a sacar partido de la miseria de los más.
Odio a los fanáticos de “la verdad”. Ésos que afirman: “Yo siempre digo la verdad”. ¿La verdad? ¿Qué diablos es la verdad? Nos manejamos con pequeños jirones de verdad. La verdad (“toda la verdad y nada más que la verdad”) es inabarcable.
Pondré un ejemplo pedestre. Hace unos días, me encontré con una conocida a la que hacía años que no veía. Según nos topamos, me soltó: “¡Ay, Javier, estás mucho más gordo!”. Como si yo no sólo estuviera gordo, sino también ciego, y no constatara desolado esa circunstancia tan poco entusiasmante en el espejo de mi cuarto de baño, un día sí y otro también. Me sentí en la obligación de responderle con idéntico ánimo constructivo. Le dije: “Tú, en cambio, estás viejísima”.
Nos entró la risa. En realidad, según pude comprobar acto seguido, los dos nos habíamos visto con un aire tirando a aceptable.
La verdad –la realidad– presenta muchísimos aspectos desagradables, pero no hay ninguna necesidad de airearlos todos, a todas horas y sin parar, vengan o no a cuento. En no pocos casos, resulta no sólo más piadoso, sino también más justo y equilibrado, guardar silencio, o recurrir a eso que los jesuitas llamaban “mentiras piadosas”.
La verdad –así, en singular, con esa petulante tendencia a la mayúscula– es poco probable que exista. A cambio, hay muchas verdades parciales. Yo tengo predilección por las que mejor ayudan a clarificar los malos tragos colectivos.
En cambio, tratándose de la buena gente, me atengo al clásico “¡Qué buen aspecto tiene usted esta mañana, don Andrés!”
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (21 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (Elogio (parcial) de la mentira). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 2 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/21 07:00:00 GMT+2
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2007/10/20 07:00:00 GMT+2
Dos circunstancias relacionadas con la Cumbre de Lisboa me han llamado muy en particular la atención.
La primera: que se congregara en la zona de la Expo, donde se reunían los presidentes y jefes de Gobierno, la manifestación de protesta más concurrida que ha vivido Lisboa en las últimas dos décadas. El contraste era tan escandaloso que cualquier comentario resultaba innecesario: de un lado, los mandamases de los Veintisiete, sonrientes, encantados de lo bien que les va todo cuando se ponen de acuerdo; del otro, la muchedumbre de trabajadores portugueses, hartos de los muchos males que les aquejan y de lo poco que hace la UE por solucionárselos.
La segunda circunstancia para mí especialmente llamativa: cuentan las crónicas que los jefes máximos de los Veintisiete mostraron su honda preocupación ante la posibilidad de que el premier británico, Gordon Brown, se vea forzado a convocar un referéndum que le permita ratificar o le obligue a rechazar el nuevo Tratado. La preocupación viene dada porque todos ellos creen muy probable que la población británica votara mayoritariamente en contra. Brown tuvo el detalle, tranquilizador para sus colegas, de asegurar que esa consulta no se realizará, es decir, que se prepara para obrar prescindiendo de los deseos mayoritarios de su pueblo.
La actitud de Brown puede parecer particularmente cínica, y cínica sí que lo es, pero no particularmente. Sus homólogos continentales tienen tan pocos deseos de someter el asunto a votación popular como él mismo. Para evitar ese peligro, han recurrido a diversas argucias jurídicas que permitirán a algunos Gobiernos vadear los imperativos constitucionales que tantos problemas les causaron cuando quisieron sacar adelante la abortada Constitución Europea.
No parece nada exagerado afirmar, a la vista de cómo están las cosas, que los gobernantes europeos tienen miedo de sus propios pueblos.
Es una situación que se han ganado a pulso, conformando unas estructuras de poder que la ciudadanía del Viejo Continente percibe como frías, lejanas e inaccesibles. Una percepción bastante razonable porque, en muy buena medida, son exactamente así.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (20 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (Fría, lejana, inaccesible UE). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 2 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/20 07:00:00 GMT+2
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2007/10/19 07:00:00 GMT+2
De 1976 a esta parte, la derecha española ha ido experimentado un lento pero constante proceso de desinhibición.
En los primeros años de la Transición, a muchos de sus integrantes no les hacía ninguna gracia que se airearan sus servicios a la dictadura. Se esforzaban por parecer tan demócratas como el que más y condenaban el fascismo como si el repudio les saliera del alma. ¿Que en los más recóndito de sus vísceras seguían siendo tan franquistas como el que más? Es posible, pero hacían cuanto podían por disimularlo. La razón es que se sentían a la defensiva, porque las fuerzas de izquierda y anticentralistas marcaban el orden del día. Los órdenes del día: no sólo el político, sino también el social, y hasta el cultural.
Pero, poco a poco, la derecha más rigurosa se fue liberando de sus vergüenzas, en la misma proporción en la que la izquierda oficial le fue cediendo terreno. ¿Resultado? Los franquistas camuflados han ido dejando aflorar sus auténticos sentimientos cada vez más a las claras.
Hoy la derecha fetén parece más franquista que en 1976-1977. Es un aparente sinsentido. La explicación es sencilla: no es más franquista; es que lo disimula menos.
Hace 11 años, en un encuentro en El Mundo, insté a José María Aznar, entonces candidato a la Presidencia del Gobierno, a que se pronunciara de una vez sobre el franquismo, sin evasivas. Copio una parte de la respuesta que me dio: “Yo no sé qué se espera de mí. He definido el franquismo como una dictadura, he dicho que la tarea del general Franco [fue] profundamente negativa para la vida española. ¿Qué quiere que le diga? Puedo salir con una pancarta todos los días a la calle…”
El tono quejumbroso al que recurrió demuestra que por aquel entonces él y los suyos se sentían todavía a la defensiva.
Ya no. Para nada.
Se han desmelenado. El que no justifica el alzamiento militar del 18 de Julio, considerándolo un acto de salvación nacional, asegura que bajo el franquismo se vivía muy bien, confundiendo el caso particular de su particularísima familia con la penosa situación del pueblo.
Ahora están empezando a clamar lo que hasta ahora se limitaban a rumiar.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (19 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (El aguilucho fénix del PP). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 2 de julio de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/10/19 07:00:00 GMT+2
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