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2008/10/01 06:00:00 GMT+2

Heráclito estaba en lo cierto

Contaba Groucho Marx que sólo empezó a tomarse en serio la tremenda crisis bursátil de 1929 cuando el agente de Bolsa al que había confiado sus prósperos ahorros se suicidó tirándose al vacío desde la ventana de su despacho. No es uno de los escritos más divertidos de Groucho, desde luego, pero sí uno de los más lúcidos. Relata en él cómo muchos astros de Hollywood se dedicaron en los felices años 20 a invertir sus ganancias en Bolsa, convencidos de que era una idea estupenda, porque la economía iba como un tiro y las acciones rentaban a espuertas. Súbitamente, por razones extrañas y misteriosas –la economía no era la especialidad de este otro Marx–, el tinglado se vino abajo y todos ellos se quedaron con lo puesto.

Es llamativo el poder de persuasión que tienen los propagandistas de la economía dominante, que aciertan a convencer al común de los mortales de que sus arcanos son pura ciencia y que todo está controlado al milímetro. De repente, la realidad demuestra que el elegante traje que viste el sistema capitalista está cogido con alfileres y puede deshilacharse con cuatro tirones mal dados. Algo semejante –paradojas de la vida– a lo que le sucedió a la Unión Soviética, que parecía una fortaleza inexpugnable y se vino abajo de un día para otro, para asombro de propios y (sobre todo) de extraños.

Simpatizo, por supuesto, con la gente modesta de aquí y de allá que tiembla ante la actual crisis al ver que las cuatro perras que ha ahorrado a lo largo de su vida laboral pueden hundirse con la compañía financiera o el banco a quienes se las confió. Pero no puedo dejar de refocilarme ante el ridículo en el que están quedando los petulantes que tanto han solemnizado durante los últimos decenios perorando sobre “el fin de la Historia”, pretendiendo que la Humanidad había alcanzado ya una fase de cimientos inamovibles.

El viejo Heráclito de Éfeso sigue dando en el clavo: “Todo corre; nada permanece”.

Aunque tampoco le faltara su tanto de amarga razón al asturiano Ángel González cuando apostilló: “…Salvo la Historia y las morcillas de mi tierra. Las dos se hacen con sangre, las dos se repiten”.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (1 de octubre de 2008).

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2008/09/30 06:00:00 GMT+2

Muchos juntos, rebaño seguro

Las personas, tratadas de una en una, pueden resultar de cualquier tipo: estupendas, odiosas, inteligentes, abominables, reflexivas, superficiales, fascinantes, aburridas… Tomado de manera aislada, individual, todo quídam es de su padre y de su madre. A cambio, quienes se integran en una grey –sobre todo cuando se trata de una grey vociferante– tienen una tendencia casi irrefrenable, compulsiva, a exteriorizar lo peor, lo más agresivo y cenutrio que guardan en sus vísceras.

Para comprobarlo no hay nada como acudir a un campo de fútbol o, alternativamente, a una manifestación política de masas. Ambas posibilidades facilitan el anonimato, que es lo que los individuos de alma zafia, que abundan, aprovechan para dar rienda suelta a sus más íntimas e inconfesables pulsiones.

Hace algunos años que decidí no pisar un estadio, pese a mi afición por el fútbol, porque los gritos de los forofos desmelenados –que suelen ser sectarios, racistas y machistas hasta la extenuación– me ponían mal cuerpo, y tampoco es cosa de pagar para que te amarguen el día. También me resisto, por similares razones, a asistir a concentraciones políticas multitudinarias, por mucho que simpatice con la causa de la convocatoria, porque siempre me topo con gente que parece considerar que no hay nada más gracioso que lanzar consignas extravagantes y desagradables en las que reclaman que sus oponentes sean laminados, tiroteados o colgados de un pino.

Supongo que muchos de ustedes habrán visto las imágenes del partido Espanyol-Barça del pasado sábado, con la barbaridad de las bengalas lanzadas por los Boixos Nois contra el público del Espanyol (que, por cierto, no entiendo por qué, habida cuenta de su historia, ha adoptado la grafía catalana). Ese comportamiento sólo es posible cuando un montón de fanatizados de alma huera forman cortejo.

Georges Brassens escribió en 1966, en su desabrida (y divertida) canción Le pluriel (“El plural”), que “los hombres, en cuanto se juntan más de cuatro, se vuelven una banda de gilipollas”. Yo, más moderado que el genio de Sète, elevaría prudentemente la cifra. Cuatro es poco. Lo subiría a veinte.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (30 de septiembre de 2008).

