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2004/04/22 06:00:00 GMT+2

El chivato

Hablábamos ayer en la tertulia matinal de Radio Euskadi sobre el telefonazo de Aznar a Bush, y Francisco Letamendía, Ortzi, ex diputado abertzale y actual profesor de la Universidad del País Vasco, comentó que la iniciativa del ex presidente le recordaba a los alumnos acusicas que van al profe con el cuento de lo que tal o cual compañero de clase ha hecho o dejado de hacer. Horas después comprobé que Pepiño Blanco, secretario de Organización del PSOE, recurría a la misma comparación y llamaba a Aznar «chivato».

No está mal traído el símil, pero le veo un inconveniente: supone considerar compañeros de clase a Zapatero y Aznar. O, escapando de la literalidad de la comparación: da por hecho que Aznar tiene determinadas obligaciones de compañerismo que incumplió cuando llamó a George W. Bush para criticar a su sucesor.

Leo hoy que, aunque no quieran reconocerlo públicamente, algunos dirigentes del PP han admitido que también a ellos la llamada de Aznar a Bush les ha producido «malestar». Recuerdan -con razón- lo mal que su jefe encajó las gestiones de Zapatero en Marruecos tras la crisis del islote Perejil y cómo entonces Aznar acusó al secretario general del PSOE de «deslealtad».

Reflexionando sobre el fondo de estas críticas -incluidas las de Aznar a Zapatero cuando lo del peñazo de Perejil-, llego a la conclusión de que se basan en un sobreentendido: dan por hecho que los políticos españoles de la oposición tienen ciertos deberes que les obligan a moderar o incluso silenciar sus opciones particulares cuando se trata de política internacional. Deberes cuya naturaleza -está claro- sólo puede ser patriótica.

No me parece mal que se critique a Aznar por su conversación con Bush, mantenida además a iniciativa suya. Pero sostengo que esa crítica sólo vale en la medida en que acusa a Aznar de violar una obligación proclamada por él mismo y que él ha tratado de imponer a los demás. No porque me parezca digna de consideración la obligación en sí misma. O, por decirlo más claramente: creo que debe prevalecer la lealtad a las propias ideas por encima de las fronteras y de los supuestos «intereses nacionales».

En ese sentido -y sólo en ese sentido- me parecería perfectamente aceptable que Aznar se conchabara con Bush en contra de Zapatero. Pero primero debería hacer lo que acabo de hacer yo: renegar del patriotismo y proclamarse internacionalista.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/22 06:00:00 GMT+2
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2004/04/21 06:00:00 GMT+2

El patriotrómeto

Me referí ayer al gusto que le encuentran algunos a la cuantificación de la españolidad. Es una querencia hondamente sentida por muchos políticos, y también por próceres de la comunicación, que en esto -como en tantas otras cosas- crean opinión y, a la vez, la reflejan.

Se topa uno con la gracia de marras cada dos por tres. Ayer la traje a colación a propósito de un asunto de música local. Recordé cómo el uno te suelta, cual si fuera la cosa más natural del mundo, que la guitarra es «españolísima», mientras el otro opta por asegurarte que la «españolísima» es la tonadillera Perenganita. Ese género de afirmaciones siempre me ha sugerido dos comentarios. Primero: si tan entusiasta es esta gente de la unidad de España, ¿por qué nunca afirma que la dolçaina es españolísima, y que para españolísimos, pero españolísimos de verdad, Kepa Junkera y Carlos Núñez? Y segundo, y no menos importante: ¿a partir de qué unidad consiguen mesurar el grado de españolidad? ¿Cuánto de qué, en concreto, hace falta acumular para ser españolísimo?

Me metí en estas consideraciones, si se recuerda, tras leer una parte del discurso de toma de posesión de José Bono como ministro de Defensa. Horas después, tuve ocasión de ahondar más en la singular perorata del nuevo ministro de la tropa y fui a parar a otra afirmación suya, aportada en esta ocasión con cita de Indalecio Prieto: «Cada vez me siento más español», dijo.

Estamos en las mismas: ¿qué género de percepción, sensorial o extrasensorial, puede permitir a alguien sentirse más español (o menos, eventualmente)? ¿Ser español es una cuestión de hecho (como ser soltero, o nacido en 1957, o sordo) o representa más bien un mérito (o un baldón, a gusto de cada cual) que cabe ejercitar, desarrollar o perder?

