A propósito de las elecciones provinciales celebradas en Iraq el pasado 31 de enero, la prensa ha destacado la mejora relativa de la seguridad en el país, especialmente en Bagdad. Pese a las carencias, las elecciones habrían supuesto -esta vez sí- un paso decisivo hacia la estabilización de Iraq, con la participación política de todas las fuerzas políticas, incluyendo las suníes que boicotearon los comicios anteriores en 2005. El refuerzo de la figura del primer ministro Nuri Al-Maliki dentro de su partido, el islamista (han leído bien) al-Dawa, el hundimiento electoral del Consejo Suprema Islámico de Iraq, y el mutismo de los sadristas, cuyas milicias han estado implicada en horribles matanzas, son resultados que invitarían al optimismo. La violencia persiste aunque ciertamente no con la intensidad de años pasados y la insurgencia parece condenada a ser cada vez más residual.
Cabría esperar que este relato aséptico y telegráfico, desprovisto de emoción, reflejara con cierto rigor la situación de Iraq. Pero me temo que no es así. Muchos análisis serios, artículos de opinión, blogs críticos con la ocupación, adoptan una actitud que oscila entre el informe tecnocrático y la ironía -cuando no el cinismo- a cuenta de la gestión estadounidense. La responsabilidad de Estados Unidos se limitaría a haber abierto la caja de pandora y no haber podido o sabido controlar los demonios que se han escapado. Se asume que el ocupante ha tenido voluntad para hacerlo: la violencia sectaria, los desplazados, la destrucción de la infraestructura física y social del país son consecuencias no deseadas de una mala política. Nos encontramos, pues, con un ocupante torpe que actúa de buena fe y unos subordinados salvajes y sanguinarios cuyos excesos cuesta controlar.
Pareciera como si la crítica versara únicamente sobre la eficacia de la gobernanza en Iraq. Los hechos consumados sobre los que se basa, sus fines y los sujetos de la misma, son incuestionables y no suscita ningún compromiso moral. Las cifras, terribles en el país mesopotámico (John Tirman, del MIT, habla de "un millón de muertos, 4,5 millones de desplazados, entre uno y dos millones de viudas y cinco millones de huérfanos" para un país de 27-29 millones de habitantes, según las fuentes), forman parte del decorado, pero sin una correcta contextualización apenas dicen nada. El fetichismo electoral describe un espectáculo donde se mueven los actores, un teatro de sombras chinescas donde lo sustancial permanece en penumbra.
Una persona que sabe de lo que habla y que ha hecho un esfuerzo notable, desde el dolor y la indignación, por explicar lo que sucede en Iraq es Carlos Varea, de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI). Carlos Varea, junto con muchos otros, ha contribuido a la edición del libro "Iraq bajo ocupación: destrucción de la identidad y la memoria", que acaba de publicarse en España. Del capítulo que ha escrito, "Muerte y éxodo: la ocupación y la violencia sectaria en Iraq", se han colgado extractos en la web, algunos de los cuales incluyo en esta entrada. Lo que cuenta cuestiona las supuestas bondades de la pacificación de Iraq (los subrayados son míos). Y atribuye al ocupante una responsabilidad más acorde con su papel, pero también por ello aún más terrible:
Refugiados
"La ocupación de Iraq ha generado la mayor y más rápida crisis mundial de refugiados de las últimas décadas. Según Naciones Unidas, el reciente incremento mundial registrado en número de personas refugiadas y desplazadas [en 2008] se debe a la crisis que asola Iraq. Iraq es hoy en día el país con mayor número de personas que se han visto forzadas a abandonar su hogar, casi cinco millones en total, según las cifras más conservadoras. Las más recientes —siempre aproximadas— elevan hasta 2,77 millones el número de desplazados internos iraquíes y a una cifra ligeramente inferior —2,2 millones— la de aquellas personas que han buscado refugio en el exterior de Iraq. Con una población de 26,8 millones de ciudadanos, Iraq es asimismo el país con mayor tasa de refugiados y desplazados del mundo: casi el 18 por 100 de sus habitantes han perdido su hogar. [...] De nuevo, según las estimaciones más recientes —y ponderadas— del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Iraq asume el 17,5 por 100 de todos los refugiados y desplazados del planeta, cifrados en 2008 por el organismo internacional en 27,4 millones de seres humanos".
[...]
"Todas las provincias de la geografía iraquí han generado refugiados y desplazados y acogen desplazados internos, pero es la provincia de Bagdad la que ocupa el primer lugar en los movimientos forzados de población, sobre todo en los últimos años, incluido 2008. Las causas del desplazamiento interno de la población iraquí (como las del éxodo hacia exterior) han ido sucediéndose, entrelazándose y retroalimentándose: los operativos militares de los ocupantes y la destrucción sistemática de las infraestructuras; el deterioro de las condiciones básicas de vida de la población debido al colapso del Estado, la inseguridad, la rampante corrupción y el afianzamiento de mafias locales; y, finalmente, la violencia, genéricamente calificada como “sectaria” pero que responde a claves políticas de control del territorio y que esencialmente ha sido desarrollada a partir de 2005 por servicios de seguridad, milicias y escuadrones de la muerte vinculados todos ellos a las formaciones que integran el gobierno iraquí y, por ende, en menor o mayor medida, a los ocupantes. "
[…]
"[Se estima que menos de un 5 por ciento de los refugiados iraquíes ha retornado a su país en 2008. Los refugiados en el exterior no han podido votar en las elecciones locales de febrero de 2008, y la estimación del número de desplazados internos que han podido hacerlo es incierta, pero no sería superior a la mitad de los potenciales votantes.]"
