2004/03/24 06:00:00 GMT+1
Braman, echan espumarajos por la boca, no caben en sí de ira. El uno despotrica contra los votantes, a los que acusa de dejarse manipular cual botarates sin dos dedos de frente; el otro se zisca en el «poder fáctico fácilmente reconocible» al que atribuye haber convertido visto y no visto, con taumaturgia propia de las bodas de Canán, el agua de Génova en vino de Ferraz; el de más allá se proclama convencido de que España se hunde en la infamia, rendida a los pies de Ben Laden y Al Qaeda; un cuarto vaticina que la Nación vive sus últimas horas, presta a rubricar la inminente secesión de Euskadi y Cataluña...
Hablo de la mayoría aplastante de la plantilla de opinantes a sueldo de los medios -extremos- que han acompañado con sus salvas al Gobierno de Aznar durante sus ocho años de hegemonía.
Sus diagnósticos sobre lo sucedido en las urnas del 14-M son disparatados, sin duda. A cambio, los sentimientos que revelan resultan más que comprensibles.
Téngase en cuenta que bastantes de ellos -y ellas-, por el sólo hecho de exhibir su veneración pepera un par de veces por semana en la radio y alguna más en televisión, se han venido llevando más dinero al mes que el que gana el común de los ciudadanos en todo un año. Beneficio de contertulios al que han venido añadiendo las tajadillas -menores, pero también sustanciosas- obtenidas por sus tareas en la prensa escrita.
Un pastón. Un pastón que daban por seguro que iban a seguir cobrando mes tras mes en el futuro, porque ninguno dudaba de la rotunda victoria que iban a obtener el 14-M las huestes de Aznar (es decir, sus huestes).
Ahora, de repente y por sorpresa, ven su situación económica amenazada. No es que teman pasar apuros para comer, satisfacer el plazo del piso y mandar a los críos al colegio de pago. Pero piensan, probablemente con razón, que ya no será lo mismo. Suponen en el alero los pingües beneficios correspondientes a los medios de titularidad pública. Saben que Onda Cero está a punto de echar la persiana. Temen que los obispos acaben por torcer el gesto ante sus excesos, sus diatribas y sus insultos. Les consta que otros medios de su onda están realizando severos ajustes presupuestarios.
¿Cómo no van a estar de los nervios?
Les duele, y mucho, que hayan perdido los suyos. Pero más todavía les duele la posibilidad de perder lo suyo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (24 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/24 06:00:00 GMT+1
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2004/03/23 06:00:00 GMT+1
ETA no tuvo nada que ver con el 11-M, pero el 11-M va a tener mucho que ver con ETA.
Sus habituales justificadores han lanzado las más severas descalificaciones contra los autores de la matanza. Aquello ha sido -dicen- un ataque intolerable al pueblo trabajador de la capital del Estado. Una agresión indiscriminada y, por ello, repugnante.
Como la barbaridad corría por cuenta ajena, se han concedido rienda suelta. Pero, al hacerlo, han avalado argumentos que no pueden ser de aplicación exclusiva a la masacre de Madrid.
Cada vez que ETA comete un atentado mortal, sus políticos -propios y asociados- afirman que no lo condenan porque las condenas no sirven de nada, y que esa violencia («lamentable», por supuesto) hay que examinarla «en su contexto», como «parte del contencioso». Pues bien: ¿acaso carecen de «contexto» los atentados de Al Qaeda? ¿No son expresión de un «contencioso»? Entonces, ¿por qué sí vale la pena condenarlos?
Convengamos con los contextualizadores de la violencia de ETA en que es repugnante culpar a la población civil de las decisiones adoptadas por el Gobierno de turno. Pero, ¿por qué no aplican siempre el mismo criterio? Que nos expliquen, si es así como piensan, qué responsabilidad achacan a los muchos que han muerto a lo largo de los años porque estaban cerca del lugar elegido por ETA para poner una bomba. Y de qué crimen consideraban que eran culpables los hijos de los guardias civiles que jugaban en el patio de la casa cuartel cuando estalló el coche cargado de dinamita. O por qué razón sus comandos confían sistemáticamente en que el enemigo atenderá con celeridad y eficacia sus avisos de bomba, cada vez más inmediatos e imprecisos.