Miguel de Unamuno, que era vizcaíno, como Prieto, dijo en cierta ocasión: «Yo soy vasco y, por eso, doblemente español».

De veras que me pierdo con esta gente. ¿Dos veces español? ¿Y qué tal cinco veces europeo?

Para mí que hay dos modos de afrontar la nacionalidad. Está, de un lado, la nacionalidad legal, que cada cual tiene, adquiere o pierde en los registros correspondientes: naciste en Indonesia, te nacionalizaste uruguayo, acabaste de canadiense... En ese sentido, como cantaba Maxime Le Forestier, «te nacen en cualquier lado». Luego, en otro plano, se sitúa (o no) el espacio emocional al que cada cual se siente (o no) unido. Un lugar o un grupo humano cuya caracterización y cuyos límites nadie puede imponer ni quitar a los demás. ¿Que Bono se identifica con una construcción mental hecha de retazos de la realidad seleccionados a su gusto, a la que él llama «España» y que siente con una pasión irresistible? Pues allá él. Siempre que no se empeñe en darme con ella en la cabeza ni quiera obligarme a sentirla con esa pasión tan suya, tan racial y tan portadora de valores eternos.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (21 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/21 06:00:00 GMT+2
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2004/04/20 06:00:00 GMT+2

Bono al ataque

Por un momento temí que fuera a aprovechar el acto de toma de posesión del cargo de ministro de Defensa para hablarnos también de sus gustos musicales. Sentí esa desazonante inquietud cuando el hombre, tan campechano y verborrágico como su antecesor, la emprendió contra un cantante que, según nos contó, ha declarado que va a actuar «en el Estado español». El nuevo titular de Defensa ironizó entonces preguntándose si será que el músico en cuestión va a hacer una gira por los Ministerios (porque se ve que don José Bono considera que el territorio del Estado español empieza y termina en las puertas de las dependencias ministeriales).

No digo yo que no quepa criticar ese uso de la expresión «Estado español» que el ministro zahirió anteayer con su tan jimenezdeparguiano gracejo, aunque no faltará quien haya echado de menos que se cachondeara en justa correspondencia también de quienes hablan de «la canción española» para referirse en exclusiva a una modalidad musical de acentos regionales o de aquellos que califican de «españolísimas» a algunas intérpretes sureñas, como si la españolidad no fuera una mera cuestión de hecho y además admitiera grados.

Pero todo es discutible, sí. Incluidos sus neoministeriales puntos de vista sobre los falsos patriotismos, que se abstuvo de definir (supongo que no en aras de la brevedad del discurso, porque diez minutos arriba o abajo, metido en gastos, hubieran dado ya igual).

Todo es discutible, por supuesto: también su identificación de la sindicación con la indisciplina, su obsesión por el Rh sanguíneo (no hay peorata en la que no lo cite) y hasta su gusto por la igualdad «rabiosa» (¿por qué «rabiosa», en concreto?) de los ciudadanos.

Mis dudas no se refieren tanto a lo lícito de la exhibición de esos o de cualesquiera otros puntos de vista, por ultras que me puedan parecer -y sean-, sino a la hipótesis de que un acto oficial como el referido pudiera no constituir el escenario y el momento más adecuados para que el nuevo ministro sacara a pasear sus muchos fantasmas ideológicos «de rancio sabor añejo», según atinada definición del Sindicato Unificado de la Policía.

Muchos consideran que Bono se equivocó, porque el discurso de arranque de un ministro de Defensa debería ceñirse a las cuestiones de su incumbencia, marcando las grandes líneas de la actuación que espera seguir, y nada más. Pero ¿quién nos dice que no fue eso lo que hizo? Tal vez sí. Puede que él haya decidido que su papel en el auto sacramental de la nueva política es el de paladín de la España eterna -«vieja y justa», enfatizó- y que sea eso lo que tuvo a bien anunciarnos en su no muy convencional discurso de toma de posesión de la cartera.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de abril de 2004) y El Mundo (21 de abril de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 19 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/20 06:00:00 GMT+2
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2004/04/19 06:00:00 GMT+2

Una decisión interesante

La demanda estaba planteada ya hace semanas: «Si Zapatero va a retirar las tropas españolas de Irak, ¿qué sentido tiene esperar a finales de junio? ¡Que lo haga ya!»

