2008/12/30 06:30:00 GMT+1
Israel no es una gran potencia; es tan sólo una potencia por delegación. Si no recibiera la constante ayuda financiera, militar y política de EE.UU., no tendría base suficiente en la que sustentar su arrogancia. Pero el caso es que la recibe.
Gracias al respaldo de Washington, el estado sionista cuenta con un armamento que jamás habría podido producir por sus propios medios. Gracias a ese mismo respaldo, puede despreciar las leyes internacionales, empezando por la Convención de Ginebra, y las muchas resoluciones de las Naciones Unidas que le instan a dejar de actuar como lo hace: la capacidad de veto que tiene el Gobierno norteamericano en el Consejo de Seguridad de la ONU protege todas sus agresiones. Gracias al chorro de millones de dólares que le llega de EE.UU. año tras año, puede también sostener una economía que por sí misma sería insostenible.
Pero resultaría muy cómodo responsabilizar de todo el desastre a Washington y al poderoso lobby judío estadounidense. La Unión Europea tiene también buena parte de culpa en la criminal arrogancia con la que el Gobierno de Israel se permite actuaciones como la horrorosa que está perpetrando ahora mismo en Gaza. ¿Qué hace la UE ante eso? “Deplora”, “muestra su honda preocupación”, “reclama”… O sea, nada. Europa tiene formidables mecanismos para obligar a Israel a entrar en razón. Sin el comercio que tiene con la UE, el estado sionista se vería en enormes dificultades económicas. ¡Sanciónenlo de una vez, y déjense de cháchara huera!
Los dirigentes europeos, incluidos los españoles, se fingen muy apenados a la vista de la masacre y a continuación se cruzan de brazos. Y nosotros, todos nosotros, les dejamos que obren así.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (30 de diciembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/12/30 06:30:00 GMT+1
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2008/12/29 06:00:00 GMT+1
Cada periódico es dueño de marcar sus propias normas de estilo, faltaría más, pero yo también soy libre de juzgarlas, faltaría más.
Una que se está imponiendo últimamente en algunos medios importantes, y que me resulta ridícula, e incluso cómica, es la de publicar necrológicas (u obituarios, como prefieran llamar ustedes al género) cuyos autores dedican más espacio a hablar de sí mismos y de sus sentimientos que a informar de quién era, cómo vivió y qué hizo de meritorio el fallecido. Unos se ponen en plan «Siempre recordaré aquel día en el que me dijo: ‘Fulanito, tú eres el mejor, con diferencia’». Otros optan por el género elegíaco y escriben cosas del tipo «Ramón (o Pepe, o Eloísa, que tanto da): la imperecedera huella de tu inmensa humanidad vivirá entre nosotros para siempre, marcándonos objetivos de inmarcesible grandeza y de generosa entrega». Ya. Pero si tuviera usted el detalle de informarnos de qué día nació este personaje y dónde sucedió tal cosa, cómo y gracias a quién se educó, qué le decidió a tomar tal o cual orientación, con quién se relacionó, qué obras produjo, por dónde deambuló a lo largo de su existencia y cuándo y de qué ha muerto, le estaríamos muy agradecidos. Por el aquel de saber, más que nada.
El primer artículo que me publicaron (debería de tener yo como 13 años) fue sobre un profesor de mi colegio que murió, no recuerdo cómo ni de qué. La tesis originalísima de mi artículo iba en la línea “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”. Otro profesor me comentó: “El artículo está bien escrito, pero no cuentas casi nada sobre el fallecido. En tanto que necrológica, es un fiasco”.
Se me quedó grabada la crítica. Sigo recordándola.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (29 de diciembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/12/29 06:00:00 GMT+1
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2008/12/28 06:00:00 GMT+1
No me resulta escandaloso que el juez murciano Ferrín Calamita esté en contra del matrimonio homosexual, ni que se oponga a la adopción de niños por parejas del mismo sexo. Tiene todo el derecho a opinar así, como lo tiene a creer, por poner un ejemplo no menos estrafalario, que hay en Urano pequeños individuos de 25 centímetros de alto que cantan canciones de Julio Iglesias durante todo el día a grito pelado.
Es cosa suya y, como quiera que todo lo que no está prohibido está permitido, puede estar convencido de lo que le venga en gana. Pero, cuando ejerce de juez, él, como todos los demás, está obligado a aplicar la ley existente, coincida o no con sus querencias, deseos y convicciones personales.
Lo escandaloso del caso del juez Ferrín Calamita es que pretenda –sigue pretendiéndolo– que es injusto que se le quisiera obligar a aplicar una ley que no le gusta.
