Del 18 al 26 de septiembre más de 150.000 espectadores como yo iremos a ver las películas proyectadas en la 63 edición del Zinemaldia Festival de San Sebastián, porque es una oportunidad magnífica para ver cine. Y como digo siempre: cuidemos con mimo este festival porque forma parte de nuestro patrimonio.
Estas son las películas que tengo la intención de ver:
13.- Black Mass (26 de septiembre. Velódromo. 18:00 horas).
14.- London Road (26 de septiembre. Velódromo. 22:30 horas).
Gente de fiar por su afición cinéfila me dice que no está mal la elección y yo también espero no haberme equivocado mucho.
La mayoría de las películas las veré solo, pero también iré a ver un par con Sorkun, otras dos con un amigo y las dos últimas en el Velódromo en cuadrilla.
Viernes por la tarde. A las 19:00 horas hay convocada una manifestación a favor del Gaztetxe Kortxoenea. Cruzo la ciudad en bici desde el Antiguo hasta Gros. Veo a decenas, centenares de donostiarras y visitantes que pasean por la ciudad. No, la inmensa mayoría no tiene ni la más remota idea de que la propiedad esa mañana ha decidido desalojar Kortxoenea.
Como ciudadano, me gustaría que los partidos y las instituciones rompieran el guion (ahora sin tilde, si no recuerdo mal). Un ejemplo. Vayamos al inicio de Buenawista.
"En el año 1992 el Ayuntamiento de San Sebastián, a través de un acuerdo verbal con la Concejalía de Urbanismo, representada entonces por el señor Gregorio Ordóñez, confirmó la cesión del local Mogambo (una antigua discoteca, situada en C/. Azkuene en Trintxerpe, que estaba desocupada y que desde entonces se ha venido dedicando a la organización de conciertos), no presentándose así mismo ninguna objeción a la permanencia de nuestra Asociación en el edificio de la Tenencia de Alcaldía".
Rewind. Sí, has leído bien: gracias a un acuerdo con Gregorio Ordóñez, concejal de Urbanismo en 1992, comenzó la andadura (hoy vigente) de Mogambo. El Ayuntamiento y las y los jóvenes se salieron del guion. ¿Bien, no? Para mí, perfecto.
Hoy, sin embargo, veo una Donostia, una San Sebastián muy-muy-pero que muy oficial y me da miedo: Donostia Kultura, todas las instituciones que se reunirán en Tabakalera (Festival de Cine, Filmoteca Vasca, Instituto Etxepare, Kutxabank...) y Donostia 2016.
Y la ciudad necesita y debe cuidar espacios como Kortxoenea. C-U-I-D-A-R. Debería dar una alternativa a esas personas y colectivos que vienen trabajando allí desde el 2010. Porque estoy seguro de que habrá opciones y Kortxoenea debería también trabajarlas y pillarlas al vuelo.
Que yo recuerde he estado, al menos, dos veces en Kortxoenea: un frío enero, en la presentación de Biodiskografiak del trío formado por Iban Zaldua, Xabier Montoia e Ibon Rodríguez; un septiembre festivalero en una mesa redonda de Anari, Bassmatti y dos personas más que ahora no recuerdo (espero que me perdonen).
Y vosotras ciudadanas y ciudadanos que seguís con vuestra rutina, estad tranquilos: todo va bien.
Llevo casi veinticuatro horas intentando digerir la muerte de Chirbes. Una hostia como un piano una tarde de agosto en la que estás pensando más en salir por ahí a tomarte una cerveza. Una llamada de teléfono que no contestas pero que devuelves a los pocos minutos. No me imaginaba cuál era el motivo ni por el forro.
Se ha muerto Chirbes, porque como bien nos dijo en el homenaje a Javier Ortiz celebrado en abril de 2010 en el Koldo Mitxelena, Javier no nos había dejado: Javier se había muerto. Lo mismo pasa ahora con el bueno de Rafa: Chirbes no nos ha dejado, Chirbes se ha muerto.
Lo conocí gracias a Javier y a Charo y conseguimos traerlo al Centro Cultural Ernest Lluch en diciembre de 2007 para presentar "Crematorio" (Chirbes en Anoeta). Murió Ortiz en abril de 2009 y leyó A Javier Ortiz en el homenaje que Javier Vizcaíno le hizo en antena en Radio Euskadi.
Es una mierda que se muera gente como Rafa, una persona que se hacía querer, una persona que te cautivaba cada vez que abría la boca.
Normalmente le llamaba yo, pero recuerdo que me llamó indignado tras ver "Ocho apellidos vascos". Se había resistido a verla, pero se topó con ella en un canal de televisión y no opuso resistencia. Me dijo que era una película carca que hacía bueno el landismo de los setenta.
Fui a visitarlo dos veces. La primera vez nos enseñó los alrededores de su pueblo y nos llevó a comer al mismo sitio al que fue con Alfonso Armada en esta entrevista (Un cuiner a l'escoleta de Sagra): No hay riqueza inocente. La última vez quedamos en Denia, en la playa. Luego, en uno de los bares de Beniarbeig, se le acercó un hombre a devolverle cincuenta euros que le había prestado.
