2008/04/25 07:07:00 GMT+2
Colombia es la excepción. Basta contemplar el actual mapa político de América del Sur para comprobarlo: todos los estados del subcontinente se han ido reorientando hacia fórmulas reformistas, de línea más o menos socialdemócrata o socialista, en tanto que la Colombia de Álvaro Uribe sigue en sus trece ultras, erre que erre.
Colombia no es sólo una excepción; es también un perfecto escándalo. Su clase dirigente se ve, día sí día también, involucrada en denuncias de terrorismo de Estado y corrupción. El más llamativo ha sido el rocambolesco caso de Mario Uribe, primo del presidente, que el martes intentó pedir asilo político en la embajada de Costa Rica en Bogotá para escapar de la acción de la Corte Suprema, que lo persigue (no le ha quedado más remedio) por su implicación en la violencia paramilitar. Pero lo del primo presidencial no tiene demasiado de extraordinario: en situación pareja está casi todo el entorno político de Uribe, empezando por la presidenta del Senado y acabando por el hermano de la hasta hace poco ministra de Exteriores, pasando por un montón de senadores, congresistas y muchos otros mandos políticos, nacionales y locales.
Visto el caso desde aquí, lo que merece una reflexión especial es que ese régimen, impresentable desde cualquier punto de vista (desde cualquier punto de vista honorable, quiero decir), sea tratado con tanta delicadeza y comprensión por Occidente, o sea, por Washington y la UE. A otros dirigentes latinoamericanos democráticamente electos, como Chávez, Morales o Correa, se les vigila, zahiere y ridiculiza a la más mínima, pero a Uribe se le pasa en silencio todo, incluso cuando decide que sus Fuerzas Armadas invadan otro país para dar golpes de mano netamente ilegales.
¿Cómo puede explicarse tamaña desigualdad? Apelando a una razón que ya se ha convertido en un clásico de las citas: “¡La economía, estúpidos, la economía!”. Los gobiernos del Primer Mundo, las instituciones financieras, las multinacionales y los emporios multimedia no saben ni de filosofías ni de declaraciones universales: se limitan a hacer cuentas. Y mientras otros se las complican, Uribe se las facilita.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (25 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/25 07:07:00 GMT+2
Etiquetas:
público
uribe
2008
colombia
dedo
| Permalink
2008/04/24 06:00:00 GMT+2
Sigo esperando con creciente impaciencia, ya casi desesperada, el comunicado del PP que condene al Gobierno de España por estar favoreciendo la negociación con los piratas que se han apoderado del pesquero Playa de Bakio en aguas del Índico. ¿No estábamos en que es de todo punto inaceptable negociar con terroristas? ¿No se había establecido como principio insoslayable que constituye un delito intolerable y un crimen de lesa patria ceder a sus chantajes?
“Pero éstos son delincuentes comunes”, me argumenta mi buen amigo Gervasio Guzmán, al que le incomoda mi argumento. “¿Delincuentes comunes? O sea, lo mismo que la gente de ETA, según han insistido hasta la saciedad los dirigentes del PP”, le respondo. Efectivamente, llevo años oyéndoles decir que, para estas alturas, los de ETA son ya sólo una banda de delincuentes que mantienen su actividad para hacer dinero, sin más. Como un modo de vida.
Es decir, igual que los piratas somalíes. ¿Y con aquéllos cabe negociar, e incluso pagar rescate, pero con éstos está prohibido incluso hablar? ¿Y allá mandamos diplomáticos, con todas sus credenciales, pero al que se atreve a intermediar aquí se le detiene de inmediato y se le conduce esposado a la Audiencia Nacional?
Dejo constancia, no vaya a ser que algún despistado confunda el sentido de mi sarcasmo, que apoyo todas las gestiones destinadas a liberar a la tripulación del Playa de Bakio (a toda, al margen de sus orígenes geográficos). De lo que me quejo (y de lo que me río) es del manejo de esos principios de quita y pon, que se inventan sobre la marcha para usar como arma arrojadiza en una situación concreta y que se esconden púdicamente en cuanto resultan inconvenientes o impopulares. O hay algunas condiciones en las que se puede y se debe negociar y llegar a arreglos con los chantajistas, por desagradable que resulte, o no las hay, en cuyo caso lo que debería exigir el PP al Gobierno de España es que respalde plenamente a la parte de las autoridades somalíes que es partidaria de tomar el barco a tiro limpio para neutralizar a los secuestradores, vivos o muertos.