No era un planteamiento maximalista, como algunos dijeron, sino de puro sentido común. Con el anuncio de la retirada sobre la mesa, el contingente español en Irak se había convertido en el eslabón más débil de una cadena ya de por sí demasiado tensa. Su base de operaciones se halla en una zona crecientemente conflictiva. El mando estadounidense ya había empezado a maniobrar para desviar hacia él las iras chiíes, no sólo para tener alguien con quien repartirse las bofetadas, sino también, y sobre todo, para involucrar más al Gobierno de Madrid en el conflicto y dificultar la puesta en práctica de su plan de marcha atrás. No me parece en absoluto descartable, sino todo lo contrario, que el nuevo jefe de Gobierno español haya recibido en las últimas horas informaciones que apunten a un inminente agravamiento de la situación y que sea eso lo que le ha persuadido de la necesidad de no demorar ni un día más la orden de retirada.

Me encuentro en la situación, para mí insólita, de no tener ni una sola objeción que hacer a una opción de importancia estratégica tomada por un Gobierno de España.

Lo sucedido me satisface no sólo por lo que significa en sí mismo sino también por la dinámica a la que puede dar paso. En el juego de acciones y reacciones que supone la política, el giro de Zapatero puede atraer hacia él unas hostilidades que le fuercen a delimitar sus alianzas de modo algo diferente del previsto. Cabe igualmente que le aporten un respeto internacional y unas simpatías estimulantes (y todos sabemos lo mucho que la vanidad y el rencor mezclados pueden dar de sí).

No se trata de hacer castillos en el aire. Sólo de examinar posibilidades.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/19 06:00:00 GMT+2
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2004/04/18 06:00:00 GMT+1

¿El partido de González?

Tengo amigos que consideran una desgracia la victoria electoral del PSOE porque gracias a ella -dicen- «regresa al Gobierno el partido de la corrupción y de los GAL».

¿Tienen razón?

Es indiscutible que el poder político que creó los GAL y que propició la corrupción en algunas de sus formas más extremas -saqueo de las arcas del Estado, cobro de comisiones multimillonarias a empresas que trabajaban para las Administraciones, surgimiento como por ensalmo de inmensas fortunas personales- emanó del PSOE. Le son atribuibles no sólo ésos, sino bastantes más desmanes en muy diversos terrenos: su política económica neoliberal y antisocial, su respaldo a una construcción europea abiertamente escorada hacia los intereses de los grandes consorcios económicos, su apoyo a la política exterior de los EUA, cada vez más agresiva y hegemonista, sus reiterados intentos de aprobar leyes restrictivas de las libertades individuales y de los derechos de las nacionalidades...

Esos rasgos -todos ellos negativos y varios de ellos incluso criminales- marcan con su impronta el balance del trecenato que algunos llamamos felipista.

¿Son extensibles automáticamente a lo que habrá de ser el periodo de Gobierno de Rodríguez Zapatero? No. No -insisto- automáticamente.

Es cierto que Rodríguez Zapatero no ha realizado un examen autocrítico de todo aquel periodo. A veces pretende que ha aprendido de «los viejos errores», pero ni los ha inventariado ni los ha calificado jamás. Incluso permite que se homenajee a responsables de muy negros capítulos de la era felipista, acepta sin chistar que alguno de sus próximos siga presumiendo de su respaldo al terrorismo de Estado (caso de Rodríguez Ibarra) y hasta ha rescatado para su equipo de dirección a personajes que tuvieron un papel destacado en los intentos de encubrir muy graves crímenes (caso de Alfredo Pérez Rubalcaba, factótum de la RTVE de entonces).

Esos vínculos ideológicos, políticos y personales con el pasado, sin embargo, no le obligan a responder miméticamente a los patrones de comportamiento de González. No sólo porque puede haber diferencias de talante que generen un estilo singular, sino también porque las condiciones actuales son diferentes a las de 1982 en diversos planos. En diversísimos. Incluso en el estado moral de la sociedad: la de 1982 eligió a González para que tomara el timón con mano firme tras un periodo de gobierno débil, en tanto la de 2004 ha elegido a Zapatero para que dulcifique una larga etapa de gobierno intemperante y autoritario. La situación internacional es diferente. El papel de España en ella, también. Las fuerzas militares y policiales del franquismo tenían a la clase política bajo vigilancia, apuntándola a la nuca. Ahora lo que hay de eso es casi anecdótico. González llegó a la Presidencia sin precisar de apoyos parlamentarios; Zapatero los necesita... En fin: no creo que sea necesario hacer un repaso exhaustivo de las diferencias que separan ambas épocas.