Me da pena que no hayamos podido verle leyendo delante de Wert y del rey los dos folios que decía tener preparados para "agradecer" al gobierno su faena destructora en lo social y lo cultural que hizo posible su obra ("El mismo Gobierno que crea el malestar a mis personajes es el que ahora me premia"). Porque a pesar de haber recibido el dinero, el acto de entrega del premio no se había producido aún.
En una de nuestras conversaciones, le animé a que hiciera público el texto. Me dijo que seguramente lo haría cuando Wert presentara su dimisión (cuando charlamos se rumoreaba que lo iba a dejar). No lo hizo y no sé el porqué. En ese texto contaba a qué había destinado los 20.000 euros del Premio Nacional de Narrativa. Porque su ética le impedía decir no al galardón. No sé finalmente a que lo dedicó, pero lo que barajó en su momento fue repartir a partes iguales entre fines culturales y fines sociales (Chirbes Obra Social y Cultura: COSC). Actualización: leo que Javier Rodríguez Marcos dice lo mismo aquí.
Ahora ya solamente nos quedará su obra y aquellas entrevistas que tan poco le gustaban, pero que tan gozosas han sido, son y serán para sus lectores.
Camino de Jamaica para encontrarse con otro maestro. Uno menos de quien echar mano cuando no sabes hacia dónde enfilar la embarcación.
Javier y Rafa, Ortiz y Chirbes: dejáis un vacío que no hay manera de llenar.
Hace unas semanas falleció Amaia Apaolaza (Akeita), manager de varios de los más importantes nombres de la escena musical vasca. Me acordé de ella al leer el otro día una entrevista a Anartz Gisasola: Ikusezina baldin bada, askoz ere hobeto (Si es invisible, mucho mejor). Gisasola trabaja o ha trabajado como pipa (asistente de escenario) con algunos de esos nombres (Anari, Inoren Ero Ni, Kokein, Fermin Muguruza...). He traducido la entrevista de Igor Susaeta. Va por Amaia, por Anartz y por toda esa gente desconocida que está siempre al pie del cañón. La traducción y las negritas son mías. La razón por la que he puesto este vídeo viene al final del texto (a partir del minuto 6 y 45 segundos, más o menos).
Si es invisible, mucho mejor
Era un día de primeros de abril de hace dos años en el que Fermin Muguruza eta Kontrakantxa Banda arrancaban No More Tour 2013. Iban a dar un concierto sorpresa en la sala Psilocybenea de Hondarribia. Dos o tres horas antes de subirse al escenario, Muguruza estaba atando cabos con unos y con otros. A quien se ocupaba de ordenar el escenario, sin embargo, sólo le hizo un gesto de aprobación. Suficiente. Al preguntarle sobre él, Muguruza dijo respetuosamente que era «un animal con un corazón gigante. Es Anartz Gisasola».
Anartz no sabía que Muguruza lo había definido de esa manera. «Es bonito escuchar cosas así...» ha dicho, con modestia. Gisasola ofrece «comodidad» a los músicos en su trabajo. Se ocupa de transportar al lugar donde se va a celebrar el concierto todos los elementos imprescindibles para la actuación; de su descarga; de limpiar y afinar los intrumentos; de colocar en su sitio los amplificadores, los cables y demás; de estar en una esquina del escenario atento a lo que pueda pasar; y una vez finalizado todo, cuando todos se han marchado, cuando están a punto de apagarse las luces, de recoger todos los trastos y de llevarlos al local.
A primera vista parece un trabajo de carga y descarga, pero entre sus tareas hay una que todavía puede pasar más inadvertida: desde un lado del escenario, observa lo que pasa delante y detrás de los músicos para solucionar lo más rápidamente posible cualquier imprevisto. «Tienes que estar con veinte ojos». Su labor consiste en controlar la situación. «Cuanto menos salgas al escenario, mucho mejor. Esa es nuestra filosofía. Suele ser una buena señal». Por tanto, si es invisible para el público, fantástico. Son los backliners o roadies.
En el País Vasco también se les llama pipas. Gisasola no sabe por qué. «¿Puede que sea porque hacemos las cosas en un pi-pa?», pregunta-responde. Hace más de 20 años tampoco sabía a qué se dedicaba concretamente cuando comenzó a ayudar a Luther, un grupo de su pueblo. «Lo hacía por un par de cervezas». Continuó puliendo el oficio con Kokein y Kafha, aunque todavía no era consciente de ello. «Empiezas por curiosidad. El plan era ir al concierto, ayudar a descargar, beberte unas cervezas, cenar por ejemplo en el Gaztetxe de Legazpi, ver el concierto y regresar a casa feliz».
De todas formas, se daba cuenta de que aquello le gustaba. «Leía cosas en internet y revistas especializadas». Lleva ya unos quince años en los que vive de ello, pero el punto de inflexión, por decirlo de alguna manera, llegó en el año 2004 cuando Muguruza le llamó para ofrecerle ser backliner. «Creo que fue Sorkun quien le dijo que en Eibar había un tipo llamado Anartz...» señala. Lleva más de diez años con Muguruza y también ha trabajado con Manu Chao, Anari, Cobra, Inoren Ero Ni, entre otros.