Pero no sé. Algo me dice que no lo va a hacer.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/24 06:00:00 GMT+2
Etiquetas:
playa_de_bakio
pp
españa
público
preantología
somalia
dedo
2008
gervasio_guzmán
negociación
| Permalink
2008/04/23 06:10:00 GMT+2
Estoy en condiciones de asegurarles a ustedes que hay vida política más allá de Esperanza Aguirre.
La presidenta de la Comunidad de Madrid da mucho juego (a mí también me fascina su capacidad para hablar y hablar sin decir nada: es la personificación del cuento de la buena pipa), pero hay asuntos de mayor trascendencia para el universo mundo.
Uno, y no pequeño precisamente, es el cambio que se ha producido en Paraguay tras sus últimos comicios.
La elección del obispo (o exobispo) Fernando Lugo para la Presidencia del país merece ser resaltada por varios conceptos. Es importante, ya de inicio, para el pueblo de Paraguay, que atisba la posibilidad de que sus enormes capacidades naturales se reflejen en un cierto bienestar colectivo, después de décadas y más décadas de miseria, corrupción y nepotismo.
Pero también lo es en tanto que muestra de la tendencia general que está poniendo de manifiesto toda Latinoamérica, decididamente inclinada por fórmulas de gobierno no patrocinadas por Washington. (No digo “de izquierda”, porque eso podría dar origen a una discusión no sólo larga, sino probablemente también tediosa. Dejémoslo en eso: no patrocinadas por la Casa Blanca.)
Lo cual es toda una novedad. Durante casi todo el siglo XX, en América Latina no se movía una brizna de hierba sin que la CIA diera su permiso. ¿Que surgía un gobierno hostil? Lo laminaban, y asunto concluido. Brasil, Chile, Nicaragua… Recordemos lo que le sucedió en 1963 a Juan Bosch, presidente democráticamente electo de la República Dominicana: a falta de posibilidades de acción más sutiles, los marines estadounidenses entraron a tiros en la isla y lo derrocaron. Era la doctrina Monroe: “América para los americanos”. Es decir: América (el continente entero) para los americanos (o sea, para los Estados Unidos).
Pero eso se ha acabado. El Pentágono, en sus delirios de grandeza, desplazó su principal foco de interés hacia el larguísimo tramo que va del Himalaya al Mediterráneo. Y a fe que está ocupado en él, recibiendo bofetadas por los cuatro costados.
Para mí que ya ni siquiera se acuerda de por dónde pilla Paraguay.
Ojalá sea así. ¡Feliz Paraguay!
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/23 06:10:00 GMT+2
Etiquetas:
república_dominicana
esperanza_aguirre
fernando_lugo
público
juan_bosch
dedo
paraguay
2008
| Permalink
2008/04/22 06:00:00 GMT+2
Inicia su parlamento un señor muy serio y muy severo durante un debate público, replicando a una idea expuesta por un tercero.
–¡No estoy dispuesto a tolerar…! –arranca, bravío.
–Ah, ¿no? Yo sí –le digo.
Y se lo digo en serio.
En materia de ideas, soy partidario de que se tolere de todo.
Tolerar no equivale a aprobar. Es sólo (en mi caso, que no tengo atribuciones para reprimir, ni ganas) aceptar que, puesto que esas ideas existen, es mejor que se expresen, entre otras cosas para poner a prueba las nuestras. Y tratar con el debido respeto formal a quien las expresa.
Entre las muchas confusiones de conceptos que campan por sus respetos en estos tiempos, una de las más llamativas es la que involucra al término “liberalismo”. Hay diversos tipos de liberalismo, pero lo curioso es que la mayoría de los que se presentan aquí y ahora como liberales no lo son en ninguna de sus variantes. Ni siquiera en la económica: en cuanto te descuidas, reclaman que el Estado intervenga. A su favor, claro. Tratándose de su bolsillo, son intervencionistas a tope.
