Nota previa: Esto va de fútbol. Si no te gusta, quizás tienes que dejar de leer aquí mismo.
Esta mañana he leído la personal y hermosa crónica que firma Jurdan Arretxe en Noticias de Gipuzkoa: Los dos minutos de Old Trafford. Cuando esta tarde-noche he repasado mis apuntes, he descubierto que los dos nos pusimos a escribir casi a la misma hora (a eso de la 1:00 de la mañana ya en el avión que nos traería a Foronda).
Dicen que en Old Trafford fuimos unos 6.000 los realistas que vimos el tercer partido de esta Champinons League. Tercer partido y tercera derrota. Todavía recuerdo cómo me enfadé al ver que Iñigo Martínez metía en propia puerta el balón cuando no llevábamos ni dos minutos de partido. ¡No me lo podía creer! El United fue muy superior, pero la Real tuvo oportunidades para igualar el marcador. ¡Lástima! De todas maneras, mi crónica es más personal que otra cosa.
El miércoles los dos despertadores sonaron a las 4:40 de la mañana. Después de desayunar y ducharme, me asomé al balcón para ver si el taxi había llegado ya. Fue puntual: a las 5:15 nos montamos Marijo y yo. El taxista nos acercó hasta el Estadio de Anoeta. A las 6:00 nos subimos al autobús con Edurne y a las 9:00 salimos del Aeropuerto de Biarritz.
1 hora 40 minutos después aterrizamos en Manchester. Llovía y la temperatura era más fresca que en casa. Nos subimos al autobús 41, el cual nos acercó al legendario Old Trafford. Después de sacarnos las fotografías de rigor y de comprarnos la bufanda conmemorativa del partido, visitamos la tienda oficial del United para dirigirnos al centro de la ciudad Marijo, Edurne, Itziar y Maria.
Nuestra intención era ir andando al centro, pero nos cruzamos con Ketari que nos recomendó que cogiéramos el tranvía, porque Piccadilly estaba como a cinco kilómetros.
La mayoría de la marea txuri-urdin estaba arracimada en torno a dos o tres pubs y en uno de ellos fue donde tomamos la primera pinta del día. Además de Ketari, por allí estaban Ana, Ainara, Arantza, Mikel, Juan, Jurdan, Txomin, Imanol...
Comimos en el Café Rouge. Otra vuelta por el centro, un nuevo café para calentarnos y rumbo al tranvía, aunque había organizada una kalejira (paseo) y fueron muchos los que se sumaron a la misma.
Cerca del campo estaba Lander Garro, grabando imágenes de este histórico día para emitirlas en la ETB en un programa especial presentado por el exjugador Zuhaitz Gurrutxaga. Vimos cómo llegó el autobús de la Real, pero no vimos a los jugadores, porque salieron por el otro lado. Eso sí, unos minutos antes entró por el mismo lugar el exmanager del club, Alex Ferguson.
Finalmente, nos encaminamos a la puerta E32, donde nos cachearon concienzudamente antes de entrar por una estrecha puerta que daba acceso a un buen tramo de escaleras. Nos situamos en el gallinero, detrás de la portería que defendió Bravo durante el primer tiempo. Allí estaba la práctica totalidad de la afición.
El campo es impresionante y tiene bien merecido su apelativo (Teatro de los Sueños).
Me quedo con dos momentos de toda la jornada, dos momentos grabados en vídeo: el primero recoge el momento en el que el equipo salta a calentar; en el segundo, los dos equipos saltan al campo. En este, suena el himno de la Champions y mis amigas lo cantan a voz en grito. Por algo cantan en un coro.
Llegué a casa a eso de las 7:30 de la mañana y la sensación es que mereció mucho la pena el viaje.
Ya lo dijo Imanol Murua Uria hace dos años: "Siete de la tarde del 20 de octubre de 2011. Se nos olvidará que a Muammar Gaddafi lo mataron ayer, pero no olvidaremos el día en que ETA comunicó el fin de la actividad armada". Y no, no se nos olvida. En su columna dominical en el diario Berria, Imanol escribe hoy de Euskal udazkena (El otoño vasco) y dice así en castellano.