La violencia sectaria
"La batalla por Bagdad más que sectaria ha sido política y social, con perfiles que permiten intuir que la lógica de sus promotores respondía a la determinación de erradicar segmentos poblacionales —independientemente de su adscripción comunitaria— opuestos a la ocupación y a su proyecto de normalización política interna. Así, las víctimas no han sido sólo los miembros de determinadas comunidades religiosas, sino los sectores secularizados de la sociedad, sus intelectuales y profesionales, al igual que los dirigentes y activistas de las organizaciones civiles y políticas del campo anti-ocupación. […] La dimensión de la actuación de las milicias, grupos parapoliciales y escuadrones de la muerte vinculados al gobierno iraquí e indirectamente a las tropas de ocupación ha sido por tanto de gran calado estratégico y limita —quizás ya de manera irreversible— la capacidad interna de reconstrucción y normalización de Iraq en cualquiera de sus aspectos, algo que los 13 años de sanciones económicas no habían logrado.
De igual manera que se ha considerado a la comunidad shií la principal víctima de la violencia sectaria, la percepción internacional ha eludido el hecho de que los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes —la Guardia Nacional (el ejército) y la policía, con hasta 480.000 efectivos en 2008—, establecidos tras los edictos de desbaazificación y disolución de los cuerpos de seguridad promulgados por la Autoridad Provisional de la Coalición (APC), lo fueron a partir, esencialmente, de las milicias shiíes y kurdas de los partidos vinculados a los ocupantes, lo cual determinó desde un primer momento que su actuación fuera fundamentalmente sectaria y estuviera encaminada a lograr claros objetivos estratégicos. En concreto, la Organización Badr —brazo armado del poderoso Consejo Supremo Islámico de Iraq [con anterioridad a 2007, Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq] de Abdul Aziz al-Hakim, muy vinculado a Irán— utilizó los cuerpos especiales de la nueva policía para llevar adelante una temprana guerra sucia contra comunidades religiosas distintas de la shií y contra el campo asociativo civil anti-ocupación."
[…]
"Así, “a comienzos de 2006 las milicias han llegado a ser una grave amenaza prácticamente en todas las provincias, ciudades y zonas donde la resistencia tiene una presencia limitada”. Ya antes del verano de ese mismo año, mandos militares estadounidenses en Iraq reconocían que la violencia sectaria y social desarrollada por los paramilitares de filiación confesional shií estaba causando nueve veces más víctimas que los atentados con coches-bomba atribuidos a la red de Al-Qaeda en Iraq. […] Según el informe de la UNAMI para el período de 1 de julio a 31 de agosto de 2006, el número de muertes de civiles en todo el país había alcanzado la cifra récord de 100 diarias, un número sin duda muy inferior al real. De ellos, al menos 60 al día eran hallados en Bagdad, y en un 90 por 100 de los casos mostraban signos de haber sido torturados antes de ser ejecutados mediante disparos en la cabeza, por estrangulamiento o a golpes, con las manos atadas y los ojos arrancados, la dantesca marca de los escuadrones de la muerte. "
[…]
El incremento de tropas ("Surge")
"Con tal panorama, al concluir 2006 los máximos mandos militares de Estados Unidos dieron por fin su visto bueno a un nuevo incremento de tropas en Iraq (entonces, 140.000 soldados), respaldando así, aunque a regañadientes, el plan del presidente Bush de relanzar la guerra en la capital y en su periferia oeste y norte. […]Oficialmente, el incremento de tropas en Iraq tenía como objetivo poner punto final a la violencia sectaria que había afectado esencialmente a la capital, una limpieza étnica y social que durante 2005 y 2006 habían desarrollado impunemente, ante las tropas estadounidenses, los escuadrones de la muerte asociados a las formaciones del gobierno de al-Maliki y sus nuevos cuerpos de seguridad, un hecho del dominio público. Pero desde los primeros combates desarrollados en Bagdad en enero quedó claro que las tropas de ocupación tenían como objetivo cercar y aislar los barrios que aún estaban fuera del dominio de las milicias paragubernamentales, es decir, culminar la fragmentación sectaria de la capital y el aislamiento de su periferia, de muy fuerte implantación resistente. El despliegue de los nuevos contingentes de tropas de Estados Unidos en Bagdad fue acompañado del anuncio del fin de las operaciones armadas en la capital por parte de la milicia de as-Sáder, el Ejército del Mahdi, el principal actor del terrible remonte de asesinatos sectarios y selectivos del anterior año y medio en la ciudad. […]Hasta la reanudación en abril de 2008 de los combates en Basora y en otras ciudades del centro y sur, y en la capital, la prolongación de la tregua de as-Sáder otorgó al primer ministro al-Maliki y a las tropas de ocupación un respiro en la escalada de violencia sectaria que permitió al Pentágono centrar su mortífera actuación en los barrios resistentes de la capital y al presidente Bush presentar su nueva estrategia de incremento de tropas como un éxito.
