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2008/09/21 06:00:00 GMT+2

Sarkozy se viene grande

A Nicolas Sarkozy la Presidencia francesa le viene grande. Como diría el doctor Lawrence Peter, conocido por su archicitadísimo principio, ha alcanzado ya de sobra su nivel de incompetencia. Fue un diputado fajador, un discreto pero entusiasta ministro de Finanzas y un ministro del Interior muy polémico (aunque capaz de contentar a la derecha francesa, que tampoco se anda con demasiadas sutilezas), un candidato a la Presidencia hábil, que supo emitir en una longitud de onda muy en sintonía con las clases medias, y hasta un autor de éxito: su libro Testimonio, muy bien escrito –otra cosa es que lo escribiera él–, estuvo en lo alto de las listas de ventas de su país.

Se inauguró como vigésimo tercer presidente de la República Francesa con algunos golpes de efecto que le quedaron resultones, pero pronto empezó a derivar: se las arregló para poner su vida privada en primer plano, sin que nadie se lo pidiera (y menos en Francia, donde están habituados a que los presidentes efectúen sus tratos carnales en la intimidad); tuvo el tupé de colarse en una reunión de la comunidad de propietarios de un pariente de su señora para interceder a su favor en una disputa de vecinos (¡de verdad!); empezó a meter las narices en conflictos internacionales en los que no pintaba nada y de los que sabía aún menos; se postuló como pacificador del Cáucaso consiguiendo que Rusia lo toreara a placer; ha hecho propuestas legislativas de corte tan autoritario que hasta sus propios correligionarios le han vuelto la espalda, obligándole a abandonarlas…

Y la última: va e invita a Benedicto XVI a que se pasee por Francia, patria del laicismo, echándose mítines político-sociales reaccionarios disfrazados de pastorales. Joseph Ratzinger, entre cuyas presumibles virtudes no está la diplomacia, aprovechó la invitación para lanzar un ataque en toda regla contra los emparejamientos no canónicos, dando un bofetón directo a su anfitrión que, puesto que su último matrimonio no ha pasado por la Iglesia, vive en eso que los curas carcas definen como “concubinato”. Media Francia está entre indignada y partida de la risa. Y él en ridículo.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (21 de septiembre de 2008).

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2008/09/20 08:40:00 GMT+2

El corolario Roosevelt

Resulta cómico que el Gobierno de Washington califique de “infamia” las acusaciones de intervencionismo golpista que le han lanzado Evo Morales y Hugo Chávez. Incluso los que no tenemos conocimiento preciso sobre los movimientos en la oscuridad que las autoridades norteamericanas han estado desplegando en América Latina durante los últimos meses sabemos que esas prácticas forman parte de sus tradiciones más arraigadas. Hace pocos días han aparecido nuevos datos –los que había eran ya abrumadores– sobre su participación en los golpes de Estado militares de Chile y Argentina y en la represión subsiguiente. Recordemos que incluso ha habido situaciones en las que, al no ver a sus agentes locales con capacidad para capitanear la correspondiente intentona servil, ha enviado a sus propias tropas para quitar y poner gobiernos. Ahora mismo está realizando constantes y muy duras incursiones militares en territorio de Pakistán sin contar con el permiso del Gobierno de Islamabad, pese a que se supone que es su aliado.

Lo nuevo de la actual situación latinoamericana es que EE.UU. se ha encontrado por primera vez con un amplio bloque de Gobiernos que, pese a su orientación política heterogénea, están de acuerdo en no dejarse tratar como el patio trasero de la Casa Blanca. Las razones económicas, las patrióticas y las de mera supervivencia política se mezclan en diversas proporciones, según los casos, pero el resultado es el mismo: toman distancias. De manera más o menos llamativa, con más o menos ánimo de ruptura, pero distancias.

Lo que en el fondo está en entredicho es el llamado “corolario Roosevelt”, por el que EE.UU. se autoconcedió en 1904, a instancias del presidente Theodore Roosevelt, decididamente expansionista, el derecho a intervenir en cualquier país de América en el que viera peligrar sus intereses.