El otoño vasco
Si un satélite en vez de nubes y tormentas, tuviera la capacidad de percibir los momentos de calma y felicidad , el hombre o la mujer del tiempo diría que se ha notado «una disminución repentina de la fuerza de la gravedad» en el entorno pirenaico. Diría que «no son fenómenos normales» y estaría en lo cierto. La felicidad siempre es exigua, mucho más entre los vascos y las vascas, tras 40 años de violencia política. Estas son, traídas al castellano (nota: al euskera en el original de Murua), algunas de las palabras del artículoThe Basque Spring escrito por Bernardo Atxaga y publicadas el 29 de marzo de 2006 (en inglés) en The New York Times. Fueron escritas al hilo de la tregua que ETA decretó tres días antes. Menudo peso nos quitamos de encima. Pero las cosas comenzaron a torcerse nada más publicar ETA su comunicado y Atxaga su artículo, y todo se fue al garete la siguiente primavera. Finalizó la primavera vasca.
Y la actual comenzó como lo hizo porque la de entonces acabó como acabó. ETA decidió decir adiós a las armas sin poner en vías de solución los nudos del conflicto, porque la izquierda abertzale concluyó que era necesario dejar a un lado la violencia para poner el conflicto en vías de solucionarse alguna vez. Hoy hace dos años dio ETA la buena nueva. Al día siguiente no fue Atxaga quien escribió en The New York Times, sino Tony Blair. En A Basque Peace, dio su bendición al camino iniciado en Aiete, dando a entender que tenía el beneplácito de algunas altas instancias de cierto prestigio. Estará arrepentido de lo que escribió si se ha dado cuenta de que dos años después no se ha cumplido nada de lo propuesto y casi pronosticado.
La decisión de ETA fue unilateral, pero vino tras varias rondas de conversaciones. A través de algunos intermediarios, el gobierno Zapatero y ETA intercambiaron mensajes a lo largo de 2011 y, debido a que a través de esos mensajes se le notificó que estaba al caer la decisión de ETA, fue como el Gobierno hizo posible que Kofi Annan y demás ofrecieran la pista de aterrizaje de Aiete. Poco después de hacer pública su histórica decisión, una delegación de ETA estaba sentada a la mesa en Oslo a la espera de la delegación del Gobierno español. En su comunicado del pasado mes de marzo, la propia ETA habló de compromisos. Que la «constitución de la delegación de ETA» fue una consecuencia de los compromisos gubernamentales, pero que Madrid no cumplió su palabra. Por el momento pueden leer hasta ahí. Y sabemos que a las puertas de las elecciones (y del relevo), Zapatero prefirió pasar al siguiente la mochila de Oslo.
Dicen quienes saben que, después de ganar las elecciones Rajoy pero antes de tomar posesión del cargo, hubo una reunión entre quien entraba y quien salía de La Moncloa donde se habló de quiénes esperaban en Oslo. Dio mucho que hablar la larga y, hasta su publicación, secreta reunión que mantuvo Zapatero con el recién nombrado ministro del Interior. Seguro que le escucharon con atención al contador de secretos, pero no recogieron la mochila. No fueron a Oslo. Para qué. Después, parece que siempre han hecho el mismo cálculo: la política de la mano dura nos da votos y dar pasos solamente acarrea riesgos; pues sigamos, por tanto, con la mano dura, como esta semana en la Audiencia Nacional.
Si el satélite de Atxaga percibiera los momentos de calma y felicidad, el hombre o la mujer del tiempo diría que hay un aumento notorio de la fuerza de gravedad en estos dos años en la zona pirenaica; y que esa fuerza de gravedad tiene especial intensidad en el centro de la Península Ibérica, esta semana nuevamente, en el entorno donde tiene su sede un tribunal especial. Menudo peso encima de los hombros. A ver qué racha de viento viene mañana desde Estrasburgo.
Aitzol
Aramaio fue un director de cine ondarrutarra que murió en abril
de 2011, repentinamente, a los 40 años de edad. Como era una persona muy
querida, sus amigas y amigos se confabularon para organizar
un festival en su honor: Marabilli.
La primera edición tuvo lugar en octubre de 2012 y el pasado fin de
semana, del 10 al 13 de octubre, se celebró
la segunda edición. Si le echáis un ojo al programa
comprobaréis que iba bien surtido.
Dos cineastas como
teloneros
Yo llegué el viernes por la noche y, tal como dijo Ima Ubeda
(cantante de Bide Ertzean),
pocas veces habrán hecho Fernando León de Aranoa y
Asier Altuna de teloneros de un grupo de música. Pues eso fue
lo que hicieron mientras hablaban de cine en la sala Bide Onera.
Este local se ha convertido, por causas de fuerza mayor, en la sede
principal del festival, ya que el pasado mes de junio cerró sus
puertas el Kafe Antzokia de Ondarroa.
Bide Ertzean ofreció un show
de una hora aproximada. Se centraron en su trabajo más reciente
(77) , pero también
hicieron alguna incursión en canciones de sus discos anteriores.
