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2004/03/05 06:00:00 GMT+1

La no petición de voto

Dice la señora que llama a la radio:

-Mire, yo siempre he votado a la derecha (sic). Pero esta vez tengo mis dudas, porque no se sabe si al final el PP va a construir en mi pueblo el hospital que prometió o no.

El hospital del pueblo como medida de todas las cosas. ¿La economía, la política exterior, el medio ambiente, la educación, la construcción europea, la inmigración, las libertades, la organización territorial? Paparruchas. El hospital del pueblo: eso es lo decisivo.

Me pregunto en qué asuntos fijará su atención esta buena mujer a la hora de decidir su voto en las elecciones locales y autonómicas. En la evolución de las relaciones hispano-marroquíes, supongo.

Su intervención me ilustra sobre un fenómeno que tiene para mí no poco de misterioso: el de los indecisos. Siempre me he preguntado cómo, después de haber contado con cuatro años para saber de qué va cada cual, hay tanta gente que llega hasta las vísperas electorales sin tener un criterio formado. Y lo que es todavía más sorprendente: cómo puede haber tantos que dudan, en concreto, entre votar al partido del gobierno o a alguno de la oposición. Es como si estuvieran comiendo verdura día y noche durante cuatro años y al final dudaran de si les gusta la verdura o no. Me da que no se enteran ni de lo que comen.

Me telefonea mi buen amigo Gervasio Guzmán (*). Está abatido.

-La pobreza del discurso de los dos principales candidatos es patética -suspira.

Me cuenta que en un canal de televisión alguien ha planteado a ambos -por separado, claro- la misma pregunta: «Va usted por la calle y se encuentra con Antxon. ¿Qué haría?».

Al parecer, ZP respondió que no le miraría a la cara («¿Y cómo sabría entonces que es Antxon? ¿Esperaría a que se lo dijera algún miembro de su consejo de notables?», apostilla Gervasio, sarcástico).

Pero, por lo que me dice, la respuesta de Rajoy fue aún peor: «Llamaría a la Policía». Aquí Gervasio estalla: «¡O no sabe quién es Antxon o ignora para qué está la policía!». Cualquiera de ambas posibilidades resulta realmente preocupante, sobre todo tratándose de un ex ministro del Interior.

Doy la razón a Gervasio, pero le recuerdo que lo que se dirime en las elecciones que tendrán lugar dentro de ocho días no es cuál de estos dos señores es más listo. Ni siquiera si alguno de los dos es listo. Que de lo que se trata es de fijar, en concreto, qué composición tendrá el Parlamento central durante la próxima legislatura. Y que lo que cada cual debe decidir es si quiere que haya más o menos diputados de este o de aquel partido. Si es que cree que eso puede cambiar algo.

«Y usted, ¿qué voto recomienda?», me pregunta un lector.

¿Y qué importancia podría tener eso?

Le respondo que no tengo el menor interés en dar ningún consejo electoral a alguien que se deja aconsejar a la hora de votar.

 

(*) El lector -y la lectora- reconocerá en este párrafo no a mi amigo Gervasio Guzmán, sino a mi amigo Marat, crítico de televisión en este rincón de la Red. Me ha parecido que lo que cuenta y argumenta en su crítica de hoy («Zoología televisiva») es tan llamativo -y tan divertido- que merecía ser pirateado para difundirlo por los foros más amplios en los que a veces se reproducen estos comentarios.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de marzo de 2004) y El Mundo (6 de marzo de 2004), salvo la nota, publicada únicamente en los Apuntes. Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 13 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/05 06:00:00 GMT+1
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2004/03/04 06:00:00 GMT+1

El tejado de vidrio

Pregunta Mariano Rajoy a José Luis Rodríguez Zapatero por qué no dijo «No robarás» cuando gobernaba el PSOE. La pregunta podría ser pertinente en otra boca, pero no en la suya. Corre el riesgo de que Zapatero conteste preguntándole por qué no dijo él «No matarás» cuando Fraga le pidió que se sentara a su vera.