Aquel tipo al que se refirió Sorkun había trabajado en talleres y fábricas. Ahora no tiene una jornada diaria de ocho horas, pero cuando tiene que ir a un concierto mete más horas fuera de casa que cuando iba a la fábrica. «A las puertas de una gira grande, también suelo ir a algunos ensayos. Aunque esto suele ocurrir muy de vez en cuando», puntualiza.
Tras acordar la hora de la cita con el grupo, se dirige hacia el lugar donde se celebra el concierto. Tras descargar los trastos de la furgoneta, prepara el escenario, afina las guitarras y los bajos, aunque no sabe tocar ninguno de los dos. «Tenemos un aparato que me señala si estoy tocando la nota adecuada». A veces, según lo que quiera el guitarrista, también tiene que cambiar las cuerdas del instrumento, aunque "normalmente se llevan un par de bajos o guitarras por cabeza"; y también los limpia, antes y después: «Ya sabes, el sudor, restos de alguna bebida...». A la hora de la prueba de sonido, los músicos tienen todo listo. Gisasola suele trabajar en solitario, pero reconoce que los técnicos de monitores y los de luces y sonido se ayudan mutuamente, «si es que hay».
La puesta en escena, medida
Está acostumbrado a trabajar en escenarios pequeños, medianos y grandes. En estos últimos trabaja con empresas que alquilan instrumentos, ya sea en los festivales de Jazz de San Sebastián y Vitoria, en el Big Festival de Biarritz, en el BBK Live bilbaino o en el Azkena Rock. Para trabajar, le gusta los escenarios ni grandes ni pequeños. «Gazteszena, por ejemplo».«Las estrellas que vienen a estos festivales contactan con los departamentos de producción y les dan las características de los instrumentos y son estos quienes se ponen en contacto con nosotros. Este quiere un piano, aquel una batería...», dice. Luego, a los managers se les ofrecen alternativas «y comienza el proceso de negociación».
En estos casos también se ocupa de la parte más prosaica del oficio: descarga, montaje... Sube al escenario pero como ayudante, «porque cada grupo, normalmente, trae su propio backliner»; es decir, esa persona que se ocupa de ofrecer comodidad a quienes están encima del escenario. «Tenemos que transmitir confianza a los músicos: que tenemos todo bajo control, que estamos allí para solucionar lo que haga falta. Tienes que actuar rápidamente, pero demostrando calma y tranquilidad. Si ven que estás nervioso...».
Y es que la «puesta en escena» de un grupo está muy medida. Gisasola afirma que todo está especificado. Es por eso que ha de estar atento al concierto: «Tienes que saber por qué canción van, qué instrumento necesita el músico, qué afinación ha de tener la guitarra...». Y ya que hablamos de este instrumento, un imprevisto que sucede habitualmente: la rotura de las cuerdas. Gisasola suele tener una pequeña caja de herramientas a mano.
A pesar de tener que estar con veinte ojos en el concierto, llega a disfrutar de los directos. «Además, con los años aprendes a hacer frente a las situaciones que puedan surgir».
Con tapones en los oídos
Con esta trayectoria, es consciente de que los músicos aprecian su labor. «Si te contratan, será por qué confían en ti, ¿no?». También goza de su reconocimiento. «Cuando las cosas salen bien, sí». Piensa que sí, que se acuerdan de ellos. «Sobre todo cuando no estamos», suelta con humor. «Por ejemplo, te llaman y les dices que no puedes ir. 'Jo, Anartz...', te responden. Y tú: '¿Qué tal el concierto?'. Y ellos: 'Pues nos hemos acordado mucho de ti, porque...'. ¡Ahí viene el reconocimiento!», añade a carcajadas.
A Gisasola también le toca hacer caso a todo tipo de peticiones que hacen los espectadores una vez finalizado el concierto, mientras recoge los trastos. «La gente te pide las púas y las baquetas de la batería y desconocen que igual el baterista se ha gastado 100 euros en un juego. Les digo que no se las puedo dar y alguna vez me han insultado [se ríe]. A veces voy con tapones en los oídos... [más risas]». Hay ocasiones en que también también le reconocen fuera del escenario.
Sin embargo, no es tan graciosa la situación que los backliners viven en la actualidad. «Hace unos años trabajábamos más». No sabe cuánta gente forma parte del gremio; unos diez, como mucho. Pero pocos se dedican a ello profesionalmente. «Con quien más relación tengo es con Álvaro (Berri Txarrak)». En verano, van tirando, pero el invierno puede ser muy largo. «Si debido a la situación económica, hay grupos que se tienen que desprender de una figura, esa suele ser la nuestra. Como saben montar y desmontar, le dan preferencia al sonido y se llevan un técnico».
Vive el oficio. Al acabar el concierto, y tras comentar las «mejores jugadas» con los miembros del grupo alrededor de unos tragos, vuelta a casa. Y ahí, en la oscuridad del camino, comienza a pensar: ¿Habré metido esto en la furgoneta? ¿Y aquello otro? «A la ida también suelo tener los mismos pensamientos». Es habitual, por ejemplo, encontrarse un tornillo o una llave en los bolsillos del pantalón al irse a la cama.