Que se declaren liberales los patrocinadores de la causa de Esperanza Aguirre –unos días presionante, otros evanescente– es particularmente chocante, si es que no cómico. ¿Liberales ellos, que son de una intransigencia cercana al fanatismo, propia del mismo Tomás de Torquemada redivivo? Se pasan la vida lanzando invectivas y dictando anatemas. Esa gente tiene tanto que ver con el liberalismo como nuestras autoridades económicas con el socialismo.
Liberales, en política, son quienes defienden que las libertades públicas e individuales se extiendan sin obstáculos hasta los límites más amplios, es decir, hasta allí donde su ejercicio podría empezar a lesionar las libertades ajenas. Lejos de ello, la guardia de corps ideológica de Esperanza Aguirre es especialista en lanzarse a degüello contra todo aquel que no la aplaude, y de hacerlo tanto con insidias políticas como personales, sin cortarse un pelo.
Hay una cosa en ellos que es de agradecer: lo bien que prefiguran cómo sería España si tuvieran la sartén por el mango. Se les podrá acusar de lo que sea, pero no de engañarnos.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/22 06:00:00 GMT+2
Etiquetas:
pp
españa
esperanza_aguirre
público
preantología
dedo
liberalismo
rajoy
2008
| Permalink
2008/04/21 05:30:00 GMT+2
Las efemérides de 1968 van a dar mucho juego a los especialistas en aniversarios. Fue aquel un año repleto de acontecimientos trascedentes en muy diversos terrenos, desde la Primavera de Praga, truncada en agosto, hasta la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, pasando por la Ofensiva del Tet en Vietnam, la Revolución Cultural maoísta, el inicio de los atentados mortales de ETA… y muchos otros.
De todos modos, sospecho que el episodio que más furia mediática corre el riesgo de padecer es el llamado “Mayo francés”. Y no lo sospecho porque sea muy intuitivo, sino porque ya he recibido varias invitaciones para participar en coloquios, reportajes y otros programas especiales sobre aquellos hechos. Y si las he recibido yo, que no participé en ellos (viví en París, sí, pero antes de 1968 y después, no durante), me temo lo peor.
Puedo apostar, sin riesgo de perder, a que nos van a mitificar otra vez el “Mayo francés”, presentándolo como una lucha romántica, protagonizada por una juventud utópica y soñadora, enemiga del autoritarismo, pacifista, partidaria del amor libre, la tolerancia universal y las flores en el pelo.
Y un jamón. Si tuviéramos que establecer un paralelo, para que la gente de nuestros días se haga cargo de lo que fue el comportamiento de los estudiantes activistas de 1968 (no sólo franceses: también italianos, alemanes, británicos… y españoles), tendríamos que apelar a lo que ahora se conoce como kale borroka. Aquellos jóvenes no enarbolaban flores, sino cócteles molotov. Y quemaban coches para hacer barricadas, y rompían escaparates, y trataban a la Policía con la misma ternura que la Policía los trataba a ellos.
Cada cual es muy dueño de asumir el pasado, de repudiarlo o de conformarse con constatarlo, sin entrar en valoraciones especiales. Pero el Mayo de 1968 es un periodo de la Historia que cuenta con demasiada gente empeñada en falsificarlo.
Si sumamos a los que fingen que participaron en él, cuando ni lo olieron, y a los que tratan de pintarlo como lo que no fue, tenemos al 50% de la clase dirigente europea.
El otro 50% no lo pretende, pero sólo porque es demasiado joven.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (21 de abril de 2008). También publicó apunte ese día: Sin ambulancias.
Escrito por: ortiz.2008/04/21 05:30:00 GMT+2
Etiquetas:
1968
público
francia
mayo
dedo
2008
| Permalink
2008/04/20 05:30:00 GMT+2
Me telefonea mi buen amigo Gervasio Guzmán. Se muestra perplejo por la virulencia con la que ciertos medios periodísticos de la derecha atacan a Mariano Rajoy para promocionar la candidatura alternativa de Esperanza Aguirre a la Presidencia del Partido Popular.