ETA dice que no busca víctimas civiles. Quizá, pero tampoco se las prohíbe. Las sitúa en el apartado de los «daños colaterales». O sea: no es que trate de matar a los que pasan; es, sencillamente, que no le importa demasiado matarlos. ¿Es ésa una categoría ética superior?
Al sumarse a la condena del 11-M, han dado vía libre dentro de sus propias filas al uso de argumentos que, sin apenas necesidad de adaptación, les son aplicables por entero. La próxima vez que ETA mate -si es que la hay: espero que no- serán muchos más los que se preguntarán por qué, con qué derecho, en nombre de qué causa.
El 11-M ha generalizado un sentimiento de vivísima repugnancia hacia el asesinato político. Un sentimiento que no se detiene en siglas. Ha sido demasiado enorme y ha estado demasiado cerca. El carácter casi unánime de ese sentimiento va a forzar a ETA a resituarse. Porque, de no hacerlo, lo sufrirá en su propia carne.
Ni la represa más sólida resiste cuando se le abre una grieta. Toda la fuerza del agua contenida se concentra en ese punto débil.
El 11-M ha abierto una grieta en ETA. Ojalá reviente.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de marzo de 2004) y El Mundo (24 de marzo de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/23 06:00:00 GMT+1
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2004/03/22 06:00:00 GMT+1
El análisis de los resultados de las elecciones generales que ETA dio a conocer ayer no tiene el más mínimo interés. Como tal análisis, quiero decir. Recolecciona media docena de lugares comunes sobre los que, por lo demás, tampoco aporta ningún enfoque digno de mención.
En lo que todo el mundo ha reparado, y con razón, es en la invitación que hace a Rodríguez Zapatero para que tome una iniciativa «fuerte y valiente» en relación a eso que en este género de comunicados suele definirse como «el contencioso». Le dice que tiene que plantearse la necesidad de reconocer al pueblo vasco el derecho de autodeterminación y que, si entra por esa vía, ella también pondrá algo de su parte.
Supongo que a la dirección de ETA no le habrá sorprendido que el PSOE haya desdeñado su vaporosa -y nada novedosa- oferta. Tampoco le habrá asombrado, imagino, que casi todos los demás partidos, incluyendo los que defienden el derecho de autodeterminación, le hayan respondido que se deje de comunicados prometedores y adopte resoluciones prácticas encaminadas a la pacificación.
Siempre contestan así. Lo que vale la pena subrayar es que las respuestas de ese género son cada vez más sinceras. Que reflejan con creciente exactitud lo que los partidos piensan realmente.
El PSOE se ha sentido incómodo y disgustado por la valoración positiva que ETA ha hecho de su victoria electoral. En la situación presente, la más mínima alabanza de los dirigentes de esa organización se convierte en una puñalada trapera. El vía crucis sufrido por Carod Rovira tendría que haberles hecho reflexionar. Deberían haberse dado cuenta de que, cuando de verdad quieran ayudar a alguien, lo mejor que pueden hacer es no hablar de él, por lo menos para bien.
Habrían de reflexionar también, ya de paso, sobre el patético retrato que esa realidad hace de su propia situación.
ETA no presta atención a la política. Si lo hiciera, se daría cuenta de que, tal como están las cosas, el PSOE no está actualmente en condiciones de tomar ninguna iniciativa en ese terreno. Para llegar a esa meta -si es que llega- habrá de recorrer varias etapas intermedias. Antes habrá de distanciarse del PP y recomponer, así sea en parte, sus relaciones con los partidos nacionalistas. Sin eso no hay nada que hacer. A partir de ahí, podrá plantearse alguna iniciativa de consenso. Pero eso siempre que ETA asuma que ella no pinta ni podrá pintar nada en ninguna negociación política. Que eso corresponderá, en todo caso, a quienes gozan de representatividad política, legal o legítima. Que a ella sólo le corresponde negociar las condiciones materiales de su disolución.
Javier Rojo ha dicho que el PSE quiere volver a los planteamientos del Pacto de Ajuria Enea. En relación al punto en el que los socialistas están ahora, eso representaría ya un buen avance: primero, porque aquel fue un pacto transversal, mano a mano con los nacionalistas; segundo, porque allí se hablaba de una salida negociada; tercero -y tal vez principal- porque reconocía que Euskadi no sólo tiene un problema de pacificación, sino también de normalización política. De hecho, ése era el nombre oficial del Pacto: «Acuerdo por la Normalización y la Pacificación de Euskadi».