Lo que no es habitual es hacer una gira mundial con un grupo vasco. Gisasola lo ha hecho con Muguruza y destaca que hacia el final son muy cansadas. «Al principio estás fuerte, pero cuando llevas quince días, un mes de un sitio para otro, al final estás como un perro rabioso». Es en ese punto en el que cualquier tontería puede convertirse en un problema entre los miembros del grupo y ahí a Gisasola le parece más necesario que nunca animarse mutuamente.
Y llega el último concierto, y «la plaza está hasta arriba», y la banda toca en total sintonía... «Y esa sensación es la hostia».
P.S. Sarri Sarri desató la locura en Chile
«Sí que a veces hay momentos malos en los conciertos. Recuerdo que con Fermin Muguruza tocamos en Santiago (Chile). La última canción era Sarri Sarri y la gente estaba como loca. Les pidió a los asistentes que se acercaran al escenario y la gente comenzó a subirse al mismo. Desordenaron los pedales y demás. Es imposible controlar a tanta gente; por tanto, una de dos: o mandas todo a la mierda o tratas de controlar. Recuerdo que mandaba bajar a los que estaban cerca con un mecagoendios; y, mientras tanto, Sarri Sarri [imita los acordes de guitarra de la canción], y un jaleo de la leche [risas]. Otra vez me pasó que llegué con el tiempo justo, monté a toda velocidad... y sufrí una torcedura».
A mediados de junio se puso en contacto conmigo Tere Beloki, periodista de Euskadi Irratia, para invitarme a que una tarde de julio o agosto charlara una hora sobre mi "Fonoteca del alma" ("Bihotzeko fonoteka" en euskera). Le dije que sí casi sin pensármelo y nos citamos para el 3 de agosto. Una semana antes debería enviarle una relación con mis diez canciones preferidas.
Cumpliendo lo pactado, le envié la lista pero con dos bonus track. ¿La razón? Que los vascos contamos por docenas y no por decenas (permitidme el chiste malo). La razón verdadera es que no pude bajar de esa cifra, aunque también se quedaron por el camino canciones muy de mi gusto (varias de ellas de personas cercanas a mí, pero espero que me perdonen).
Me quedé a gusto con la entrevista y desde aquí quiero agradecérselo, principalmente, a Tere Beloki (y a sus compañeras Nekane Peñagarikano y Arantxa Iturbe, ésta de vacaciones). Ahora recuerdo que el año pasado fue Edurne Ayuso quien me lo propuso, pero no pudimos cuadrar agendas (ella, desgraciadamente, ya no está en la radio).
En general, la fórmula de la entrevista con la música del gusto de la persona entrevistada funciona bastante bien y la radio pública vasca en euskera la lleva haciendo en verano desde hace bastantes años: Bihotzeko fonoteka (verano de 2015).
Entre los años 2004 y 2006, mis padres, haciendo caso a sus asesores de confianza de Laboral Kutxa, compraron aportaciones de Fagor y de Eroski.
Como sabréis, Fagor Electrodomésticos cerró sus puertas a finales de 2013, principios de 2014 y aquellas aportaciones se quedaron por el camino.
Eroski también ha tenido problemas importantes, pero por el momento sí está cumpliendo parte del trato (aunque no en su integridad).
Estanto las cosas como están, el pasado mes de mayo pedí una cita con el director de la sucursal de mis padres. Queríamos plantearle una salida a la caja. Me dijo que lo hiciera por escrito y es lo que hice. Remití nuestro planteamiento por correo electrónico el 8 de mayo de 2015. A los pocos días me llegó la confirmación de que habían recibido mi correo. Desde entonces nunca más se supo.
Como habían pasado ya dos meses, me puse en contacto por teléfono con ellos el 17 de julio. Me contestaron que le pasarían el aviso al director.
Como no recibí una llamada de vuelta, el 20 de julio le escribí para saber qué intenciones tenían. Nada, ni un acuse de recibo.
Por ahora, tengo clara una cosa: Laboral Kutxa no responde.
«Si hay hoy algo sobrevalorado es la comunicación»
La escucha es cuestión de actitud para Xabier Erkizia; y él sigue observando cualquier cosa que tenga que ver con el sonido, con la música, con el ruido, con el silencio. Continúa con el proyecto denominado Euskal Herriko Soinu Mapa (Mapa Sonoro de Euskal Herria), recientemente mezcló las canciones del disco Etzazuaka de Akauzazte, y está a punto de grabar el primer disco de Amorante. Acaba de terminar también la producción de Lagos Sessions, disco doble de Billy Bao, músico nigeriano residente en Bilbao. Este verano se publicarán este disco y otro titulado Communisation (Lagos Sessions es un trabajo grabado en Nigeria con músicos locales). Además, está mezclando un disco de los «Buenavista Social Club nigerianos». El grupo se llama Faaji Agba y todos sus miembros, salvo uno, han fallecido. Hace dos meses que terminó la postproducción de un documental dedicado a dicha banda y ahora está con el disco. Y no acaba aquí la lista de todos sus proyectos. Recientemente ha estado en Italia en un ciclo de conferencias dedicado a analizar la relación entre sonido e identidad.