El balance de lo que al inicio de 2007 se denominó la “Nueva batalla por Bagdad” es ambiguo. Ciertamente, en 2007 y 2008 hubo una discreta reducción de los asesinatos sectarios en la capital respecto a 2006, si bien siguieron apareciendo cadáveres con signos de tortura, según testimonios de responsables hospitalarios de la capital. Sin embargo, la reducción del número de asesinatos en Bagdad se debió esencialmente a que ya a comienzos de 2007 Bagdad estaba segmentada en cantones que redistribuían a las comunidades sunníes y shiíes en uno y otro margen del río Tigris. Bagdad estaba entonces ya en sus tres cuartas bajo control de fuerzas de filiación confesional shií, ya fueran paramilitares o fuerzas de seguridad asociadas a las tropas estadounidenses: “En algunos lugares de mayoría shií, como en el barrio de Hurriyah, situado al noroeste de la capital, la lucha ha cesado simplemente porque ya no hay, literalmente, más sunníes a los que asesinar”.
La mejora de la seguridad en la capital, que ocupantes y autoridades iraquíes pregonan, se ha logrado gracias al terror y al incremento en el número de desplazados a lo largo de 2007 y en los primeros meses de 2008. En agosto de 2007, el Creciente Rojo Iraquí señalaba que el aumento de tropas de Estados Unidos y la reactivación de la actividad militar en la capital (el Pentágono multiplicó por cinco los bombardeos aéreos en 2007) habían determinado que desde febrero de ese año y hasta ese mes el número de desplazados se hubiera duplicado, alcanzando una media de 100.000 al mes. Avanzado el año, de nuevo el Creciente Rojo Iraquí informaba que tan solo en septiembre casi 370.000 iraquíes se habían visto forzados a abandonar sus hogares, y en octubre al menos otros 100.000, la mayoría de ellos, nuevamente, habitantes de Bagdad, convertida en una ciudad fantasma. En 2007 y 2008, como ya ocurriera al comienzo de la ocupación de Iraq, el desplazamiento masivo de población se debió esencialmente a la actuación de las fuerzas de ocupación y no a la denominada violencia sectaria, la cual, en una nítida secuencia, sirvió a los mandos militares de Estados Unidos para poder afianzar su dominio sobre la capital y lanzar su nueva ofensiva. "
Sí, podemos encontrar mucha paz en los cementerios. Un gran periodista que ha regresado a Iraq para conocer de primera mano su situación actual, Dhar Jamail, se preguntaba hace unos días:
"¿Se está más protegido? ¿Hay más seguridad?
Es difícil de decir en un lugar cuya capital está esencialmente cerrada y las condiciones imperantes son una muestra de un Estado policial. Tenemos un Estado en Iraq en el que el gobierno ejerce un rígido y represivo control sobre la vida social (no se permiten manifestaciones no autorizadas, hay toque de queda, muros de cemento en torno a la capital), económica (véase las 100 Órdenes Bremer aprobadas bajo la Autoridades Provisionales de la Coalición, todas ellas las leyes clave sobre el control económico y todavía vigentes) y política de los ciudadanos.
Por definición, un Estado policial muestra elementos de totalitarismo y de control social y en el Iraq de hoy tenemos multitud de ejemplos de ambos. "
Boubacar Joseph Ndiaye falleció ayer viernes, dicen que a la edad de 87 años. Quienes hayan viajado a Senegal habrán tenido la oportunidad de conocerle. Conservador del museo Casa de los Esclavos (siglo XVIII) de la isla de Gorée desde 1962, prácticamente desde la independencia de Senegal, Joseph Ndiaye simboliza la preservación de la memoria del colonialismo y de la esclavitud. Antes había sido tirador senegalés en el ejército francés: como tantos senegaleses de su generación, participó en la liberación de Francia y en la guerra de Indochina.
Reportaje de TF1 sobre la Casa de los Esclavos de Gorée y su conservador, Joseph Ndiaye.
Como conservador del museo, Joseph Ndiaye luchó por el reconocimiento del patrimonio histórico de Gorée y logró que la UNESCO reformara la casa, que obtuvo finalmente su calificación como "patrimonio de la humanidad". Comparada con otras zonas de Dakar o con Sant Louis, muy degradadas, la isla de Gorée mantiene más o menos el tipo y parte de su magia, a pesar del turismo masivo.
Sin embargo, su figura ha sido muy discutida fuera de Senegal. Los historiadores cuestionaron que la isla de Gorée fuera uno de los principales puntos de partida de los esclavos de África occidental. Aunque la Casa de los Esclavos habría albergado esclavos, no se trataría de esclavos destinados a la trata atlántica, ni habrían salido por la famosa "puerta sin retorno", simple reclamo para turistas europeos y peregrinos afroamericanos.
Poco importa. Probablemente Ndiaye haya contribuido más a la difusión del terrible significado de la trata atlántica que muchos de los eruditos que tanto le han criticado. Ndiaye no era historiador. La analogía no es muy original, pero su labor puede equipararse a la de los griot, los transmisores de la palabra. Lo que prima no es tanto el dato como el sentido.
En lo que se refiere a los españoles, gracias al turismo, Ndiaye fue un pionero en alimentar nuestro creciente interés por África y en hacernos descubrir que también tiene una historia que contar. La Casa de los Esclavos de Gorée habrá representado para mucha gente el primer contacto con dicha historia. Afortunadamente, hoy la situación en España es bastante mejor que hace una década: exposiciones en Casa África (pese a su impronta gubernamental), muestras de cine o fotografía, festivales de música, masters y estudios universitarios especializados, traducciones de literatura africana, etc.
