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2009/02/18 06:00:00 GMT+1

Lo que de verdad importa

En sus primeros días de andadura, la campaña electoral vasca está ofreciendo un aspecto –uno sólo, pero algo es algo– que resulta gracioso: no hay candidato que no insista, de mitin en mitin y de conferencia de prensa en conferencia de prensa, en que hay que hablar “de los problemas reales”, “de lo que de verdad le importa a la gente” (que al parecer es sólo la economía), dejándose de “disquisiciones que únicamente interesan a los políticos”. Una vez declarado lo cual, ellos mismos se refutan y vuelven a soltar por enésima vez sus respectivos y conocidísimos rollos sobre el soberanismo, la consulta, la negociación o la no negociación, la ley de partidos, las ilegalizaciones, las fijaciones de la Audiencia Nacional y el resto de lo que por allí solemos llamar “el monotema”.

Los políticos visitantes con despacho en Madrid son tal vez los más cómicos: desembarcan, se suben a un estrado, afirman que hay que hablar “de lo que de verdad le importa a la gente”, dejan clarísimo que saben a ciencia cierta que a la población vasca le es indiferente ser soberana, se tiran un par de horas elucubrando sobre ello y salen a escape para pillar el avión que los lleve de regreso a la capital del Reino y seguir con sus cosas.

Es ridículo. Lo que “de verdad le importa a la gente” no existe, porque la gente no tiene ni un pensamiento ni unos intereses únicos. Hay gente que está angustiada porque no llega a fin de mes y la política se la trae al pairo, y hay gente que está hundida porque no llega a fin de mes y, además, se interesa por la política. Del mismo modo que hay gente que llega sin problemas a fin de mes, que es el caso de casi todos los que se echan esos mítines.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (18 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/18 06:00:00 GMT+1
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2009/02/17 06:00:00 GMT+1

No hemos sabido explicarnos

Pongámonos en el caso de que alguien tiene que argumentar en público un determinado punto de vista y que, pese a sus esfuerzos, no logra convencer a casi nadie. ¿Razones del fiasco? Pueden ser varias. Quizá es que su criterio no está en sintonía con el de la gran mayoría (de eso sé yo algo). También cabe que no haya sabido defenderlo. O que haya sido incapaz de disfrazarlo hábilmente con bellas palabras. O que sus actos contradigan tan palmariamente sus proclamas que carezca de credibilidad.

Los políticos españoles asentados en una u otra cumbre –porque forman toda una cordillera– prescinden por sistema de la amplia gama de posibilidades que permiten entender los reveses que sufren. Cuando se dan un tortazo sólo tienen una explicación: “No hemos sabido explicarnos”. Circulan a piñón fijo. O sea: “Queda excluido que la sociedad vaya por un lado y yo por otro, con razón o sin ella, o que mi estupidez resulte palmaria, o que mi verbo caótico sea expresión directa de la confusión que habita mi cabeza, o que mi partido sea una cueva de ladrones y así no haya manera. El problema es que quien me escribe los discursos es un inepto, o que nuestra oficina de prensa no funciona, o que quien me elige las camisas y las corbatas no tiene ni idea. A mí sólo me puede fallar lo accesorio, por definición”.

El PP está hecho unos zorros, como todo el mundo sabe, y trata de remediarlo con fotos de familia que parecen sacadas en un funeral y con declaraciones de un Fraga balbuciente que musita con un hilillo de voz: “En mis tiempos no ocurría esto”. Es el momento estelar en el que aparece Rajoy o alguien de su equipo de lumbreras y dice: “Parece que no hemos sabido explicarnos”.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (17 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/17 06:00:00 GMT+1
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2009/02/16 06:15:00 GMT+1

La insolente soberbia de los famosos

Andy Murray, tenista escocés de gran prestigio, no devuelve las toallas que le pasan para que se quite el sudor durante los partidos. Las tira al suelo, sin más. El personal auxiliar de las competiciones en las que él participa se ve obligado a agacharse –a humillarse– para recogerlas.

Ese tipo de actitudes (despectivas, altivas, distantes, clasistas) retratan mucho mejor el talante de algunos divos que muchas declaraciones enfáticas y solemnes. He conocido a personajes, no pocos supuestamente muy de izquierdas, que me han demostrado que son incapaces de tratarse de modo amable, de tú a tú, con otros trabajadores: recepcionistas, chóferes, secretarias, camareros, quiosqueras, panaderos… Ellos son importantísimos, porque salen en los periódicos, en las radios y en las televisiones, y al resto de los mortales no les queda sino decir: “¡Sí, bwana! ¡Gracias por hablarme! ¡Se lo contaré a mis nietos! ¡Qué gran honor!”