–¡Pero si es que lo tratan peor que al propio Zapatero! –se asombra.
–Ellos tienen un objetivo táctico principal, que es sustituir a Rajoy por Aguirre, y Zapatero no representa ningún obstáculo para la consecución de esa meta –le explico.
El argumento no le convence.
–Pero, ¿te das cuenta de lo desairada que puede quedar su posición en el caso de que Aguirre patine y Rajoy se imponga en el Congreso del PP?
Cómo se nota que Gervasio no es del sector.
–Acabo de decirte –insisto– que se trata de un movimiento meramente táctico. Para ellos, Aguirre es sólo un instrumento circunstancial. Su meta estratégica es controlar la dirección de la derecha española desde fuera, sin arriesgar sus propias carreras. Si Aguirre demuestra que no les sirve para eso, la dejarán de lado y se buscarán la vida por otra vereda.
Gervasio, como tanta otra gente, otorga una importancia desmesurada a lo que se oye en las ondas o se lee en los diarios. Los viejos periodistas sabemos que –por suerte para algunos, por desgracia para otros– el periódico de ayer sólo sirve hoy para limpiar las sartenes. En menos de lo que se tarda en decir adiós, la opinión pública da por amortizadas las patas de banco de ayer y se apresta a contemplar las nuevas. Los conozco que han resbalado en su vida profesional más veces y más espectacularmente que el más avezado de los esquiadores. Y ahí siguen, algunos incluso dándoselas de maestros.
Si los santones del agit-prop de la derecha ultra se ven defraudados por Esperanza Aguirre, la olvidarán, como olvidaron a tantos y tantas en el pasado, y se buscarán a otro mediocre con ínfulas que esté dispuesto a partirse la cara haciendo lo que le dictan.
Tal cual los pistoleros de las viejas películas del Oeste, harán otra muesca en su revólver y seguirán cabalgando. Siempre obsesionados por conseguir más fama y por hallar más oro, así sea en el bolsillo del de al lado.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (20 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/20 05:30:00 GMT+2
Etiquetas:
pp
esperanza_aguirre
derecha
público
preantología
dedo
2008
rajoy
| Permalink
2008/04/19 07:20:00 GMT+2
Vivimos en un mundo político en el que la retórica chapucera sustituye cada dos por tres tanto a la reflexión serena como a la ética.
La alcaldesa de Arrasate-Mondragón, militante de ANV, afirma que ella no condena los atentados de ETA porque “condenar no sirve para nada”.
Supongo que no se creerá lo que dice. (Tampoco es cosa de presuponerle más rasgos negativos de los estrictamente imprescindibles.)
Su condena de los atentados de ETA serviría, de entrada, para que supiéramos que los repudia, cosa que dista de estar clara, por decirlo bondadosamente. No es que su opinión al respecto sea de enorme trascendencia para el destino de la Humanidad, pero tendría alguna repercusión, incluso entre sus propias huestes. En segundo lugar, serviría para que cuando ella y sus socias y socios de partido formulan otras condenas, cosa que efectúan con meritoria frecuencia, no pensemos que nos están tomando deliberadamente el pelo. Si creen que “condenar no sirve para nada”, ¿por qué emiten tantas otras repulsas?
Viene a continuación Gaspar Llamazares, que se ve que se crece con el castigo, y amenaza con expulsar de IU a los concejales de Ezker Batua de Mondragón.
Otro que vive de cara a la galería. Sabe que carece de atribuciones no ya para cumplir la amenaza, sino incluso para formularla. Si quiere abrir un debate sobre las razones por las que los ediles de EB y de otros partidos no secundan la moción de censura del PSOE contra la alcaldesa de Mondragón, es perfectamente libre de hacerlo, y muchos se lo agradeceríamos, porque echamos de menos las polémicas en profundidad. Pero tendría que refutar los argumentos políticos que esgrimen los que han tomado esa decisión, y no refugiarse en simplezas como que no cabe consentir que continúe en su cargo una alcaldesa “que no se compadece por lo sufrido por un vecino”. De atenerse a principios de ese tenor, IU no podría respaldar casi ningún gobierno municipal, incluyendo algunos que presiden militantes de su propio partido.