Visto desde esos ángulos, las bases del Pacto de Ajuria Enea son la antítesis del actual Pacto Antiterrorista suscrito entre el PP y el PSOE.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/22 06:00:00 GMT+1
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2004/03/21 06:00:00 GMT+1
Hay quien habla del PP como si fuera un fenómeno ya superado, muerto y enterrado.
Convendrá empezar por recordar que el partido de Rajoy -bueno, de Aznar- obtuvo 9.630.512 votos.
Son, por decirlo en términos científicos, la hostia de votos.
No inequívocos, por supuesto. No todos se deben al irresistible atractivo político del PP.
Cualquiera con experiencia en procesos electorales españoles sabe que hay un amplio sector del electorado que vota por norma al partido que está en el Gobierno, sea el que sea (salvo que se encuentre en las últimas). Son votos conservadores, dicho sea en el sentido más literal de la palabra. Es la opción de gente, muy frecuentemente entrada en años, que teme perder lo que tiene, poco o mucho, y que no quiere correr riesgos. Prefiere que las cosas sigan igual. Su voto no significa que lo que hay les valga, ni que les parezca bien. Puede que lo consideren incluso de manera muy crítica. Pero lo ven como un mal menor. Huyen del riesgo.
Tampoco son necesariamente votos fijos los de aquellos que respaldan al partido gobernante porque viven gracias a su maquinaria de poder o, al menos, instalados en ella. Que han conseguido algún contrato de favor, alguna adjudicación más o menos graciosa, tal o cual privilegio fundamentado en una relación personal, esta o aquella concesión... No hablo de los funcionarios, que tienen el empleo fijo, sino de la nube de pequeñas empresas, de autónomos, de contratados por periodos limitados pero renovables... Y de los familiares que dependen de ellos, por supuesto.
Ése es también un voto trasladable, porque el que entra en el Gobierno sustituye a esa legión de estómagos agradecidos por otra semejante (o en parte por la misma). Y los que formaron parte de la anterior no se esperan cruzados de brazos cuatro años a ver si hay suerte y regresan los suyos, sino que se van buscando la vida como pueden.
Quiero decir con esto que, si bien es un hecho que el PP tuvo el pasado 14 de marzo 9.630.512 votos, ya no los tiene.
Pero, incluso contando con eso, sigue teniendo un respaldo social importante. De gente que, en medida considerable, ocupa puestos de influencia dentro del entramado de los diversos poderes que conforman finalmente el Poder. La Iglesia, el empresariado, la banca, la judicatura, Washington... El PP ya no es el partido de neófitos al que los grandes poderes miraban con prevención en 1996, dudando de que fuera capaz de gestionarles los asuntos como Dios manda. Ahora tienen la certeza de que sabe administrárselos a la medida de sus necesidades materiales e ideológicas y lamentan muy sinceramente su marcha. Harán lo posible para que regrese, a no ser que Rodríguez Zapatero les demuestre pronto y bien que él puede hacer lo mismo con idéntico entusiasmo.
Y luego está el poder local. Como residente alternativo de dos comunidades (la madrileña y la valenciana) controladas por el PP tanto en el ámbito de la administración autónoma como en el del gobierno de las capitales, la realidad no me permite olvidar ni por un momento el poder que conserva ese partido. Se acabaron, es cierto, los tiempos de la Gran Armonía, cuando todos los poderes se ponían de acuerdo para hacer de nuestra capa su sayo y reírsenos en las barbas. Pero hay un enorme ámbito de competencias en el que seguirán moviéndose con plena libertad.
El PP va a seguir estando ahí. O sea, aquí. Va a plantear mil batallas, va a mantener en pie de guerra a sus partidarios, va a atizar las divergencias internas del PSOE -que no son pocas-, va a invocar la Sagrada Unidad de la Patria cada dos por tres... No nos hemos librado de ellos, ni mucho menos.
¿Sabrá Zapatero neutralizar sus embates de algún modo que no sea aplicar sus recetas?
Lo dudo. Pero, bueno, tampoco hay ninguna necesidad de adelantar acontecimientos.
z
Una cosa más.
