En Túnez, el país donde se desencadenaron las revueltas árabes, las elecciones a la asamblea constituyente se saldaron con el importante triunfo del partido islamista Ennahda, que dirigen los veteranos opositores Rashid Gannoushi y Hamadi Jebali. Triunfo que es necesario matizar reconociendo la fragmentación del panorama partidario en Túnez y la relativamente escasa participación ciudadana, pese a lo que anunciaron los primeros titulares: solo se registraron 4.123.602 personas de un total de 7.569.824 electores potenciales (54,47%). Y entre los registrados, votaron 3.702.627 personas, apenas la mitad de los potenciales electores. Es decir, que el 41,5 % de los sufragios emitidos y los 90 escaños que obtuvo Ennahda enmascaran un 16-20 % de apoyo electoral real. El apoyo recibido por los demás partidos, especialmente de izquierda, fue mucho menor y más de un tercio de los votos fue a parar a listas independientes -algunas anuladas- que no se tradujeron en escaño alguno. Lo cual significa que los partidos políticos -incluyendo Ennahda- no las tienen todas consigo, y difícilmente podrán dirigir el proceso de cambio por sí solos. En cualquier caso, la victoria de Ennahda (al igual que la presencia islamista en el nuevo gobierno libio o el protagonismo de los Hermanos Musulmanes en Egipto) pone en entredicho la tesis del fin de los diferentes islamismos como consecuencia de las revoluciones árabes -que no iniciaron- y en cambio coloca al partido en una posición privilegiada a la hora de redactar la nueva constitución.
Que la campaña electoral haya girado principalmente en torno a los viejos fantasmas (fin del laicismo, subordinación de la mujer, etc.) que esgrimían Zine el Abidine Ben Ali y sus patrocinadores franceses -y en sus mismos términos- ha beneficiado sin duda a Ennahda. Sus dirigentes representaron la oposición real al régimen y sufrieron en carne propia la represión y el exilio, por el hecho de haber planteado un debate identitario que, tras el fin de la dictadura, vuelve a resurgir con fuerza. Lo mismo sucede con el segundo partido en votos, el Congreso para la República, considerado de centro izquierda y que dirige el médico Moncef Marzouki. Ambos ponen en el centro de sus respectivos programas la reafirmación de la identidad arabo-musulmana (frente al burguibismo heredado por Ben Ali), aunque es Ennahda el que va más lejos en la fusión entre ambos elementos del binomio.
Vale la pena detenerse un momento en la cuestión de la identidad. En 1994 Rashid Gannoushi, explicando cómo pasó del nacionalismo árabe nasserista al islamismo a mediados de los años sesenta, declaraba a François Burgat que
"más que una victoria sobre el ocupante francés, la victoria de Burguiba en realidad constituyó en realidad una victoria sobre la civilización arabo-islámica. Burguiba entró como vencedor y, como los invasores extranjeros, tomó el poder. Luego se dedicó a golpear las instituciones religiosas, las instituciones que eran la vida misma de Túnez. En aquella época, todo giraba en torno a la institución de la Zitouna: el artesanado tradicional, la literatura tunecina, todo el pensamiento. Hasta cierto punto, todo Túnez es producto de la Zitouna. Entonces, el golpe violento dirigido hacia estas instituciones afectó a la estructura social, económica y cultural de Túnez en su conjunto."
(...)
"El discurso islamista extrajo entonces su fuerza esencialmente de este resumen tan simple que hacía de Occidente, en el hecho de que relativizaba un buen número de distinciones que para otros eran esenciales. El debate entre capitalismo y socialismo, entre el Este y el Oeste, ya no tenía vigencia: en el fondo, todo aquello no era sino un único y mismo Occidente... Para un joven, el solo hecho de romper con estas clasificaciones intelectuales constituía un acto revolucionario."
Este razonamiento coincide con el del semiólogo argentino Walter Mignolo cuando afirma que "las alternativas a la modernidad (...) son lógicamente imposibles en el marco que ha generado la modernidad." De hecho, la emancipación que supuso la independencia no acabó con la colonialidad
que expresaba Burguiba con su programa de modernización. Por lo que si la "colonialidad es constitutiva de la modernidad" el "cambio en los términos de la conversación, el shift (como en el cambio de marcha del automóvil) en la geografía de la razón comienza con el desprendimiento descolonial." El desprendimiento es aquí conceptual y epistémico, del conocimiento.
Ahora bien, de poco vale dicho desprendimiento si no es liberador o si se entiende simplemente como la creación de una nueva universalidad totalizante y cerrada, en este caso arabo-islámica, que reemplace la universalidad denominada "occidental". Por eso Mignolo advierte que "dado el alcance global de la modernidad europea, este desprendimiento no puede ser entendido como la llegada de un nuevo sistema conceptual, literalmente exento de referencias. (...) el desprendimiento presupone un pensamiento fronterizo". Fronterizo, no especular. El propio Ennahda asume, por el mero hecho de constituirse como partido político y participar en un proceso constitucional, premisas que derivan de la modernidad y que otros movimientos islamistas rechazan de plano.
La revuelta tunecina estalló por la pobreza del nuevo precariado, por el malestar social y por
la corrupción y el dominio de la familia Ben Ali-Trabelsi, pero dicho dominio se insertaba en
una matriz colonial de poder (euromediterránea) que hacía que muchos
tunecinos (del centro y del sur, de las áreas rurales y de los suburbios
pobres de las ciudades, pero también desde clases medias urbanas) se sintieran no solo marginados socialmente
sino extranjeros en su propio país. Ambos elementos resultan ser
indisociables, y Ennahda, además de hacer campaña
electoral, repartió alimentos entre las familias pobres o corrieron con parte de los gastos de sus bodas (algunos denuncian la financiación de Qatar y otros países). Pero lo que para unos es cooptar para otros es hacer y cumplir con un pilar del Islam. También invirtió dinero la gran sorpresa de las elecciones, el oportunista Hechmi Hamdi (que primero fue islamista antes de coquetear con Ben Ali). Su formación Petición Popular se convirtió en la cuarta fuerza política con 19 escaños, aunque las sospechas de fraude condujeron a la anulación de algunas listas, especialmente la de Sidi Bouzid, origen de la revolución, de donde Hamdi es originario y donde consiguió el primer puesto (única circunscripción, por cierto, en la que Ennahda quedó en segundo lugar, hasta que se invalidó la lista de Hamdi).
¿Qué gramática de la descolonialidad -por insistir en las expresiones de
Mignolo- podrán construir los tunecinos, país frontera que este año se
volvió central? ¿Podrán los partidos y el Estado, con sus problemas de
representatividad, su influencia plutocrática y sus inevitables componendas
oligárquicas, internas yexternas, constituirse como el marco exclusivo de semejante proyecto?
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Fragmento de la llamada « Estela de los Buitres », que relata la victoria del rey Eannatum
de Lagash sobre Umma. Alrededor de 2450 a.C., Sumeria. Descubierta en 1881
por Ernest de Sarzec en Girsu (actual Tello, Iraq), Mesopotamia.Museo del Louvre, París.
Hace mucho, mucho tiempo, en tierras de Mesopotamia, los sumerios grababan las primeras inscripciones cuneiformes en tablillas de tierra caliza. Las tablillas que las primeras comunidades agrícolas habían usado para contabilizar los bienes (cereales, ganado, textiles) ya no bastaban para reflejar la creciente complejidad comercial ni para adecuarse a los requisitos administrativos que aquella requería. Las tablillas se poblaron entonces de signos escritos que cumplían una función parecida, solo que ahora facilitaban además poner un nombre a las personas que entregaban y las que recibían los bienes, las que contraían una deuda y sus acreedores. Los signos no tardaron en nombrar reyes y ensalzar sus hazañas.
Durante siglos Lagash fue la ciudad-Estado más importante de Sumer y mantuvo un enfrentamiento continuo con la vecina Umma por el control de la irrigación de las tierras fronterizas. La victoria de Eannatum (siglo XXV a.C.), que relata la Estela de los Buitres, hizo de Umma tributaria de grano como ofrenda a la divinidad Ningirsu.