Apelar al pasado es un privilegio reservado a quienes no arriesgan nada si los demás se ponen a hurgar en él. El PP, con la ingente cantidad de franquistas más o menos reconvertidos que tiene en sus filas, debería ser más prudente.

Dolors Nadal, candidata de Rajoy en Cataluña, comparó ayer a Carod con Franco, porque, según ella, el candidato de ERC reclama también «adhesiones inquebrantables». Otra que tal baila: a Carod -que, dicho sea de paso, pide adhesiones, pero no inquebrantables- le bastará con recordar a la desangelada demagoga del partido de Fraga que por las concentraciones de la Plaza de Oriente, donde se reunían los franquistas a manifestar su pleitesía al dictador, nunca pasaron los militantes de Esquerra, y sí, por el contrario, bastantes personajes y personajillos que ahora militan en su propio partido.

Sé que hay un refrán castellano para ello -en alguna ocasión me lo han citado-, pero nunca lo recuerdo. Me viene siempre a la memoria la versión portuguesa, por culpa de la letra del bello fado Lá porque tens cinco pedras. Dice la letra de la canción justiciera, justo para acabar: «Quem tem telhados de vidro não deve andar à pedrada».

Javier Ortiz. Apuntes del natural (4 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/04 06:00:00 GMT+1
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2004/03/03 07:00:00 GMT+1

2 de marzo de 1974

-Cuando usted fue detenido, llevaba una pistola, ¿verdad?

-Sí; una pistola checoslovaca.

-¿Y para qué la llevaba?

-Para defenderme de la Policía.

El interrogatorio se produjo el 9 de diciembre de 1970 en la última sesión del denominado Proceso de Burgos. No sé quién formuló las preguntas. Recuerdo bien, en cambio, de quién fueron las respuestas. Las dio un joven militante de ETA llamado Mario Onaindia Natxiondo. Condenado a muerte, la pena le fue conmutada. Salió en libertad con los años, cambió de derroteros políticos y acabó sus días -no hace mucho- como presidente del PSE-PSOE.

Nadie tenía entonces duda -ni la tiene ahora- de que entre los 16 acusados se encontraba el activista que en agosto de 1968 había acabado a tiros con la vida del comisario Melitón Manzanas. Pese a lo cual, la opinión pública internacional los defendió y todos ellos, con el paso del tiempo, recuperaron la libertad, e incluso accedieron a destacados cargos públicos.

Cuatro años después de aquello, un joven anarquista catalán, Salvador Puig Antich, fue acusado de haber matado a un policía en el curso de un tiroteo. Se le sometió a juicio sumarísimo.

No hubo apenas movilización internacional en su favor.

El 2 de marzo de 1974, a las 9 horas y 40 minutos -ayer hizo 30 años-, Puig Antich era ajusticiado mediante garrote vil en la cárcel Modelo de Barcelona. Tenía 24 años. Minutos antes, fue agarrotado en Tarragona un hombre del que se dijo que se llamaba Heinz Chez y que era polaco, aunque luego se supo que ni se llamaba Heinz Chez ni era polaco. Su muerte fue tan espantosa que el militar que dirigió el ajusticiamiento obligó a los presentes a sellar un juramento de silencio. Lo mataron para que sirviera de torna de Puig Antich. (En catalán, se llama «la torna» a lo que se añade a la mercancía para que alcance el peso requerido. De ahí el título de la obra que Boadella dedicó al caso, y que le costó bien cara.)

El Consejo de Ministros dio el «enterado». Dentro de las filas del régimen, sólo se oyó una voz contraria: la de Esperabé de Arteaga, procurador por Salamanca, que habló en las Cortes contra la pena de muerte. Fue abucheado por sus compañeros.

Repásese la composición de aquel Consejo de Ministros y de aquellas Cortes. Comprobarán que más de un político de aquella recua sigue en activo.