Todo el mundo ha hablado de la alta participación registrada en las elecciones del 14-M, de cómo el electorado «se volcó en las urnas» para demostrar esto y lo otro, etcétera. La ministra Del Castillo llegó a atribuir a esa gran participación la derrota de su partido, hablando en tono de evidente cabreo de «la gente que nunca va a votar y esta vez ha ido», como si esa gente hubiera alterado las reglas del juego, o algo así. Con todo y con eso, hubo 7.628.756 abstencionistas. Dos millones menos que votos ha tenido el PP. Casi el 23% del electorado.
Una de cada cuatro personas inscritas en el censo electoral pasó olímpicamente.
Es un dato que conviene tener en cuenta, para relativizarlo todo aún más.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (21 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/21 06:00:00 GMT+1
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2004/03/20 06:00:00 GMT+1
Dice George Bush que los atentados de Madrid demuestran que hay que seguir combatiendo el terrorismo internacional con la misma determinación con la que hace hoy justo un año se emprendió la invasión de Irak.
Este hombre tiene la singular habilidad de sintetizar en una sola frase un montón de patrañas.
En primer lugar, la invasión de Irak no se emprendió para combatir el terrorismo internacional. El Gobierno de Washington no tenía ningún indicio que apuntara a la conexión del régimen de Sadam Husein con redes terroristas internacionales, y sigue sin tenerlo. La excusa que empleó para iniciar la guerra fue, como es bien sabido, que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva (cosa que, por lo demás, también se ha revelado falsa).
En segundo lugar, la invasión de Irak no sólo no ha ayudado a poner freno a lo que él llama «el terrorismo internacional» sino que lo ha avivado. Por centrarnos en lo nuestro: parece fuera de toda duda que, si los atentados de Madrid se han producido, es porque el Gobierno de Aznar colaboró en la declaración de guerra y en la ocupación de Irak. La pretensión, formulada por Bush y repetida varias veces por Aznar, según la cual «desde que Sadam Husein fue derrocado vivimos en un mundo más seguro» es lo que los franceses llaman una contraverdad: no una mentira cualquiera, sino la mentira que invierte con total precisión los términos de la realidad.
En tercer lugar, si algo ha demostrado el año transcurrido desde el comienzo de la guerra de Irak es que Bush y toda la troupe que le rodea son incapaces no ya de controlar, sino incluso de prever las consecuencias de sus propios actos. Desencadenan acontecimientos que derivan con frecuencia por sendas que no tenían previstas y para las que, en consecuencia, no estaban preparados.
Se trata de derivaciones -vale la pena reseñarlo- muy a menudo pronosticadas por algunos que no tenemos ni un mal espía que nos informe; que nos guiamos por el conocimiento de experiencias históricas similares y por el puro sentido común, del que, según todas las trazas, ellos tienen poco.
Ha pasado un año y no sólo Irak está peor, no sólo el mundo entero está peor, sino que incluso el propio Gobierno norteamericano está peor. Cada vez tiene más frentes abiertos y más dificultades para atenderlos. Y encima tienen un jefe que ahora ya ni siquiera piensa en los problemas que afronta en esos frentes, porque sólo se preocupa de las repercusiones que cada uno de los conflictos puede tener sobre su campaña electoral.
Sólo nos queda desearle que haga una campaña tan estudiada hasta sus últimos detalles y tan astuta como la que su amigo Aznar le montó a Mariano Rajoy.
z
La Red Vasca Roja, sin red
Me entero de que el Gobierno canadiense ha decidido prohibir al servidor que alojaba la web Basque Red Net (Red Vasca Roja) que mantenga ese servicio. La razón que ha dado el servidor canadiense es que, según la Real Policía Montada, «Basque Red está actualmente catalogada como una conocida organización terrorista por el Gobierno canadiense». Así; sin más.
La Red Vasca Roja es una web promovida por el veterano sociólogo de Iruñea Justo de la Cueva, con el que cada cual podrá tener las discrepancias que le dé la gana -yo tengo algunas, como él conmigo-, pero al que nunca nadie, ni siquiera Garzón, ha acusado de terrorismo. Es obvio que el Gobierno de Canadá tiene tanto miedo de que se le acuse de connivencia con la causa «separatista-terrorista» que se apresura a ser más garzonista que Garzón.