Gorka Erostarbe: Al igual que sucede con los paisajes sonoros, tampoco es muy fácil captar la actividad de Xabier Erkizia.
Xabier Erkizia: Sí, puede ser. Siempre he tenido problemas con el concepto de carrera. Veía a músicos a mi alrededor y, normalmente, tenían claro qué pasos dar para desarrollar una trayectoria como músicos. Detrás de estos hay un rastro académico y yo siempre he tenido problemas con eso; seguramente por mi formación. No tengo especial interés en desarrollar una carrera. El pensamiento académico tiene una trampa: dónde está la llave del conocimiento. Muchas veces es el propio lenguaje quien expresa esas trampas. Por ejemplo, conservatorio. ¿Qué es lo que hay que conservar? No me siento demasiado cómodo bajo esa prisión, no porque piense que tenga un saber especialmente diferente, o que derivado de nuestra experiencia sea algo diferente... Para mí resultó muy importante dar el paso de la música al sonido; más concretamente, del sonido a la escucha.
Gorka Erostarbe: ¿Cuándo y cómo diste ese paso?
Xabier Erkizia: Pues fue consecuencia de una experiencia vital. Pulsas ese botoncito y con ese mínimo cambio te das cuenta de que casi entras en el mundo de la antropología, con la música como excusa.
Gorka Erostarbe: ¿La escucha es una cuestión de actitud?
Xabier Erkizia: Sí, sin duda. Siempre estoy dándole vueltas a estas cosas, y hay veces en las que me veo como un latoso, como si insistiera demasiado, pero luego es verdad que las cosas que me preocupan, también en el plano social, tienen muchas veces que ver con eso. Cuando hablamos de la actitud de la escucha estamos hablando de la política de la atención. Cambiamos dos palabras por sinónimos (atención/escucha y actitud/ política) y tienen el mismo sentido, pero cogen otra dimensión.
Gorka Erostarbe: Y a todos nos atrapa la política de la atención...
Xabier Erkizia: No hay más que ver Facebook y Twitter: hoy en día todos somos responsables de nuestra política de atención. Todos somos políticos en algún sentido. No todos tenemos un responsable de imagen, pero lo tendríamos si fuera posible.
Gorka Erostarbe: Somos nuestros propios responsables de marketing.
Xabier Erkizia: Y cada vez tenemos una mayor necesidad de hacer marketing de nosotros mismos. Es consecuencia de la sobredosis informativa. Creo que con la perspectiva temporal veremos con mayor nitidez que si hay hoy algo sobrevalorado es la comunicación. Prevalece la comunicación por encima del propio contenido. Parece una exageración o algo alarmista, pero estos últimos cinco años el cambio ha sido notorio. Si hoy le preguntas a un creador cómo le va con su último libro, disco... te responderán muchas veces: «Me han hecho un montón de entrevistas». Señal de que algo va mal... Y cada frase de este tipo es una vuelta de tuerca más, consciente o inconscientemente quien escucha eso piensa que en eso consiste el éxito.
Gorka Erostarbe: Y eso es peligroso...
Xabier Erkizia: Muy peligroso, porque se le da un mayor poder a la comunicación. Y ese proyecto que tiene facilidades comunicativas tapará al que tiene dificultades, sea por el idioma, sea por la complejidad... Siempre destacará Olatu Talka por encima de cualquier actividad. ¿Por qué? Porque uno no necesita explicación. Es pura comunicación, y eso tiene sus peligros, porque en esa pureza se mitifican algunas imágenes como, por ejemplo, la de ser un simple participante... Parece que en las ciudades hay un montón de gente aburrida, sin saber qué hacer, y que las instituciones públicas tienen que organizar un ocio aparentemente participativo para llenar de contenido a esos seres vacíos.
Gorka Erostarbe: Lo que dices tiene pinta de ser un abuso de poder camuflado.
Xabier Erkizia: Eso es fascismo y no participación. En principio, todos deberíamos estar de acuerdo en esa necesidad de una sociedad participativa, y en que eso tiene sus ventajas, pero tiene ese barniz populista del fascismo. Es una participación dirigida, con unas normas, cuando y donde nosotros queremos. Y luego ya no. Y eso es lo que sucede en estos macroeventos.
Gorka Erostarbe: En las sociedades contemporáneas se valora la capacidad de comunicar, sobre todo en los políticos y cargos públicos. ¿Pero no falta una capacidad de escuchar?
Xabier Erkizia: Sí, así es. Y es un tópico decir que no hacen autocrítica, y es verdad; pero, por ejemplo, hace poco leí una entrevista de Hasier Arraiz (Bildu) en la que hacía autocrítica; dijo que les había faltado escuchar a la gente y me alegré por ello. Prevalece una "informativización" de cualquier discurso. Deberíamos repasar la historia de la oratoria y ver, por ejemplo, que en la Grecia clásica quienes usaban la oratoria eran los filósofos o las personas capaces de transmitir un conocimiento. Luego, los frailes... Pero también estos dejaron a un lado la transmisión y comenzaron a sermonear. Cambió el tono y se creó esa especie de mantra. Y la actividad de los políticos de hoy en día la veo más próxima a ese mantra.
Gorka Erostarbe: Vamos, que hablan desde el púlpito.