Para evitar la asfixia económica de los vencidos, y su esclavización, de vez en cuando los reyes de Lagash cancelaban las deudas agrarias de todos sus súbditos. De esta manera evitaban abusos, mantenían cierto equilibrio social y se aseguraban la lealtad de los sometidos. Es lo que hizo Enmetena (hacia 2.400 a.C.) cuando restauró el poder de Lagash derrotando a Umma y a sus aliados. Un edicto suyo es la inscripción más antigua que se conserva acerca de la cancelacion de las deudas. Dice algo como esto:
"[Entemena] hizo que el hijo vuelva a la madre, que la madre retorne al hijo, declaró la liberación de las deudas y sus intereses."
"Retorno a la madre" es amargi, el término que los sumerios empleaban para referirse a la libertad. Así, la primera referencia escrita del concepto de libertad en la historia de la humanidad está íntimamente vinculada a la remisión de las deudas y de las obligaciones. Un sucesor de Entemena, Urukagina o Uruinimgina (hacia 2.350 a.C.) fue célebre por sus reformas sociales, entre las que se incluye la anulación de las deudas. Un elogio a su persona relata:
"Él liquidó y canceló las obligaciones de las familias sometidas por deudas, ciudadanos de Lagash que vivían como deudores por los impuestos de granos, los pagos de cebada, robo u homicidio"
Gudea de Lagash (que reinó en 2164-2144 a.C.) hizo lo mismo. Luego la práctica pasó a la primera dinastía babilónica, en la que destaca el edicto de Ammisaduqa, que concreta con más detalle qué tipo de deudas se cancelaban y cómo. Esta tradición bíblica pasará a conocerse como jubileo, aunque su significado cambia finalmente con el advenimiento del cristianismo ("así como nosotros perdonamos a nuestros deudores") , que enfatiza la salvación individual de las almas y la caridad frente a más mundanas consideraciones sociales. Sus ecos llegan hasta hoy, con movimientos de cristianos de base que retoman la idea originaria de jubileo para reclamar la abolición de la deuda externa de los países del sur y ahora de Europa.
Sin embargo, parece que los buitres de ahora son menos indulgentes que los antiguos. El recuerdo de Entemena fue saqueado en Iraq y para salvarse del naufragio los poderosos decretaron la deuda infinita, cegados por la ambición. Pero no podemos olvidar que la libertad real es amargi, esto es, liberación de las deudas y de la servidumbre, retorno a la madre, reconciliación con la humanidad.
Fotografía de Philippe Desmazes, tomada el 16 de octubre de 2011 en Sirte, Libia. AFP - Getty Images
"Hoy Libia, mañana Wall Street", es lo que puede leerse en la extraña pintada -escrita en inglés- frente a la cual descansan milicianos opuestos a Muamar El Gadafi. Un día antes se habían celebrado manifestaciones por todo el mundo reclamando un cambio global que favorezca a la mayoría de las personas, y el movimiento Occupy Wall Street tenía un espacio preeminente en los medios internacionales. ¿Habrá querido el autor mostrar un signo de solidaridad con los manifestantes? ¿Reclama una vinculación de la rebelión armada libia con los movimientos pacíficos de otras partes del mundo? El anónimo autor del texto parece sugerir que, ahora que Libia ha sido "liberada" de un dictador, queda pendiente la tarea, más compleja, de librarse de la dictadura financiera. Como será complicado librarse de la cultura militarista que ha engendrado la guerra.
La guerra libia es un ejemplo de cómo una revolución puede volverse fea. Después
de un mes de asedio rebelde, con apoyo aéreo de la OTAN, poco queda de
lo que una vez fue Sirte, la ciudad natal de Gadafi, ahora
ejecutado extrajudicialmente. Sirte iba camino de ser la capital administrativa de Libia,
con sus centros de convenciones y hoteles de lujo en los que ahora se hospedan cadáveres.
Sirte es hoy ciudad para unos libre, para otros mártir, como antes Misrata, aunque esta tiene el triple de población y allí
la batalla duró varios meses. Milicianos contrarios a Gadafi han perpetrado atrocidades equivalentes a las cometidas por las fuerzas oficialistas: asesinatos, torturas, persecuciones racistas, desapariciones forzadas, detenciones y represalias arbitrarias, etc. No obstante, sostener simplemente que nada ha cambiado, que todo ha cambiado para que nada cambie, o que resolver sin más que el cambio ha sido para peor, implica ignorar cuestiones incómodas que afectan a toda rebelión popular cuando la violencia termina por impregnarlo todo. Supone también un desprecio al pueblo libio, que queda o bien transfigurado en un hatajo de salvajes con barba y tez oscura entre quienes no existe la política y sus conflictos, o bien reducidos al papel de marionetas en manos de europeos o norteamericanos.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que, aunque las tropas que formalmente dirige el Congreso Nacional de Transición incluyeran soldados y oficiales desertores del ejército y de las fuerzas de seguridad libias, la mayor parte de los guerrilleros son ciudadanos varones que se alzaron en armas para defenderse de la violencia ejercida por los diversos aparatos de seguridad (algunos dirigidos por hijos de Muamar el Gadafi), en especial de la temida Agencia de Seguridad Interna. No olvidemos que la chispa de la revuelta en Cirenaica prendió con motivo del recuerdo de la violencia de Estado: la detención de abogados vinculados a los familiares de las víctimas de la masacre de la prisión de Abu Salim en 1996. Amnistía Internacional documenta, basándose en fuentes médicas, 170 personas -en su mayoría desarmados- muertas por disparos de bala en apenas menos de una semana, entre el 16 y el 21 de febrero solo en Bengasi y en Al Bayda. Al margen de las respectivas propagandas y hechos inverificables, lo cierto es que tropas de Gadafi y sus comités revolucionarios aplicaron desde el principio un grado de represión que solo encuentra equivalente en Siria y en Yemen. En Misrata y en el este las protestas pronto desembocaron en asaltos a edificios de los comités revolucionarios, a comisarías y cuarteles. De allí saldrían las primeras armas de la rebelión.
La falta de un control efectivo sobre el territorio y las diferentes milicias por parte del Comité Nacional de Transición, que provocó continuos malentendidos con los aviones de la OTAN y que tanto critican líderes y analistas occidentales, se deben al origen popular y local del levantamiento, un aspecto prácticamente descartado de los análisis críticos con la guerra libia, que sobredimensionan en cambio la intervención de la OTAN, por más importante que haya sido. La revuelta fue urbana, la guerra que siguió también. Cada población fue apoderándose de sus respectivos territorios urbanos, a menudo siguiendo estructuras tribales que en Libia son flexibles. Así, por ejemplo, Trípoli cayó no por las tropas de Bengasi, sino por la intervención de los Zintani, las tribus árabes occidentales del Djebel Nefoussa. Las zonas menos levantiscas, donde más apoyos encontraba Gadafi, fueron áreas rurales y aquellas "ciudades pobladas mayoritariamente por grandes tribus muy implicadas en el sistema Gadafi" (Patrick Haimzadeh, Le Monde Diplomatique, septiembre de 2009): Bani Walid (tribu Warfalla), Tarhuna (tribu homónima), Sirte (tribu Gadafa), o la extensa Fezzan. A estas zonas llegaron guerrilleros foráneos con sed de venganza (gente de Misrata en Sirte). Pero la lógica de la purga puede derivar en auténticos desmanes.
Cuando una parte significativa del pueblo libio decidió tomar las armas para resistir la violencia de la familia Gadafi se enfrentó a la peliaguda cuestión de cómo conquistar su libertad sin tener que volver a perderla con nuevas cadenas, cómo crear una renovada comunidad sin generar jerarquías, exclusiones (de mujeres, de homosexuales, de inmigrantes, de clanes, etc.) ni nuevas tiranías. La violencia armada puede servir para resistir puntualmente una agresión, o para matar tiranos y transeúntes, pero suele ser un obstáculo para construir colectivamente cosas positivas y desde luego es impotente frente a la violencia financiera. De ahí la concepción zapatista del "ejército que quiere dejar de serlo", o el intento desesperado de los militantes de ETA por salir del callejón sin salida en el que se metieron.