Hace muchos años que los gobernantes norteamericanos no apelan explícitamente a esa aberración doctrinal, pero nunca han dejado de atenerse a ella en la práctica. Ahora empiezan a darse cuenta de que el ejercicio de ese supuesto derecho tiene una condición inexcusable: sus víctimas tienen que permitírselo.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (20 de septiembre de 2008).

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2008/09/19 06:00:00 GMT+2

Prohibir la realidad

Se declara contento el presidente del Gobierno porque, en aplicación de las últimas sentencias judiciales ilegalizadoras, dejará de haber miembros de la izquierda abertzale que estén presentes en las instituciones “representando a siglas” (sic) inaceptables.  

En este caso me coinciden la objeción jurídica y la política.

Objeción jurídica: las actas que reciben los electos les son otorgadas a título personal, con independencia del partido al que pertenezcan (si es que pertenecen a alguno), de modo que su cargo no depende de la situación legal de ninguna organización política. Precisamente por eso pueden cambiar de bando o crear el suyo propio y seguir ocupando su escaño. Ilegalizados ANV y el PCTV-EHAK, quienes resultaron elegidos en sus listas seguirán ocupando sus cargos hasta la convocatoria de nuevas elecciones.

Objeción política: los electos no representan a siglas, sino a votantes. Los partidarios de la izquierda abertzale no asientan sus reales en un buen puñado de ayuntamientos de Euskal Herria y en el Parlamento de Vitoria porque tal o cual sigla esté inscrita en el registro del Ministerio del Interior, sino porque decenas de miles de ciudadanas y ciudadanos vascos los han respaldado con sus votos.

Y ahí está el fondo de la cuestión. Lo que el Estado español está haciendo a través de todos sus poderes, incluido el cuarto, no es sólo prohibir siglas, sino también tratar por todos los medios de dejar sin representación política a una parte de la sociedad vasca (cada vez más difícil de cuantificar, precisamente por las prohibiciones). ¿Qué demócrata puede felicitarse por haber contribuido a tapar la boca al 10%, al 12% o al 15% de una sociedad?

Un refrán francés dice: “Chassez le naturel, il revient au galop”. Traducido a nuestro lenguaje coloquial: no te empeñes en negar la realidad; te volverá al instante.

El generalísimo Franco sacó un decreto por el que prohibió la lucha de clases. Como no le gustaba que existiera, decidió encarcelarla. Su actitud parece que no deja de hacer prosélitos. Siguen siendo muchos los que se empeñan en cambiar la vida por decreto.

Una curiosidad: a veces lo consiguen.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (19 de septiembre de 2008).

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2008/09/18 06:00:00 GMT+2

Todos los casos, «El Caso»

Los más viejos del lugar recordarán El Caso, un periódico especializado en truculencias varias, desde desastres naturales, crímenes y violaciones hasta accidentes de tráfico y reyertas vecinales, o sea, en todo lo que en su tiempo se encuadraba en las secciones que los diarios denominaban “Sucesos”. El Caso alcanzó una importante difusión popular durante el franquismo. Quienes nos las dábamos de intelectuales no lo leíamos, pero eso les daba igual a quienes lo hacían, porque nosotros éramos cuatro gatos y ellos vendían cerca de 400.000 ejemplares.

El Caso no tendría actualmente tan buen hueco en los kioscos, pero no porque el mercado periodístico de las truculencias haya perdido fuelle, sino por todo lo contrario. Ha invadido casi todos los medios de prensa. Ha dejado de ser un género especial. Ahora buena parte de la programación de los canales generalistas de televisión, incluyendo los de titularidad pública, se dedican a ese temario: crímenes, violaciones, accidentes, conflictos de vecinos, inclemencias meteorológicas, desamores violentos… Y cuanto más hirientes sean las imágenes, mejor. Las radios y los periódicos hacen lo que pueden para seguir la corriente general, pero la palma se la llevan las televisiones, porque entre que te cuenten una desgracia, sin más, y verla en toda su crudeza, con la gente muerta, o sangrando y llorando, francamente no hay color.