Xabier Erkizia: Sí, y señalando con el dedo. Contando más con el dedo que con la voz. Han cambiado los modelos y el modelo más visible es el de los informativos. Personas neutras, lo más neutras posibles, tanto por su modo de expresión como por su físico... casi maniquíes; por ejemplo, los presentadores de ETB. Casi intocables. «¿Esto es de verdad?», piensas. Y me gustó esa autocrítica de Arraiz porque también se refería al contenido. Arraiz dijo más o menos que no habían sabido escuchar la voz de la ciudadanía. Mi opinión es que no han sabido escuchar porque se han pasado toda la legislatura obsesionados dando ruedas de prensa. Es decir, mensaje, mensaje, mensaje... Es una tendencia fomentada por la política profesional que luego se extiende a la sociedad y todos nos convertimos en un mitin constante.
Gorka Erostarbe: ¿Y qué hacer para que cambie la política de la atención?
Xabier Erkizia: Hay que crear sistemas para poner a los oyentes frente al problema y creo que el arte ahí puede ser, y de hecho lo es, una buena herramienta. Normalmente, llegamos a las actividades culturales bien preparados. Con la entrada comprada, con las canciones escuchadas, con alguna entrevista leída... Llegas cargado de expectativas. Y siendo eso sí, hasta qué punto estamos escuchando realmente. No vamos a ver un concierto de Anari, vamos a ver a Anari.
Gorka Erostarbe: ¿Cómo puede ser práctico el arte en este sentido?
Xabier Erkizia: El arte tiene capacidad para crear dudas, para elaborar preguntas, y cuanto más arriesgado y experimental sea, mayor capacidad tiene para ello. A veces, cuanto más absurdo sea, mejor. De ahí Soinu mapa y proyectos del estilo. Si tuviera que explicar este proyecto de manera crítica, diría: «¡Menuda tontería!». ¿Poner los sonidos en un mapa? Nosotros, quienes defendemos que los sonidos están en movimiento constante y que no se pueden limitar... ¡Y somos nosotros mismos quienes los metemos en un mapa y en un marco! Pero son formas de mostrar la realidad... Nadie pone en entredicho un mapa, quizá sí los límites, pero un mapa tiene una aceptación absoluta y tiene validez... Y poner un sonido en ese mapa es tan absurdo, tan contradictorio, que tiene la potencialidad suficiente como para hacer una pregunta al menos. El arte sirve para hablar, sobre todo, de la complejidad de la vida. Por tanto, poner en entredicho lo que entendemos por escucha puede tener influencia en la política de atención.
Mira que Pedro J. Ramírez no es santo de mi devoción, pero por una vez en la vida le hice caso (Farsa y licencia del monarca castizo) y me leí Final de partida, un libro escrito por Ana Romero, la corresponsal de la familia real del diario El Mundo durante el periodo 2010-2014.
Si lo pillas un viernes con ganas, te lo ventilas en un fin de semana y eso es lo que me pasó hace ya unas semanas, a primeros de mayo concretamente. Luego quise escribir unas líneas sobre el libro y lo he ido dejando y ahora no me acuerdo de muchas cosas. La pena es que no subrayé nada.
Dicho lo cual, he vuelto a releer el Capítulo 12 del libro (Ni un minuto más). Aquí Ana Romero hila nueve puntos relevantes previos a la abdicación. Tened en cuenta que son las tesis de la autora las abajo reflejadas:
"El relato oficial insiste en que se trató de una decisión escrupulosamente personal del monarca (...) El oficioso, que Juan Carlos I se vio forzado a tomar una decisión qué el consideraba prematura, y que lo hizo presionado".
1.- Incapacidad de Juan Carlos I para recuperar el cariño y el respeto de los españoles tras el caso Nóos y la caída de Botsuana. "El desafecto hacia él estaba provocando un peligroso cuestionamiento de toda la monarquía".
El 28 de septiembre de 2013, manifestación en Madrid bajo el lema Jaque al rey. Convocada por la Coordinadora 25-S. Participó poca gente, pero sucedió. Intensa lluvia en Madrid. Mismos o parecidos gritos en Palma de Mallorca bajo la ventana del juzgado en el que declaraba la infanta Cristina.
Los medios tradicionales no daban espacio a los indignados aplicando la máxima "ojos que no ven". No así los extranjeros, que de nuevo acudieron en tropel a Madrid. El "todo Madrid" hablaba y se interesaba por asuntos que no aparecían reflejados con claridad en la prensa.
2.- El papel fundamental que jugó entre bambalinas Felipe González.
La "estrecha y sincera" relación que algunos describen desde hace más de cuatro décadas entre Juan Carlos y Felipe González resulta de enorme interés para la historia reciente de España. Ninguno de los dos se prodiga en detalles acerca de dicha relación. "Se entienden y se fían el uno del otro", señalan.
Encuentros y largas conversaciones en la finca de casi 50 hectáreas que González tiene en la sierra de Guadalupe (Cáceres). Se lo compró al constructor Joaquín Vázquez, uno de los cuatro grandes amigos del rey (El llamado clan de "Las Cuatro Estaciones", nombre de un restaurante). Miguel Arias, Francisco Sitges y el fallecido Jaime Cardenal son los demás.