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2008/09/29 06:00:00 GMT+2

El capitalismo ético

Sarkozy ha regresado de América con el huevo de Colón en la mano. Ha descubierto que la actual crisis económica se debe a la insaciable voracidad del capitalismo financiero, carente de escrúpulos.  Dice que eso hay que cambiarlo. “Le laissez-faire, c’est fini, sentencia. Ahora resulta que le parece mal la libertad de mercados absoluta. ¿Otro converso?

La parte más curiosa –si es que no cómica– del discurso que el presidente francés acaba de sacarse de la manga surge cuando se pone a preconizar “una refundación del capitalismo sobre bases éticas”. Al margen de que un capitalismo ético sea lo más parecido a una contradicción en los términos, ¿qué sabe Sarkozy de ética? Tanto él como “la comunidad internacional” (o sea, los estados más ricos del mundo) están dando la cara y reforzando por todo el orbe regímenes políticos abominables, que practican la explotación más impúdica de sus pueblos. Sarkozy le hizo no hace mucho la pelota con todo descaro al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, para obtener de él determinados favores que podían mejorar su imagen en Francia y en Europa, fingiendo no saber que el Gobierno de Bogotá está entre los más corruptos y criminales del mundo, que protege a los cabecillas de las bandas paramilitares que han asesinado a diestro y siniestro (sobre todo a siniestro) y que se nutre sin apenas disimulo de los beneficios del narcotráfico. La noticia es del pasado jueves: ha sido detenido el exjefe de los fiscales de Medellín, hermano del ministro del Interior, acusado de estar conchabado con uno de los principales narcos del país. Actualmente hay 37 parlamentarios del grupo político de Uribe encarcelados por corruptos. Familiares del propio presidente han sido denunciados como cómplices de la delincuencia institucionalizada.

Pero Colombia no pasa de ser un mero ejemplo. Los hay a puñados. Y más tratándose de Francia, que en el África francófona ha hecho –y sigue haciendo– de todo.

Ahora Sarkozy quiere convocar una cumbre mundial para propiciar lo que presenta como una especie de capitalismo con rostro humano. Es patético. A ese hombre sólo le preocupa darse ínfulas y mejorar su imagen.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (29 de septiembre de 2008).

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2008/09/28 06:00:00 GMT+2

Dos capitalismos

Dice Evo Morales que el capitalismo es el principal enemigo de la Humanidad (llevo mal los rankings, pero ése no lo discuto) y añade que la actual crisis económica mundial demuestra que el enfrentamiento entre el capitalismo y el socialismo sigue tan vigente como siempre.

En ese punto sí me detengo, porque creo que la condición primera para que algo pueda oponerse a algo es que ese algo exista. ¿Existe el socialismo, como sistema económico diferenciado, capaz de presentarse como alternativa al capitalismo? ¿En dónde? Incluso en Cuba retrocede cada vez más claramente hacia los modos del capitalismo, así sea de un capitalismo a la china, es decir, bajo supervisión estatal.

Tal vez conviniera que empezáramos por precisar qué entendemos por socialismo. Según los clásicos de la materia, el socialismo se basa –debería basarse– en la propiedad colectiva de los medios de producción. Eso es incompatible con su apropiación privada. Tampoco es sustituible por la apropiación estatal. De hecho, en lo que durante muchos decenios se llamó “el campo socialista”, los estados eran estructuras burocráticas que trabajaban, en lo fundamental, al servicio de sí mismas. El tiempo demostró hasta qué punto la ciudadanía les era desafecta.

La contradicción que ha estallado con la crisis económica actual no es la que podría haber entre un capitalismo real y un socialismo imaginario, sino la que existe, y bien visible, entre dos formas de capitalismo. De un lado está el capitalismo financiero, especulativo  (“de casino”, en gráfica expresión de la presidenta argentina), que basa sus impresionantes ganancias y sus apabullantes pérdidas en operaciones virtuales, sin dar un palo al agua, y del otro está el capitalismo productivo, que crea empresas, genera empleo, fabrica mercancías y se presenta con ellas en el mercado, a ver cómo le va. Este segundo capitalismo no es menos capitalista, pero sí mucho menos depredador.

El neoliberalismo salvaje ha permitido que el capitalismo especulativo se haya desbocado hasta extremos de absoluta locura. Y ahora quieren que sus dislates los paguemos entre todos, a escote. Que les den viento fresco.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (28 de septiembre de 2008).