Por supuesto que algunos sucesos tienen un indiscutible interés general. Algunos incluso ponen de manifiesto problemas sociales de fondo. Pero hay muchísimos otros, toneladas, que salen a diario en los informativos y que apenas aportan nada, salvo morbo. Eso sí, mucho morbo.

Sólo la desvergonzada explotación comercial del morbo explica que tantos medios se empeñen en que sigamos al mínimo detalle las más mínimas incidencias de algunos dramas individuales, como si a todos nos fuera la vida en ello, cuando saben de sobra que el mundo produce a diario miles y miles de tragedias igual de estremecedoras, por lo menos, de las que no se ocupa nadie y que a nadie importan, fuera de sus próximos.

Claro que esa indecencia hace juego con el resto.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (18 de septiembre de 2008).

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2008/09/17 06:00:00 GMT+2

Análisis nada económicos

Lo que más me fascina de la actual crisis financiera es la enorme cantidad de analistas que nos están explicando con todo lujo de detalles profesorales que el desastre ya se veía venir. Me pregunto por qué razones, si ellos lo veían venir, no han lanzado en los últimos años la alarma a los cuatro vientos en artículos semejantes a los que están publicando ahora a tanto el kilo. Una de dos: o es gente tirando a sádica, que sabía que se avecinaba la catástrofe pero no alertaba a los modestos ahorradores para que se abstuvieran de invertir sus cuatro perras en aventuras bursátiles y bancarias de alto riesgo, o es falso que lo vieran venir.

Las dos posibilidades están abiertas. Y, en el fondo, tampoco tienen nada de incompatibles. Hay toneladas de analistas que se las arreglan para analizar lo que sea de tal modo que el resultado de sus análisis dé satisfacción a quienes les pagan por hacerlos, y los hay (otros o los mismos) que tienen tanta necesidad de no asumir que son meros estafadores que acaban asumiendo sus propias trampas y creyéndose que la realidad es como ellos necesitan que sea.

Ahí tenemos a los dos candidatos principales a la Presidencia de los Estados Unidos. Ambos afirman que tienen clarísimo que el sistema financiero de su país es realmente un desastre, que necesita reformas profundas, que lleva años en los que ha estado mal orientado y peor controlado… y que, además, ellos ya lo sabían. ¿Que ya lo sabían? Pues qué callado se lo tenían. Eso sí que es capacidad de disimulo: hasta que la burbuja no les ha estallado en los morros, se las han arreglado para hacer como si no existiera.

La explicación de tanto patinazo y tanto dislate, a veces incluso risibles, no es nada complicada. Dijo con tino el filósofo alemán Ludwig Feuerbach hace dos siglos que no se contempla del mismo modo la realidad exterior desde el ventanuco de una covacha que desde el ventanal de un palacio. Y dio en el clavo. Quien mira la realidad desde el ventanuco de la covacha se pregunta angustiado qué será mañana de él y de los suyos. Los analistas de palacio estudian qué decir para seguir contentando a los de palacio.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (17 de septiembre de 2008).

Escrito por: ortiz.2008/09/17 06:00:00 GMT+2
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2008/09/16 06:00:00 GMT+2

Ni únicas ni indivisibles

En los tiempos en los que me tocó estudiar el bachillerato, a los críos nos enseñaban que Fernando Poo y Río Muni eran dos provincias “tan españolas como Burgos o como Cuenca”, aunque estuvieran en el Golfo de Guinea, en el África central. Y de hecho eran dos provincias españolas, sometidas al mismo régimen legal (y dictatorial) que todas las demás, con su gobernador, sus procuradores en Cortes y todo el resto de la parafernalia.

Debo admitir que a mí aquella pretensión no me producía ninguna extrañeza, porque también teníamos en África las dos provincias canarias, el Sahara Español y las plazas de Ceuta y Melilla, todo lo cual, según nos adoctrinaban, era parte integrante de la nación española, única e indivisible.