El disco fue grabado el pasado verano (2012) y ha permanecido en
conserva durante más de un año por decisión de la banda. Antaño
ya habían echado mano de eso que se llama la Memoria Histórica para
grabar un trabajo Non
dira inspirado en los perdedores de la Guerra Civil. Ahora se
zambullen en el ambiente de la Transición y de ahí el título, 77.
Ese año murió, tiroteado por la Guardia Civil, uno de los tíos
favoritos de los gemelos
Ubeda (2/3 de la banda). Se llamaba Sebastian Goikoetxea y, según
parece, era miembro de ETA (PM).
Volvieron al formato de sus inicios, power trio, y sudaron la
camiseta como siempre. Buen y contundente sonido. Están de gira y espero verlos otra vez muy pronto.
De ninja a mujer
Koldo Almandoz presentó en el mismo lugar el sábado al
mediodía, en sesion pre-vermut, sus trabajos audiovisuales más
recientes. Incluso su parte más bizarra: De
ninja a mujer. Hizo de guía comanche Angel Aldarondo.
Calla y toca
El sábado a la noche me acerqué al Victoria Eugenia Club para ver
la presentación del primer trabajo de Esnatu dira (Han
despertado) de Lou Topet.
Abrió el concierto Eneko
MobyDick. No le
había visto nunca en directo y rápidamente entendí que tenía merecidos los elogios que le había escuchado. No sé cómo
será cuando se baja del escenario, pero subido a él es un animal. Dueño de un vozarrón respetable, se concentra en cantar y
tocar la guitarra mientras pierde su mirada en vaya usted a saber
dónde.
Lou Topet es el nombre bajo el
que se esconde (poco) Oier Aranzabal. Canta y toca la guitarra
acompañado de tres músicos más: guitarra, bajo y batería. El tipo
apostó por presentar el disco en un lugar coqueto y céntrico, un
pequeño lujo. Y le salió bien la jugada, porque llenó la sala.
Elegante, como la música (americana de Zarautz) que practica
el combo. Grupo a seguir, sin ninguna duda.
Cuando Oier daba las gracias por décima vez, mientras nos echaba
en cara lo callados que estábamos, atronó Eneko MobyDick desde un
lateral: "Calla y toca". Podía haber firmado la frase el
cubano Eliades Ochoa: "Nosotros nada más que buenas noches y a
tocar".
Ahí está una de las claves. Políticas públicas y precariedad. En tiempos de recortes, baile de tijeras.
Esta misma semana, la revista Argia ha publicado una entrevista de Miel Anjel Elustondo a Amaia Rodríguez. En la actualidad, Amaia gestiona la conocida bodega riojana Remelluri, pero a finales del siglo XX tuvo responsabilidades de alto nivel en el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. Al hablar de aquella etapa dice cosas como estas:
"Mari Karmen Garmendia era la consejera. A mí me tocó trabajar con Txato Agirre y creo que hicimos un buen trabajo, aunque en mi vida (profesional) fue un periodo breve. Estaba en el mundo de la política, gestionando, no era una artista ni una creadora: mi trabajo consistía en ayudarles a ellos. La mayor parte de la partida presupuestaria estaba comprometida –quizás en proyectos que no eran de nuestro agrado–, y resultaba muy frustrante repartir el poco dinero restante entre los creadores. Hicimos lo que pudimos. ¡Una sensación agridulce! Ver que en este pueblo había tantos creadores trabajando y ver que los políticos estaban muy perdidos, tomando muchas veces decisiones erróneas... ¡Tremendo!"
Más adelante especifica cuál era el destino de la mayoría del dinero: el Museo Guggenheim.
Los grandes proyectos de hoy son más pequeños que ese monstruo, porque hay menos dinero. Pero la mayor parte del gasto también está comprometido y hay que hacer frente a los retos del siglo XXI. No va a ser nada fácil.
No he madrugado esta mañana. Me he levantado a una hora prudencial de domingo. He encendido el teléfono, ido a la cocina, levantado la persiana y puesto la radio. Un correo en mi teléfono me ha avisado de que "Desde Jamaica" estaba programado hasta el 1 de octubre.
Después de desayunar, he encendido el ordenador y he recogido el correo (como decía tu hermano Josemari).
Hechas todas las operaciones de rigor, he accedido a los dos últimos Zooilógicos que quedaban en la nevera. El primero va sobre una comida en La Moncloa entre Suárez, González y Aznar allá por abril de 1996, nada más ganar este último las elecciones. El segundo es el obituario de la sección y va dedicado a las y los periodistas. Se titula Perro de Prensa.