Tratándose de políticos esencialmente oportunistas, las características diferenciales de cada una de las oportunidades cobran gran importancia.

Lo que trato de decir con todo ello es que, aun considerando que es muy posible que Zapatero se muestre pronto como un gobernante nefasto, no está justificado dar por hecho que lo será del mismo modo que lo fue González. Creo que hay que esperar.

Hay otro aspecto que me parece esencial subrayar cada vez que alguien lamenta que llegue a La Moncloa un miembro del partido «de los GAL y la corrupción». Me refiero al hecho de que ese modo de describir las cosas lleva implícita una valoración comparativamente positiva del PP. Como si el PP estuviera impregnado de un espíritu ético más honrado o menos encanallado que el PSOE. Quizá algún día valga la pena entrar en detalle en esa comparación. Cuando lo hagamos, será necesario recordar desde todo el trabajo que hizo el Gobierno de Aznar a partir de su misma formación para que la denuncia del terrorismo de Estado no fuera más lejos (incluyendo las últimas gestiones destinadas a poner en libertad a Rodríguez Galindo), hasta la protección que ha dispensado a los torturadores, pasando por el ímprobo esfuerzo que ha realizado para que fuera imposible poner fin al terrorismo de ETA, de cuya insistencia se ha aprovechado desvergonzadamente con fines electorales. Y, si de corrupción económica se trata, habrá que poner sobre la mesa los procesos de privatización de los grandes monopolios estatales y los beneficios tan injustificados como particulares que han producido.

Hecho lo cual, veremos quien monta tal y quien monta tanto.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/18 06:00:00 GMT+1
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2004/04/17 06:00:00 GMT+2

Entre apunte y columna

Algunos lectores me han escrito para decirme que la columna que hoy publico en El Mundo -o, mejor dicho, que hoy me publica El Mundo- les parece demasiado severa. Uno me comenta que, tal como pinto el voto favorable de IU y ERC a la investidura de Zapatero, tal parece creyera que han vendido su primogenitura por un plato de lentejas. Le contesté con la misma broma que gasté el pasado miércoles en la tertulia de Radio Euskadi. «Si; de lentejas... con chorizo».

No; no creo que hayan cometido una felonía, y menos una felonía irremediable. Me consta que se puede dar el «Sí» en una investidura y luego ejercer una labor de oposición firme, e incluso severa, en contra del investido. Con independencia de que sea una práctica política que me guste más o menos, sé que eso se ha hecho, y no creo que deba constituir necesariamente -insisto: no necesariamente- un motivo de ruptura política con quien lo haga. Dependería de lo que el partido aquiescente obtuviera a cambio de su voto, tanto en cantidad como en calidad. Creo que, para valorar como estimables las contrapartidas obtenidas, deberían reunir tres condiciones: 1º) Ser de importancia fácilmente evaluable por los votantes; 2º) Verificarse a corto plazo y no ser retirables en caso de conflicto con el electo; y 3º) Contabilizarse no tanto en beneficios para el partido que concede el voto como para los colectivos humanos que representa.

Pero, aparte de la importancia intrínseca de las contraprestaciones, hay que valorar también el contexto político general en que se produce la situación. En el caso que nos ocupa, el voto favorable de ERC e IU a Rodríguez Zapatero presenta dos desventajas añadidas (o una que se divide en dos): hace ver que el nuevo Gobierno no tiene una efectiva oposición de izquierda (que la tiene sólo retórica) y refuerza considerablemente la imagen de una escena política bipartidista.

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Fue pensando en esto último por lo que decidí ayer escribir la columna que aparece hoy en El Mundo. Y pensando en las reflexiones anteriores por lo que escribo hoy y aquí este apunte.

Me explico.