La oficina de Ndiaye estaba repleta de autógrafos de las personalidades que han visitado el museo. También podemos encontrar citas de historiadores y escritores. Entre todas ellas, destaca una conocida frase del maliense Amadou Hampâté Bâ:
« En Afrique, quand un vieillard meurt, c'est une bibliothèque qui brûle » (En África, cuando muere un anciano, es una biblioteca la que se quema).
Amarga ironía: mientras en Italia el Senado aprueba el Decreto Ley de Seguridad que califica como delito la inmigración denominada "ilegal" (aunque se hayan rechazado algunos artículos), en Reino Unido los obreros británicos de la refinería petrolera de Lindsey acaban de concluir una huelga contra la subcontratación de trabajadores italianos (y portugueses) por parte de Total para su nueva planta de desulfuración de gas. A esta huelga se han unido protestas similares en otras refinerías y centrales eléctricas, como la de Statehorse en Newark, donde protestan contra la subcontrata de españoles.
Los trabajadores de Lindsey invocaron una frase pronunciada por el primer ministro Gordon Brown en 2007 ("Empleos británicos para trabajadores británicos"), lo que ha provocado un acalorado debate en la izquierda británica acerca de si se trata o no de una huelga xenófoba. Muchos denuncian la manipulación de los medios y de partidos ultraderechistas como el British National Party (BNP). Pero lo cierto es que, guste o no, la principal petición de los obreros consistió en la sustitución de algunos o todos los trabajadores italianos que se pensaba subcontratar por trabajadores británicos. El acuerdo final con Total no ha ido por ese camino, pero sí el compromiso del gobierno de revisar la legislación laboral.
Que los obreros británicos reinterpreten al gusto del BNP la lucha de clases no se debe únicamente a una frase desafortunada de Gordon Brown. Algo tiene que ver tres décadas de neoliberalismo thatcherista, primero, y del New Labour, después. Y sobre todo una política de inmigración que también desde hace tres décadas (no es casualidad) viene normalizando la discriminación. La frase de Brown no difiere mucho de lo expresado por nuestro Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, cuando afirma en plan técnico que "España no está en condiciones de absorber inmigración". Empleos españoles para trabajadores españoles. Qué dirá de los españoles -muchos- que trabajamos en otros países. Los obreros británicos serán xenófobos, pero también más consecuentes: con su circunloquio Corbacho sólo apunta a los ciudadanos no comunitarios. España no está en condiciones de absorber "inmigrantes", pero sí "ciudadanos comunitarios", que suponen un 30 % de los extranjeros residentes en España, incluyendo una cantidad no desdeñable de ciudadanos británicos.
De esta manera llegamos a la raíz del problema. Porque el rechazo a la contratación de italianos equivale al rechazo a la contratación de senegaleses, marroquíes o albaneses. Las autoridades europeas no pretenden vaciar Europa de inmigrantes o impedir que lleguen, aunque no descarto que determinados políticos se crean sus propias mentiras. La legislación restrictiva sobre la inmigración pretende producir clandestinidad selectiva, al vincular los derechos civiles a un contrato de trabajo. Y en situaciones de crisis económica y social facilita la producción de un enemigo que traduce la demanda de mayor seguridad únicamente en términos de orden público y no de un acceso más justo a la riqueza común. Al tiempo que desvía el foco de los principales responsables del desastre económico.
No es una cuestión estrictamente laboral, si aceptamos una interpretación estricta de los derechos sociales; es una crisis política, del sentido de ciudadanía. Como he escrito antes, la parálisis del proceso de integración política europea tiene mucho que ver con todo esto (¿causa o consecuencia?). No podemos ignorarlo mientras nos quejamos del creciente nacionalismo de los gobiernos europeos, de que los trabajadores se enfrenten entre sí y de que proliferen las posiciones de extrema derecha. De ahí que Antonio Negri insista en que el terreno de lucha debe ser europeo, no nacional o como reproducción monstruosa, a gran escala, de lo nacional.
"Pero, nos dicen, Europa sigue siendo una madrastra. Es cierto, madrastra, mezquina y arrogante, liberal y patronal. Las caras de Sarkozy y Berlusconi la representan bien. Pero acordémonos también de que, antes de la madrastra, tuvimos una madre: y ella también se llama Europa. Es la historia de una unidad europea que fue querida por las masas de proletarios que ya no querían morir en las trincheras del Rhin, del Vístula o del Piave; que fue construida por los millones de migrantes que se trasladaron de los mares del sur a los del norte, y –trágicamente– hasta las estepas rusas. Recordemos aquí tan sólo las luchas de los obreros multinacionales que dieron pie a la circulación de la política obrera en Europa desde 1917 hasta finales de la década de 1970. Somos sus hijos. Debemos hacer realidad su legado."
Este año va a haber algunas oportunidades para ello. La Asamblea de los movimientos sociales del Foro Social Mundial 2009 ha convocado acciones de protesta en todo el mundo, y un momento fuerte tendrá lugar precisamente en Europa, entre el 28 de marzo y el 4 de abril. Por mencionar dos convocatorias:
- Movilización en Londres contra el G-20 el 28 de marzo; - Movilización contra la OTAN en su 60 aniversario, 4 de abril (cumbre de Estrasburgo)
"El poder para narrar o para impedir que otros relatos se formen y emerjan en su lugar, es muy importante para la cultura y para el imperialismo, y constituye uno de los principales vínculos entre ambos." Edward Said, Cultura e Imperialismo (Editorial Anagrama, 1996)
La balsa de la medusa (1819), de Théodore Géricault, es la parábola de un naufragio, una crítica de la Francia de la Restauración de Louis XVI y una obra maestra del romanticismo. En la escuela me enseñaron la famosa composición triangular; en el Louvre admiré la calidad del dibujo y el empleo del color, el aterrador realismo de los cuerpos. Pero no me había fijado demasiado en la historia que había detrás hasta que leí algunas comparaciones entre la suerte de los náufragos y la de quienes hoy dejaron de serlo para pasar a ser conocidos como inmigrantes ilegales.