Podría añadir que nunca se demostró que fuera Puig Antich quien dio muerte al policía. Podría alegar que no se realizaron pruebas balísticas; que, de hecho, el Tribunal no mostró el menor interés por los aspectos jurídicos del caso.

Podría hacerlo, pero no veo para qué. Si alguien considera que es decisivo saber si Puig Antich era culpable o inocente de la acusación que recayó sobre él, le invito a que relea los párrafos iniciales de esta columna.

Javier Ortiz. El Mundo (3 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/03 07:00:00 GMT+1
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2004/03/03 06:00:00 GMT+1

Todo tiene sus límites

El relato de la última operación policial en la que han sido capturados dos presuntos miembros de ETA con dos presuntas camionetas y media tonelada de presunta cloratita me pareció inverosímil desde el primer momento. Pero el hecho no tiene mayor importancia, porque no tengo fama de creerme las versiones oficiales de nada. En términos generales, no me creo ni lo que cuentan los ministros ni lo que cuentan los medios de comunicación (que, por otro lado, suele ser lo mismo).

Lo singular es que esta vez parece que hay bastante gente que comparte mi escepticismo. Gente de la que habitualmente traga carros y carretas. No porque sea tonta -o no necesariamente porque sea tonta-, sino porque lo considera un deber patriótico. Se lo oí decir con cruda franqueza en la noche del lunes al presentador de Hora 25 de la Cadena Ser, Carlos Llamas: «Ya sabemos -vino a decir: ésa fue la idea- que las autoridades están obligadas a ocultar una parte de la verdad cuando se trata de la lucha contra el terrorismo, y lo damos por bueno. Pero todo tiene sus límites».

Según han pasado los días, cada vez hay más personajes ilustres que se apuntan al club de los escépticos. Los últimos han sido Felipe González y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, cosa que a Mariano Rajoy le parece «una vergüenza nacional».

Pero la culpa no la tienen ellos, sino el ministro del Interior, que se ha vuelto un haragán en materia de mentiras. La historia ésa de los dos activistas que roban sendas camionetas en Francia, atraviesan con ellas la frontera, recorren media España cubierta de nieve avanzando siempre por carreteras secundarias -tomándose tal vez de manera demasiado literal la máxima de Tácito: «En el riesgo hay esperanza»- y, así que se les presenta la ocasión, se accidentan un poco y se echan espontáneamente en los brazos de la Guardia Civil... pues bueno, no es que no me la crea yo: es que no se la cree nadie. Sobre todo después de oír a los vecinos del lugar en el que fueron detenidos que la Guardia Civil llevaba varios días ensayando controles allí.

Llevamos ya meses con el mismo guión: ETA manda a activistas con explosivos hacia la capital de España y la Guardia Civil los intercepta sistemáticamente -¡y casi siempre de manera fortuita!- antes de que lleguen. Lo cual ocurre por norma en momentos en los que al Gobierno le viene de cine que ocurra algo así. Hasta ahora, sucedía eso, Acebes contaba su película y, aunque las piezas encajaran de aquella manera, la oposición y los medios lo daban todo por bueno, sin hacer comentarios (en voz alta, quiero decir). Con lo cual el ministro se acostumbró mal y llegó a la conclusión de que ya podía contar cualquier cosa. Como por ejemplo que ETA, en una exhibición de laissez faire casi neoliberal, había dejado a los dos chavales que eligieran ellos mismos el objetivo del atentado. O que el mismo activista que se entregó a la Guardia Civil sin que nadie se lo pidiera, luego no ha querido «colaborar» en los interrogatorios (es como si hubiera dicho: «Mira, es que yo por las buenas, lo que quieras; pero si ya te me pones así...»). ¿Y qué no decir de eso de que ambos se han negado a ser reconocidos por el médico forense?

Se les ha ido la mano. Mucho.