Se habla de Felipe González como "idéologo" de la abdicación y de Rafael Spottorno y de Félix Sanz Roldán como "ejecutores".
3.- La "Cuarta Página" del historiador Santos Juliá en El País el domingo 2 de febrero de 2013.
"La erosión de la Monarquía". El rey no sólo sentía un enorme respeto intelectual hacia el venerable historiador gallego de 75 años, sino que sabía que su publicación en El País representaba algo mucho más trascendente: podía aguantar las críticas de diarios como El Mundo, pero no de lo que en España sigue siendo aún hoy, aunque debilitada, una institución vestida de papel.
4.- Punto de suma importancia para el rey: pasar a la Historia con un currículo de servicio político impecable y alejado de un final deslucido. El monarca aceptó abdicar "por motivos políticos" pero no por "problemas de salud".
El 9 de febrero de 2012 Der Spiegel publicó un cable diplomático desclasificado por Alemania según el cual el rey había mostado simpatía por los golpistas durante un encuentro con el entonces embajador alemán, Lothar Lahn. Spottorno desmintió tal simpatía.
La escritora tuvo cuidado de no repetir las declaraciones el día de la presentación del libro. Urbano mantiene en el libro que durante el verano de 1980 Juan Carlos I puso en marcha una operación de estado para sustituir a Suárez por Alfonso Armada.
5.- Regreso de los esqueletos del pasado. Por ejemplo, los pagos a través de fondos reservados a Bárbara Rey en los 90. A finales de 2013, Zarzuela supo de la existencia de una persona con ganas de lucrarse con este asunto.
"Era el pan nuestro de cada día. Prácticamente cada mes había algo" (2013-2014).
Dificultades en las tradicionalmente estrechas relaciones entre la Casa del Rey y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI): Soraya Sáenz de Santamaría no quería usar el CNI para taponar las aguas fecales del reinado de Juan Carlos I.
6.- ¿Hubo frenazos y acelerones?
Dice Ana Romero que el rey jamás transmitió sus dudas (si las tuvo) al primer círculo de información (Spottorno) ni al segundo (Jaime Alfonsín, Jaime Pérez Renovales, Javier Ayuso y Domingo Martínez Palomo) de la Casa Real, pero parece que en el viaje a Omán y Bahréin (finales de abril y principios de mayo) sí que expresó sus dudas, según fuentes de esos países.
7.- Corinna zu Sayn-Wittgenstein
Corinna (CSW en el libro) no lo sabía y, según parece, el rey se lo comunicó el mismo 2 de junio de 2014 por sms mientras ella dormía en el hotel The Mark de Nueva York. Según el entorno de CSW, ella nunca quiso que el rey abdicara, porque la vida de un hombre acostumbrado a ser rey se complicaba mucho al dejar de serlo.
"En el plano personal, lo realmente trágico de toda esta historia es que la mujer por la que seriamente apostó JCI al final de su vida también le falló: supuestame CSW rechazó la oferta que le hizo de matrimonio en el verano de 2013".
"No creo que haya nadie, exceptuando a los dos protagonistas, que conozca la naturaleza verdadera de esta relación, aunque las especulaciones no cesan".
8.- 25 de mayo-2 de junio de 2014 Los sorprendentes resultados en la elecciones europeas del 25 de mayo "supusieron un frenazo" en el proceso por la situación en la que quedaba Rubalcaba.
Pero el 27 de mayo, el periodista Luis Lianes (TVE) quiso confirmar con representantes de la Casa Real algo que le había llegado. La propia Ana Romero también sospechaba algo y el hecho de que dos periodistas ya lo supieran alarmó a Spottorno (jefe de la Casa del Rey).
El 31 de mayo José Antonio Zarzalejos avisó en El Confidencial de que pronto habría un importante anuncio por parte de Zarzuela y el lunes 2 de junio, cuando comenzaron los rumores sobre la intervención de Rajoy en TVE, El Confidencial se convirtió en el primer medio en anunciar la abdicación de Juan Carlos I (nota del bloguero: Enric Juliana recomienda hoy la lectura del libro más reciente de Zarzalejos, Mañana será tarde).
9.- La opinión de Paul Preston.
"Creo que el proceso de convencerlo para que abdicara ha tenido que ser muy difícil. Pero al final, lo hizo, y eso es lo importante. De alguna manera tomó la misma decisión que en los setenta: incluso si su natural se hubiera inclinado por un régimen autoritario, sabía que la supervivencia de la dinastía dependía de su identificación con la democracia. En 2014, aun sin querer dejar el trono, entendió que era la única manera de asegurar la supervivencia de la dinastía que representa".
"Iñaki Rekarte siempre ha dado de qué hablar y en el futuro también parece que seguirá por el mismo camino" me comentó un colega el domingo por la mañana.
Tienen razón quienes dicen que los medios vascos han dado cuenta de esta y otras historias (un ejemplo foráneo: el 30 minuts de TV3, donde el entrevistado aparece mucho menos tenso, por cierto), pero la cosa es que Salvados marca agenda. Ya sé que no se cuentan muchas cosas, que pasan más desapercibidas o que se esconden. Por ejemplo, la tortura.