Se ve que son demócratas, y hasta de izquierdas, porque ellos lo dicen. Y porque los demás se lo aceptan.

Me sé de escritores y columnistas de gran prestigio que se las dan de magnánimos y de preocupadísimos por el orbe entero, a los que todo el mundo tiene por tales, que bajo capa han hecho llorar con su soberbia insoportable y su falta de consideración a mucha gente muy sencilla y muy cumplidora.

Ellos –y ellas, porque hay de todo– levitan por ahí arriba y no tienen ni tiempo ni ganas para descender al solar en el que habitan los Don Nadie. Personajes a los que, en realidad, les importan un bledo los Don Nadie.

¡Ah, si la discreción profesional no me tuviera obligado y pudiera hacer la guía telefónica de tanta imbecilidad y tanta soberbia!

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (16 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/16 06:15:00 GMT+1
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2009/02/15 06:00:00 GMT+1

Elecciones vascas a la deriva

Me preguntan qué creo que puede pasar en las próximas elecciones autonómicas vascas y me hablan de los sondeos que se han realizado al respecto.

Tengo dos respuestas fijas.

La primera es la que solemos dar los que sabemos algo de algo: “Y yo qué sé”.

La segunda es algo más específica: si los sondeos presuntamente serios que hacen las empresas especializadas admiten de antemano un margen de error del 3% por arriba o por abajo (o sea, una horquilla del 6%, que es ya la repera), ¿cómo vaticinar nada sobre unas elecciones en las que entre el 10% y el 15% del electorado, próximo a la izquierda abertzale, ha quedado fuera de juego por orden gubernativo-judicial?

El margen de error es descomunal. ¿Toda esa gente va a votar? ¿No? ¿Sí? ¿Y si sí, a quién? Puede ocurrir cualquier cosa.

Me divierte, en todo caso, ver con qué entusiasmo algunos medios de prensa insisten en que, aunque el nacionalismo –o el autodeterminismo, para ser más precisos– siga siendo mayoritario en la Comunidad Autónoma Vasca, el PSE-PSOE de Patxi López podría hacerse con el Gobierno de Vitoria. No digo que eso sea imposible (he visto de todo en esta vida), pero para que algo así pudiera verificarse se requeriría, en la hipótesis más favorable para López, que pactara con el PP. Una reedición de la ya conocida línea de Nicolás Redondo Terreros, que ya se sabe en qué acabó. No creo que el nuevo experimento terminara en algo muy diferente, con o sin Rosa Díez.

Lo que me parece más lastimoso es que los sondeos digan, así sea en la letra pequeña, que el porcentaje de la población vasca que se interesa por la política es cada vez menor. Y me parece doblemente lastimoso porque lo entiendo muy bien.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (15 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/15 06:00:00 GMT+1
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2009/02/14 06:00:00 GMT+1

La gracia de abaratar el despido

Tanto la patronal CEOE como el director del Banco de España, el sedicente socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez, defienden que aquí debería abaratarse el despido, porque eso contribuiría a generar empleo. ¿Y a qué pruebas se remiten para avalar semejante tesis? A ninguna. Está claro que, si se redujeran las indemnizaciones por despido, la patronal se ahorraría una pasta, pero nada la obligaría a invertir ese dinero en la creación de nuevos puestos de trabajo. De hecho, la pretensión encierra un contrasentido: ¿despedir para contratar? A no ser que la gracia consista en poner en la calle a trabajadores con derechos consolidados para crear empleos basura.

Me lo comentaba hace un par de días un amigo que, por paradójico que parezca, es empresario: “En donde más barato resulta el despido es en EE.UU., donde a los empleadores les sale casi gratis reducir plantilla. Bueno, pues, pese a esa facilidad de despido, allí el paro está creciendo a la misma velocidad que aquí, o a más. No hay nada que demuestre que abaratar el despido ayude a crear empleo. Es un sofisma. Para lo único que sirve jibarizar las indemnizaciones es para que no mengüe la cuenta corriente de los capitalistas.” (No les sorprenda que un empresario argumente así: yo conozco a algunos muy raros.)

Resulta esperpéntico todo este personal encumbrado que proclama con verbo solemne que de la crisis “debemos salir entre todos, sacrificándonos”, pero que luego sólo salen… entre ellos. Casi siempre a comer o a cenar en un buen restaurante. O a darse un garbeo en el yate.

¿“Sacrificándonos todos”? Ellos no se sacrifican nada. Nunca. No hay más que ver cómo viven. ¿Tienen pinta de sacrificados?

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (14 de febrero de 2009). También publicó apunte ese día: Un cuento de San Valentín.