¿Cuál es la verdad? No lo sé. Tengo mis hipótesis, pero son sólo elucubraciones propias de una mente retorcida. De lo que no tengo duda alguna es de que la historia de Acebes no tiene un pase. Ni aunque el capote lo tengan sus devotos socios del pacto antiterrorista.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (3 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/03 06:00:00 GMT+1
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2004/03/02 06:00:00 GMT+1

Puig Antich, 30 años después

Desperté pronto y agitado aquella mañana. Había dormido mal. En París hacía un frío terrible. Puse la radio y escuché el boletín informativo. Todavía no decían nada.

La noticia me llegó más tarde, metido ya en un atasco del bulevard periférico. Se vieron confirmados mis peores presagios: «El anarquista catalán Salvador Puig Antich -dijo el locutor de France-Inter- ha sido ejecutado hoy, al amanecer, en Barcelona. Franco no ha tenido clemencia. También ha sido ejecutado el súbdito polaco Heinz Chez, condenado por la muerte de un guardia civil. A ambos se les ha aplicado el garrote vil».

Se me saltaron las lágrimas.

-¡Malditos cerdos! -mascullé.

No estaba pensando en los franquistas. O no sólo. Mi pensamiento retrocedía varios meses atrás. Estaba recordando una reunión celebrada allí mismo, en París. Varios militantes de la extrema izquierda habíamos pedido un encuentro al Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España. Se llevó a cabo. Vinieron Santiago Álvarez, secretario general del Partido Comunista gallego, y Napoleón Olasolo, viejo conocido del PC de Euskadi. Les propusimos coordinar esfuerzos para hacer una fuerte campaña en contra de la ejecución de Puig Antich. Santiago Álvarez nos colocó un largo exordio que demostraba, según él, que «las condiciones objetivas nacionales e internacionales» impedían a Franco llevar a cabo esa ejecución. En consecuencia, siendo la ejecución «objetivamente» imposible, no valía la pena desplegar mayores esfuerzos en contra.

-¿Y si las condiciones objetivas fallan? -pregunté.

Me miró con una sonrisa paternal en la que quedaba reflejada la inmensa superioridad que le proporcionaba su larga experiencia de viejo luchador sobre la impulsiva bisoñez del jovencito de 25 años que osaba dudar del carácter científico de sus análisis.

Rechazaron nuestra propuesta, en suma.

Nosotros hicimos lo que pudimos, pero no teníamos ninguna capacidad para crear en Europa un estado de indignación que inquietara realmente al régimen franquista. El PCE sí la tenía.

No hubo movilización. Hubo ejecución. El 2 de marzo de 1974.

Una vez más, las condiciones objetivas se portaron mal. Fue su culpa, sin duda.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/02 06:00:00 GMT+1
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2004/03/01 06:00:00 GMT+1

De difícil definición

Acebes supone -o eso dice- que Carod-Rovira estará contento porque ETA pensaba atentar en Madrid y no en Cataluña.

Cuando lo escuché, me quedé helado. Suponía a Acebes capaz de casi todo. Ahora ya sé que es capaz de todo.

Creí que habían alcanzado el techo del insulto cuando acusaron a Carod de ser indiferente a lo que pudiera pasar o dejar de pasar fuera de Cataluña. Porque eso es ya en sí mismo monstruoso. Pero, qué va: todo récord está hecho para ser superado.

Me preguntaba ayer cuál será la siguiente. Pensé: «Son capaces de acusar a Carod de haber sugerido a ETA los objetivos de sus próximos atentados». Y hete aquí que oigo una antología de los programas de radio de la semana y me entero de que esa acusación ya está formulada: un Rasputín de las ondas dio ya hace unos días por supuesto que Carod acudió a su reunión con ETA provisto de una nutrida lista de nombres y direcciones.