No se especifica mucho en el libro, pero quedan negro sobre blanco algunas de las torturas padecidas. Señala el expreso que cuando él tenía 14 años detuvieron a su padre, que lo destrozaron y que, tras pasar varias semanas en prisión, fue puesto en libertad. Lo que más me sorprende es que Rekarte tenga una actitud compresiva hacia la tortura: dice que la policía tiene pocas opciones para conseguir información. Conviene leerse lo que dice sobre los malos tratos y la tortura Jorge del Cura.
¿Por qué me he leído el libro?
Iñaki Rekarte es irunés como yo y tiene tres años menos. Siendo jóvenes frecuéntabamos Mosku (la plaza Urdanibia), pero apenas lo conozco, a pesar de que tengo gente cercana por medio. Hace tiempo que sé de sus "hazañas", pero me he comprado el libro para conocer cuál es su versión de los hechos. Según El Mundo, le ha ayudado el periodista Mikel Urretavizcaya. La narración está más dirigida al público español que al vasco, tiene algunas frases de chichinabo a la hora de describir ambientes y ciudades, pero, bueno, se lee con facilidad y se dicen muchas cosas.
No se me olvida que el cura Trebiño se pasó tres años en la cárcel porque tras cometer un atentado en Santander, Rekarte y un compañero de comando se vinieron a los carnavales de Irun (se acercaron a casa del cura para que les diera cobijo). Recuerdo muy bien el atentado contra dos hermanos drogodependientes y trapicheros, algo muy comentado en Irun en aquella época. Según su versión de los hechos, decidieron con una moneda al aire quién disparaba (le tocó a su amigo Juanra; el tercer miembro del comando, el hijo del gobernador civil de entonces, Goñi Tirapu, no debió de participar en el atentado; dice Rekarte que la mayoría de las veces buscaba excusas para no hacerlo). Unos minutos antes estaban en el Bar Eskina y, cuando se dieron cuenta de que los dos hermanos andaban por allí, fueron a casa, cogieron las armas y Rojo disparó contra ellos. Uno de ellos murió, pero el otro consiguió salvarse.
No sé si la hermana ha aparecido en algún medio (quizá no quiere aparecer), pero me parece muy admirable lo que dice sobre la carta que le escribió esa mujer, sin ningún odio dentro, para informarle de qué había sido de la familia: le contó que su madre se murió de pena; que el hermano que salvó el pellejo murió al poco tiempo de SIDA. La propia hermana bastante trabajo tenía con salir adelante. Consideraba ella que habían sido tratados como víctimas de segundo nivel.
Rekarte es un caso aparte, pero está claro que cuando ETA le "fichó" como "liberado" ya había participado en varias acciones (la más importante la arriba descrita). ¡Ojo! Fichaban a una persona que subió a casa, pilló las armas y la emprendió a tiros contra dos personas en su hábitat natural.
Una pregunta descarnada delante de la cámara: éramos unos jóvenes alocados, nuestra responsabilidad es indudable, pero qué se puede decir de la gente ya veterana que enviaba a matar (y a morir) a jóvenes como nosotros.
Y sí, en las cárceles hay muchos no culpables y la Audiencia Nacional hoy mismo pretende enviar a prisión a jóvenes por la actividad política desarrollada. De acuerdo. Pero el espejo de Rekarte no nos saca demasiado guapos.
Jesús Monzón nació en Iruñea en 1910 y murió en la propia capital navarra en 1973. Aunque era de familia burguesa, se afilió al Partido Comunista. La Guerra Civil lo atrapó en Pamplona, pero echando mano de un pacto de cuadrilla, varios amigos (enemigos políticos) le ayudaron a escapar a Iparralde (Norte del País Vasco). Alguno de ellos lo pagó caro: fue ejecutado por sus propios camaradas. De allí se fue a Bilbao y, durante la Guerra Civil, fue gobernador civil de Albacete y Alicante.
Tras la victoria de Franco, escapó a Francia, reorganizó el Partido Comunista y preparó la invasión del Valle de Arán en 1944. Carrillo la emprendió contra él y no lo "eliminaron" porque se les adelantó la policía (fue detenido en Barcelona). El régimen franquista no lo condenó a muerte (30 años de prisión gracias a que movió hilos entre sus amistades). El PCE también lo juzgó y lo expulsó del partido.
Tras pasar 13 años en la cárcel, fue liberado en enero de 1959. Los últimos años de presidio retomó la relación que tenía con su primera mujer, Aurora Gómez Urrutia, y se volvió a casar con ella. Aurora vivía en México y Monzón también hizo carrera allí: se dedicó a dar clases de Marketing a los empresarios (en una organización cercana al Opus Dei llamada IPADE).
Cuando su mujer enfermó, cruzó el charco y puso en marcha una delegación de la IESE en Mallorca (IBEDE). Formó a decenas de empresarios baleares.
Murió de cáncer el 24 de octubre de 1973, a la edad de 63 años. Su vida da para una película, pero su trayectoria no es muy conocida. Tal y como dice Manuel Vázquez Montalbán en el prólogo del libro de Martorell: "Jesús Monzón merece un lugar de excepción entre los atletas morales del siglo XX".