Volviendo a la pintada que encabeza este texto, no hace tanto tiempo, en 1997, Albania vivió una peculiar situación Libia-Wall Street. El desplome del sistema piramidal financiero (estilo Ponzi) que había sido estimulado por la corrupta clase gobernante provocó una rebelión popular en la que los ciudadanos asaltaron cuarteles militares y depósitos de armas. Quienes no emigraron se organizaron en bandas armadas, o se apuntaron a grupos criminales ya existentes. Dichas bandas y grupos llegaron a apropiarse del gobierno de ciudades enteras, como Vlorë, Berat, Tepelena, Memaliaj, Ballshi, Sarandë, Cërrik, etc. Luego se restauró el Estado, pero algunos grupos permanecieron y tejieron redes transnacionales que se especializaron en negocios ilegales o poco claros. En la vecina Kosova, el tráfico de armas y la creciente violencia fortaleció al UCK frente al movimiento pacífico de desobediencia civil que se desarrolló tras la abolición de la autonomía. Las armas y la militarización de las relaciones sociales -fenómeno luego estimulado por las potencias occidentales- impidieron la construcción de formas benéficas y equitativas del común. Tal es el inmenso desafío al que se enfrentan los libios. El juego está abierto.
Tanteando, desplazándose con lentitud, el magma buscaba desde hacía años, siglos en realidad, librarse de la presión que recibía desde arriba. Intentaba encontrar un hueco por donde aflorar. Podía ser una fractura al costado de una montaña, una dorsal bajo el mar, o también podía tomar varios caminos a la vez. Preferencias no tenía. Lo único que necesitaba era encontrar un flanco débil. Cuando finalmente lo encontró cobró impulso con fuerza, sin dudarlo un instante. El mundo entonces tembló. Unos lo acogieron con miedo, al sentir la tierra sacudirse bajo sus pies, y otros lo recibieron con alegría, como niños ante un espectáculo circense. Poco le importa. Su tiempo no es el nuestro. Solo desea una cosa: que su pasta de roca fundida y gases se transforme algún día en vida.
Fotografías tomadas en la isla de El Hierro en 2009. Autor: Samuel
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La beatificación mediática de Steve Jobs, cofundador de Apple Inc. y excelente comunicador, ha apabullado incluso a algunos de sus más fervientes admiradores. En la vida y en la muerte la figura de Steve Jobs fue y es, pues, árbol cuya santidad mistifica el bosque en el que vivimos. Habrá que hacer como Tompert y Fairchild con sus fotografías: reventar -metafóricamente hablando- nuestros preciosos cachivaches y ver qué nos revela su interior.
Lo primero que encontramos bajo la superficie de un ipad, un iphone o un Macbook es la enorme cantidad de trabajo que incorpora,tanto el que se contabiliza como el que no. Para producir los iphone hacen falta decenas de miles de personas que trabajan en más de treinta compañías en tres continentes diferentes. Dentro del ciclo productivo lo más conocido es, en un extremo, el trabajo bien remunerado de los diseñadores del producto en la sede de Cupertino y, en el otro, la explotación de los trabajadores chinos de la subcontratista Foxconn. La organización hongkonesa SACOM (Students & Scholars Against Corporate Misbehaviour) documenta y denuncia las duras condiciones de explotación de los obreros y obreras que fabrican los productos de la marca Apple, que el año pasado provocaron una oleada de suicidios. El salario básico de un obrero de Foxconn en Zhengzhou es de aproximadamente 158 euros mensuales, de los que se deduce el consumo de alimentos en la fábrica y el alquiler de un dormitorio en sus instalaciones. Este salario corresponde al pago de las horas legalmente establecidas, y no tiene en cuentra las horas extra que habitualmente llegan a las 50-80 horas mensuales. Un trabajo que además es insalubre: muchos trabajadores están constantemente expuestos a sustancias tóxicas, muy perjudiciales para su salud, sin la protección adecuada. Otro aspecto es el disciplinario, con un estilo de reclutamiento y de gestión que se asemeja, según declaran los propios trabajadores, al militar: son sometidos a constantes humillaciones y presiones y se les amenaza con el despido y su sustitución por robots. Un ejemplo es la retención de salario en enero durante el año nuevo chino: los migrantes desean pasar las fiestas con sus familias y como las vacaciones son cortas, prefieren ser despedidos y volver a ser contratados después. Para asegurarse la continuidad de las operaciones y evitar la fuga de trabajadores, Foxconn suele retener ilegalmente parte del salario con la promesa de retribuirlo en febrero. La presión aumenta en vísperas del lanzamiento mundial de un nuevo producto Apple.
Vídeo de denuncia elaborado por Sacom (Hong Kong).
El trabajo de los obreros subcontratados de Foxconn no es el único que contiene el iphone o el ipad. Ellos ensamblan lo que les llega de otras empresas repartidas por el mundo. Las pantallitas del iphone usan tecnología Retina Display, que fabrica la empresa surcoreana LG Display. El sistema táctil del iphone o el ipad lo desarrolla la empresa china TPK con capital alemán. El sistema de memoria Flash lo fabrica Samsung. Miles de mineros africanos, con frecuencia desde la economía informal o de guerra, extraen el material del que están hechos los sueños digitales: el coltan con el que se fabrican los circuitos impresos del iphone y otros teléfonos móviles. Y así hasta conseguir una compleja estructura de producto global.
Aquel nivel primario de explotación laboral coexiste conotro nivel de explotación, el que alude al trabajo que no se puede objetivar. El de la inteligencia colectiva, el trabajo inmaterial que se manifiesta en las redes sociales (producimos contenidos para Google, Facebook, etc.), en el magma social de ideas del que se retroalimenta la creatividad individual de un tipo como Steve Jobs y en el "ecosistema" social y creativo que genera Apple y que le da su valor de marca. Un valor que en 2011 alcanza los 345.000 millones de dólares cotizados en bolsa, superando por primera vez la capitalización de Exxon. Esta cotización no tiene sentido si nos atenemos únicamente a sus activos materiales. En su capitalización bursátil se valoran otros activos como la capacidad de innovación, la red de clientes y usuarios y su potencial de crecimiento, etc. Como otras grandes empresas, Apple también trata de capturar y encerrar el saber hacer social con patentes de propiedad intelectual y redes cerradas de las que pretende extraer rentas monopólicas. De hecho, una de las principales críticas que se dirigen a Apple es el hecho de que trate de configurar sistemas propietarios excesivamente cerrados. Si pese a todo a Apple de momento le va bien tal vez sea porque se percata de lo agotador que puede ser esta conminación a que seamos abiertos, creativos, productivos, interesantes, constantemente, en cada momento de nuestras vidas. Productos como el ipad, con su funcionalidad sencilla y relativamente pasiva, sin multitarea, dan la impresión de que nos ahorran un trabajo, de que nos pone las cosas fáciles. El hecho de que restrinja las opciones de los consumidores puede ser visto como un problema, pero también como un alivio. Pagamos un poco más para sentirnos un poco menos explotados. Otra cosa es que efectivamente sea así.
El diseño brillante de Apple oculta también la contaminación que deriva de su producción. En China la producción de circuitos impresos y de baterías, conduce a la emisión de cantidades notables de metales pesados. Los vertidos de desperdicios de estos productos electrónicos de vida corta también afectan seriamente al medio ambiente y a la salud humana.