Carod llamó ayer a estos tipos «miserables». Soy consciente de lo difícil que es encontrar adjetivos que les cuadren. Casi todos los que le vienen a uno a la cabeza representan una ofensa para la casta humana o la especie animal aludida. Pero, en todo caso, si algo no son, es miserables. Porque «miserable» viene de miseria. Y esta gentuza nada en dinero.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (1 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/03/01 06:00:00 GMT+1
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2004/02/29 06:00:00 GMT+1

El deporte sin ley

«Y eso, ¿no ha sido penalti?», pregunta el uno. «Hombre, con el Reglamento en la mano, sí. Pero es que, si los árbitros pitaran esos penaltis, entonces habría veinte por partido», responde el otro.

«¡Esa entrada es de tarjeta amarilla!», clama el uno. «¡No, por Dios!», responde el otro. «¿No te das cuenta de que si el árbitro pone el listón tan bajo, acaban el partido seis contra seis?»

O bien: «¡Qué choque! ¡Cómo han entrado los dos, con la plantilla por delante! Deberían irse ambos a la calle». Y como respuesta: «Es que, si el árbitro se pone así, se carga el partido.»

Diálogos de ese tenor salpican todas las retransmisiones de fútbol.

Se alternan con otros del estilo de: «El árbitro tiene que dosificar las tarjetas. ¡No puede empezar el partido enseñando tres!».

Por lo visto da igual lo que ocurra en el campo. No puede, y ya está.

Todo pichichi en el mundo del fútbol da por hecho que el Reglamento es inaplicable. Según los enterados, no se puede sancionar con falta todo lo que la ley del fútbol determina que es falta, porque la competición se hundiría. Entonces, cuanto sucede en cada partido queda al albur de un juez que, como sabe que tiene que dosificar la aplicación de la ley -ahora sí, ahora no-, está obligado a hacer lo que le dicta su personal entender. Un personal entender que, subjetivo por definición, tiene muchas posibilidades de no ser igualitario.

De ese modo, la bronca está asegurada. Tómese como ejemplo el celebérrimo penalti del partido Real Madrid-Valencia. ¿Fue penalti, no fue penalti? Defienda usted cualquiera de las dos posturas, que con cualquiera de las dos tendrá razón.

«¡Es la salsa del fútbol!», dicen algunos irresponsables. Sí; también la ruleta rusa resulta la mar de emocionante.

No ya un deporte: cualquier actividad social que no esté regulada por leyes aceptablemente unívocas está abocada a conflicto irresolubles. Y si se trata de una actividad social en la que se juegan enormes cantidades de dinero, más.

Lo del fútbol es digno de estudio. De un lado, tiene un Reglamento inaplicable, con lo que todo queda pendiente del albur arbitral. Del otro, se apoya en un sistema arbitral extremadamente primitivo, con un solo árbitro principal, que ha de controlar lo que ocurre en una enorme extensión de terreno, con unos auxiliares a los que se les reclama la proeza de ver a la vez cuándo un jugador envía el balón y dónde está el jugador que puede recibirlo, aunque entre el uno y el otro haya cien metros de distancia... Etc., etc.

La práctica totalidad de los demás deportes de competición han ido mejorando sus reglamentos y sus sistemas arbitrales. El fútbol, que es el que pone más dinero en juego, sigue, en lo esencial, anclado en las normas fijadas en sus remotos orígenes. ¿Por qué?

Creo que la clave del misterio la he apuntado antes, cuando he escrito: «De ese modo, la bronca está asegurada».

Javier Ortiz. Apuntes del natural (29 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/02/29 06:00:00 GMT+1
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2004/02/28 07:00:00 GMT+1

Impúdica desidia

El coronel Mammar, responsable de la coordinación -de la descoordinación- del aeropuerto de Alhucemas, ha respondido a las crecientes críticas sobre la pésima distribución del material de ayuda que se agolpa en las instalaciones aeroportuarias: «La recepción es perfecta, pero lo estamos mejorando», ha dicho. Es difícil imaginar una contestación más cínica (y más absurda: ¿cómo cabe mejorar lo perfecto?).

