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2011/10/26 09:00:21.848000 GMT+2

Sirte, Wall Street


Fotografía de Philippe Desmazes, tomada el 16 de octubre de 2011 en Sirte, Libia. AFP - Getty Images

"Hoy Libia, mañana Wall Street", es lo que puede leerse en la extraña pintada -escrita en inglés- frente a la cual descansan milicianos opuestos a Muamar El Gadafi. Un día antes se habían celebrado manifestaciones por todo el mundo reclamando un cambio global que favorezca a la mayoría de las personas, y el movimiento Occupy Wall Street tenía un espacio preeminente en los medios internacionales. ¿Habrá querido el autor mostrar un signo de solidaridad con los manifestantes? ¿Reclama una vinculación de la rebelión armada libia con los movimientos pacíficos de otras partes del mundo? El anónimo autor del texto parece sugerir que, ahora que Libia ha sido "liberada" de un dictador, queda pendiente la tarea, más compleja, de librarse de la dictadura financiera. Como será complicado librarse de la cultura militarista que ha engendrado la guerra.

La guerra libia es un ejemplo de cómo una revolución puede volverse fea. Después de un mes de asedio rebelde, con apoyo aéreo de la OTAN, poco queda de lo que una vez fue Sirte, la ciudad natal de Gadafi, ahora ejecutado extrajudicialmente. Sirte iba camino de ser la capital administrativa de Libia, con sus centros de convenciones y hoteles de lujo en los que ahora se hospedan cadáveres. Sirte es hoy ciudad para unos libre, para otros mártir, como antes Misrata, aunque esta tiene el triple de población y allí la batalla duró varios meses. Milicianos contrarios a Gadafi han perpetrado atrocidades equivalentes a las cometidas por las fuerzas oficialistas: asesinatos, torturas, persecuciones racistas, desapariciones forzadas, detenciones y represalias arbitrarias, etc. No obstante, sostener simplemente que nada ha cambiado, que todo ha cambiado para que nada cambie, o que resolver sin más que el cambio ha sido para peor, implica ignorar cuestiones incómodas que afectan a toda rebelión popular cuando la violencia termina por impregnarlo todo. Supone también un desprecio al pueblo libio, que queda o bien transfigurado en un hatajo de salvajes con barba y tez oscura entre quienes no existe la política y sus conflictos, o bien reducidos al papel de marionetas en manos de europeos o norteamericanos.

Un aspecto importante a tener en cuenta es que, aunque las tropas que formalmente dirige el Congreso Nacional de Transición incluyeran soldados y oficiales desertores del ejército y de las fuerzas de seguridad libias, la mayor parte de los guerrilleros son ciudadanos varones que se alzaron en armas para defenderse de la violencia ejercida por los diversos aparatos de seguridad (algunos dirigidos por hijos de Muamar el Gadafi), en especial de la temida Agencia de Seguridad Interna. No olvidemos que la chispa de la revuelta en Cirenaica prendió con motivo del recuerdo de la violencia de Estado: la detención de abogados vinculados a los familiares de las víctimas de la masacre de la prisión de Abu Salim en 1996. Amnistía Internacional documenta, basándose en fuentes médicas, 170 personas -en su mayoría desarmados- muertas por disparos de bala en apenas menos de una semana, entre el 16 y el 21 de febrero solo en Bengasi y en Al Bayda. Al margen de las respectivas propagandas y hechos inverificables, lo cierto es que tropas de Gadafi y sus comités revolucionarios aplicaron desde el principio un grado de represión que solo encuentra equivalente en Siria y en Yemen. En Misrata y en el este las protestas pronto desembocaron en asaltos a edificios de los comités revolucionarios, a comisarías y cuarteles. De allí saldrían las primeras armas de la rebelión.

La falta de un control efectivo sobre el territorio y las diferentes milicias por parte del Comité Nacional de Transición, que provocó continuos malentendidos con los aviones de la OTAN y que tanto critican líderes y analistas occidentales, se deben al origen popular y local del levantamiento, un aspecto prácticamente descartado de los análisis críticos con la guerra libia, que sobredimensionan en cambio la intervención de la OTAN, por más importante que haya sido. La revuelta fue urbana, la guerra que siguió también. Cada población fue apoderándose de sus respectivos territorios urbanos, a menudo siguiendo estructuras tribales que en Libia son flexibles. Así, por ejemplo, Trípoli cayó no por las tropas de Bengasi, sino por la intervención de los Zintani, las tribus árabes occidentales del Djebel Nefoussa. Las zonas menos levantiscas, donde más apoyos encontraba Gadafi, fueron áreas rurales y aquellas "ciudades pobladas mayoritariamente por grandes tribus muy implicadas en el sistema Gadafi" (Patrick Haimzadeh, Le Monde Diplomatique, septiembre de 2009): Bani Walid (tribu Warfalla), Tarhuna (tribu homónima), Sirte (tribu Gadafa), o la extensa Fezzan. A estas zonas llegaron guerrilleros foráneos con sed de venganza (gente de Misrata en Sirte). Pero la lógica de la purga puede derivar en auténticos desmanes.