El barco La méduse había partido en junio de 1816 hacia Saint Louis (actual Senegal) para formalizar la entrega de la ciudad por parte de los británicos tras la caída de Napoleón y la llegada al poder de Luis XVI. Entre los pasajeros se encontraba el recién nombrado gobernador de Senegal, así como funcionarios reales, militares y científicos. Pero el barco no llegó a destino y naufragó frente a las costas de Mauritania, no muy lejos de Canarias. La incompetencia de los oficiales y el modo en que su tripulación trató de sobrevivir provocaron un escándalo en la sociedad francesa de la época. La pintura recoge el momento en que un marino negro trata de llamar la atención del navío Argus -casi invisible en el cuadro- que formaba parte de la expedición. El africano destaca sobre los demás, aunque se sitúe de espaldas y con el rostro oculto.
La balsa de la medusa - Théodore Géricault (1819). Museo del Louvre.
Años más tarde, J.M.W. Turner crearía un cuadro aún más duro y sombrío, en una especie de respuesta personal a la obra de Géricault. Turner pintó el Barco de los esclavos, donde observamos cómo lanzan desde el buque a los esclavos muertos y moribundos mientras se aproxima la tormenta, en apoyo explícito al movimiento abolicionista de la época. En realidad, sólo vemos emerger de las aguas la pierna engrilletada de un esclavo junto a un remolino de voraces gaviotas y peces.
Barco de los esclavos. Negreros echando por la borda a los muertos y moribundos - J.M.W. Turner (1840). Museo de Bellas Artes, Boston (EE UU).
Aunque objeto de interpretaciones diversas sobre su significado, La balsa de la medusa suscita ante todo la compasión por la suerte de los náufragos y en ella la cuestión de la esclavitud o la colonización es secundaria o ambigua. En cambio, el Barco de los esclavos pretende denunciar abiertamente los horrores de la trata esclavista, aunque sólo insinúe un cuerpo. No obstante, ambas comparten un rasgo común: el colonizado o el esclavo es más objeto que sujeto de su propia historia. Es un europeo blanco quien construye una narración de acuerdo con una realidad que se antoja incuestionable, la del dominio occidental del mundo. Ni la compasión ni la denuncia permiten por sí solas reconocer al otro como alguien con capacidad no sólo de razonar sino de obrar, de actuar de forma autónoma o de aportar una narración no imperialista. El esclavo o el oprimido no se libera, es liberado, y la superación del sistema esclavista no se debe a las rebeliones ni a la defección, sino al utilitarismo de los poderosos o a la labor de abolicionistas europeos.
Esta forma de pensar perdura, siglo y medio después de que Géricault y Turner pintaran sus mares revueltos. Fotografías como las que recopila The Boston Globe, o los ya habituales reportajes de periodistas europeos a bordo de pateras, dibujan un paisaje misérrimo poblado de víctimas. Hay diferencias, sin duda. En primer lugar, ahora se muestra el rostro del africano, a menudo en primeros planos, y ocasionalmente incluso habla ante las cámaras, en imágenes que se multiplican, se repiten y alcanzan rincones que los citados pintores ni hubieran imaginado. Pero no por ello dejan de insertarse en un esquema preconcebido: es la miseria de unos países fallidos - ¿con respecto a qué?- lo que empuja (push factor) a los migrantes al paraíso europeo. De las tinieblas a la luz. Y aunque los migrantes negroafricanos constituyan un grupo minoritario, África es para nosotros el continente de la miseria y sus migrantes la mejor representación de este discurso reduccionista.
Inmigranges africanos descansan y reciben primeros auxilios tras llegar al Puerto de los Cristianos (Tenerife, Canarias) el 30 de septiembre de 2008. 229 fueron rescatados tras haber sido interceptados por un barco pesquero a 96.5 km de la costa. Fuente: Reuters/Santiago Ferrero.
La compasión y la denuncia expresadas de este modo no cuestiona la discriminación institucional interna que sienta las bases del nuevo nativismo y puede incluso legitimar una represión "humanitaria". Así, la analogía con la trata esclavista se suele realizar tergiversando el sentido de aquélla y el de las migraciones actuales, al equiparar los pasadores de "clandestinos" a los esclavistas del comercio atlántico. La represión del tráfico y trata de personas exime a los gobiernos de toda responsabilidad por aprobar leyes "de extranjería" discriminatorias y afecta principalmente a aquellos a los que se dice proteger.
Los migrantes africanos necesitan más comprensión y menos compasión desde un pedestal. Porque, como explica Edward Said en alusión a El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, "si de veras no podemos entender la experiencia de otro y dependemos por lo tanto de la autoridad asertiva de poder que Kurtz detenta como hombre blanco en la jungla o que Marlow, otro blanco, detenta como narrador, es inútil buscar alternativas distintas, no imperialistas. El sistema las ha eliminado del todo y las ha hecho impensables."
