2008/11/30 06:00:00 GMT+1
En la lengua castellana ha acabado por imponerse la palabra “homofobia” como referencia al rechazo que alguna gente siente por la homosexualidad. Es un anglicismo (otro de los muchos que nos llegan de rebote). En puridad etimológica, el “homo” inicial no proviene del latín (homo, hombre), sino del griego homo, que significa “igual”. De ahí términos tales como homólogo, homeopatía, homófono… y homosexual. O sea, que, en rigor lingüístico, una persona homófoba sería aquella que odia a sus iguales.
Lo cual es perfectamente posible, como nos vienen demostrando los (y las) dirigentes del socialismo francés, cuya ocupación principal desde hace ya tiempo es despellejarse entre sí, para regocijo de Nicolas Sarkozy.
Fue el tan turbio como incombustible Giulio Andreotti quien dijo aquello de que “el poder desgasta… sobre todo a los que no lo tienen”. Los socialistas franceses, tras una prolongada estancia en el palacio del Elíseo con Mitterrand y en el Gobierno central (durante la llamada “cohabitación”) no han llegado a digerir el ostracismo al que se han visto sometidos durante los últimos años.
No saben cómo volver al poder máximo. ¿Escorándose aún más a la derecha? ¿Haciendo guiños hacia la izquierda alternativa, que se expande a buen ritmo? ¿Mostrándose abiertos a la Francia multiétnica, evidente, o contemporizando con el galopante chovinismo de una clase dirigente que si repara en alguien de origen foráneo lo hace como quien invita a cenar a un pobre por Navidad?
Carentes de principios, los (y las) socialistas franceses se están despedazando mutuamente para ver quién controla su mercadillo.
No es realmente política; sólo negocios. Patéticos, pero negocios.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (30 de noviembre de 2008). También publicó apunte ese día: Gasolineras en ruso.
Escrito por: ortiz.2008/11/30 06:00:00 GMT+1
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2008/11/29 06:00:00 GMT+1
Me fascinan los servicios de estudios dedicados a la prospectiva. Envidio la presencia de ánimo de sus responsables, a los que no desalienta lo más mínimo que la mayor parte de sus predicciones no se cumplan jamás. Vuelven a la carga a la primera de cambio con el mismo aplomo y el mismo aire de manejar una ciencia exacta, inaccesible al resto de los mortales. No conocen el desaliento, y aún menos la autocrítica.
A veces yerran incluso en las previsiones a más corto plazo, según estamos comprobando con la actual crisis económica. Dicen: “La economía mejorará a partir de la primavera de 2009”. Y dos semanas después: “La recesión durará hasta bien entrado el 2010”. Pero el hecho de no tener ni idea de por dónde va lo que tienen delante de las narices no les impide hacer vaticinios a muchísimo más largo plazo, siempre con idéntica firmeza.
El Consejo Nacional de Inteligencia de los EE.UU. acaba de publicar un informe que prevé que su país perderá en el plazo de dos décadas su hegemonía sobre el mundo. ¿Y quién le asegura al CNI de Washington que eso no ocurrirá antes? El informe Tendencias globales en 2025 maneja tantos factores variables, sujetos a tal cantidad de contingencias imprevisibles, que vuelve absurda la pretensión de sus autores de saber cómo será el mundo dentro de 17 años.
Guardo yo como una joya del humor involuntario un libro que publicó el Instituto de Ciencias de la URSS hace 50 años y que tituló: ¿Cómo será la URSS del siglo XXI? El tocho tiene cientos de páginas, pero en ninguna se da la respuesta correcta a la pregunta del título: “¿Que cómo será la URSS del siglo XXI? De ninguna manera. Habrá desaparecido”.
¿Y los EE.UU. de 2025? A saber.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (29 de noviembre de 2008). También publicó apunte ese día: El taller de cristos.
Escrito por: ortiz.2008/11/29 06:00:00 GMT+1
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2008/11/28 06:00:00 GMT+1
¿Cómo se explica que varios cientos de combatientes presuntamente islamistas se lanzaran en Bombay al ataque de los turistas de lujo y los ejecutivos extranjeros y se dedicaran a disparar contra ellos durante horas, pese a saber que iban a perder la vida en la acción? “¡Es absurdo, incomprensible!”, declaró un miembro de la comitiva de Esperanza Aguirre después de que ella ya se las hubiera arreglado para poner tierra (y mar, y aire) de por medio.