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2008/09/27 07:00:00 GMT+2

Ceuta y Melilla

El máximo dirigente de la sucursal de Al Qaeda en el Magreb, Andelmalek Drukdel, ha difundido por Internet una grabación amenazante en la que, tras vituperar a todos los mandamases de la zona, pone un énfasis muy especial en la denuncia de la ocupación española de Ceuta y Melilla. Esto ha preocupado al Gobierno de Madrid, por razones comprensibles, dado el carácter ultraviolento de la organización de Drukdel.

La arenga del agente de Bin Laden coincide con las reivindicaciones de los sucesivos monarcas alauíes, que insisten cada tanto en los derechos que afirman tener sobre Ceuta y Melilla. Sólo que ellos acostumbran a hacerlo más como arma de presión, para obtener tal o cual extra de las autoridades españolas, que con intenciones realmente belicosas.

A mí, que Al Qaeda y el rey marroquí de turno reclamen que el Estado español abandone Ceuta y Melilla me incita más a defender lo contrario que otra cosa, pero ya sé que hay causas que a veces tienen pésimos defensores y que eso no las hace necesariamente injustas.

Que Ceuta y Melilla están en África e incrustadas en territorio marroquí ofrece poca duda: basta con ojear un mapa. Igual le pasa a Gibraltar con respecto a España. Las razones históricas que explican tanto la españolidad de las primeras como la soberanía británica sobre la Roca son interesantes, pero apelan a decisiones basadas en apaños pretéritos y coloniales: que si lo sucedido tras la muerte del rey Sebastián de Portugal, que si el Tratado de Wad-Ras, que si el de Utrecht… Son líos leguleyos que a la ciudadanía del siglo XXI le suenan a sánscrito. Más de consideración podrían ser los deseos de las poblaciones respectivas, pero ése es también un criterio resbaladizo, porque muchos de los naturales de estos enclaves, cuando hablan de nacionalidad, sólo piensan en su cartera. Téngase en cuenta que Gibraltar está catalogado como el territorio británico más próspero y estable, y que tanto Ceuta como Melilla (donde los europeos de origen son minoría) poseen un nivel de vida muy superior al de su entorno marroquí.

El lío es ya de por sí considerable. Ya sólo falta que aparezca Al Qaeda poniendo bombas.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (27 de septiembre de 2008).

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2008/09/26 06:00:00 GMT+2

De filtraciones varias

Se discute ahora mucho sobre las filtraciones a la Prensa.

La primera confusión que conviene deshacer –que viene favorecida por la definición de “filtrar” que proporciona el Diccionario de la Real Academia Española, por cierto– es la que lleva a tratar por igual a quien pasa información confidencial o secreta a un periodista y al periodista y al medio que la publica.

El segundo error, del que el DRAE también se hace cómplice, consiste en dar por hecho que todo ello está feo. Puede estarlo en determinados casos, pero en otros cabe que tanto la filtración del dato oculto como su publicación constituyan un deber moral imperativo.

A lo largo de los años me ha tocado ser testigo de muchas filtraciones. Y las he visto de muy diverso tipo.

En cierta ocasión, uno de los responsables de una obra de alto riesgo, que estaba seriamente preocupado por las chapuzas que se estaban cometiendo en su construcción, me pasó pruebas irrefutables de que aquello podía terminar en un desastre de mil pares. Lo único que quería el hombre era quedar en paz con su conciencia. El asunto salió publicado y la obra se paralizó. Tanto la filtración como la publicación de esa información confidencial tuvieron un positivo efecto social.

Segunda posibilidad, bastante más frecuente: hay filtraciones en las que es obvio que quien las realiza actúa movido por intereses personales o políticos, pero que, como la información filtrada es importante para que la opinión pública pueda formarse un criterio fundado, merece ser publicada. En ese caso, lo justo es despreciar al filtrador y absolver al publicador. De ésas las he visto a puñados, protagonizadas por ministros, consejeros, jueces, fiscales, concejales, policías… y hasta por obispos.

Tercer supuesto, del que tampoco me falta noticia: a veces, el material filtrado no aporta nada que tenga gran interés para la comprensión cabal de lo sucedido, pero puede resultar impactante y espectacular, es decir, rentable para el medio de comunicación que lo difunde. Ahí la decisión de publicarlo o no depende de la moralidad y el rigor deontológico del medio.

De modo que casi siempre se publica.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (26 de septiembre de 2008).