El mundo Apple incluye todo esto, pero también el uso que damos a sus productos, el disfrute de sus aplicaciones. Exactamente como sucede con cualquier otra gran corporación industrial. ¿La solución consiste en no comprar ordenadores, no usar las redes sociales, emplear exclusivamente software libre? Según uno de los miembros del grupo italiano Wu Ming, esta es una pregunta mal planteada:
"Es cierto que construir sobre la base de redes sociales diferentes, que funcionen con software libre y que no se basen en el comercio de los datos sensibles y de las relaciones es muy bonito y está muy bien. Pero también lo es el mantenimiento de una presencia crítica e informativa en los lugares donde vive y comunica la mayoría de las personas, quizás experimentando modos conflictivos de utilización de las redes existentes.
Hace demasiado tiempo que dura la hegemonía de un dispositivo que "individualiza" la revuelta y la lucha, poniendo el acento ante todo sobre lo que puede hacer el consumidor (este sujeto que reproduce continuamente tecnologías sociales precisas) : boicot, críticas, elecciones personales más radicales, etc. Las elecciones personales son importantes pero: 1) Con demasiada frecuencia, esta manera de reflexionar desencadena un concurso a ver quién será más « coherente » y el más « puro », y habrá siempre alguien que esgrimirá elecciones más radicales que las mías: el vegano ataca al vegetariano, el frugívoro ataca al crudista que ataca al vegano, etc. Cada uno reivindica estar más « afuera », ser más « exterior » a la valorización, imágenes del todo ilusorias. 2) El consumidor es el último anillo de la cadena distributiva, sus elecciones llegan a la desembocadura, no a la fuente."
Probablemente no podamos evitar estar dentro. Como dice Wu Ming, la cuestión es entonces cómo estar "dentro y contra". Así, "ocupar Wall Street", es también "ocupar" Cupertino, Silicon Valley, Mountain View...
El cambista y su mujer (1539), obra de Marinus van Reymerswaele.
Las finanzas forman parte del corazón del capitalismo desde sus comienzos, desde que en Europa imitaron a árabes y chinos haciendo circular las primeras letras de cambio y desde que florecieron las ciudades-Estado del norte de Italia: Florencia, Venecia y Génova. Decía Giovanni Arrighi en El largo siglo XX (1994), siguiendo a Fernand Braudel, que "las altas finanzas en su forma capitalista moderna son una invención florentina" aunque "el verdadero lugar de nacimiento del moderno capitalismo financiero en todas sus formas fue la Génova de mediados del siglo XV". Génova "conoce el secreto del régimen capitalista moderno que consiste en "retrasar los pagos o los reembolsos y solapar continuamente estos retrasos unos con otros; de un régimen que colapsaría si todas las cuentas se compensasen simultáneamente"". Las finanzas constituyen el hilo conductor que comunica el capitalismo mercantil con el industrial y el financiarizado o cognitivo. Fueron expansiones financieras las que, desde que con las Provincias Unidas se consagró un sistema interestatal, concluyeron la hegemonía de las agencias estatales dominantes (Provincias Unidas, Imperio Británico, Estados Unidos). Y el Estado moderno -capitalista- se fue configurando en relación simbiótica con poderosos financieros (Médici, Fugger, Rotschild).
Por ello no tiene sentido contraponer finanzas y Estado, o la economía "real" o "productiva" frente a la economía "financiera", como si fueran dos sectores económicos diferenciados que compiten entre sí, y menos aún en el capitalismo contemporáneo. Sin crédito, es decir, sin deuda, no puede haber acumulación ni circulación de capital -que es lo que el soberano, Estado o Imperio, garantiza- aunque la relación entre acreedor y deudor ya existiera antes que el capitalismo. Es el crédito lo que hoy permite el comercio y la producción, y se ha desarrollado tanto que ha terminado por penetrar en todas las facetas de nuestras vidas. La producción y el consumo de bienes esenciales en nuestras sociedades como son la vivienda, el automóvil e incluso buena parte de los alimentos que ingerimos pasa por el crédito. Si partimos de esta constatación lo que consideramos como "especulación" apenas representa una pequeña parte, y no necesariamente la más relevante, de lo que implica la deuda.
La novedad que presenta el neoliberalismo es que va más allá y realmente pone la deuda en el centro del dominio y de la gobernanza de las personas. Es lo que analiza con acierto Maurizio Lazzarato en su último libro, La fabrique de l'homme endetté (Ed. Amsterdam, 2011). Lazzarato prefiere hablar de una economía de la deuda, frente al concepto de financiarización. Continuando con sus análisis previos sobre el neoliberalismo, inspirado en Foucault, Gilles Deleuze y Felix Guattari, Lazaratto destaca que es la producción y el control de la subjetividad humana lo que subyace al proyecto neoliberal.
La deuda es la herramienta fundamental, porque permite varias cosas. En primer lugar, facilita la producción de valor y su estimación, cálculo y captura. En segundo lugar, constituye un poderoso mecanismo de redistribución y de transferencia de ingresos, como podemos comprobar desde que estalló la crisis financiera. Y en tercer lugar, y esto es lo más importante, la deuda constituye una relación de poder, transversal a todas las demás relaciones de poder (empresario-trabajador, Estado social-usuario de los servicios públicos, empresa-consumidor, etc.). Esta relación se basa en la producción y en el control de la subjetividad: puedes ser libre solo en la medida en que adoptas un modo de vida compatible con el reembolso de la deuda. Lo cual requiere un "trabajo sobre sí mismo", un trabajo ético-político de constitución del sujeto, muy diferente al que se basa en lo común humano (puede decirse que las finanzas representan, en su abstracción, el común del capital). Su moral es la del miedo y la culpabilidad. El homo debitor es una persona capaz de prometer y ponerse como garantía del reembolso de la deuda contraída, y su subjetividad debe moldearse con ese fin, con ayuda de psicólogos, sociólogos, expertos en "coaching", etc. Lazzarato cita la Genealogía de la moral de Friedrich Nietzsche:
"El deudor, para infundir confianza en su promesa de restitución, para dar una garantía de la seriedad y la santidad de su promesa, para imponer dentro de sí a su conciencia la restitución como un deber, como una obligación, empeña al acreedor, en virtud de un contrato, y para el caso de que no pague, otra cosa que todavía «posee», otra cosa sobre la que todavía tiene poder, por ejemplo su cuerpo, o su mujer, o su libertad, o también su vida (o, bajo determinados presupuestos religiosos, incluso su bienaventuranza, la salvación de su alma, y, en última instancia, hasta la paz en el sepulcro (...))"
El trabajador, la trabajadora, se convierte en "empresario de sí mismo", "capital humano" o "capital-competencias", que asume los riesgos y servicios que externalizan tanto el Estado como la empresa. Él o ella contribuye individualmente a su pensión, paga -endeudándose- la educación de sus hijos y paga (el copago no es más que el principio) por los servicios sanitarios. No es que desaparezca el Estado del Bienestar, sino que cambia radicalmente de función. Los derechos sociales se convierten en "deudas sociales" y éstas a su vez en "deudas privadas", y el usuario o beneficiario pasa a convertirse en "deudor" frente al Estado. Por ello este "emprendedor" representa, en el marco de la economía de la deuda, otra forma de proletarización y de servidumbre que en cierto modo recuerda al trabajo forzado por deudas, tanto el que es propio de la era colonial del capitalismo (peonaje, indenture) como el que es generado por las leyes de extranjería.
En este contexto la confianza de la que habla Nietzsche -y la prensa económica- no tiene nada que ver con una fuerza generosa hacia los demás, pues se reduce a una confianza en la solvencia del deudor. La promesa de un pago futuro nos remite además a la producción de una temporalidad determinada. Un aspecto esencial de la lógica financiera es la manera que tiene de apelar al futuro, de anticiparlo y de hacerlo presente. Por este motivo "la deuda no es solo un dispositivo económico, es también una técnica de gobierno y de seguridad que se dirige a reducir la incertidumbre de los comportamientos de los gobernados." (...) "[La finanza] encierra los posibles en un marco preestablecido al tiempo que los proyecta en un futuro. Para ella el futuro no es sino una anticipación de la dominación y de la explotación actual. Pero si se sobrepasa un umbral crítico de incertidumbre en cuanto al futuro de sus relaciones de explotación y de dominación, el presente vacío de posibles se hunde. La crisis es entonces una crisis del tiempo y la emergencia de un tiempo de creación política y social, que las finanzas se empeñan en destruir. ¡Nosotros estamos en esta situación! ¡La lógica de la deuda asfixia nuestras posibilidades de acción!"