Hay bastantes acontecimientos de la actualidad internacional que, vistos desde nuestra atalaya occidental, arrogante, lejana e ignorante, resultan incomprensibles. Se diría que el Tercer Mundo estuviera haciendo un ensayo general del Apocalipsis. ¿A cuento de qué lo de Bombay? ¿Y qué diablos pasa en Bangkok? ¿Y qué lío es ése de Somalia, con piratas que secuestran lo mismo un petrolero que a un fotógrafo? ¿Y por qué se masacran los unos y los otros en el Congo, donde cientos de miles se han refugiado en la selva para que no les rebanen el cogote? ¿Y a qué vienen los graves disturbios sociales en la próspera China? ¿Y qué sentido tienen los asesinatos cometidos en la Colombia del tan alabado Uribe por militares con ansia de sobresueldos?
En Occidente catalogamos como incomprensible todo lo que no hemos hecho ningún esfuerzo por comprender. Porque, en el fondo, nos la trae al pairo.
Comprender no es justificar. Comprender cómo funciona una enfermedad no significa estar a favor de su expansión. Ayuda a todo lo contrario.
Los combatientes de Bombay han matado por tres razones. Primera: su vida les importaba un pijo. Segunda: odiaban a los ricos extranjeros. Tercera: han logrado que hoy todos estemos hablando de ellos.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (28 de noviembre de 2008). También publicó apunte ese día: Esperanza Aguirre, entre gallito y gallina.
Escrito por: ortiz.2008/11/28 06:00:00 GMT+1
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2008/11/27 06:00:00 GMT+1
Hay una creciente protesta estudiantil contra el acuerdo firmado en Bolonia en 1999 por los ministros de educación de la Unión Europea para crear un Espacio Europeo de Educación Superior. Es el llamado “proceso de Bolonia”. El estudiantado acusa a los autores de esa iniciativa, dicho pronto y por la brava, de haber sustituido su cerebro por un monedero. Los ministros pretendieron que querían ajustar los estudios universitarios “a las demandas sociales”. Los críticos responden que confundieron las demandas sociales con las exigencias del capitalismo. Y vaya que sí.
De las protestas universitarias “contra Bolonia” hay dos aspectos especialmente gratificantes.
El primero es el hecho mismo de que se produzcan: demuestran que en la Universidad actual sigue habiendo focos vivos de rebeldía y de insumisión. (Tampoco es que en los sesenta hubiera de entrada mucho más, digan lo que digan ahora los vendepeines del 68, tantos de ellos burdos maquilladores de su propia mediocridad juvenil.)
Lo segundo que atrae del movimiento estudiantil de ahora es su crítica de la galopante mercantilización de las carreras docentes, cada vez más orientadas a inculcar a los universitarios tan sólo los conocimientos necesarios para ser útiles a la empresa que los utilice en su día, si alguna se digna reparar en ellos y sacarlos del paro. Pretenden colocarles anteojeras, como a los burros, para que no vean de la realidad sino lo que se requiere para contribuir a la producción y, ya de paso, para que se abstengan de mirar lo circundante, no vaya a ser que se les ocurra asustarse con la visión del conjunto.
Pero algunos se empeñan en pensar. Hay humanos que siguen teniendo ese viejo vicio.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (27 de noviembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/11/27 06:00:00 GMT+1
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2008/11/26 06:00:00 GMT+1
Me gustan las películas de acción. (No todas, claro. Me refiero al género.) Las de James Bond me las he tragado una tras otra sin falta, desde Dr. No, que me pilló con 14 años. Siempre salía del cine diciendo que el tal 007 era un chulo y un fascista, pero no me perdía la siguiente entrega por nada del mundo.
Ayer me quedé disgustado tras ver Quantum of Solace. No porque la historia me resultara poco congruente (uno no le pide a este tipo de filmes que sean congruentes), sino por la estética que inunda la película: no paran de suceder cosas a la velocidad del rayo, pero casi todas son tan vertiginosas, espectaculares y llamativas como accidentales, dicho sea en dos de los posibles sentidos del adjetivo, es decir, porque acarrean accidentes y porque no añaden nada al supuesto argumento. Uno llega a la conclusión de que lo único que pretenden es dejarte pasmado, con la boca abierta por la acumulación de efectos especiales, pero que no te están contando nada de nada.
Lo que más me disgustó de Quantum of Solace probablemente no tenga demasiado que ver con la película (a fin de cuentas, he perdido 106 minutos de mi vida en cosas todavía más tontas), sino el fiel retrato que ofrece del modo en que los grandes medios tratan al público espectador de hoy en día. Sólo buscan deslumbrarlo, apabullarlo y aturdirlo.
Esta última película de Bond viene a ser como los telediarios, que acumulan tantos datos sin jerarquizar, entre imágenes chocantes, informaciones inconexas y publicidad descarnada, que es dificilísimo sacar nada en claro del batiburrillo.
Te dejan la cabeza como un bombo.