No estoy exigiendo que los debates políticos se sustenten en argumentos rigurosos. Asumo que eso es ya una utopía. Me limito a denunciar la chapucería contraria.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (19 de abril de 2008). También publicó apunte ese día: Es conferencia.
Escrito por: ortiz.2008/04/19 07:20:00 GMT+2
Etiquetas:
preantología
ezker_batua
arrasate
llamazares
iu
público
anv
eta
euskal_herria
dedo
2008
euskadi
| Permalink
2008/04/18 05:30:00 GMT+2
Cuando Alejandra Kollontai fue nombrada ministra de Asistencia Pública de la Rusia soviética tras la Revolución de Octubre de 1917, se encontró con que los funcionarios de su departamento, todos ellos provenientes del Estado zarista, no querían trabajar a sus órdenes. ¡Una mujer, y además feminista, y revolucionaria socialista, y defensora del aborto y del divorcio, y partidaria del derecho de autodeterminación, que incluso apoyaba a los separatistas de Finlandia! “¡Habrase visto!”, se decían entre sí. (En ruso, claro.)
La mañana en la que la autora de La bolchevique enamorada –novela de apabullante cursilería, dicho sea de paso– entró en el Ministerio de Asistencia Pública para hacerse cargo de su dirección, los empleados del negociado en cuestión se declararon en despectiva huelga de brazos caídos. Fue un duro golpe para ella. Cuentan las crónicas que madame Kollontai se encerró en su despacho y pasó un buen rato llorando. Cuando recuperó la compostura, salió, convocó a los funcionarios y les hizo saber en tono de inequívoca firmeza que todo aquel que no empezara a trabajar de inmediato sería detenido y fusilado. Se pusieron manos a la obra sin la menor tardanza y con una sorprendente unanimidad.
Las revolucionarias de antes eran, como se ve, de armas tomar.
El problema fue que los funcionarios del Ministerio ruso de Asistencia Pública se pusieron a trabajar, ciertamente, pero lo hicieron del único modo que sabían hacerlo, o sea, de manera servil, sin el menor interés por el pueblo, en general, y por las mujeres, en particular.
De entonces a aquí, las cosas han cambiado mucho, por supuesto. Ahora los funcionarios más reaccionarios no se declaran en huelga de brazos caídos contra el mando de las mujeres (además, si lo hicieran no se notaría la diferencia). Tampoco las jefas de ahora son como Alejandra Kollontai, lo cual es de agradecer al menos en dos puntos: en el de los fusilamientos y en lo de las novelas.
Pero dos cosas siguen tal cual: la cantidad de hombres (periodistas incluidos) a los que les supera que las mujeres tomen el mando y la inutilidad de los intentos de acabar con el machismo a base de nombramientos.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (18 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/18 05:30:00 GMT+2
Etiquetas:
feminismo
rusia
público
género
gobierno
unión_soviética
dedo
antología
2008
kollontai
| Permalink
2008/04/17 05:30:00 GMT+2
Es estúpido perder el tiempo discutiendo si el envío de aguas del Ebro a Barcelona puede ser considerado técnicamente como un trasvase o no. Según el diccionario es un trasvase, pero a veces la jerga administrativa va por su cuenta y define las cosas como se le pone, y la Academia se somete a sus designios. Hace años, a la UE le dio por afirmar que ella emite directivas, y no directrices, como habría sido lo propio, y los académicos –que otra cosa no, pero tienen clarísimo que el que paga manda– acabaron pasando por el aro y dijeron amén.
La traída (o llevada) de aguas del Ebro a Barcelona es una decisión que merece ser evaluada en concreto, se le ponga a la cosa el nombre que se quiera. Y ésta parece que a todo el mundo le parece que está justificada. Entre otras cosas, porque no merma en nada el caudal del río.