Me sumo a la protesta por esta censura, no sólo en defensa de la libertad de expresión sino también como usario de la página ahora silenciada, a la que más de una vez he recurrido en busca de precisiones y datos, en los que abunda. Confío en que la web de De la Cueva vuelva a estar en la Red en el plazo más breve posible. De verse obligada a cambiar de dirección, difundiré gustoso la nueva.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/20 06:00:00 GMT+1
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2004/03/19 06:00:00 GMT+1
Siempre que, por azares de la profesión, me ha tocado instruir en el oficio a jóvenes periodistas, les he encarecido lo mismo: «Comprobad cuidadosamente todas las noticias de importancia, especialmente aquellas que confirmen vuestras ideas previas».
Nada tiene tantas posibilidades de engañarnos como las nuevas que nos reafirman en lo que ya pensábamos. Si llevas meses mosca porque Don Ínfulas, concejal de Urbanismo de tu ciudad, mantiene un tren de vida que no se corresponde ni de lejos con sus ingresos y alguien te viene con unos papeles que parecen confirmar que el caballero es un corrupto, ¡ponte en guardia! Antes de publicar una sola línea, comprueba cada uno de esos papeles como si te fuera la vida en ello. Porque quizá la vida no, pero tu prestigio profesional sí que está en juego.
Esto que vale para el periodismo es de igual aplicación en cualquier otro campo de la humana actividad, y muy especialmente en la política. No olvidemos jamás la aguda observación que incluyó Cayo Julio César en su De Bello Gallico: «Fere libenter homines id quod volunt credunt». Los hombres tienden a creer aquello que les conviene.
Los ministros Ángel Acebes y Eduardo Zaplana trataron de explicar el pasado jueves el comportamiento del Gobierno en las 60 horas posteriores al atentado del 11-M apoyándose en que el Centro Nacional de Inteligencia les dijo en un primer momento que, basándose en los antecedentes -pero no en nada que se hubiera obtenido de la investigación específica del caso-, era «casi seguro» que el cuádruple atentado había sido obra de ETA. Según ellos, eso explica no sólo que ellos dejaran el «casi» a beneficio de inventario, sino también que se aferraran a esa hipótesis mucho más allá de lo razonable, cuando ya estaba más que claro que era «casi seguro» que ETA no tenía nada que ver con la matanza.
Alegan que obraban movidos por una convicción moral. Puede ser. Pero la convirtieron en una certeza. En una certeza agresiva, conminatoria.
Y mintieron, vaya que sí. Para adornar su «convicción moral». Dieron a entender -y, en algún caso, afirmaron- que contaban con pruebas que no podían revelar. Y sabían que eso era falso. Aseguraron que el explosivo utilizado era Titadine. Y en ese momento no tenían ni idea. Zaplana llegó a decir: «Todo apunta a que ha sido ETA». Cuando lo cierto, en el punto y hora en el que habló, era que ya nada apuntaba a ETA. Y trataron de que la ONU, los embajadores de España, los principales periódicos españoles y los corresponsales extranjeros en España atribuyeran el atentado a ETA cuando, por lo menos, sabían que no sabían.
Les concedo el beneficio de la duda: es posible que obraran así por pura obcecación, cegados por el deseo de que la realidad se amoldara a sus intereses. De lo que no estoy seguro es de que eso les deje en mejor lugar.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de marzo de 2004) y El Mundo (20 de marzo de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/19 06:00:00 GMT+1
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2004/03/18 06:00:00 GMT+1
Según leí el e-mail, me pareció un perfecto disparate. Citaba una lista de correo de la Cadena Ser, como si eso añadiera solvencia al bulo (una lista de correo es como un buzón; no se puede achacar a quien lo tiene en el portal la responsabilidad de las cartas que le meten). En resumen, lo que decía la misiva es que el Gobierno de Aznar planeó en la noche del sábado, con el visto bueno de la Junta Electoral Central, suspender las elecciones y decretar el estado de excepción. La maniobra -el golpe de Estado, de hecho- fracasó, según el mensaje, porque el rey se negó a estampar su firma al pie de los decretos correspondientes.
La historia hacía agua por los cuatro costados. Al margen de su carácter absurdo, en general, quedaba claro que se la había inventado alguien que no tiene la más mínima idea ni de la composición de la Junta Electoral Central ni de los usos y costumbres políticos.
El Gobierno no habría podido en ningún caso contar con la complicidad de la Junta Electoral Central para un disparate de tal calibre porque en el órgano máximo de la Administración Electoral hay personas elegidas a propuesta de los partidos de la oposición. Personas que, obviamente, no se avendrían a colaborar en un golpe de Estado poco y mal disimulado.