El "umbral crítico de incertidumbre" se sobrepasó con la crisis de las subprime estadounidense, con los estallidos de las burbujas inmobiliarias y las sucesivas crisis financieras. A cambio de congelar salarios, negar el derecho a la vivienda y a la educación, y rechazar la mutualización social contra el riesgo (de desempleo, sanitario, pensiones), el neoliberalismo había propuesto créditos al consumo, compra de títulos bursátiles que se revalorizaban con el tiempo, créditos para pagar los estudios, inversión en seguros y fondos de pensiones. Pero "el sistema de crédito solo funciona en una economía en expansión que se amplía sin cesar a nuevos prestamistas" (Yann Moulier Boutang, "L'abeille et l'économiste", Carnets Nord, 2010), por lo que los Estados promovieron que la banca financiara el acceso de los pobres a la propiedad. De ahí que en Estados Unidos la proporción de propietarios de vivienda (o hipotecados) llegara al 73% en vísperas del crac de 2007-2008. Las finanzas debían resolver la tensión interna que existe entre el trabajador que debe ganar menos y gastar menos en prestaciones sociales y el consumidor que debe comprar cada vez más, asumir individualmente cada vez más riesgos... y especular con los mismos si quiere obtener más ingresos. Por eso tienen parte de razón tanto quienes denuncian a los banqueros como los que hablan de "la parte que nos toca". En cierto modo, son los deudores pobres los que, de forma masiva, colapsaron el sistema. Así pues, como dice Lazzarato, "lo que quebró no es la "especulación", el supuesto desacoplamiento entre las finanzas y la economía real, sino la pretensión de enriquecer a todo el mundo sin tocar el régimen de la propiedad privada". Al final, solo una minoría de la población se convierte en rentista, mientras la mayoría se enfanga en la deuda, ya sea privada o pública (que afecta incluso a quienes nunca han pedido un crédito al banco).
Lo que no se consiguió con el endeudamiento privado masivo -trascender la lucha de clases, que ha vuelto con fuerza- se pretende obtener desde la deuda pública o soberana. En este plano todos -o casi todos- nos convertimos en deudores. Y la deuda, infinita. Con ella se busca restablecer la técnica de gobierno y dominación que ofrece las finanzas. "Es la deuda soberana y no el mercado la que, en un último análisis, garantiza y hace posible la circulación de deuda privada."
Es una pena que la mirada de Lazzarato sea un tanto eurocéntrica, algo lógico si tenemos en cuenta la que está cayendo en el viejo continente. La economía de la deuda encuentra en Asia una trayectoria histórica particular y en el laboratorio latinoamericano un marco idóneo de análisis. Gobiernos progresistas como los de Brasil, Venezuela o Argentina rompieron con el Consenso de Washington, tras pasar por momentos como los que hoy afronta Europa, pero curiosamente, ninguno rompió realmente con la lógica financiera: saldaron y continúan saldando deudas externas pendientes (en el caso argentino, con una importante quita, es cierto). Para ello acentuaron el extractivismo minero y agropecuario, lo que remite a la única deuda que no se puede saldar: la ecológica. En el caso brasileño, la deuda externa convive hoy con una abultada deuda interna de la que apenas se habla.
Maurizio Lazzarato realiza una acertada descripción del neoliberalismo como ideología y como gubernamentalidad, y de la deuda como su principal técnica de dominación. Sin embargo, me parece que va un poco lejos al identificarlo con el capitalismo que, según él, "no es una estructura ni un sistema". Toma una parte (el capitalismo neoliberal) por el todo (el capitalismo como sistema histórico). Es cierto que cuando nos limitamos a una perspectiva puramente sistémica acabamos ignorando los aspectos relacionales del poder y pasamos por alto la cuestión de la subjetividad. Pero al insistir en la relación acreedor-deudor como fuente de valor, y no como forma de evaluar y extraer valor de la actividad humana colectiva, prescinde de esta última y de las contradicciones que plantea al capital. Podemos decir que, pese a todo, no solo somos deudores. Lazzarato critica a sus amigos de la escuela del capitalismo cognitivo cuando sostienen que es el conocimiento, la cooperación cognitiva (que no es sino otra manera de concebir el trabajo) la fuente de valorización y de explotación, porque a su juicio esto no da cuenta de la multiplicidad y heterogeneidad de las diferentes relaciones de poder que solo la deuda parece aglutinar. Pero es que el capital no es el único eje de dominación, o dicho de otra manera, su lógica no permite explicar por si sola todos los demás ejes.
Sea como fuere, Lazzarato adopta esta posición porque considera que "la única manera de bloquear y de dar la vuelta no ya a los "riesgos" de las finanzas, sino al poder destructor de la deuda (...) reside en la capacidad de acción y de pensamiento colectivo de los deudores." Hay quien, probablemente sin leerle, ya plantea el antagonismo en estos términos. Dmytri Kleiner, el autor de The Telekommunist Manifesto, y otros simpatizantes, impulsan en la red el Partido Internacional de los Deudores. De momento han creado un grupo en Facebook y un wiki. Parten de una lógica identitaria con la que hay que ser cauteloso (para que no se convierta en un fin):
"La política de tipo laborista está fallando porque los trabajadores ya no se identifican como trabajadores, por lo que cualquier llamamiento dirigido a los trabajadores es improbable que consiga resultados. Del mismo modo que la economía ha evolucionado desde el simple modelo de producción en el que nació este lenguaje clásico, así debe cambiar también el lenguaje de la política de clase."
"No podemos movilizar a las masas como trabajadores, pero podemos movilizarlas como deudores."
Bueno, pues que así sea.
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Cuando se quiere señalar el fin del régimen de apartheid en Sudáfrica suelen
citarse diversas fechas, según los gustos. El año pasado se conmemoró el discurso de Frederic de Klerk
en el parlamento sudafricano y el vigésimo aniversario de la liberación
de Nelson Mandela, coincidiendo con la celebración de la Copa Mundial
de Fútbol. Otra día significativo fue el de las elecciones de 1994. Pero
no menos importantes fueron las fechas en que se fueron derogando las
principales leyes que sustentaron el régimen. Así, fue un 30 de junio de
1991 cuando entró en vigor la Abolition of Racially Based Land Measures Act No 108, aprobada el 5 de junio, que derogaba las leyes que discriminaban sobre el uso y ocupación de la tierra: la Black Land Act (1913), el Development Trust y la Land Act de 1936, the Group Areas Act (1966)
y la Black Communities Development Act (1984), junto con otras secciones y leyes. Todas ellas institucionalizaron la discriminación
racial en el acceso a la tierra, una de las bases del apartheid.
Lo que muestra la simple enumeración de estas leyes es que el apartheid constituyó un largo proceso que duró todo un siglo, un interminable work in progress. Entre 1920 y 1949 los
negros fueron expulsados de los oficios cualificados (1922), más tarde de las listas
electorales (1936, 1956). En 1949 la ley prohibió los matrimonios mixtos
entre blancos y mestizos; finalmente, los mestizos (coloured people) fueron borrados a su vez de las listas electorales en la provincia de El Cabo. Frente al debilitamiento, a principios del siglo XX, de la compartimentación en las minas, el Estado sudafricano respondió con la segregación social y racial, lo que permitió la consolidación de
una sociedad capitalista como en ningún otro lugar del África
subsahariana.