Cuando uno escribe una columna que va a aparecer publicada en un diario que vende más de 300.000 ejemplares y tiene un público lector potencial superior al millón debe planteársela de un modo, y de otro muy distinto cuando lo que redacta es un apunte que va a salir en una página web que tiene 1.500 lectores (cerca de 5.000, si se cuenta los que acceden a su lectura gracias a reproducciones y links de otros sitios de la Red). En el primer caso, uno habla urbi et orbi. En el segundo, a gente por lo general políticamente bastante instruida y definida... pero poca.

Son ámbitos distintos no sólo por el público receptor, sino también por la importancia que le dan los destinatarios de los halagos o críticas que uno incluye. Como todo el mundo supondrá, si yo critico en esta web a Llamazares y a Cardod-Rovira, ni se enteran. O, si se enteran, se quedan más anchos que largos. Pero si les largo una andanada a babor -o sea, por la izquierda, según se mira desde el timón hacia el horizonte al que la proa apunta-, y si lo hago desde un periódico de amplia difusión, les toca. Y no sería absurdo que se plantearan que lo mismo tienen que cuidar también ese flanco. Quod erat demostrandum.

Señalaré otra diferencia más, para no dejar el tema a medias: cuando me toca decidir sobre qué voy a escribir en El Mundo, suelo fijarme asimismo en qué puntos de vista tienen menos presencia en los mass media. Por el aquel de cumplir una función subsidiaria. Me consta que no es frecuente encontrar en los grandes medios de comunicación críticas por la izquierda a IU y ERC. Razón de más para hacerlo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/17 06:00:00 GMT+2
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2004/04/16 06:00:00 GMT+2

Estamos mal acostumbrados

Estamos mal acostumbrados. Es la única explicación que encuentro a la tromba de piropos que le ha llovido a Rodríguez Zapatero tras su discurso de investidura.

Fue la suya una intervención amable, sin duda, abundante en buenos deseos, aderezada con algunas promesas dignas de mención -y salpicada por otras bastante decepcionantes, también es cierto-, no muy dada a las intemperancias... Iba a escribir «Nada del otro jueves», pero supongo que precisamente ésa es la cosa: que hacía muchos jueves que no se veía en la tribuna del Congreso de los Diputados a alguien que defendiera con gesto más o menos apacible su derecho a vivir en La Moncloa, como si no le perdieran las ganas de clavar al resto del universo los colmillos en la yugular. Zapatero se ha beneficiado mucho de la reciente memoria de Aznar y de la ya lejana de González, ambos crispados por norma, aunque cada cual a su modo.

Es falso que todas las comparaciones sean odiosas. Algunos no sólo ganan cuando se les compara, sino que ganan sólo cuando se les compara. Si no flotara en el aire del Congreso el agobio sofocante producido por los últimos años de mayoría absoluta reaccionaria y pretenciosa del PP, serían inconcebibles algunos de los votos favorables que ayer recolectó la mano tendida de Rodríguez Zapatero. ¿Realmente cree Llamazares que el PSOE merece su respaldo? ¿Entiende que puede dárselo en nombre de quienes votaron a IU sin hacer caso de las invitaciones socialistas al «voto útil» precisamente porque decidieron que votar a Zapatero no era útil para lo que consideraban -y siguen considerando- que debería hacerse? ¿Lo cree Carod-Rovira? ¿Le parece política y éticamente aceptable dar su aval a un partido que cierra filas detrás del artículo 8 de la Constitución, que ha respaldado y respalda las grandes opciones de la política exterior de los EE.UU. (con la parcial y matizada excepción de la actual Guerra del Golfo), que sostiene la orientación de la política económica internacional definida por el FMI (esto es, la globalización mal llamada «neoliberal») y que respaldó algunas de las principales líneas de actuación del Gobierno de Aznar?

Podría entender ese voto si cupiera que Rodríguez Zapatero no saliera elegido en segunda vuelta. En plan «todos contra el PP», que diría Piqué. Pero, ausente ese peligro -pudiendo conjurarlo por la tercera vía de la abstención-, no veo que quepa explicar su comportamiento sino en función de cambalaches y chalaneos de ésos que se traducen en privilegios de libre designación: que si te dejo que formes grupo parlamentario propio, que si facilito tu presencia en esta o la otra comisión, que si el CGPJ, que si RTVE, etcétera. Politiquerías, en suma, que quedarán para siempre como chantajes: saben que Rubalcaba podrá quitárselos en cuanto crea que se están portando mal.