Cuando una parte significativa del pueblo libio decidió tomar las armas para resistir la violencia de la familia Gadafi se enfrentó a la peliaguda cuestión de cómo conquistar su libertad sin tener que volver a perderla con nuevas cadenas, cómo crear una renovada comunidad sin generar jerarquías, exclusiones (de mujeres, de homosexuales, de inmigrantes, de clanes, etc.) ni nuevas tiranías. La violencia armada puede servir para resistir puntualmente una agresión, o para matar tiranos y transeúntes, pero suele ser un obstáculo para construir colectivamente cosas positivas y desde luego es impotente frente a la violencia financiera. De ahí la concepción zapatista del "ejército que quiere dejar de serlo", o el intento desesperado de los militantes de ETA por salir del callejón sin salida en el que se metieron.

Volviendo a la pintada que encabeza este texto, no hace tanto tiempo, en 1997, Albania vivió una peculiar situación Libia-Wall Street. El desplome del sistema piramidal financiero (estilo Ponzi) que había sido estimulado por la corrupta clase gobernante provocó una rebelión popular en la que los ciudadanos asaltaron cuarteles militares y depósitos de armas. Quienes no emigraron se organizaron en bandas armadas, o se apuntaron a grupos criminales ya existentes. Dichas bandas y grupos llegaron a apropiarse del gobierno de ciudades enteras, como Vlorë, Berat, Tepelena, Memaliaj, Ballshi, Sarandë, Cërrik, etc. Luego se restauró el Estado, pero algunos grupos permanecieron y tejieron redes transnacionales que se especializaron en negocios ilegales o poco claros. En la vecina Kosova, el tráfico de armas y la creciente violencia fortaleció al UCK frente al movimiento pacífico de desobediencia civil que se desarrolló tras la abolición de la autonomía. Las armas y la militarización de las relaciones sociales -fenómeno luego estimulado por las potencias occidentales- impidieron la construcción de formas benéficas y equitativas del común. Tal es el inmenso desafío al que se enfrentan los libios. El juego está abierto.

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Escrito por: Samuel.2011/10/26 09:00:21.848000 GMT+2
Etiquetas: albania violencia wall movimientos street otan libia revolución | Permalink | Comentarios (3) | Referencias (0)

Comentarios

Podrías titularlo "Entre Milošević y Gadafi, Wall Street", o algo parecido. Es muy agudo que para hablar de la revolución libia y el sabotaje de la Santa Alianza Atlántica vuelvas al origen del actual ciclo de intervenciones humanitarias, Kosova. Estaría bien tener más información sobre la historia reciente de los albaneses, yo al menos apenas sabía de aquel movimiento ciudadano de los 90. Por no saber, tampoco sé qué pasó después de las protestas de enero de este año.

Ahora que EEUU, Francia y otras potencias empiezan a enseñorearse en Libia, ¿cómo debemos actuar para apoyar la revolución? ¿Y es posible aplicar lo mismo en Siria? Porque cada vez hay más presión a favor de la intervención, ocultando lo que realmente pasa en el país: http://leninology.blogspot.com/2011/09/syrias-opposition-and-intervention.html Saludos.

Escrito por: Gonzaga.2011/10/26 21:46:28.996000 GMT+2

Hola Gonzaga, gracias por el enlace, muy interesante. El movimiento albanokosovar de los 90 fue conocido gracias a la controvertida figura de Ibrahim Rugova.

A la pregunta de cómo actuar con respecto a Siria, supongo que cabe apoyar de manera parecida a como se apoyó la revolución tunecina y egipcia. El problema es que allí operan algunos actores (en el exterior, exiliados cercanos a EEUU; en el interior, determinados grupos islamistas) que no gustan.

Escrito por: Samuel.2011/10/28 14:34:48.451000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel

He oido respecto a Siria que la UE defiende la intervención
frente a otras posturas.¿Es correcto?
De momento opta por presión y advertencia como se hizo con Libia en un primer momento. A veces, la mayoria, en occidente nos desesperamos, queremos todo y ya, va en nuestra cultura,queremos exito inmediato y queremos la foto, pero creo que a este despertar arabe le debemos fuego lento,paciencia y cariño como a los buenos guisos de lo contrario corre el peligro de quemarse y la culpa sería solo nuestra.
Sobre la muerte de Gadafi,imperdonable, no se trata de si otros mas o tambien o si es lógico o en el fragor ya se sabe....No se puede iniciar un camino basado en un Estado de Derecho siendo su primer paso infringirlo. Asi, lo ocurrido no es lo mas grave, lo inprescindible es que surja la institución interior que condene y actúe, ese sería un gran paso para el comienzo de la nueva sociedad Libia y daría una lección de Democracia a mas de un pais occidental que hipocritamente se lleva las manos a la cabeza hoy.        

Escrito por: Tailo.2011/10/29 14:07:22.918000 GMT+2

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