Pero el coronel Mammar no es una excepción. La pauta ya se la había marcado el ministro de Sanidad, Mohamed Cheik Biadillah, quien, sin preocuparse por la evidencia de los hechos, proclamó a las pocas horas del terremoto que la situación estaba «perfectamente controlada» en la provincia de Alhucemas. Idéntico camino siguió ayer Mohamed Benzian, director general de Protección Civil de Marruecos, que justificó que no se haya aprovechado el potencial de los equipos de rescate enviados por otros países alegando que «las operaciones estaban ya bien hechas por nuestros propios equipos».

Entretanto, el rey Mohamed VI sigue en Tánger, porque quiere -dice la agencia oficial- «estar cerca» de sus súbditos. (Tánger se encuentra a 330 kilómetros de Alhucemas). Ayer volvió a aplazar su viaje a la zona siniestrada. Hasta ahora, el único intento de explicación que se ha dado a semejante lejanía es que se trataba de evitar que la comitiva real pudiera entorpecer el tránsito de los vehículos de ayuda. Se ve que el monarca no dispone de ningún helicóptero.

No hace falta ser un experto en cuestiones marroquíes para dar por hecho que semejante despliegue de altiva indiferencia y de reiterada desidia oficiales -ratificada por la televisión marroquí, que no ofreció información sobre el seísmo hasta 12 horas después del desastre- sólo puede explicarse porque se trata del Rif, una zona por la que la monarquía alauí nunca ha tenido el menor afecto, por la tradicional rebeldía de sus gentes y por el persistente apego que han demostrado a sus singularidades étnicas y lingüísticas. No han hecho más -y no lo han hecho más rápido y mejor- porque no han puesto interés en ello.

«Es que las comunicaciones son muy malas, sobre todo en las áreas montañosas», apuntan como justificación. Pues bien, con esas mismas comunicaciones, las autoridades y las organizaciones cívicas locales están trabajando de manera infatigable y haciendo maravillas con los recursos que les llegan, razón que justifica sobradamente que persista el esfuerzo de solidaridad. En todo caso, la excusa de las comunicaciones no sería sino otro motivo de denuncia: el Estado apenas ha invertido allí en infraestructuras. Lo mismo puede decirse de la mala calidad de las viviendas, hechas de adobe.

Una explicación complementaria: el Rif es muy pobre. Los rifeños no tienen apenas nada. Eso los vuelve aún menos dignos de interés para Rabat. No hay gran cosa que sacarles.

Javier Ortiz. El Mundo (28 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/02/28 07:00:00 GMT+1
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2004/02/28 06:00:00 GMT+1

Candidatos automáticos

Los dos principales candidatos a la victoria en las elecciones generales vecinas dicen y hacen lo que les indican que deben decir y hacer los equipos de expertos que los asesoran. Los cuales funcionan a golpe de sondeo. ¿Que la última encuesta indica que un tercio del electorado no tiene aún decidido qué hará el día de marras? ¿Qué indica que en ese treinta y algo por ciento hay muchas personas de edad provecta y otras tantas no integradas en el mercado laboral? Pues nada: ellos dedican el grueso de sus discursos de arranque de campaña a hablar de la tercera edad y de los parados. Y Ana Botella, al cocidito madrileño.

¿Que a Rodríguez Zapatero le hacen ver que presenta una imagen tan moderada que parece del PP? Él se pone de repente a decir que es un hombre «de izquierdas».

Son candidatos automáticos, fabricados al modo norteamericano. Se someten a las pautas políticas que les recomiendan. Y ofrecen la imagen que les fabrican. Hasta tal punto lo hacen, que acaba traicionándoles el subconsciente y se ponen a hablar de la imagen del otro, como si eso tuviera una importancia decisiva en la gobernación del país. Ayer, Rajoy dijo que Zapatero es «un señor vestido de negro con una extraña corbata». Valiente mamarrachada. Entre otras cosas, porque Zapatero no suele vestir de negro, y sus corbatas no son ni más ni menos extrañas que las del propio Rajoy.