Pero para qué acelerarnos. Tiempo habrá de plantearse si contra Aznar estábamos mejor.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de abril de 2004) y El Mundo (17 de abril de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 16 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/16 06:00:00 GMT+2
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2004/04/15 06:00:00 GMT+2

Terrorismo doméstico

No soy un fanático del rigor verbal. Mayormente porque no sabría cómo serlo. Por ejemplo: hace años que no discuto con nadie porque llame socialistas a los dirigentes del PSOE. Lo hacía cuando creía tener claro en qué consistía el socialismo, considerado como sistema de organización social. Hoy en día no sólo sé que ese supuesto sistema de organización social no ha existido jamás en ningún lado -salvo de modo aproximado y en la cabeza de unos cuantos-, sino que dudo seriamente de que sea posible. En consecuencia, me parece tirando a absurdo reprochar a nadie su infidelidad a esa meta ideal (en el sentido de ideada). Es más, ni siquiera sé por qué habría de reprochar a esos señores (y señoras) nada de nada. No han defraudado en absoluto las expectativas que tenía depositadas en ellos.

Creo que era René Descartes el que decía que estaba dispuesto a no discutir nunca por palabras a condición de que los demás le dijeran en qué sentido las empleaban. Es una buena norma. Por volver al ejemplo anterior: basta con oír las explicaciones de los dirigentes del PSOE, en general, para no llamarse a engaño y comprender no sólo qué entienden por «socialismo», sino también por «obrero», por «partido» y hasta por «español».

Pese a lo cual (y sentado lo anterior a modo de advertencia) debo decir que me toca las narices la machaconería con la que los medios de comunicación hablan de «terrorismo doméstico».

Es -creo haberlo explicado ya en alguna otra ocasión- un modo impropio de referirse al asunto, porque la idea misma de terrorismo implica la existencia de una organización dedicada a unos determinados menesteres, y los hombres que ejercen grave violencia física contra las mujeres que consideran de su propiedad no lo hacen como integrantes de ningún grupo constituido con esos fines. Que todos ellos respondan a una ideología similar es condición necesaria, pero no suficiente: hay millones de hombres que no llevan su machismo a semejantes extremos.

En consecuencia, considero que llamar terrorismo a eso es una extravagancia intelectual.

Pero lo que más me molesta de la mentada denominación no es su escaso rigor, sino lo que tiene de coartada. Porque, en la medida en que se aborda como un fenómeno que responde a una actividad específicamente delictiva y antisocial, deja ya de tener nada que ver con quien lo condena. Los medios de comunicación aparecen entonces como enemigos jurados de tales brutalidades, escapándose con esa trampa del hecho de que todos ellos están integrados en muy buena medida por hombres cuya ideología tienen no poco de común con la de esos tipos que disparan, atropellan o golpean.

Pero, bueno, lo dejo aquí, que esto no pretendía ser más que un apunte del natural, no un estudio de la condición masculina en nuestra civilizadísima sociedad.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (15 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/15 06:00:00 GMT+2
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2004/04/14 06:00:00 GMT+2

13 y martes

Ayer por la mañana me telefoneó mi buen amigo Gervasio Guzmán.

-¿Vas a viajar hoy? -me dijo con voz de escándalo.

-Tengo que hacerlo. Mañana he de estar en Madrid -le respondí.

-¡Es 13 y martes!

Hay montones de gente supersticiosa. Mi difunto padre se apuntaba a la vieja gracia: decía que no era supersticioso «porque eso trae mala suerte». Mi madre se echaba a temblar si alguien dejaba una prenda sobre una cama, se derramaba vino o sal sobre la mesa, un gato negro hacía no sé qué... Al final, para cuando me quise dar cuenta yo también miraba con respeto los números capicúas. Para no contrariar mi espíritu rebelde, pasaba por debajo de todas las escaleras que se me ponían por delante y abría el paraguas en cuanto entraba en un sitio cerrado. Hacer lo que se supone que tiene mal fario es otro modo de tomarse en serio las supersticiones.