Escrito por: ortiz.2009/02/14 06:00:00 GMT+1
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2009/02/13 07:45:00 GMT+1

Todos no somos Marta

Las pancartas y camisetas lo proclaman en Sevilla: “¡Todos somos Marta!”. Bueno, todos no. Yo, al menos, no soy Marta. Lamento de verdad que la joven Marta del Castillo haya desaparecido, y me solidarizo con sus padres, familiares y amigos, pero no me convence ni poco ni mucho que nuestra sociedad se declare conmovida de manera tan llamativa con algunas desgracias particulares y, a la vez, se muestre tan distante, ignorante e indiferente ante las decenas de miles de tragedias que se producen a diario en todo el mundo, de muchísimas de las cuales también son víctimas criaturas de edad temprana, casi desvalidas (aunque personas casi desvalidas las haya de todas las edades: gente hambrienta, explotada hasta la extenuación, enferma, obligada a prostituirse, sin agua, encerrada en mazmorras, moribunda sin remedio, metida en guerras absurdas, cadáver cualquier día).

Algunas de estas manifestaciones públicas de ahora, tan masivas como restringidas, son meras coartadas. Hay muchos que se apuntan a ese género de solidaridad para ocultar –para no plantearse siquiera– que no mueven un dedo para paliar la riada diaria de violencia y crueldad que anega el mundo. ¿Cuántos que dicen que son Marta asumen que calzan unas zapatillas deportivas fabricadas en Asia por niños tratados como esclavos, o que el transistor con el que escuchan las noticias proviene de tres cuartos de lo mismo, o que los políticos a los que votan son cómplices de la barbarie? Prefieren no pensar en ello.

“Todos somos Marta”, ya, pero aquí casi nadie es Kim, ni Li, ni Alí, ni Ibrahim, ni Yusú, ni Valdemar, ni Sha’Aban, ni Ben, ni Rosita.

No me apunto. O todos somos todos, o todos no somos ni nada ni nadie.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (13 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/13 07:45:00 GMT+1
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2009/02/12 06:00:00 GMT+1

El espejismo de la impunidad

Es típico de los amantes clandestinos imprudentes: según repiten y repiten sus infidelidades sin que nadie se entere, van relajando las medidas de disimulo y un mal día, zas, se encuentran con el culo literalmente al aire.

A muchos que detentan el poder (o sea, y en riguroso castellano: que lo usurpan) les pasa igual. Se dedican a hacer de su capa un sayo, se acostumbran al ordeno y mando, se olvidan de que existen fronteras legales entre lo público y lo privado, se creen en el Olimpo de los dioses, tiran del erario cuanto y hacia donde les viene en gana… hasta que llega un momento en el que, de repente, por sorpresa y para su estupor, descubren que las cosas eran más complicadas de lo que aparentaban y que alguien ha hurgado en las cloacas de sus actos, con lo que pueden acabar en una mazmorra con una mano delante y otra detrás.

Estos individuos no son como el común de los mortales. Recuerdo a un ministro de Aznar que fue pillado en diversas operaciones irregulares (no diré quién, porque no tengo grabación magnetofónica de su perorata, que además era privada). El hombre, involuntariamente cómico, se quejaba: “¡Pero todo esto es absurdo! ¡La gente no sabe cómo funciona el mundo empresarial!”. Pensé para mí: “Pues va a ser eso; que, como no somos de tu mundo, no entendemos de qué va y con qué alegría os limpiáis el pompis con la ley.”

Ahora mucha gente del PP y sus aledaños está sumida en un cenagal de ese tipo. Nadie sabe ni dónde ni cómo acabará todo esto, pero los que peor lo llevan son ellos mismos, que no acaban de creérselo. ¿Ayer en el cielo, hoy en infierno?

¡Qué malos católicos! No recuerdan que el infierno es el precipicio de los ángeles caídos.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (12 de febrero de 2009). También publicó apunte ese día: La escopeta nacional.

Escrito por: ortiz.2009/02/12 06:00:00 GMT+1
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2009/02/11 06:45:00 GMT+1

Para timar, nada como el inglés

Por fin empiezo a entender –creo– las razones de fondo por las que Francisco Camps, presidente de la Generalitat Valenciana, puso un empeño tan aparentemente estrafalario en que la asignatura de Educación para la Ciudadanía se impartiera en inglés dentro del territorio de su comunidad autónoma.

Veo dos.

La primera es la fascinación lacayuna que siente por la lengua inglesa tanto el entramado empresarial ligado al PP como el propio PP. ¿Han reparado ustedes en que todas las empresas relacionadas con la presunta trama corrupta asociada a los “populares” (no una ni dos, sino todas) llevan su nombre de marca en inglés? La valenciana resulta, como no podía ser de otro modo, la más fallera: Orange Market.