Y hay historias alternativas que no precisan nuestra aprobación para existir: jóvenes que desean realizarse, hacerse un nombre o llegar a adulto, fascinados por el éxito de los migrantes que retornan con dinero y regalos y construyen casas de dos o tres pisos; madres que compiten -con otras madres, con las co-esposas de las familias polígamas- por enviar a sus hijos a Europa y logran recaudar de la familia extensa el dinero necesario para ello; tradiciones migratorias de larga data como las de los soninké del Valle del Río Senegal, que pasaron de ir a trabajar en el siglo XIX al área de Senegambia como temporeros a emigrar a Francia a finales del XX, o las redes de modou-modou wolof (comerciantes informales senegaleses vinculados por lo general a la cofradía de los muridas) que conectan España o Italia con la ciudad sagrada de Touba. Muchos desean escapar, más que de la miseria absoluta, de la desesperanza, como señala Emmanuel Terray. Motivos diversos que escapan a todo determinismo y que expresan un fuerte deseo de cambio. Porque en las tinieblas no europeas también existen seres humanos que ejercen sin nuestro permiso la libertad más antigua: la de ir y venir.
Muchos se preguntarán qué demonios ha estado haciendo Tony Blair en los últimos tiempos. Representante del Cuarteto en el ficticio proceso de paz entre Israel y los palestinos, su papel parece limitarse al de relacionarse con la gente importante (preferentemente israelíes), hacer declaraciones públicas irrelevantes, dar conferencias y cobrar.
La clave está en lo que comunica. Aunque, como todos, haya mostrado su preocupación por las víctimas civiles en Gaza, es de los que no dejan de referirse a Hamás como "los extremistas", sin más. Alastair Crooke, que el próximo mes de febrero publica en Le Monde Diplomatique un artículo muy interesante sobre las buenas relaciones que Israel tuvo con Irán hasta hace menos tiempo de lo que pensamos, ha explicado en otra partecómo Blair no ha dejado de vender la idea de que Israel forma parte de un bloque "moderado" (en el sentido de moderno y occidental) que se enfrenta a un bloque "extremista" que estaría liderado por Irán o por Al Qaeda, según convenga. El discurso de la lucha contra el extremismo legitima la intervención de la OTAN en Afganistán - la "guerra buena" de los social-liberales europeos-, así como las medidas represivas contra el enemigo interno.
Al vincular a la resistencia islámica palestina con las tensiones geopolíticas con Irán, y al incluir este país en el eje del mal dentro de la guerra contra el terrorismo se estaría bloqueando toda solución política al problema de la ocupación de Palestina, en la ilusoria creencia de que eliminando a Hamás y reforzando a Mahmoud Abbas podrían matarse dos pájaros de un tiro: la resistencia palestina y las aspiraciones hegemónicas regionales de Irán. O tres pájaros, si añadimos a Hizbulá. En esta visión, muy difundida por nuestros medios de comunicación, Hamás no sería otra cosa que un peón de Irán. Esta mistificación niega toda autonomía a lo que verdaderamente duele: que haya un movimiento popular de resistencia que continúe plantando cara al sacrificio programado por la comunidad internacional.
Alastair Crooke, que fue asesor de Javier Solana entre 1999 y 2003 y parece conocer bien el percal, describe crudamente cómo los gobiernos europeos han asumido este planteamiento:
"La aquiescencia europea a esa visión blairita de oprimir y humillar a Hamas ha contribuido directamente al baño de sangre que se ve hoy en las calles de Gaza. Los dirigentes europeos son cómplices en la creación de las circunstancias que llevaron al actual desastre.
A un nivel, los europeos podrán decir que han estado trabajando diligentemente en la busca de una solución israelí-palestina, pero sus acciones sugieren lo contrario – que han estado más preocupados de poner fuera de combate al campo del “extremismo” global. La busca de fines tan irreconciliables sólo ha logrado despojar a su protegido, el presidente palestino Mahmud Abbas de toda legitimidad popular y cerrar el camino a la participación política a Hamas.
Han destruido toda esperanza de lograr un mandato palestino genuinamente nacional para cualquier solución política por el futuro previsible. La “ingeniería social” europea en Gaza ha creado sólo una profunda división entre palestinos, y posiblemente haya puesto fuera de alcance un Estado palestino.
Los dirigentes europeos apoyaron esta estrategia, esperando una componenda rápida y secreta con Abbas que luego podría ser “impuesta” a los palestinos mediante una fuerza multinacional de “mantenimiento de la paz.”
Esto debía lograrse con la colaboración de Egipto y Arabia Saudí que sentían más temor ante el desafío dentro de su propio electorado interior y que no veían desfavorablemente que los israelíes arrinconaran y “castigaran” a Hamas en Gaza. La primera etapa era debilitar a Hamas; la segunda era insertar una fuerza armada internacional en Gaza; y la tercera era que las fuerzas especiales de Abbas, entrenadas por Gran Bretaña y EE.UU., volvieran a Gaza y reanudaran el control de la Franja de Gaza. Es una técnica colonial corriente."
La estrategia puede considerarse un fracaso si nos limitamos a estos objetivos. Pero ateniéndonos a otros propósitos, como el de aislar políticamente a los movimientos de resistencia, el balance es más ambiguo.
Un modo de evitar que los palestinos encuentren simpatizantes en el exterior consiste en asentar la idea de que no existe un conflicto que oponga a colonizador y colonizado, ni adversarios que puedan negociar la solución de dicho conflicto, sino un enemigo (islamista) que amenaza la existencia del Estado de Israel y los "valores occidentales" que dice representar. Esta propaganda ha logrado dividir los movimientos internacionales de solidaridad con el pueblo palestino y desactivar el movimiento contra la guerra de Iraq. Con respecto a Afganistán, esta argumentación ha tenido más éxito.