Lo decisivo es que son ellos los que tocan el bombo a su guisa y quienes lo golpean con su maza.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (26 de noviembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/11/26 06:00:00 GMT+1
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2008/11/25 06:00:00 GMT+1
Se ha hecho popular en mi tierra guipuzcoana un ciudadano francés, al que todos llaman Irwin, a secas, que suele pasearse desnudo, casi siempre en bicicleta. Ha sido detenido y llevado a juicio en un par de ocasiones acusado de exhibicionismo, pero todos los testigos han estado de acuerdo en que Irwin se ha limitado siempre a ir a pelo, sin prestar particular atención a los circundantes, y que, en todo caso, jamás ha hecho ningún gesto de provocación sexual dirigido a nadie, ni hombre ni mujer, ni mayor ni menor, razón por la cual ha resultado siempre absuelto. Los jueces que han juzgado su comportamiento han estado de acuerdo en que no hay ninguna ley que obligue a los ciudadanos y ciudadanas a cubrirse con ropajes y que, con independencia de lo que cada cual pueda pensar sobre la oportunidad o la discreción de ir sin ropa, todo lo que no está prohibido está permitido. (Me encantaría saber, de todos modos, cómo se las arregla Irwin para librarse de los resfriados, si es que se las arregla; pero ése, desde luego, no es asunto que competa a la justicia.)
El asunto suscita muchas polémicas, a veces divertidas. ¿Por qué puede uno (o una) desnudarse al completo en ciertas zonas vecinas del mar, haya niños y niñas delante o no, pero se considera que está feo que lo haga cuando camina por el paseo de circunda la playa, o algo más allá?
Cuando oigo a la gente carca meterse con el nudismo, me acuerdo de cuando los de su género se oponían a la aviación diciendo: “Si Dios hubiera querido que el hombre volara, le habría puesto alas”. Yo los parodio: “Si Dios hubiera querido que las personas fuéramos siempre vestidas, nos traería al mundo con ropa”. Divina, claro.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (25 de noviembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/11/25 06:00:00 GMT+1
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2008/11/24 06:00:00 GMT+1
Me disgustan las discotecas. Entre varios cientos de razones, porque me aturde su ambiente de luces sincopadas, porque ni sé bailar ni me interesa hacerlo, porque la música que escupen a todo trapo sus potentísimos altavoces no me interesa –de hecho, nunca he conseguido saber si ponen muchas canciones o si siempre es la misma– y porque es imposible mantener en ellas una conversación que no sea a gritos, con la consiguiente afonía posterior. Claro que todo va con gustos y, si están llenas, por algo será.
De todos modos, por las obligaciones que impone la vida social, en media docena de casos me ha caído en desgracia pisar alguna, incluyendo un par de la famosa marca Pachá, ahora tan en boga debido a su interés por contribuir al crecimiento de los pechos juveniles, y otro par más de las recién cerradas en Madrid. No es una experiencia como para hacer estadísticas pero, con ser pocas, me ha tocado presenciar varias escenas estupefacientes. Contaré una: en cierta ocasión, una periodista acudió con un fotógrafo a hacer un pequeño reportaje en una de esas discotecas gloriosas, en el centro de Madrid. Un portero-armario de los habituales les puso dificultades para entrar, porque nadie le había advertido de la visita, y ella se puso tirando a faltona e impertinente, en plan “Usted no sabe con quién está hablando”. Ante lo cual, el portero, tras declarar con mucha solemnidad que él jamás pegaría a una mujer… ¡le arreó un tremendo puñetazo al fotógrafo, que no había abierto la boca!
Es un personal que da miedo. Del mismo modo que en el Salvaje Oeste había matones que tenían el gatillo fácil, esta gente tiene el puño y la patada demasiado fáciles.
Algo debería hacer el sheriff.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de noviembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/11/24 06:00:00 GMT+1
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2008/11/23 06:00:00 GMT+1
Los mismos que hace unos meses preconizaban, cuando el lío entre Gas Natural y Endesa, que era preferible que se llevara el gato al agua una empresa alemana con tal de que no salieran ganando “los catalanes” –lo llegaron a plantear así–, dicen ahora que hay que impedir la irrupción en el accionariado de Repsol YPF de Lukoil, la petrolera rusa, porque “se trata de un sector estratégico que es necesario que siga en manos españolas”. De lo que deberemos deducir que para el PP y sus voceros el petróleo es estratégico, pero el gas no.