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2008/09/25 06:00:00 GMT+2

Puertas al mar

En octubre de 1982 Alicante fue víctima de una gota fría. Pero qué gota fría: de las que hacen época. El diluvio universal, en sólo siete horas.

El estropicio fue enorme. Aunque no en la misma medida para todo el mundo. Las zonas pudientes sufrieron lo suyo, pero el modesto barrio de San Gabriel, edificado en la salida natural de la Rambla de las Ovejas, se llevó la peor parte.

Fui allí a hacer un reportaje. Me quedé anonadado. Recuerdo la frase de un testigo, que contaba cómo los muertos habían sido “arrastrados por las aguas y engullidos por las alcantarillas”. Vi un camión incrustado en la fachada de una casa a la altura del segundo piso. Vi también las vías del tren, retorcidas por la fuerza incontenible del agua, dibujando ochos que apuntaban al cielo. Y vi la carretera de la costa, rota de cuajo, y los coches que iban precipitándose al agua a medida que llegaban al lugar de la quiebra.

¿Un desastre natural? Sí, pero, sobre todo, un desastre humano. Es un crimen edificar casas en una rambla. Las del Mediterráneo pueden estar secas durante decenios y decenios, pero cuando llueve de verdad se inundan con una violencia tremenda, en un abrir y cerrar de ojos, y el agua se lleva todo a su paso.

Y es otro crimen construir carreteras que se convierten en verdaderos diques, que frenan la desembocadura de las aguas desatadas.

Dicen los expertos que la tragedia provocada por la última tromba de agua caída sobre Madrid, que produjo una muerte en Coslada y un sinfín de daños materiales, contó con la inestimable colaboración del Gobierno de la Comunidad, que ha construido carreteras radiales que actuaron como diques, y que no impidió que se edificaran barriadas cuyos constructores debían de pensar –si es que pensaban algo– que las aguas que entran por las alcantarillas no se atienen al principio de la fuerza gravitatoria y no tienen por qué bajar hasta los barrios construidos en hondonadas.

Pero Esperanza Aguirre volverá a ser elegida presidenta de la Comunidad de Madrid, para que siga privatizándolo todo y sirviendo a los intereses de los de siempre. ¿Quién dijo aquello de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen?

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (25 de septiembre de 2008).

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2008/09/24 06:00:00 GMT+2

El Día Con Coches

Ya se conocen los datos sobre la circulación de automóviles en las ciudades españolas durante el pasado lunes, declarado “Día Sin Coches”. Fue como la de cualquier otro día laborable del año. En algunas capitales resultó más problemática, debido a las fuertes lluvias, que hicieron el tránsito aún más lento y dificultoso. A cambio, hubo carreteras interprovinciales y autovías en las que el objetivo del “Día Sin Coches” se logró plenamente, pero no por la respuesta favorable de los conductores, sino porque quedaron cortadas, debido a los desprendimientos y las balsas de agua.

Pocos síntomas indican mejor que un problema va a continuar tiempo y tiempo sin resolverse que el hecho de que las autoridades le dediquen oficialmente un día. La declaración de tal o cual fecha como el “Día de Esto” o el “Día de lo Otro” suele ser, a la vez, una coartada y una confesión: una coartada para disimular que no conceden prioridad a ese asunto los demás días del año y la confesión de que cuentan con que el problema va a seguir sobre la mesa indefinidamente.

El caso del “Día Sin Coche” es de los más llamativos. Es ridículo que unas alcaldías que insisten en llenar los centros urbanos de aparcamientos, invitando a los automovilistas a meterse con sus vehículos hasta el mismísimo corazón de la ciudad, se declaren arrebatadas por una repentina devoción ecologista y pretendan que todo sea distinto… un solo día al año. La utilización diaria del coche para acudir al trabajo, llevar a los críos a la escuela o hacer recados es fruto de un buen número de factores, que van desde la precariedad de las alternativas públicas hasta el feroz individualismo potenciado por el modelo social imperante. Eso no se cambia celebrando un “Día Sin Coche”.

Como muestra, un botón. Sé de una persona que, si el pasado lunes se hubiera apuntado al “Día Sin Coche”, habría tardado tres cuartos de hora, como poco, en llegar a su trabajo. Y otro tanto en volver a casa. Ni el metro ni la red de autobuses le proporcionan una comunicación medianamente directa. En coche, hizo el recorrido en 10 minutos, como todos los días.

Es ecologista, pero no masoca.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de septiembre de 2008).