El Gobierno de Valencia entiende que, si un trasvase es correcto, todos lo son. Y no. Si su presidente, Francisco Camps, demostrara que la población valenciana corre el riesgo de no tener agua para beber o para lavarse, todos nos aprestaríamos a buscar el modo de remediar esa emergencia. Y, si no lo hiciéramos, tendría todo el derecho a considerar que su comunidad ha sido humillada.
Pero no es el caso. El agua del Ebro cuyo trasvase exige tendría destinos muy distintos. Y muy discutibles.
Oriundo del Cantábrico y residente durante buena parte del año en la costa alicantina, sé por experiencia que cada medio natural tiene sus ventajas y sus desventajas. En el norte tenemos verde y agua, a veces a raudales, pero nubes y fresco; en el sur, casi siempre un espléndido sol, calor y, claro, agua escasa.
El País Valenciano ha creado a lo largo de los siglos un modo de vida adaptado a su medio natural. Desde hace algunas décadas, los listillos locales han pretendido trasladar las ventajas del norte a las tierras del sur. Y se han puesto a atraer una población turística enorme, cuyas necesidades de agua son imposibles de cubrir, y a meter campos de golf en cada esquina, y a fomentar una agricultura que requiere riegos intensivos…
Han querido instalar Suecia en Túnez. Y ahora culpan a Suecia de no dejarse trasladar.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (17 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/17 05:30:00 GMT+2
Etiquetas:
jor
público
agua
turismo
alicante
ebro
barcelona
dedo
valencia
2008
camps
trasvase
| Permalink
2008/04/16 05:30:00 GMT+2
Hay dos modos básicos (y extremos) de mostrar el íntimo sentir por las tierras y las gentes cercanas.
Uno es el que Francisco de Goya evocó críticamente en sus Desastres de la guerra. Es el que pretende dictarnos, según trató de insuflarnos en su día Rafael Vera en su interesada defensa del terrorismo de Estado, que todo hombre de bien ha de defender “a la patria como a la madre: con razón o sin ella”.
El otro es el que manifestó el populista ruso Nikolai Gravrilovich Chernishevski –autor de ¿Qué hacer?, obra que tuvo amplia repercusión cuando vio la luz (1863) y que la valió la deportación a Siberia– al referirse a sus compatriotas. Escribió: “¡Pueblo de esclavos! Del primero al último, todos sois esclavos”.
Siempre estuve del lado de mi madre. Pero no, desde luego, “con razón o sin ella”. Fue una mujer bondadosa, y su bondad a veces le jugó malas pasadas, porque dejó que algunos abusaran de su disposición. Cuando me creí obligado a mostrarle mi desacuerdo con sus excesos de generosidad, lo hice. Porque me importaba.
Los hay que creemos que la crítica puede ser una de las más sinceras manifestaciones de afecto. A menudo criticas a alguna gente porque te concierne, porque te duele que haga el bobo, que se deje manipular, que se vuelva títere de causas de las que no saca nada, que repita la última tontería que ha oído en la radio o en la televisión, que ejerza de grey de pastores que sólo quieren esquilmarla.
Yo suelo hacerlo con el conjunto del pueblo español, con las excepciones de rigor. Y lo hago porque lo aprecio. Pero siempre hay quien, instalado en el espíritu de la patriotería cuartelera de Vera (“con razón o sin ella”), se lo toma como una muestra de hostilidad, de desafección, de malquerencia. Dicen: “¡Ya está este vasco tocando las narices!”
Pues no. Si ése fuera mi espíritu, haría lo que el Rick-Bogart de Casablanca hacía con el Ugarte-Lorre de la celebérrima película. Recordaréis que Lorre pregunta a Bogart: “Tú me desprecias, ¿verdad?”. Y Bogart le responde: “Si pensara en ti, quizá te despreciaría”.
Estoy en ese mismo modo de sentir la vida. Me enfado de verdad sólo con quienes me importan de verdad.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (16 de abril de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/04/16 05:30:00 GMT+2
Etiquetas:
goya
españa
público
vera
preantología
dedo
2008
maría_estévez
casablanca
| Permalink
Siguientes entradas
Entradas anteriores