Vale la pena bucear en las razones, conscientes o subconscientes, por las cuales la clase dominante española deja que las empresas públicas o privadas de determinados países (los EE.UU., muy particularmente, pero también los de la mayoría del llamado Primer Mundo, desde Japón hasta la Europa occidental) se metan aquí hasta la cocina sin que nadie les ponga la menor objeción, apelando a que vivimos en un mundo “globalizado”, pero en cambio saltan todas las alarmas si quien pretende meter la nariz es una multinacional asentada en Rusia. ¿Las multinacionales estadounidenses, las japonesas o las alemanas se han distinguido alguna vez por su defensa de los intereses estratégicos del Estado español?
Rodríguez Zapatero ha terciado en la polémica y ha reclamado más flexibilidad apelando a que Lukoil tiene una importante participación accionarial de la estadounidense ConocoPhillips. Como si la presencia de una petrolera made in USA fuera garantía de algo.
¡Sectores estratégicos! ¿No lo es el de la Defensa? Pues España permite que su territorio sea utilizado a su antojo por el Ejército de los EE.UU. a modo de plataforma multiusos. Y todos tan campantes.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de noviembre de 2008). También publicó apunte ese día: Fuegos artificiales.
Escrito por: ortiz.2008/11/23 06:00:00 GMT+1
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2008/11/22 06:00:00 GMT+1
Una comisión de expertos formada a instancias de la Diputación de Álava ha determinado que los famosos grafitos encontrados hace dos años en el yacimiento romano de Iruña Veleia, a unos 10 kilómetros de Vitoria, no pueden tomarse por veraces. Las inscripciones en euskara, que se nos dijo en su momento que databan de entre los siglos III y V de nuestra era, contienen, por lo visto, graves incongruencias y anacronismos, aparte de muestras de manipulación, que las vuelven increíbles.
Pregunta elemental: si las muestras de la falta de fiabilidad de esos grafitos son tan llamativas, ¿cómo puede ser que hayan tardado dos años en apreciarlas y denunciarlas, permitiendo entre tanto que el pueblo llano se tomara como verdad lo que era un montaje?
No soy muy dado a la arqueología, así que este episodio tampoco es que me haya llegado al alma, pero ha reforzado mi natural escepticismo hacia cuanto se nos suministra a diario en forma de noticias contrastadas.
Conocí a una buena señora que se fue a la tumba sin apearse de su convicción de que era una patraña que una nave espacial de los EE.UU. hubiera llevado hombres a la luna. Decía que los mandamases de Washington mienten más que hablan y son capaces de inventarse cualquier cosa con tal de darse ínfulas. En esa misma línea, muchos siguen sin creerse que los atentados del 11-S (al menos el del avión que se estrelló en el Pentágono) sucedieran tal como pretende la versión oficial. Por no hablar del asesinato de Kennedy.
Sin apuntarme a ninguna tesis específica en relación con nada, entiendo que haya gente que dude de casi todo lo que le cuentan. Si te han mentido mil veces, ¿por qué vas a suponer que no tratarán de engañarte otras mil más?
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de noviembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/11/22 06:00:00 GMT+1
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2008/11/21 06:00:00 GMT+1
Se ha montado una curiosa polémica sobre las entrevistas televisivas a gente con líos legales de cierta magnitud, como Luis Roldán o Julián Muñoz.
En estrictos criterios periodísticos, la cuestión central no es la catadura moral de los entrevistados, ni si esos individuos cobran o no por dejarse entrevistar, sino si están dispuestos a confesar algo que resulte de importancia para nuestro conocimiento de la realidad. Si ya de antemano el entrevistado declara, como Roldán, que no va a “tirar de la manta” (expresión de raíz antijudía muy arraigada en Navarra, donde el exdirector de la Guardia Civil ejerció casi de todo), la entrevista pierde todo interés público relevante: se convierte en mero morbo cutre. Pero si hubiera estado dispuesto a contar algo de lo mucho que sabe, podría haber sido una pieza fascinante.
En este tipo de asuntos hay una confusión notable. Hay gente que te dice: “Pero, ¿cómo puedes tratar con sinvergüenzas así?”. La respuesta es simplicísima: si quieres conocer cómo funciona el mundo de los sinvergüenzas, tienes que hablar con sinvergüenzas. Si quieres saber cómo se lleva a cabo la guerra sucia, habrás de descender a las cloacas del Estado, que diría Felipe González. Y si estás investigando cómo está la Mafia, deberás tratar con los mafiosos que se dejen. Y si los mafiosos quemados o rencorosos te piden dinero por irse de la lengua y lo que pueden largar es valioso, tendrás que negociar la tarifa.
Yo jamás renunciaré a entrevistar a un tipo que me pueda proporcionar información relevante porque me repugne que no sea un santo. De hecho, tampoco me negaría a entrevistar a un santo si estuviera dispuesto a contarme cómo funciona eso tan raro del Cielo.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (21 de noviembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/11/21 06:00:00 GMT+1
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