¿Trae mala suerte el 13 y martes? Sí. Y el 20 y jueves. Y el 2 y sábado. Si uno se pasa mirando el día, el que sea, con la atención puesta en las malas nuevas, no hay fecha que se vaya de rositas. Yo ayer hice mi viaje en coche sin ningún contratiempo: apenas había nadie en la carretera, el tiempo era excelente y el motor de mi envejecido coche -casi 300.000 kilómetros a cuestas- decidió no dar la murga. Pero, puesto a mirar el día con el ánimo de mal agüero, no me habrían faltado motivos para confirmar que la fecha era nefasta. Irak arde. Bush no para de cagarla. Pepiño Blanco está que se sale, vaticinando que el Gobierno de Zapatero va a ser mucho más carca de lo imaginado por tirios y troyanos.

Ahora bien: puestos a elegir una noticia mala, pero mala mala, me quedaría con la confirmación de que los diputados de IU van a votar a favor de la investidura de Zapatero, pese a que ya se sabe que el nuevo presidente del Gobierno español enviará más tropas a Afganistán, va a respetar los términos del Pacto Antiterrrorista PP-PSOE... y todo lo demás. Ayer también, oí unas declaraciones de José Bono que habrían hecho las delicias del propio Mayor Oreja.

E IU se dispone a apoyar eso.

Decididamente, fue un 13 y martes.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (14 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de mayo de 2017.

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2004/04/13 06:00:00 GMT+2

Los mil días

José Blanco ha dicho que el nuevo Gobierno no se apartará ni un milímetro del pacto sobre Euskadi que su partido firmó con el PP. Que lo que hará es tratar de ampliar ese consenso al conjunto de las fuerzas parlamentarias. Es una pretensión absurda, y el secretario de Organización de los socialistas lo sabe. Sabe de sobra que aquel no fue un pacto que apuntara exclusivamente contra el terrorismo (entre otras cosas porque, de pretender eso y sólo eso, no les habría hecho falta). Que lo que tuvo de específico fue que estableció un nexo de culpabilidad entre el terrorismo y el nacionalismo vasco, razón por la cual no sólo los partidos nacionalistas vascos sino todas las organizaciones nacionalistas periféricas -CiU incluida- le negaron su respaldo.

Saco a colación el asunto del Pacto Antiterrorista no tanto por su importancia particular -que la tiene- como porque resulta representativo de lo que el PSOE parece que se dispone a hacer en bastantes terrenos: cada cosa y su contrario. Quiere llevarse bien con los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos sin salirse del rebufo centralista del PP. Quiere defender la escuela pública laica sin enfadar a la jerarquía católica. Quiere distanciarse del belicismo de Washington sin romper con los halcones de Washington.Y así.

Ya ha redescubierto las virtudes de los viejos métodos del baile en la cuerda floja. El de la constitución de comités, por ejemplo. Sostiene el tópico que no hay nada mejor para conseguir que un asunto se empantane que formar un comité. El PSOE ya ha anunciado que va a crear varios comités «de expertos». Uno habrá de decidir cómo convertir las radiotelevisiones públicas en entes no partidistas. Para quien no sepa cómo funciona esto de los comités, se lo cuento: 1º) Se nombra un comité (cuanto más numeroso, mejor); 2º) Se asigna a sus integrantes ciertas compensaciones de interés; y 3º) Para mantener esas ventajas, los miembros del comité eternizan sus deliberaciones. Resultado: los gobernantes quedan bien y siguen disfrutando del status quo ante.

A veces resulta el truco. Como el de dejar para mañana lo que se podría hacer hoy (por ejemplo: retirar las tropas de Irak). O como el de jugar con las palabras para parecer que se dice lo que no se dice (Zapatero no ha olvidado lo de «OTAN de entrada no»). Pero la acumulación excesiva de esos artificios puede llevar a que el conjunto acabe sonando a hueco.

Durante un tiempo, Rodríguez Zapatero se beneficiará de un factor muy favorable: el recuerdo de José María Aznar. Pero no le durará demasiado. Sobre todo si no se distancia pronto, clara y prácticamente de la línea trazada por su antecesor.

«¡Déjale cien días!», me reclaman algunos.

¿Cien? Si es para cambiar, le dejo mil. Pero para seguir en las mismas, ni uno.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de abril de 2004) y El Mundo (14 de abril de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 16 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/13 06:00:00 GMT+2
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