Además, el jefe del Gobierno nunca dirigiría al rey a palo seco una propuesta tan insólita. Para asuntos no ya menores, sino muchísimo menores, le telefonea y le pide su opinión, por si se diera la casualidad de que tuviera alguna. ¡Como para pasarle a la firma un par de decretos golpistas sin previo aviso!
Pero mucha gente se creyó el cuento a pie juntillas y hasta se animó a denunciarlo en público.
-Almodóvar, por ejemplo -me dice mi buen amigo Gervasio Guzmán.
-No, Gervasio -le puntualizo-. No tenemos ninguna prueba de que Almodóvar se creyera lo que contó.
Mi amigo me mira con estupor.
-¿Y por qué iba Almodóvar a soltar eso si no se lo creyera?
-Chico, no sé -digo-. Se encuentra en medio de la campaña de lanzamiento de su nueva película. Tal vez esté pensando en cómo promocionarla.
Gervasio no sale de su asombro.
-Pero... pero eso... ¡Nadie puede afirmar lo que no se sabe!
-Jó que no. Acebes se pasó el fin de semana dándole ejemplo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/18 06:00:00 GMT+1
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2004/03/17 07:00:00 GMT+1
Decían de Napoleón sus contemporáneos críticos que era un loco que se creía Napoleón. De Aznar se dirá que fue un contable que se olvidó de que no era más que Aznar.
Hubo un día indeterminado, allá por 1996, en el que el hoy jefe de Gobierno en funciones se miró en el espejo y ya no vio a Aznar, sino a un gran estadista de talla mundial que se disponía a entrar en el libro de honor de la Historia en virtud de la brillantez de sus movimientos estratégicos.
Los dos principales que realizó se le han venido encima al final de su carrera.
El primero le llevó a recuperar «la idea de España» de la vieja derecha local, declarando la guerra a las tendencias centrífugas -es decir, federalizantes- surgidas durante la Transición. Su negativa a buscar una solución dialogada al conflicto vasco tras intentarlo poco y mal es sólo un aspecto de esa decisión estratégica. El resultado de tal apuesta ha sido un envenenamiento progresivo de las relaciones entre los diferentes pueblos que tratamos de convivir en este extremo de Europa. Nunca como hoy Cataluña y Euskadi, de un lado, y el resto de España, del otro, se habían visto tan lejos en el terreno más delicado y más frágil: el de los afectos.
La otra gran decisión estratégica de Aznar fue convertir al Estado español en fiel servidor europeo de los intereses de los EE.UU. A cualquier precio. Incluso al precio de arruinar las relaciones de España con Francia y Alemania. Convencido de que su visión de estadista le daba una perspectiva que los demás no teníamos, llegó a la conclusión de que Bush iba a resultar indiscutible vencedor en todas y cada una de las sucesivas contiendas en las que se metía, y que quien le secundara en su carrera hacia el control del mundo saldría inevitablemente beneficiado. En esa línea, la decisión más trascendente que hubo de afrontar fue la de convertir a España en promotora de la Guerra de Irak. Y la tomó, aun a costa de enfrentarse al 90% de la ciudadanía y de instalarse en un cenagal de mentiras y de trampas.
Sus dos grandes apuestas han sido dos enormes fiascos. No ha dado solución al problema de ETA, ha promocionado los nacionalismos catalán y vasco como nadie y deja a España convulsa por las consecuencias -muy trágicas, pero nada sorprendentes- de su implicación en la Guerra de Irak.
Cuando hubo de justificarse por haber promocionado esa guerra apelando a unas armas de destrucción masiva que no existían, Aznar dijo que, con armas de destrucción masiva o sin ellas, lo innegable era que tras la caída del régimen de Sadam Husein «vivimos en un mundo más seguro». Qué gran visión de futuro.
Aznar se disponía a escenificar su retirada triunfal cuando sus propios errores se le han venido encima.
Pretendía una despedida gloriosa y se ha encontrado con un triste despido.