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2008/09/23 06:00:00 GMT+2

ETA, ni úlcera

ETA padece desde sus inicios un mal endémico: la inconsistencia de su mando, al que los aparatos estatales de represión –no sólo el español– hostigan y neutralizan con creciente eficacia, obligando a la organización a cambiar cada dos por tres de equipo dirigente. En cuanto una promoción de jefes empieza a adquirir una cierta experiencia y algún conocimiento de por dónde va la realidad, se ve desarticulada, con lo que pasa a ser sustituida por otra más joven y más tosca, que ni sabe ni quiere saber de qué va la vida y cuál es la auténtica relación de fuerzas que afronta. El mismo ciclo se reproduce una y otra vez. Es un continuo volver a empezar.

Los republicanos irlandeses huyeron de ese peligro sometiendo a su brazo armado (el IRA) al control de su brazo político (el Sinn Féin). Los activistas podían ser detenidos y encarcelados, pero el mando político, predominante, se mantenía. E iba madurando. Y asumiendo sus limitaciones. Se atuvieron a la consigna del joven Mao Zedong: “Hay que poner la política en el puesto de mando”.

En Euskadi todo ha venido funcionando al revés. Cada vez que la dirección de ETA es asumida por una nueva hornada de militantes novatos, volvemos a toparnos con la misma estrategia, tan cruel como torpe. Creen que matando y sembrando el terror van a conseguir convertirse en insoportables y que eso obligará al Estado a ceder. No se dan cuenta de que cuando la clase política española los califica de “insoportables” lo hace de manera meramente retórica. Por brutal que resulte decirlo, son soportables. Indignantes, pero soportables. Nada de lo que hacen tiene fuerza suficiente como para obligar al Estado español a variar de rumbo.

Alguien sentenció que ETA es para el Estado como una úlcera, porque le molesta y le duele, pero no amenaza su existencia. Para mí que ni eso. La violencia de ETA lacera a sus víctimas directas, y a muchos más, por simpatía, pero al Estado, en tanto que tal, ni lo roza. Y además le da pretextos para endurecer posiciones y leyes en contra de muchos otros que jamás han empuñado una pistola, pero que le causan más problemas.

ETA es, a la vez, una maldición y un fracaso.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de septiembre de 2008). También publicó apunte ese día: Un año de «Público».

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2008/09/22 06:00:00 GMT+2

Los piratas de ahora

Supongo que habrá bastante gente sorprendida por las noticias que hablan de piratas que asaltan barcos en el Índico. Eso de los piratas parecía que había quedado para las novelas de Salgari, las películas de Johnny Depp y los libros de Historia, pero ya se ve que no. En España el fenómeno ha llamado la atención de los medios de comunicación sobre todo porque afecta a los barcos atuneros de por acá, casi todos vascos, pero lo cierto es que la maldición la están sufriendo navíos de bastantes países, y no sólo pesqueros; también mercantes. Según datos oficiales, los piratas del Índico, que operan preferentemente frente a la costa somalí, tienen retenidos en este momento una docena de buques y a no menos de doscientos tripulantes. En lo que va de año han protagonizado una treintena de asaltos.

Los piratas del Índico ponen buen cuidado en actuar más allá de las doscientas millas que marcan la zona marítimo-económica exclusiva de Somalia –eso que también se llama, en expresión un tanto surrealista, “mar territorial”–, de manera que el Gobierno de Mogadiscio queda exento de responsabilidad, aunque todo el mundo sepa que los piratas tienen sus bases en puertos somalíes, desde los que parten y en los que atracan, dicho sea en el más amplio sentido del término.

Pero el asunto tiene más vueltas de lo que parece. Es indignante que haya gente armada que se apodera de barcos en alta mar y que utiliza a sus tripulantes como rehenes, por supuesto. Pero el descontrol que existe sobre todo lo que sucede en las aguas internacionales, exentas de soberanía, no resulta menos abominable.

El mar es una coña marinera. Todos los mares. La voracidad con la que las flotas pesqueras esquilman los recursos marítimos es pavorosa. Vean ustedes los estudios sobre cómo está minorando la población de especies por culpa del exceso de capturas. Las hay ya extintas, y otras en vías de extinción. Y no hablemos de la frivolidad con la que otras flotas transportan mercancías peligrosas o arrojan residuos altamente contaminantes donde les peta.

Sigue habiendo muchos piratas. En los siete mares. Sólo que los piratas de ahora son de muy diverso tipo.

Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de septiembre de 2008).

Escrito por: ortiz.2008/09/22 06:00:00 GMT+2
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