Cada año que pasa, con cada nuevo cumpleaños del hoy celebrado Nelson Mandela, Israel aprueba nuevas leyes segregacionistas, en una dinámica no muy diferente, a pesar de las lógicas diferencias históricas, culturales y geográficas. El Centro Legal para los Derechos de la Minoría Árabe en Israel (Adalah) y la Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI) realizan el seguimiento de las leyes discriminatorias e intentan contestarlas en los tribunales. Basándome en su trabajo, aquí expongo un pequeño recordatorio de las leyes más recientes que ha propuesto el gobierno o aprobado un parlamento israelí (Knesset) dominado por la extrema derecha:
Tierras
• La Ley sobre la Administración de la Tierra de Israel(3 de agosto de 2009): establece un amplio programa de privatizaciones de tierra considerada de dominio público o estatal. Básicamente, se trata de la tierra que perdieron los refugiados y desplazados internos palestinos (considerada "propiedad de los ausentes"), las tierras de los pueblos árabes que fueron evacuados y destruidos, y las que fueron confiscadas a los palestinos por diferentes vías. El Estado de Israel se convirtió de esta manera en el propietario del 93 % de la tierra, que luego arrienda a sus residentes. La ley permite ahora venderlas a las personas e instituciones judías, las tengan arrendadas o no. Se crea además un nuevo Consejo de la Autoridad de la Tierra, la mitad de cuyos representantes están en manos del Fondo Nacional Judío, organismo paraestatal que precedió a la creación del Estado de Israel y cuyas tierras están reservadas exclusivamente a los judíos. La ley afecta también negativamente a los beduinos del Neguev, que están siendo objeto del acoso y la expulsión por parte de las autoridades israelíes.
• Enmienda a la Ordenanza sobre la Tierra (Adquisición para usos públicos) de 1943 (10 de febrero de 2010): la ley confirma la propiedad estatal de la tierra que se ha venido confiscando a los palestinos desde la época del Mandato británico, aunque no haya cumplido los objetivos públicos para los que supuestamente se aprobó la confiscación. Esta ley impide que los árabes puedan reclamar sus tierras judicialmente.
• La Ley sobre los Comités de Aceptación (22 de marzo de 2011): legaliza los "comités de aceptación" que se crearon en setecientos pueblos y comunidades de pequeño tamaño. Estos comités tienen plena discrecionalidad para rechazar a una persona o familia que desee vivir o comprar una propuedad en dichas comunidades si consideran que "no se adapta a la vida social de la comunidad... o al tejido cultural y social del pueblo". Algunas comunidades podrán establecer otros criterios de acuerdo con sus características especiales, como las que proclaman tener una "visión sionista". De esta manera, la ley
pretende denegar el acceso de los árabes y de otras minorías étnicas a
las comunidades judías que se han asentado en tierras estatales.
• Enmienda no. 3 a la Ley de Tierras de Israel (marzo de 2011): la ley impide que una persona física o jurídica pueda vender tierras o alquilarlas por un período de más de cinco años, o transferir derechos de propiedad privada sobre las mismas, cuando el destinatario es "extranjero". Según la ley, los extranjeros son las personas que no sean residentes, ciudadanos de Israel, o judíos que tienen el derecho de emigrar a Israel en virtud de la Ley de Retorno (1950). De esta manera se impide que los refugiados palestinos -propietarios originales de dichas tierras- puedan comprarlas o alquilarlas, algo que hasta ahora era teóricamente posible al ser considerados "ausentes" mientras no se resolviera el conflicto israelo-palestino.
Derechos sociales, civiles y políticos
• La Ley de Eficiencia Económica (2009): una parte de la ley se
refiere a las "áreas prioritarias nacionales", categoría que el gobierno
atribuye discrecionalmente a ciudades, pueblos y comunidades para
justificar la transferencia de ingentes cantidades de dinero público. La
reforma legal busca sortear una sentencia del Tribunal Supremo de 2006,
que había demostrado que el gobierno había aplicado este concepto de
manera discriminatoria: sólo cuatro comunidades árabes eran consideradas
"áreas prioritarias nacionales" frente a 553 comunidades judías. Otra
sección de la ley discrimina a las familias beduinas a la hora de atribuir las ayudas familiares por niño.
• Enmienda No. 40 a la Ley Presupuestaria (conocida como la "Ley Nakba"): Esta reforma de la ley presupuestaria
afirma que las organizaciones e instituciones que conmemoren la Nakba como un día de duelo,
aunque sean escuelas árabes-palestinas, o rechacen "el carácter judío y democrático del Estado", no podrán recibir fondos públicos. Semejante norma viola claramente el principio de igualdad y el derecho a la libertad de expresión.
• Diversas leyes otorgan preferencias a quienes han prestado el servicio militar a la hora de obtener ayudas para la educación, la compra de la primera vivienda o para acceder a la función pública civil. Otra manera sutil de discriminar a los árabes, que no realizan el servicio militar por razones históricas y políticas.
• Proposición de ley de protección de los valores del Estado de Israel (2009):
esta propuesta legislativa pendiente de aprobación prevé el cierre de
asociaciones o compañías si sus objetivos ponen en peligro al Estado en
tanto que "judío y democrático", lo que implica una investigación
ideológica desde presupuestos ultranacionalistas. Esta disposición se
parece a la sección 7A de la Ley Básica sobre la Knesset (1985), que
obliga a los partidos políticos árabes a aceptar el carácter judío del
Estado.
• Ley contra la imposición de un boicot (11 de julio de 2011): esta ley castiga
a quienes inicien, promuevan o publiquen material que instigue el
boicot económico contra Israel. La ley considera estas acciones como
delito e impone una compensación económica a las partes supuestamente
afectadas por el boicot. No importa si los demandantes no prueban los
daños: en este caso se impone una indemnización de base de 30.000 nuevos
shéquels (8.700 dólares). Las organizaciones que promuevan el boicot no
podrán presentarse a licitaciones o a convocatorias de subvenciones.
• Ley relativa al deber de revelación de los receptores de ayuda de una entidad política extranjera (febrero de 2011):
la ley obliga a las organizaciones no gubernamentales a que declaren
trimestralmente al gobierno toda financiación recibida por gobiernos o
donantes públicos extranjeros. Esta exigencia superflua de transparencia
(las organizaciones ya realizaban una declaración anual) impone cargas
administrativas añadidas y disuade la financiación desde el exterior a
las organizaciones palestinas y de defensa de los derechos humanos que
son muy dependientes de las mismas. En cambio, los colonos judíos, los
grupos de extrema derecha que reciben financiación privada quedan
exentos de este deber de "transparencia" y la ley exime explícitamente
de esta obligación a la Organización Sionista Mundial, la Agencia Judía para Israel, la United Israel Appeal o el citado Fondo Nacional Judío.
Ciudadanía
• Enmienda No. 10 a la Ley de Ciudadanía de 1952, para revocar la ciudadanía por actos considerados de espionaje y terrorismo (28 de marzo de 2011): permite que los tribunales revoquen la ciudadanía de personas condenadas por traición, espionaje, colaboración con el enemigo en tiempos de guerra, y actos de terrorismo, si así lo solicita el Ministerio del Interior, como parte de la sentencia que pronuncien. La revocación total se da cuando la persona condenada tiene doble ciudadanía; si no es así, se rebaja su estatus, de "ciudadano" a "residente". La ley apunta evidentemente a los árabes israelíes, a quienes la extrema derecha israelí exige una demostración especial de lealtad, y sucede a la condena del activista Ameer Makhoul.
• Enmienda a la Ley de Ciudadanía de 1952: el gobierno aprobó el
10 de octubre de 2010 otro proyecto de enmienda de la ley de ciudadanía
que exige a quienes se naturalicen como ciudadanos israelíes o a quienes
soliciten por primera vez un carnet de identidad israelí jurar lealtad
a Israel en tanto que Estado "judío, sionista y democrático". La
enmienda denigra e inferioriza a los árabes israelíes y afecta
especialmente a sus cónyuges provenientes de los territorios ocupados o
de otros países árabes. Todavía no ha conseguido aprobación parlamentaria.