Ahora van a cumplirse cuatro décadas de la fecha en que las dos provincias españolas del Golfo de Guinea se independizaron y dieron nacimiento a la República de Guinea Ecuatorial, dejando de un día para otro de ser “tan españolas como Burgos o como Cuenca”. Pocos años después pasaría lo propio con el Sahara Español. (Ambos procesos, de puro y simple abandono, resultaron desastrosos, pero ése es otro asunto.)

¿Rompieron Guinea Ecuatorial y el Sahara Occidental sus lazos con el Estado español porque estaban lejos y sus poblaciones tenían rasgos étnicos y culturales específicos? Sí, en parte, por supuesto; pero la lejanía y la diversidad cultural no siempre cristalizan en procesos independentistas, como muy bien saben en Hawai, en Saint-Pierre, en Nueva Caledonia y en bastantes más lugares del mundo, cuyos habitantes han optado por seguir unidos a sus estados de adopción por razones de conveniencia económica. A cambio, la proximidad territorial y cultural tampoco vacunan contra el desarrollo de los independentismos, según se ha visto en toda la Europa del este.

Lo que sucedió con Guinea y el Sahara, en lo fundamental, es que querían separarse de España, y España, absorta en sus propios líos, no sabía qué hacer con ambos territorios.

Ésos son los elementos que acaban siendo decisivos en la aplicación del llamado derecho de autodeterminación, y no los rollos sobre las naciones “únicas e indivisibles”.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (16 de septiembre de 2008). También publicó apunte ese día: Tienes 100 e-mails.

Escrito por: ortiz.2008/09/16 06:00:00 GMT+2
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2008/09/15 06:00:00 GMT+2

A golfear en inglés

La Asociación Profesional de Golf Femenino (LPGA) ha decidido que las golfistas que quieran participar en sus torneos deberán pasar un examen de inglés y que las aspirantes que no demuestren un conocimiento suficiente de esa lengua quedarán excluidas.

Me ha sorprendido que en esta España de hoy, tan sensible a las imposiciones lingüísticas, en la que tanto Castelar redivivo, tipo Luis Aragonés, firma manifiestos en defensa de su derecho a expresarse urbi et orbi en su lengua materna (no vaya a ser que los catalanes o los vascos traten de impedirle decir “Y tal y tal” cada dos frases), casi nadie, o nadie, se haya mostrado escandalizado por esta decisión de la LPGA, que está en la línea ya abrumadora de imponer el inglés como lengua universal de uso obligatorio.

No soy especialista en los intríngulis del golf pero, por lo que tengo visto, los jugadores de ese deporte apenas tienen nada que hablar, y casi todo lo hacen con su auxiliar (caddy), con quien se entienden sin problemas. Si viajan a un país en el que se habla una lengua que no controlan, se procuran un traductor que pagan de su propio bolsillo, y asunto concluido. Si se expresaran bien en inglés, eso que tendrían ganado, por supuesto, pero no les es imprescindible.

La LPGA argumenta que las jugadoras que no hablan bien el inglés tienen dificultades a la hora de hacer declaraciones a la prensa, comunicarse con el público y atender los requerimientos de los patrocinadores. Que explique por qué, cuando sus asociadas acuden a participar en torneos en países de habla no inglesa y no sólo acuden sin traductor, sino que exigen que se las acoja y atienda en inglés.

La medida resulta doblemente hiriente porque se aplica sólo a las golfistas. Los hombres están exentos.

El argumento último, como suele ocurrir casi siempre, es económico y nacionalista, a partes iguales. La LPGA está asustada porque cada vez hay menos mujeres estadounidenses en los primeros puestos del escalafón mundial de ese deporte, en el que predominan abrumadoramente las asiáticas. Quiere cambiar eso, por las buenas o por las malas. Así sea metiendo la lengua por el agujero menos pertinente.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (15 de septiembre de 2008).