Subidos ambos textos y programados los tuits correspondientes, he ido a borrar del calendario la tarea que me avisaba de hasta cuando estaba Desde Jamaica actualizada. Luego me he dispuesto a escribirte estas líneas.
Han pasado ya cuatro años y pico desde tu muerte (28 de abril de 2009). Desde entonces, todos los días ha habido alguna novedad en tu web, pero ya se nos ha acabado el material disponible. No sé qué pasará a partir del 3 de octubre, aunque sí sé que la web no se renovará diariamente, pero ahí seguirán las Voces Amigas escribiendo y publicando (unas más que otras) sus apuntes, sus análisis, sus artículos, sus ideas...
Seguro que aparecen textos tuyos por ahí que merecen estar en este espacio. Si eso sucede, los iremos poniendo por aquí.
Estando en Buenos Aires, leí en Página 12 No
pretendo haberles sacado la ficha, una entrevista con un inglés (de Manchester) que había agarrado todos los colectivos de Buenos Aires (en total 140 líneas) y que ha publicado recientemente un libro titulado “Colectivaizeishon”.
Daniel
Tunnard es actor, traductor, guionista, escritor... que vive en Buenos Aires desde 1999. Escribe en un blog desde hace varios años y, en un momento dado, decidió subirse a todos los buses de la ciudad. El resultado es un libro titulado Colectivaizeishon.
En total han sido 340 viajes en las 140 líneas de Buenos Aires (más otro viaje en un autobús que va de Retiro a La Plata).
Dice que la idea la pilló de la experiencia de A. J. Jacobs en The
Know-It-All (Sabelotodo). Jacobs leyó durante un año la Enciclopedia Británica y lo contó en un libro.
Según parece, tiene ahora entre manos la idea de subirse a todos los trenes argentinos.
Nada más leer el artículo, pensé en que Alberto Moyano podría hacer algo parecido. Gipuzkoa
hiria (y no volvería). Pero me da que no será.
"Nosotros teníamos una casita en Denia y nos echaron por un PAI (Progama de Actuación Integrada). Urbanizaron. Y nos dieron dinero. Por aquí, casi todo el mundo tenía un huerto con dos naranjos y de repente le daban 20 ó 30 millones, lo que no le iban a sacar al huerto en tres siglos de cultivarlo. Así que, en apariencia, nos hicieron ricos, a unos a la fuerza y a otros por avidez. La gente descubrió que no tenía un huerto, una casita, sino mercancía para vender. Luego se lo han gastado en un Toyota, en la boda de los hijos o en putas. No ha sido un proceso de acumulación primitiva de capital. Ha sido un espectáculo de fuegos artificiales. Acabada la cremá, ha vuelto la noche. Antes, cuando yo era pequeño, llegabas en tren a Valencia y los maizales terminaban al pie de las casas de Russafa. No había chabolas, suburbios, como ocurría a la entrada de Madrid por Atocha. Ahora es al revés. Treinta o cuarenta kilómetros antes de llegar, empiezan los vertederos, los escombros, las naves industriales abandonadas. No hay huerta. Luego lo piensas y tiene su lógica, la lógica de nuestro principio de siglo: este señor que está criando cebollas, al final saca como mucho 100.000 pesetas al año, le atracan los yonquis, le quitan la cartera mientras está cavando, tiene ratas, le vuelcan escombros por la noche... De repente llega un constructor o alguien del puerto y le dice: yo almaceno los contenedores y a cambio le doy tres millones al año. Nadie está fuera de esa lógica. Con lo cual, los contenedores del puerto de Valencia ocupan cada vez más espacio y la huerta desaparece. Y los contenedores llegan ahora mismo hasta La Albufera. Es una barbaridad geográfica, social, paisajística, pero la lógica se ha impuesto: aquí, en la comarca en que vivo, pasa lo mismo con la naranja o con los almendros. Los huertos están abandonados. Agricultores ya no quedan. Queda algún viejo que tiene cuatro naranjos con los que pierde dinero cada campaña. Y de repente llegaba un tío con una cartera y un talonario y decía: toma veinte millones. La gente salía huyendo con los veinte millones, claro. Y ésa ha sido la mecánica. Han proletarizado a todo el mundo, sin que se dieran cuenta, a los hijos les ha quedado una boda, la entrada de un piso y el todo terreno, a los nietos, la mera fuerza de trabajo. Ha sido el espejismo de una falsa riqueza con el lógico corolario de la corrupción. Ha sido una mezcla de expulsión y rapiña y otra mezcla de espejismo de riqueza que iba a llegar. Todo el mundo iba a ser rico durante toda la eternidad. Y hasta que todos los rusos no tuvieran un chalet en el Mediterráneo esto no iba a parar".