En el caso de Israel, Michel Warschawski nos cuenta, en su librito "Programmer le désastre. La politique israélienne à l’œuvre" (La Fabrique, febrero de 2008), cómo Ehud Barak logró desarticular en el año 2000 el movimiento por la paz israelí con dos falacias: que en Camp David Yasser Arafat había rechazado las "ofertas generosas" ofrecidas por él; y que fue en ese momento que "descubrió" el verdadero propósito de Arafat, que no habrían sido otro que el de echar a los judíos al mar. Fue entonces cuando comenzó el acoso y derribo de Arafat.
Warschawski sigue aquí la descripción de Uri Avnery, según la cual el movimiento israelí por la paz se habría basado en dos ruedas. Una rueda grande, representada por el movimiento Paz Ahora, está vinculada al Partido Laborista liderado por tipejos como Ehud Barak o Shimon Peres. La pequeña rueda, por su parte, se compone de diversos grupos, más pequeños y que combaten la ocupación por principio, sin supeditarse a intereses de partido, cada uno en su ámbito respectivo: Gush Shalom, B'Tselem, el Centro de Información Alternativa, Coalición de Mujeres por la Paz, Mujeres de Negro, Yesh Gvul, etc. Pues bien, desde la guerra de Líbano hasta el Proceso de Oslo, la pequeña rueda, más radical, es la que había estado empujando y arrastrando a la base militante de la gran rueda para que se movilizara aunque fuera con eslóganes más moderados. De esta manera lograron movilizar decenas de miles de personas en momentos cruciales. Pero en el verano de 2000 la gran rueda "se fundió como la nieve" y con ella murió la fracción mayoritaria del movimiento por la paz, de donde salieron no pocos arrepentidos y conversos, esa izquierda israelí que ahora aplaude los bombardeos de Gaza. Desde la Segunda Intifada sólo los mencionados grupos de la pequeña rueda, muy minoritarios, se oponen claramente a la ocupación. En España podemos encontrar ejemplos parecidos.
Sin embargo, el carácter abiertamente genocida de la última agresión israelí ha abierto grietas en la narración dominante. Los moderados han resultado ser más extremistas que los extremistas, y ni se molestan en disimularlo. Pero habrá que seguir insistiendo. Cuestionar la retórica colonial y los axiomas de la lucha contra el terrorismo es una tarea imprescindible a la hora de apoyar la causa palestina. Y tantas otras causas que son, en el fondo, la misma.
Apertura del Foro Económico Mundial de Davos. 27 de enero de 2009. Fuente:BBC
Ayer comenzó en Davos el Foro Económico Mundial, que reúne a buena parte de los responsables de la actual crisis y, por tanto, de los beneficiarios de las políticas desplegadas hasta la implosión de 2007-2008. Algunos banqueros importantes han tenido la vergüenza suficiente como para no asistir. Pero parece que habrá que esperar a la Cumbre del G-20 que se celebrará el 2 de abril en Londres para que los gobiernos participantes sean recibidos con protestas masivas y quién sabe si con lemas como el que titula esta entrada, recuerdo de la Argentina.
Al menos el debate que tenga lugar en Davos será más sincero, por la cuenta que les trae, que en España, donde la problemática de la crisis sistémica mundial se limita a una partida mediática de ping pong entre el PSOE y el PP que proporciona el circo necesario para despistar sobre la cuestión del pan. En realidad, ambos partidos son corresponsables de la consolidación de un modelo económico neoliberal y especulativo cuya traducción física David Czerny ha sintentizado muy bien en su instalación Entropa.
Coincidiendo con el desarrollo del Foro Económico Mundial (y del antagonista Foro Social Mundial, que este año busca revitalizarse en Belém, Brasil), la Universidad Nómada organiza unos seminarios sobre la crisis sistémica del capitalismo que tendrán lugar los días 29 y 31 de enero en Madrid y Barcelona, respectivamente. Como invitado, el profesor Immanuel Wallerstein. Dejo el enlace al programa de la Universidad Nómada para quien tenga la oportunidad de poder asistir (yo no podré hacerlo). Muy recomendable.
Desde el momento en que juró como Presidente de los Estados Unidos,
Barack Hussein Obama no sólo actualizó el sitio web de la Casa Blanca. Se hizo responsable de dos guerras, otras
operaciones militares "contra el terrorismo" (Somalia, Filipinas, etc.) y miles de detenidos ilegalmente en
todo el mundo, muchos de ellos en secreto; los 245 de Guantánamo son
sólo la punta visible del iceberg. Por este motivo es muy importante que haya anunciado el cierre de Guantánamo y sobre todo de las prisiones secretas y campos de detención, pero habrá que leer la letra pequeña de las órdenes ejecutivas que ha firmado.
Terminar con el obsceno reconocimiento público de la tortura es una cosa -imprescindible-,
pero renunciar a poder hacer lo
que gobiernos anteriores han hecho desde mucho antes de la llegada de George W. Bush, otra. En fin, lo quiera o no, cada día que pase
sin que ponga fin a las aventuras imperiales iniciadas por el anterior
gobierno acumulará una deuda de sangre y destrucción.
