"Nosotros teníamos una casita en Denia y nos echaron por un PAI (Progama de Actuación Integrada). Urbanizaron. Y nos dieron dinero. Por aquí, casi todo el mundo tenía un huerto con dos naranjos y de repente le daban 20 ó 30 millones, lo que no le iban a sacar al huerto en tres siglos de cultivarlo. Así que, en apariencia, nos hicieron ricos, a unos a la fuerza y a otros por avidez. La gente descubrió que no tenía un huerto, una casita, sino mercancía para vender. Luego se lo han gastado en un Toyota, en la boda de los hijos o en putas. No ha sido un proceso de acumulación primitiva de capital. Ha sido un espectáculo de fuegos artificiales. Acabada la cremá, ha vuelto la noche. Antes, cuando yo era pequeño, llegabas en tren a Valencia y los maizales terminaban al pie de las casas de Russafa. No había chabolas, suburbios, como ocurría a la entrada de Madrid por Atocha. Ahora es al revés. Treinta o cuarenta kilómetros antes de llegar, empiezan los vertederos, los escombros, las naves industriales abandonadas. No hay huerta. Luego lo piensas y tiene su lógica, la lógica de nuestro principio de siglo: este señor que está criando cebollas, al final saca como mucho 100.000 pesetas al año, le atracan los yonquis, le quitan la cartera mientras está cavando, tiene ratas, le vuelcan escombros por la noche... De repente llega un constructor o alguien del puerto y le dice: yo almaceno los contenedores y a cambio le doy tres millones al año. Nadie está fuera de esa lógica. Con lo cual, los contenedores del puerto de Valencia ocupan cada vez más espacio y la huerta desaparece. Y los contenedores llegan ahora mismo hasta La Albufera. Es una barbaridad geográfica, social, paisajística, pero la lógica se ha impuesto: aquí, en la comarca en que vivo, pasa lo mismo con la naranja o con los almendros. Los huertos están abandonados. Agricultores ya no quedan. Queda algún viejo que tiene cuatro naranjos con los que pierde dinero cada campaña. Y de repente llegaba un tío con una cartera y un talonario y decía: toma veinte millones. La gente salía huyendo con los veinte millones, claro. Y ésa ha sido la mecánica. Han proletarizado a todo el mundo, sin que se dieran cuenta, a los hijos les ha quedado una boda, la entrada de un piso y el todo terreno, a los nietos, la mera fuerza de trabajo. Ha sido el espejismo de una falsa riqueza con el lógico corolario de la corrupción. Ha sido una mezcla de expulsión y rapiña y otra mezcla de espejismo de riqueza que iba a llegar. Todo el mundo iba a ser rico durante toda la eternidad. Y hasta que todos los rusos no tuvieran un chalet en el Mediterráneo esto no iba a parar".
Rafael Chirbes entrevistado en Sin Permiso (11 de marzo de 2012).
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