En las últimas elecciones autonómicas catalanas, el convergente Artur Mas se comportó como un candidato automático perfecto. Asistí a un encuentro con él que me dejó a la vez maravillado y con mal cuerpo. Pregunta que se le hacía, pregunta para la que disponía de una respuesta automática, memorizada. Todo en él era automático, expresamente preparado para transmitir la imagen que pretendían.

Podría decirse ahora que les salió el tiro por la culata, porque no llegó a president, pero sería exagerado: se quedó a dos pasos. Lo que no cabe afirmar es que tanto automatismo prefabricado les diera demasiado resultado.

En el extremo contrario aparece Ibarretxe, que se niega a someterse a los mecanismos propios del candidato automático y que no toma demasiado en cuenta las recomendaciones que les hacen (en particular cuando se refieren a trajes, corbatas y peinados). A pesar de lo cual, el electorado vasco no lo ha tratado nada mal hasta ahora.

Están demasiado yanquizados. Y, aunque es cierto que todo en Europa se va acercando cada vez más al estilo de los EEUU -bipartidismo incluido-, hay diversos factores que siguen distanciando las elecciones de allí y las de aquí. La participación, por ejemplo. O los reiterados debates cara a cara ante las cámaras de televisión, en los que la imagen cobra una importancia desmesurada.

No sé en qué medida Rajoy y Zapatero se verán beneficiados o perjudicados electoralmente por funcionar como candidatos automáticos. Lo que sé es que les define como personas dispuestas a lo que sea para ganar. Es decir, como gente sin principios.

 

Aviso.- Obligado por razones de salud a reducir mis actividades al mínimo imprescindible, estos días no estoy atendiendo apenas el correo electrónico. Ruego a quienes me hayan escrito que disculpen la falta de respuesta.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (28 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/02/28 06:00:00 GMT+1
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2004/02/27 06:00:00 GMT+1

Mejorando la perfección

Víctima de una fastidiosa indisposición que me ha hecho pasar una noche toledana, me he levantado tarde y mal. No he tenido tiempo -ni demasiado ánimo, todo sea dicho- para meterme en la harina de todos los días. Apenas he echado una ojeada a los periódicos. Lo relativo a la campaña electoral lo he pasado prácticamente por alto. El fracaso de la manifestación de Barcelona -supongo que relativo, porque el punto elegido para la concentración tampoco era propicio para acoger a un gran gentío, lo que parece indicar que los propios organizadores no esperaban mucho más- tampoco me produce mayor emoción. Llama más la atención el asunto del espionaje británico en las Naciones Unidas, pero no veo qué podría decir yo que no haya dicho ya casi toda la prensa, salvo que con socialistas como Blair no hacen falta conservadores para nada.

Ha sido repasando las noticias sobre el terremoto del Rif donde he encontrado más motivos para la indignación. Si me mejora el cuerpo, quizá escriba algo más sobre eso. De momento, retengo una declaración del coronel Mammar, responsable de coordinación del aeropuerto de Alhucemas: «La recepción de la ayuda es perfecta, pero lo estamos mejorando». Es difícil encontrar un caso de cinismo más acabado. Todo el mundo dice que la pasividad en la distribución de la ayuda llegada a ese aeropuerto es uno de los principales problemas que se presentan, y el responsable de la inoperancia se declara presto a mejorar la perfección. Pues no es nadie él.

Entretanto, el rey Mohamed VI, cuya presencia había sido anunciada para hace tres días, sigue sin aparecer. Fuentes oficiales dicen que no quiere que la comitiva oficial entorpezca el tránsito de los camiones de ayuda. Enternecedor. Por lo visto la casa real alauí no tiene ningún helicóptero a su disposición. Lo que no quiere es toparse con una manifestación.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/02/27 06:00:00 GMT+1
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