Javier Ortiz. El Mundo (17 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de abril de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/17 07:00:00 GMT+1
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2004/03/17 06:00:00 GMT+1
No se puede decir que todos los partidarios del PP hayan encajado su derrota con el mismo fair play que exhibe Mariano Rajoy. Los hay que han pillado una pataleta de mil pares, que -eso es lo peor- no consiguen disimular. Ayer, la ministra Pilar del Castillo se descolgó con la tesis de que su partido fue derrotado en las urnas el pasado domingo por culpa de aquellos que nunca participan en las elecciones y que esta vez lo han hecho en gran número, movilizados por gentes y grupos que han manipulado «descarnadamente» sus sentimientos. Un diputado gallego del PP, por apellido Mantilla, ha declarado que su derrota electoral se explica porque el atentado cuádruple de Madrid fue obra de Al Qaeda, porque, si hubiera sido culpa de ETA, el PP habría vencido. A lo cual añadió sin pestañear que «posiblemente» por eso el Gobierno insistió tanto en culpar a ETA.
Quienes pretenden que la votación del domingo estuvo falseada por la propaganda de quienes acusaron insistentemente al Gobierno de mentir dicen que es falso que el Ejecutivo de Aznar ocultara la verdad. Según ellos, lo cierto es lo contrario: Acebes divulgó constantemente toda la información de la que iba disponiendo.
Lo repiten tanto que para mí que están ya a punto de creérselo.
El Gobierno falseó sistemáticamente la realidad.
1.- Acebes aseguró primero que el explosivo empleado era titadine y luego que, como había estallado por completo, no quedaban rastros que cupiera analizar. Lo primero lo dijo cuando no tenía prueba alguna de ello; lo segundo, cuando sabía ya que era falso.
2.- Acebes dijo que no cabía duda alguna de que el atentado era obra de ETA y que quienes se permitieran ponerlo en duda no eran más que «unos miserables».
3.- El Ministerio español de Exteriores reclamó a la ONU una resolución de condena del atentado en una comunicación en la que afirmaba que estaba probada la autoría de ETA. Inocencio Arias ha tenido que pedir excusas por ello.
4.- La Policía Federal Alemana ha reprochado al Ministerio español de Interior que le ocultara datos que ya tenía y que, a cambio, le proporcionara información no contrastada sobre la autoría de ETA.
5.- Los corresponsales de Prensa extranjera en Madrid han protestado oficialmente ante el secretario de Estado para la Información por las presiones que recibieron de La Moncloa incitándoles a publicar en sus respectivos medios que ETA era la responsable del atentado. En la llamada telefónica que recibieron de Presidencia se les dijo que el Gobierno «tenía pruebas que no podía revelar» de que había sido ETA.
6.- En idéntico sentido fue la carta que Ana Palacio dirigió a los embajadores españoles en todo el mundo instándoles a hacer gestiones en sus países de residencia para que los medios informativos locales recogieran la tesis de la autoría de ETA. Palacio también se refirió a «pruebas que no se puede revelar».
7.- Los trabajadores de TVE, Telemadrid y la Agencia Efe han protestado por la manipulación evidente de la información que llevaron a cabo los responsables de esos medios públicos. En la Radiotelevisión Valencia hubo sonoras protestas de los trabajadores porque los responsables de informativos se negaron a recoger la noticia del desmentido de ETA cuando ya todos los demás medios la estaban difundiendo.
Mintieron y mintieron a sabiendas, tratando de llevar a la opinión pública el convencimiento de que el crimen era obra de ETA, para tratar de rentabilizarlo, y difuminando los datos que obligaban a afirmar que se trataba de un atentado de Al Qaeda o similar.
Si quieren negarlo, que lo nieguen. Allá ellos. Pero que sepan que no van a convencer a nadie de que lo blanco es negro.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/17 06:00:00 GMT+1
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2004/03/16 06:00:00 GMT+1
Pregunta.- ¿Los medios de información de Polanco manipularon la noticia de los atentados del 11-M para influir en los resultados electorales?
Respuesta.- La pregunta desvía la atención hacia aspectos secundarios de la cuestión. Lo que hay que preguntarse es si los medios del grupo Prisa, y en particular la cadena Ser, proporcionaron informaciones veraces y significativas o si falsificaron la realidad. Y la respuesta es que aportaron datos ciertos y muy relevantes para el mejor conocimiento de lo sucedido el 11-M. Las razones por las que lo hicieran -su hipotética pureza o su carácter espurio- son totalmente secundarias.