La familia y sus amigas y amigos han agradecido en un comunicado la ayuda recibida.
Carta de agradecimiento de Guztion Artean Elkartea
La familia de Babou Diouf y el colectivo senegalés residente en Hondarribia quiere agradecer mediante esta carta toda la ayuda prestada para conseguir la repatriación de Babou, fallecido el pasado 19 de julio a los 28 años de edad.
El cuerpo finalmente será repatriado a Senegal este viernes 9 de agosto.
1.- Era la esquela de un chaval senegalés de 28 años.
2.- Estaba redactada en euskera.
"Babou Diouf. Donostian hil zen, 2013ko uztailaren 19an, 28 urte
zituela". Lo firmaba la Comunidad senegalesa de Hondarribia y pedían
dinero para la repatriación del cadáver. Un número de cuenta en Kutxabank: 20955039931072497125 (es de la Asociación Guztion Artean: en euskera, Entre Tod@s; concepto: ayuda para Babou).
Esta mañana he buscado en Internet y he visto que hoy mismo El Diario Vasco ha publicado un breve: Ayuda para repatriar a Babou Diouf a Senegal. La noticia dice que necesitan 7.000 euros (he llamado al tanatorio de Hondarribia y me han confirmado que es así).
Aparecen dos números de teléfono en El Diario Vasco: Osman (no le llaméis, está faenando) y Famara. He hablado también con Babakar Diouf (está en tierra).
Osman no me ha cogido el teléfono, lo tenía apagado, pero sí que me lo ha cogido Famara. Me ha dicho que es primo de Babou y que trabaja como arrantzale (pescador) en Hondarribia. Le he preguntado qué es lo que le ha pasado a su primo.
Me
ha dicho que vino hace unos cuatro meses. Estuvo varios meses en
Marruecos y pasó a España por Algeciras. Estuvo un mes en Málaga,
mientras Famara estaba de vacaciones en Senegal.
Cuando Famara regresó a Hondarribia, trajo a Babou aquí, ya enfermo. Pasó por el Hospital del Bidasoa (Hondarribia-Irun). Le hicieron diferentes pruebas médicas y lo hospitalizaron. Pasó un mes en dicho hospital, pero tuvieron que llevarlo al Hospital Donostia.
Me ha dicho Famara que ha estado muy poco tiempo con él, porque se tiró 40 días en la mar.
Sin ánimo exhaustivo, he buscado en la web apuntes y columnas que Javier Ortiz publicó sobre los diferentes accidentes sobre los que le tocó escribir. Recordaba el accidente de Metro de Valencia (3 de julio de 2006), pero ha aparecido uno de tren ocurrido a comienzos del 2003 (Talgo Madrid-Cartagena) con Álvarez Cascos como ministro de la cosa. Ortiz tituló su apunte Otra vez «el fallo humano» (6 de enero de 2003).
Viene bien recordar todo esto porque dicho apunte nos sirve para refrescar algunas ideas de cómo funcionan las autoridades y los medios en estos casos (exceptuando gente como esta: no enlazo su web, subo la foto a twitter para evitar así que tengan más visitas de las estrictamente necesarias).
Fuentes próximas a la investigación: es un "eufemismo que la Prensa utiliza para
poner en circulación datos o ideas que desean que circulen, pero de los que
nadie quiere hacerse responsable".
Fallos o errores humanos: escribe Javier que "como he dicho ya ni sé cuántas veces, lo del «fallo humano» es como lo
de las «personas humanas»: una bobada. Todo fallo es necesariamente humano. Sólo
se equivoca quien tiene capacidad de elegir. Las máquinas no fallan: fallan
quienes las mantienen en funcionamiento más tiempo del razonable, quienes no
las revisan bien, quienes las manejan inadecuadamente, etcétera".
O como dijo en una columna de 1997 (Fallos humanos), "distinguir entre fallos humanos y
fallos mecánicos (o naturales) no es sólo un disparate conceptual.
Es también un disparate muy útil para quienes deben dar
explicaciones: les permite obviarlas".
Porque "da la sensación de que todo está concebido con gran habilidad para que, en caso
de accidente, la compañía y el Ministerio puedan lavarse las manos cuanto
antes, visitar a los heridos, enterrar a los muertos... y a otra cosa,
mariposa".
P.S.: uno de los apuntes sobre el accidente de Metro de Valencia se titulaba Cuanto más se sabe, peor.