Aviso importante.– Informo a todas aquellas personas que me han dirigido en las últimas semanas correos electrónicos para avisarme de algo o proponerme algo que he perdido sus mensajes por culpa de una avería informática y que, en consecuencia, no estoy en condiciones ni de considerar lo que me escribieron ni de darle respuesta. Si siguen teniendo interés en ello, reenvíenme los mensajes, por favor.

Escrito por: ortiz.2008/09/15 06:00:00 GMT+2
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2008/09/14 06:00:00 GMT+2

Políticos como «ninots»

La política valenciana de altos vuelos abunda en personajes falleros, aunque no acaban de serlo del todo, porque los ninots de las fallas son grotescos, pero eso todo el mundo lo sabe, y precisamente ahí está la gracia, en tanto que los políticos del PP con vara de mando actúan como si fueran gente seria.

En Alicante no hay fallas (allí se llaman fogueres), pero es lo mismo. No hay más que ver a Luis Díaz Alperi, recién dimitido alcalde de la capital, tan trajeado de alpaca en pleno verano, con los picos de su pañuelo desbordando el bolsillo superior de la chaqueta y su ostentóreo alfiler de corbata, a lo Gil y Gil, para saber de qué clase de ninots estamos hablando.

La última ocurrencia de Díaz Alperi, anunciada la víspera de dimitir, fue proclamar que iba a retirar el sueldo a los concejales de la oposición porque, según él, no ayudan la ciudad y se oponen a la mayoría del PP nada más que por oponerse. Sólo le faltó decir: “L’Alacant c’est moi”.

Seguro que es mera coincidencia, pero el anuncio de la dimisión de Díaz Alperi coincidió con la detención en el aeropuerto de Alicante de varios directivos de la promotora inmobiliaria Riviera Coast Invest, cuyo presidente, Roch Tabarot, tiene su sede en Benidorm. Estaban a punto de volar a Marruecos en un avión privado y el juez ordenó su arresto al apreciar la existencia de un alto riesgo de fuga. Seguro que ni Díaz Alperi ni nadie del PP alicantino ha tenido jamás tratos con ellos.

Reconozcamos al exalcalde de Alicante, en todo caso, un rasgo de indiscutible modernidad política: para hacer pública su dimisión, convocó una conferencia de prensa en la que no admitió preguntas. Eso es lo más de lo más en el prontuario del político fashion. La gente cartesiana, como yo, piensa que un personaje público que quiere dar a conocer algo pero no está dispuesto a entrar en detalles, difunde un comunicado precisando su posición y asunto concluido. ¡Qué vulgaridad! Ahora lo que se lleva es convocar a la prensa, rodearse de periodistas, hacer una escueta declaración y, acto seguido, abandonar el escenario, en plan “No comment”.

Es lo que se llama salir por la puerta grande.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (14 de septiembre de 2008).

Aviso importante.– Informo a todas aquellas personas que me han dirigido en las últimas semanas correos electrónicos para avisarme de algo o proponerme algo que he perdido sus mensajes por culpa de una avería informática y que, en consecuencia, no estoy en condiciones ni de considerar lo que me escribieron ni de darle respuesta. Si siguen teniendo interés en ello, reenvíenme los mensajes, por favor.

Escrito por: ortiz.2008/09/14 06:00:00 GMT+2
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2008/09/13 06:00:00 GMT+2

El TC y las dos Españas

La Transición española se realizó aplicando una norma que en su momento a muchos pareció astuta y eficaz, pero cuya fragilidad se ha ido evidenciando más y más con el paso del tiempo. La norma en cuestión fue, por decirlo a la pata la llana, el pasteleo. Cada vez que se les presentaron dos posibilidades antagónicas en su tarea de reorganizar el Estado, los padres de la Patria, encargados de reconvertir el franquismo en un régimen parlamentario, asumieron las dos, y se quedaron tan anchos. Eso dio como resultado muy diversas anomalías, entre ellas la que supuso establecer que existe una sola nación española pero, en cambio, diversas nacionalidades, a algunas de las cuales se las consideró además depositarias de derechos históricos.