Luego hablas con ellos y la mayoría no tiene ni pajolera idea de inglés. Como mucho, lo silban. O lo bailan por sevillanas. Pero deben de creer que lo del inglés les da fuste y prestancia. No así el valenciano: fíjense en que ninguno de ellos exhibe un nombre de pila escrito en el idioma de la tierra que los vio nacer. Todos se hacen llamar en la lengua de los vencedores de la batalla de Almansa: Francisco, Vicente, Gerardo, Juan Gabriel, Alejandro, Mario, Trinidad… Ni un Pep, ni un Joan, ni una Dolors. Curioso.

La otra razón que creo que pudo animarles a impulsar la impartición en inglés de la asignatura de marras es que, si los chavales valencianos oyen hablar de la Educación para la Ciudadanía en un idioma que conocen poco y mal, lo más probable es que no se enteren de la misa la media, lo que dificultará que detecten la carencia de educación y, sobre todo, la falta de ciudadanía de la casta dirigente local.

Aunque quizá sí la vean, porque salta a la vista.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (11 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/11 06:45:00 GMT+1
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2009/02/10 06:00:00 GMT+1

El Relator Especial y el entramado

Ahora las sentencias del Tribunal Supremo se refieren a “el entramado ETA-Batasuna” como si apelaran a un concepto de estricto rigor jurídico.

Askatasuna es un partido inscrito debidamente, cuya ilegalización nadie ha promovido hasta este momento, pero no podrá concurrir a las próximas elecciones vascas porque, según criterio unánime del TS (que dentro de dos días ratificará el Constitucional, faltaría más), forma parte de “el entramado ETA-Batasuna”.

Nadie ha demostrado que ese “entramado” sea una organización delimitada: aparece como un magma de geometría variable al que cabe asociar (o no) a quien sea, según las conveniencias del momento. Hace cuatro años las cosas eran diferentes, pero ahora mismo, si alguien comparte un puñado de fines políticos con ETA, es de ETA, y a correr. Para los más altos tribunales españoles, tanto da esgrimir un argumento como empuñar una pistola.

Uno que no está de acuerdo con eso, vaya por Dios, es el Relator Especial de las Naciones Unidas para la Promoción de los Derechos Humanos, que ha redactado un informe en el que muestra su preocupación por las formulaciones vaporosas que contiene la Ley española de Partidos Políticos. Por resumir su argumentación, viene a decir que esa ley vale lo mismo para un roto que para un descosido.

El Relator se refiere también a la reiterada ilegalización de candidaturas electorales que, aunque compartan “la orientación política” de una organización terrorista –así lo dice–, no han sido condenadas por la comisión de ningún delito y cuyos integrantes gozan, teóricamente, de todos sus derechos ciudadanos.

Va a ser que el Relator Especial de la ONU éste forma parte también de “el entramado”.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (10 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/10 06:00:00 GMT+1
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2009/02/09 06:00:00 GMT+1

El regreso de la aristocracia obrera

A comienzos del pasado siglo, los socialistas de espíritu más sinceramente internacionalista denunciaron la formación de lo que llamaron “la aristocracia obrera”. Se referían al hecho de que la gran mayoría de los trabajadores de los países desarrollados hacían la vista gorda ante la salvaje explotación de los recursos naturales de las colonias (y de sus habitantes, claro) porque ellos, a su escala, también se beneficiaban del expolio. Las burguesías europeas obtenían enormes beneficios y eso les permitía pagar en casa salarios menos miserables, con lo que mantenían una cierta paz social y, sobre todo, solidificaban muchas complicidades nacionales, como se constató en la guerra del 14-18, cuando casi todas las organizaciones obreras se aprestaron a defender a tiros los intereses de sus amos.

La Historia se repite, aunque bajo diferentes formas. Ahora ni siquiera está claro que quepa hablar en rigor de “clase obrera”. Hay un conjunto desestructurado de empleados y de desempleados, algunos más o menos fijos, otros de usar y tirar, una parte integrados y otros decididamente marginales… Pero, sobre todo, hay dos categorías que se están convirtiendo en más y más antagónicas en buena parte de la Europa pudiente: los nativos y los inmigrantes. Cada vez son más frecuentes los conflictos sociales en los que aparece en primer plano esa exigencia: “Los empleos de casa, primero para los de casa”. ¿Y por qué hace tres años “los de casa” no querían determinados empleos y estaban encantados con que la gente inmigrante los asumiera por cuatro perras, y ahora les señalan iracundos con el dedo la puerta de salida?

Cuánta alma de explotador habita en cuerpos de siervos.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (9 de febrero de 2009).

Escrito por: ortiz.2009/02/09 06:00:00 GMT+1
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