Estamos ante un fenómeno similar al que se planteó en su día a propósito de las informaciones del diario El Mundo sobre los GAL y la corrupción felipista. Entonces, los simpatizantes del PSOE se empeñaban en denunciar las motivaciones que alimentaban esas denuncias. Algunos respondíamos que daba exactamente igual que se debieran a un noble afán de salud pública o a un deseo rastrero de quitar del poder a los enemigos para que lo ocuparan los amigos; que lo importante era que lo que se contaba era verdad, tal como acababa demostrando la investigación judicial.
Los tribunales de justicia están acostumbradísimos a condenar a criminales apoyándose en el testimonio de otros delincuentes. Lo que les importa de tales testimonios es que se revelen veraces, no la honorabilidad de quien los presta. En periodismo sucede lo mismo. Todos sabemos que los medios de Polanco tiraban a dar a Aznar. Y qué. Lo que importa es que, en este caso, dieron en el centro mismo de la diana.
Pregunta.- ¿Es inaceptable, como se está diciendo, asociar los atentados del 11-M a la política de Aznar?
Respuesta.- Lo que no cabe es achacar a Aznar ese asesinato en masa. La culpa de esos atentados la tienen exclusivamente quienes los hicieron, es decir, quienes los ordenaron, quienes los planearon, quienes contribuyeron a la procura de los materiales que se precisaban para perpetrarlos a sabiendas de lo que hacían y quienes los materializaron.
Del mismo modo -conviene decirlo- que la responsabilidad de los atentados de ETA la tiene ETA y sólo ETA, digan lo que digan los aznaristas y sus voceros.
Lo que sí cabe reprochar a Aznar es no haber tenido en cuenta lo peligroso que es hostigar a la bestia. Como escribí la pasada semana, no cabe azuzar a la fiera y desentenderse de los zarpazos. O peor: no cabe aplaudir a una fiera y escandalizarse por la existencia de otras.
Aznar tiene una responsabilidad política evidente. Su pretensión de que gracias a la implicación del Estado español en la guerra de Irak habíamos pasado a vivir en «un mundo más seguro» es una de las muestras más acabadas de ceguera política que se hayan visto en los últimos decenios por estos pagos.
Pregunta.- Retirarse ahora de Irak, ¿no es un modo de someterse al chantaje de los terroristas?
Respuesta.- Es, antes que nada, una decisión correcta. Cuanto antes se deshaga lo que nunca debió hacerse, mejor.
Segundo: quien defendía la adopción de esa medida antes de que sucedieran los atentados no tiene por qué justificarse por seguir defendiéndola después.
Tercero: lo que sí implicaría actuar en función de los terroristas sería cambiar de posición tras los atentados.
Pregunta.- ¿A qué me refería en el apunte de ayer cuando escribí que una parte del electorado de IU ha demostrado que anda «floja de ética» dando su voto al PSOE?
Respuesta.- Admito que me expresé mal. Yo me refería en exclusiva a aquellos que dicen que mantienen posiciones de izquierda radical y que el domingo pasado decidieron apoyar al PSOE con el argumento de que había que derrotar al PP «a cualquier precio».
Alguien que se pretende de izquierda radical no puede considerar exclusivamente ese factor. Hubiera debido pensar también en la necesidad de que, en el caso de ganar el PSOE, tuviera cerca a una fuerza con peso parlamentario considerable que dificultara en alguna medida sus previsibles excesos derechistas. Ciertamente el voto prestado al PSOE podía contribuir a dar a ese partido algún diputado más, pero también podía contribuir a quitárselo a IU (que es lo que realmente ha sucedido). Por lo demás, hace falta un estómago ciertamente resistente para votar a un equipo de políticos que sigue todavía sin admitir que el trecenato felipista fue lo que todos -ellos incluidos- sabemos que fue, y que conserva a algunos de los principales responsables de aquel desastre, como Alfredo Pérez Rubalcaba, en la dirección máxima del tinglado.
Me consta que hay también bastantes electores que se consideran de izquierda, en general, que no le dan mayor trascendencia a su voto y que, muy a la europea, deciden en cada caso, con criterios meramente tácticos, si votan a éste o a aquel, si es que votan. No he entendido nunca muy bien ese comportamiento (probablemente estoy demasiado imbuido de la doctrina del «No con mi voto»), pero lo he visto con la suficiente frecuencia como para saber que puede manejarlo gente digna de aprecio, coherente con su modo de afrontar las elecciones. No me refería a ella.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/16 06:00:00 GMT+1
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