El texto del Estatuto de Autonomía vasco, aprobado en tanto que  Ley Orgánica en 1979, arranca diciendo: “El Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de su nacionalidad…” Sin embargo, el Tribunal Constitucional, en su resolución de anteayer sobre la Ley vasca de Consulta, ha decidido que no cabe presuponer la existencia de una entidad jurídica denominada “el Pueblo Vasco” (tal cual: entre comillas). Veamos. Si el pueblo vasco ha sido reconocido por la ley española como tal pueblo, con o sin mayúsculas, y si se admite que constituye una nacionalidad, merecerá que se le reconozcan los derechos que los acuerdos y tratados internacionales asignan a los pueblos y nacionalidades. Pero también cabe dar la vuelta a la moneda y decir: si la ley española establece que por estos pagos sólo hay un titular de soberanía, que es el Pueblo Español (también con mayúsculas, pero sin comillas, por si acaso), entonces “el Pueblo Vasco” ni es pueblo, ni es nacionalidad, ni es nada que tenga capacidad para decidir por su cuenta.

Las dos tesis son defendibles, porque las dos tienen apoyatura jurídica en un régimen que decidió dictar leyes a gusto de todos, fueran militares golpistas o nacionalistas de cualquier procedencia.

Lo significativo es que las máximas instancias del Estado estén dando ahora prioridad a las normas que se aprobaron en su día para calmar a los herederos del franquismo.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (13 de septiembre de 2008).

Escrito por: ortiz.2008/09/13 06:00:00 GMT+2
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2008/09/12 06:00:00 GMT+2

¿Quién ganó con el 11-S?

Séneca incluyó en Medea una afirmación que ha hecho fortuna histórica: “Cui prodest scelus, is fecit”. Traducido a román paladino, vendría a ser: “Aquel a quien beneficia el crimen, ése lo cometió”. Se ha convertido con el tiempo en una norma fija de toda investigación criminal. Cui prodest? ¿Quién sale ganando con lo sucedido?

Si fuera siempre así, deberíamos deducir que los atentados del 11-S, de los que ayer se cumplieron siete muy comentados años, fueron obra del Gobierno de George W. Bush. Él ha sido, con diferencia, quien más rédito ha obtenido del crimen. Apelando a los sentimientos de pavor suscitados por aquella barbaridad, consiguió incrementar en muchos enteros su poder de control policial sobre la población estadounidense, logrando que aceptara normas de censura y de intromisión del Estado en su privacidad que antes del 11-S muchos ciudadanos de convicciones progresistas habrían rechazado de plano. En el escenario internacional, silenció casi todas las reticencias que otras potencias occidentales venían poniendo a su política de ordeno y mando, como pronto pudo comprobarse con la invasión de Afganistán, y animó a todos los estados occidentales a endurecer sus legislaciones represivas. En nombre de la defensa de la libertad, cada vez se ha reducido más el margen de libertad que han dejado disponible.

De hecho no han faltado suspicaces que han recogido datos para sustentar la tesis de que los atentados del 11-S fueron alentados por oscuros departamentos de la Administración de los EE.UU., con o sin el concurso de poderosos especuladores bursátiles, que se habrían servido del fanatismo de Al Qaeda para sus propios fines.

Sin afirmar ni negar nada –carezco de títulos para ello–, lo que sí discuto es que el beneficiario final de un crimen sea necesariamente quien lo ha instigado o ejecutado. Sobre todo cuando se trata de actos de terrorismo, en los que los furores ideológicos pueden obnubilar tanto las entendederas.

Los vascos sabemos muy bien, por triste experiencia, con cuanta frecuencia los actos terroristas sirven sobre todo a los intereses de los enemigos de quienes los idearon y los cometieron.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (12 de septiembre de 2008).

Escrito por: ortiz.2008/09/12 06:00:00 GMT+2
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