Procedimiento penal, prisiones y presos
• Enmienda No. 2 (Orden Temporal) a la Ley de Enjuiciamiento Criminal (2010): la ley extiende la vigencia de los procedimientos especiales de detención de los "sospechosos por delitos contra la seguridad". Dichos procedimientos especiales prevén la detención de un sospechoso antes de su comparecencia ante el juez durante 96 horas (frente a las 48 horas del régimen común) y permiten que los tribunales prolonguen dicha detención e interrogatorios sin presencia judicial o de abogado durante 20 días, lo que incrementa seriamente el riesgo de tortura. Prácticamente todos los sospechosos a los que se aplica la ley son palestinos de los territorios ocupados o residentes en Israel.
• Proyecto de Ley no. P/18/558(2011): la propuesta del gobierno israelí permite al Servicio de Prisiones prohibir el contacto entre los presos condenados por delitos contra la seguridad y sus abogados, supuestamente para evitar que pasen información a "organizaciones terroristas". El objetivo de la ley son 4.700 palestinos encarcelados como "presos de seguridad" y sus abogados, en su mayoría también palestinos.
• Las “Leyes Shalit”: se trata de un paquete de leyes que se encuentran en vías de aprobación en la Knesset que imponen severas restricciones en el régimen penitenciario de los palestinos presos por delitos contra la seguridad como medio de presión para obtener la liberación del soldado Gilad Shalit.
• Ley para despojar del salario a un miembro actual o pasado de la Knesset por la comisión de un delito (2011): esta ley elimina el salario y las pensiones a los miembros de la Knesset que hayan sido acusados por el Fiscal General como sospechosos de delitos castigados con penas de 10 o más años en prisión, y/o quienes no comparecen en los procesos judiciales que les afectan. Se trata de una ley destinada específicamente para el ex diputado árabe Dr. Azmi Bishara, que se exilió después de que la policía israelí abriera una investigación contra él, aunque luego el Estado nunca lo llevó a juicio ni pudo demostrar delito alguno.
La lista es larga, aunque no exhaustiva, y no incluye las políticas coloniales en Cisjordania y Gaza. Se refiere principalmente a la ofensiva legislativa más reciente, la que se aplica a los palestinos residentes en Israel, o a quienes sobreviven en las prisiones israelíes. Una ofensiva que confirma lo que el geógrafo crítico Oren Yiftachel califica como la "consolidación opresiva" de la "etnocracia" israelí: un Estado articulado en torno a un grupo étnico que impone un proyecto colonial mediante un arsenal de dispositivos de control político, económico y espacial. En un artículo publicado en 2005 Yiftachel decía que la llamada desconexión de Gaza, con la progresiva absorción en los hechos de Cisjordania y Jerusalén Este, abrió las puertas al desarrollo de un "apartheid sigiloso":
Bajo este orden, una jerarquía de derechos se institucionaliza y se legaliza gradualmente, sobre la base de la etnicidad y de la ubicación. Este orden es "sigiloso" porque nunca ha sido declarado abiertamente, ni apoyado por ningún movimiento político. En un juego de engaños, todos los actores hacen la vista gorda y continúan apoyando la ilusión de una paz inminente.
El intento de Mahmud Abbás de que la Organización de Naciones Unidas reconozca a Palestina como Estado independiente, aunque pueda abrir vías inéditas de presión, es el último capítulo de un juego que las revoluciones árabes han vuelto completamente obsoleto. La declaración de un Estado palestino no puede resolver la cuestión palestina, porque ésta es en realidad la de la etnocracia israelí. El Estado de Israel solo parece aceptar dos opciones en relación con los palestinos: la limpieza étnica (que podría derivar en genocidio abierto) que promueve gente como el Ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman, con una Israel habitada casi exclusivamente por judíos y una Palestina convertida en una multiplicidad de "reservas indias"; o la gestión discriminatoria de la población palestina, dentro y fuera de las fronteras de 1967, mediante un apartheid sigiloso y cada vez menos sutil. Una gestión que no sólo afecta a los árabes.
No podrá haber una paz justa y duradera en los territorios que conocemos como Israel y Palestina sin una democracia real, en la que el bienestar, la seguridad y la misma identidad de un grupo étnico o social se construya a expensas del sometimiento, la humillación y la degradación de los demás. Los gobiernos occidentales que sostuvieron las dictaduras árabes y promueven la segregación en el espacio euromediterráneo sostienen hoy el apartheid de los palestinos, que deben "reformarse" y "adaptarse" a dicha forma de dominio. Las recientes protestas sociales en Israel muestran cómo la etnocracia genera nuevas desigualdades y fracturas en el seno del grupo teóricamente beneficiario de la ocupación y el apartheid. Pero también ponen de manifiesto cómo estos constituyen todavía una barrera mental que bloquea la marcha hacia la democracia. "La corriente mayoritaria de la opinión pública judía decidió por su cuenta, y sin mucha reflexión interna, que la justicia social podía coexistir con un sistema de exclusivismo étnico", escriben Max Blumenthal y Joseph Dana a propósito del movimiento de 14 de julio. Ese sistema, como antes el sudafricano, es el que hay que desmontar.
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El antropólogo francés Alain Bertho lleva años documentando y analizando las revueltas que se producen por todo el mundo. Su blog no es muy sofisticado, pero en él reúne una base de datos única de artículos de prensa sobre manifestaciones, protestas de todo tipo (estudiantiles, obreras, ciudadanas), rebeliones y explosiones sociales diversas, incluso los altercados que se produjeron este verano en la costa mediterránea española.
Antes de este año movido, Bertho ya había documentado las insurrecciones y manifestaciones que se produjeron durante el período 2007-2009, y constató que, efectivamente, asistíamos a una extensión en cantidad, y con variada intensidad, de las diversas formas de protesta y de revuelta. Escribió un libro y elaboró un mapa (clicar para ampliar):
Llaman la atención las llamadas "rebeliones del hambre" de 2008 por las subidas de los precios de los cereales en África, Caribe y otras regiones, y la cantidad de movilizaciones que se produjeron en Europa en ese período. Como Bertho se basa principalmente en fuentes periodísticas, es posible que haya una sobrerrepresentación de lo que sucede en ese continente, pero aún así no podemos dejar de apreciar la ebullición europea en un momento en que muchos se preguntaban por qué la gente no salía a la calle. Pero en Europa hay una densidad elevada de organizaciones y movimientos sociales, en las que la manifestación o la huelga no deja de ser una forma de acción habitual y hasta rutinaria. La clasificación de Bertho no distingue demasiado entre las cualidades de unas u otras formas de acción, pero es un buen punto de partida. Compárese, por ejemplo, con la escasez de movilizaciones en Estados Unidos (donde las protestas son por cierto cubiertas más por la prensa local que por la nacional) o en Australia. Otro elemento a destacar son los puntos rojos, que indican "muerte de un joven" y que están en el origen de muchos disturbios. En Europa aparecen bastantes puntos rojos. Muchos de los cuales corresponden a inmigrantes o a nacionales de ascendencia inmigrante, lo que explica la relativa invisibilidad mediática, salvo cuando se producen disturbios de cierta entidad. Tanto en Europa como en África o Asia, Alain Bertho atribuye a muchos conflictos un fuerte componente identitario y hay temas que son recurrentes, pese a las diferencias geográficas y culturales: contra el encarecimiento de la vida, la corrupción de los gobiernos, el fraude electoral, la violencia policial, la deficiencia de los servicios públicos esenciales (electricidad, vivienda, agua), las expulsiones de los más pobres, las condiciones de escolarización y de la educación.
Y llegamos a 2011. El sitio web worldatprotest.com visualiza todo lo que recopila automáticamente de la prensa en inglés que tenga que ver con protestas, manifestaciones y levantamientos populares. Puede verse por días aislados o por lo acumulado en un período concreto. Durante los primeros días de enero la cosa empezó a calentarse, como sabemos, en el norte de África pero también en China.