Barack Obama es el presidente más fuerte y el más debil que ha tenido
Estados Unidos en las últimas décadas. El más fuerte por el
impresionante apoyo popular que se ha ganado, no sólo en Estados
Unidos. Si algo tiene de africano es
su auctoritas, por contraposición al imperium que los neoconservadores han querido preservar de manera obsesiva. Pero también es el
más débil, porque su país ya no está en condiciones de imponer un
liderazgo por sí solo -como ha reconocido en su discurso inaugural- y porque la
nefasta herencia económica de tres décadas de neoliberalismo y otras inercias del sistema político
estadounidense pesarán como una losa sobre casi cualquier cosa que
intente.
Dos
hechos importantes pasaron desapercibidos el pasado día 20 de enero, en
plena entronización de Obama. El general Petraeus negoció un acuerdo
con los Estados de Asia Central y Rusia que permitirá
crear una ruta de aprovisionamiento de las tropas de la OTAN,
alternativa a Pakistán (lo que devalúa aún
más su valor como aliado estratégico), que permita preparar la ofensiva
de primavera contra la insurgencia talibán. Esto, y no otra cosa, es lo
que debe haber estado supervisando el secretario de Defensa Robert
Gates el día de la
investidura.
El mismo día 20 el gobierno chino publicó su Sexto Libro Blanco sobre Defensa Nacional,
lo que posiblemente no sea casual. Como si el destinatario principal
fuera el mismo Obama. La agencia estatal Xinhua destaca del Libro
Blanco que China nunca buscará la hegemonía ni llevará a cabo una
expansión militar por más que se desarrolle. China, que sigue siendo el principal poseedor de deuda estadounidense pese a resentir los efectos de la crisis económica mundial, declara oponerse a
la agresión, la expansión y ampliación de alianzas militares y muestra
su preocupación por el renovado interés militar de EE UU en la región
de Asia-Pacífico. También ha desvelado públicamente su doctrina
nuclear, opuesta a un primer uso del arma atómica. Aseguran que ningún
arma nuclear china apuntará a ningún país en tiempos de paz, aunque si
EE UU no cambia radicalmente su política exterior será dudoso que se
embarquen en ningún proceso de desarme multilateral. Los dirigentes chinos saben que la centralidad que ha vuelto a
ocupar su país en el sistema internacional poco le debe a un militarismo
expansionista, pese al incremento del presupuesto de defensa en los
últimos años. Obama y su secretaria de Estado deberán mirar a Asia. Y ser más humildes.
Gaza, después de la masacre. Reportaje de Jonathan Miller, de Channel 4, vía Lenin's Tomb.
Anoche Tzipi Livni estuvo en Bruselas reunida con el Consejo de la Unión Europea. Pocas fotos del acontecimiento. La prensa menciona que la UE ha "convencido" a Israel de que permita entrar ayuda humanitaria, pero sigue sin reconocer a Hamas. Según Miguel Ángel Moratinos (visto en TVE), es Hamas quien comenzó la crisis, el principal responsable. Por favor, vuelvan a ver el vídeo.
Manifestantes acusando a Israel de crímenes de guerra, durante la visita de Tzipi Livni a la sede del Consejo de la Unión Europea. 21/01/2009. Fuente:AFP
Finalmente, parece que el ejército israelí comienza su retirada de la franja de Gaza, dejando tras de sí más de mil trescientos palestinos muertos, más de cinco mil heridos, miles de vidas arruinadas, unas infraestructuras completamente destrozadas y otras cifras incapaces de reflejar el horror real de lo que allí se está padeciendo.
Israel ha terminado cuando ha querido, justo antes de la investidura de Barack Obama. Lo de Sharm el Sheikh, puro teatro. Desde el primer momento en que comenzó su agresión, Israel contó con el apoyo de Egipto y de los gobiernos de la Unión Europea, con los que acababa de firmar un acuerdo que mejoraba las relaciones bilaterales entre ambos. La UE sigue sin reconocer a Hamas, a la que mantiene en la lista de organizaciones terroristas. La masacre concluye -momentáneamente- con una cena: la del criminal Ehud Olmert (cuenta con dos masacres y miles de muertos en su currículum) con el británico Gordon Brown, el francés Nicolas Sarkozy, la alemana Angela Merkel, el primer ministro checo Mirek Topolanek y el español Jose Luis
Rodríguez Zapatero. Extrañas negociaciones de paz las llevadas a cabo por los "líderes" europeos. Sólo se reúnen y brindan con el agresor.
La periodista y bloguera Marian Houk nos aporta una crónica de la cena en UN-Truth. La carretera de Tel Aviv a Jerusalem se cerró de 16:30 a 19:30 para recibir a los invitados. Y Olmert agradeció el apoyo prestado por sus socios europeos:
“por demostrar su impresionante apoyo al Estado de Israel y su preocupación por su seguridad. El frente unido que representan y su posición inflexible con respecto a la seguridad del Estado de Israel se gana nuestros corazones y nos fortalece en este delicado momento”.
Y añadió:
"Por nuestra parte, por los valores humanos más basicos, hemos hecho y continuaremos haciendo todo lo necesario para evitar una crisis humanitaria en la Franja de Gaza de modo que podamos ayudar a los civiles inocentes que cayeron víctimas de la organización terrorista. Estamos interesados en trabajar junto a ustedes para crear mejores condiciones para una vida pacífica y mejor para la población palestina de la Franja de Gaza. Mediante un esfuerzo conjunto, que disminuya el dominio de Hamas, creo que tendremos éxito."
Según Houk, nadie disintió.
El alucinante discurso de Olmert puede encontrarse, completo, aquí.