A fecha de hoy, este es el aspecto que ofrece nuestro agitado mundo (cuanto más cálido es el color, más artículos sobre protestas y disturbios):
Ahora las protestas son más habituales en Estados Unidos, aunque allí lo hagan a su manera. Alain Bertho destaca que en las protestas árabes y en las que se producen en otras partes ya no se esgrimen las banderas rojas o verdes que encarnaban combates colectivos del pasado. Lo que los jóvenes tunecinos, egipcios, libios o sirios enarbolan son banderas nacionales que cobran un sentido alternativo y novedoso: "como la afirmación de un común popular frente al Estado", escribe en Mediapart. "Como una exigencia: la exigencia de ser plenamente considerado en su propio país, de contar cada uno como elemento que forma parte de este pueblo nacional, en su libertad, su dignidad, su utilidad", pero "como si la voluntad de emancipación se emancipara del Estado mismo".
Un grupo de jóvenes palestinos creó una canción que parodia la iniciativa de la Autoridad Palestina por la que esta semana pretende obtener el reconocimiento como el centésimo nonagésimo cuarto Estado miembro de las Naciones Unidas. Critican que pretenda obtener el reconocimiento de un Estado ficticio e inviable como forma de legitimarse en un fantasmagórico "proceso de paz", un proceso en el que Mahmoud Abbas se ha caracterizado por la complacencia frente a la arrogancia de Israel. La posición de muchos palestinos es que la reivindicación de la estatalidad debe supeditarse al respeto de los derechos humanos y particularmente del "derecho de retorno" de la diáspora palestina. Visto en el blog de Linah Alsaafin en Electronic Intifada (traducción de la versión en inglés, no del árabe; cualquier corrección será bienvenida).
La silla azul
Esta es la historia de una mágica silla azul…¡Una silla azul que viajará, se elevará y volará! Llega en azul oscuro…y en blanco se dibuja Palestina (2X)
Esta silla…no es cualquier silla (2X) ¡Esta silla es de un tipo mágico y extraordinario!
Esta silla azul…puede elevarse hacia lo alto Esta silla azul…puede conseguir Puede traernos un Estado ¡Esta silla es una mágica silla azul!
Esta es la historia de una mágica silla azul…¡Una silla azul que viajará, se elevará y volará! Llega en azul oscuro…y en blanco se dibuja Palestina (2X)
Esta Silla…no es cualquier Silla (2X) ¡Esta silla es de un tipo mágico y extraordinario!
Esta silla azul… una silla para nuestros refugiados Esta silla azul… nos dará nuestro “Derecho de Retorno” Esta silla… nos devolverá Jerusalén y Palestina
Esta es la historia de una mágica silla azul...¡Una silla azul que viajará, se elevará y volará! Llega en azul oscuro…y en blanco se dibuja Palestina (2X)
Esta Silla… no es cualquier Silla (2X) ¡Esta silla es de un tipo mágico y extraordinario!
Tenemos nuestra silla azul… con su propio número Un enemigo de los asentamientos a los que sirve
Somos los palestinos… con nuestra mágicamente peligrosa silla azul Somos un pueblo… como ningún otro pueblo ¡Somos un pueblo… que se ha enamorado de las sillas!
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El primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan ha reactivado la política exterior de su país. Actualmente de gira por varios países árabes, en las últimas semanas Erdoğan había elevado el tono contra su antiguo aliado Israel, a propósito del bloqueo de Gaza y el ataque al buque turco Mavi Marmara el año pasado. Tras la publicación del Informe Palmer/Uribe, muy complaciente con la política israelí, Turquía expulsó al embajador de Israel y suspendió la cooperación militar. De esta manera parece haber terminado con el doble juego que siguió al ataque contra la primera flotilla de la libertad, en el que una retórica inflamada no impedía la preservación de canales soterrados de cooperación.
Pero durante el primer semestre de 2011 el terremoto árabe que se produjo en sus inmediaciones cambió las tornas. El Estado turco decidió ocupar con carácter preferencial el vacío político que Estados Unidos en el Medio Oriente, y la Unión Europea en el Mediterráneo, están dejando, especialmente tras la caída de piezas clave como Ben Ali y sobre todo de Hosni Mubarak. "El Mediterráneo no es un lugar desconocido para nosotros. A partir de ahora se verán continuamente nuestros barcos (militares)", advirtió Erdoğan a Israel (y, por extensión, a la UE y a EEUU) hace una semana, en una especie de versión local de la doctrina Monroe. También llamó a capítulo al gobierno sirio de Bashar el Assad, a quien exigió que detuviera la represión de las revueltas que están provocando un éxodo de refugiados hacia Turquía. No es el único Estado hiperactivo. Qatar hace uso de su "poder blando" mediático y financiero y juega un papel muy destacado en un lugar relativamente alejado como es Libia, en cuya guerra Turquía también terminó por hacer acto de presencia. Y Arabia Saudí todavía trata de apagar los fuegos de su periferia (Baréin, Yemen) por la vía militar. Pero es Turquía, país miembro de la OTAN, la que ha ido más lejos en su exploración de una vía autónoma, al enfrentarse abiertamente con ese "niño mimado" (Erdoğan dixit) que es Israel. Al mostrar músculo, el primer ministro consigue además poner prietas las filas de un ejército cuya cúpula había dimitido en bloque a finales de julio, ganando el largo pulso que enfrentaba al partido islamista gobernante y el ejército que se autoproclamaba garante de la herencia de Atatürk.
El subidón turco es también económico. Mientras la Unión Europea se hace el hara kiri económico, Turquía se convierte en la economía europea -o euroasiática, si lo prefieren- que más crece (10, 2 % en los seis primeros meses de 2011), impulsada principalmente por la inversión privada y el consumo interno. En lo que va de año, más que China. Pero a diferencia de ésta, Turquía tiene el talón de aquiles de un elevado déficit en la balanza por cuenta corriente (9,5 % del PIB) y una burbuja inmobiliaria recalentada en parte por capitales que huyeron de otros lados y que podrían volver a desplazarse. A su vez, empresas turcas invierten en sus vecinos Grecia y Rumanía, gravemente afectados por la crisis financiera. Los conglomerados empresariales turcos incrementaron en los últimos años sus inversiones en el extranjero: los flujos anuales de inversión pasaron de mil millones de dólares en 2005 a 2.6 mil millones en 2008, para luego descender en 2009 con la crisis financiera.
El actual liderazgo turco está dispuesto a seguir un camino similiar al que emprendió Brasil en Sudamérica. De ahí que visite precisamente los países árabes más afectados por las revueltas de 2011: Egipto, Túnez y Libia. El gobierno de Erdoğan trata de influir y exportar su versión del islamismo. Pero a diferencia de Brasil, Turquía no promueve una estructura como Unasur (mantiene sus aspiraciones europeas), no dispone de un arma económica como Petrobras, y el AKP tampoco es el Partido de los Trabajadores. Pero geopolíticamente no es lo mismo verse como un país periférico europeo, ninguneado y que negocia un capítulo tras otro sin saber si el languideciente eje franco-alemán le dará algún día el plácet, que como el centro de una región que conecta con varios mundos por vía fluvial y marítima (la versión inglesa del diario Hürriyet contiene una sección dedicada a los países de su entorno y lo divide así: Éufrates, Amu Derya, Danubio, Volga, Kura-Aras). En el exaltado discurso que pronunció tras su aplastante victoria en las elecciones de junio, Erdoğan declaró
"Créanme, Sarajevo hoy ganó tanto como Estanbul, Beirut ganó tanto como Izmir, Damasco ganó tanto como Ankara, Ramallah, Nablús, Jenín, Cisjordania, Jerusalén ganaron tanto como Diyarbakir."
Que haya comparado las ciudades palestinas ocupadas con una ciudad de mayoría kurda, "libre", no es inocente. Y debería invitar a la prudencia a los palestinos que valoran positivamente el progresivo aislamiento israelí. El ejército turco prosigue su guerra contra el PKK kurdo, dentro y fuera del país, y la cuestión kurda dista de haberse resuelto. Turquía no es el primer Estado que enarbola la causa palestina en función de sus propios intereses estratégicos. Pero no es menos cierto que de momento ha abierto, al menos, una vía de escape donde antes solo había callejones sin salida.
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