Lo cierto es que no estaba obligado. Habría podido pedir que se le retirara del caso, dados sus prejuicios. Pero no: cegado por su particular fanatismo, se empeñó en seguir adelante, erigiéndose en legislativo, ejecutivo y judicial al mismo tiempo.
El caso del juez Ferrín Calamita puede tomarse como una caricatura de cómo funciona una parte de la Justicia en España. Las buenas caricaturas se caracterizan por resaltar con habilidad los rasgos más destacados de lo caricaturizado. ¿Cómo puede haber jueces que no asuman que su trabajo consiste en aplicar las leyes y no en dictarlas a su capricho?
Pues los hay, y a todos los niveles. Dentro de nada, en el País Vasco va a perpetrarse un juicio del mismo estilo, con varios dirigentes políticos, incluido el lehendakari, sentados en el banquillo.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (28 de diciembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/12/28 06:00:00 GMT+1
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2008/12/27 06:00:00 GMT+1
Tuve en tiempos un colaborador periodístico que, pese a pertenecer a la dirección de una secta religiosa que se impone el voto de castidad, escribía con anonadante frecuencia sobre la importancia del sacramento del matrimonio. Se lo dije varias veces: “Pero, hombre, ¿por qué no escribes sobre los asuntos que conoces por propia experiencia, y no de oídas?”.
De ese estilo es el sector de la jerarquía católica española afín a Rouco Varela que ha vuelto a convocar una manifestación de masas (o de misas) con la pretensión, dice, de salir “en defensa de la familia”.
El acto central tendrá lugar en Madrid mañana, 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes. La fecha está bien elegida, porque la iniciativa tiene todas las trazas de una inocentada. ¡Gente que ha renunciado a fundar una familia se erige en defensora a ultranza de aquello que ella misma no ha hecho nada por perpetuar! Yo tengo varios amigos que se merecerían un monumento como defensores de la institución familiar, porque no se han limitado a impulsar una familia, sino que han fundado varias, tras sucesivos divorcios. Eso se llama predicar con el ejemplo.
La trampa que tienden a la sociedad española los jerarcas vaticanistas es de lo más burda (aunque no necesariamente ineficaz): pretenden que sólo son realmente familias aquellas familias que se atienen a sus criterios dogmáticos. Deberían reconocer que no defienden “la familia”, en general, sino tan sólo un tipo de familia: la que a ellos les gusta.
La familia, como modo de agrupación humana, no corre ningún peligro. Con el paso del tiempo, va adquiriendo nuevas formas, cual Visnú, pero se mantiene sólida. ¿Para bien o para mal? A saber.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (27 de diciembre de 2008). También publicó apunte ese día: Con razón o sin ella.
Escrito por: ortiz.2008/12/27 06:00:00 GMT+1
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2008/12/26 07:25:00 GMT+1
Una jueza de Madrid ordenó hace dos semanas el encarcelamiento sin fianza de siete jóvenes que participaron en una manifestación en solidaridad con la revuelta de los estudiantes griegos y en protesta por el asesinato de uno de ellos. La jueza les acusó de haber tirado piedras y otros objetos contra una comisaría de policía del centro de la capital, incidente que causó la rotura de algún vidrio, pero ningún daño para las personas (salvo para las detenidas, algunas de las cuales sufrieron lesiones de consideración tras la contundente respuesta policial).
Casi nada está claro. No se ha establecido que todos los detenidos participaran en la bronca. Tampoco que no se hubiera infiltrado en el grupo algún agente provocador encargado de iniciar la reyerta para arrastrar a los chavales e implicarlos.
La jueza justificó su inicial orden de prisión apelando a la “alarma social”. Anteayer los puso en libertad sin fianza.
Eso de la “alarma social” es fantástico. ¿En qué consiste? ¿Cómo saben cuándo viene y cuándo se va? Lo que sí he detectado yo durante las últimas semanas es la mucha preocupación que hay en ciertos medios políticos por el auge que están cobrando las protestas juveniles en toda Europa. Con razón: como apuntó lúcidamente El Roto hace poco, en los bolsillos vacíos crecen piedras.
No creo que sea buena idea apedrear comisarías, pero desde el encarcelamiento de los jóvenes de la calle Montera no he dejado de pensar en lo muy distintos que pueden ser los tratos judiciales. ¿Que realizas unas obras ilegales, se te hunden y mueren cinco trabajadores? Hala, a la calle y sin fianza. ¿Que rompes el escaparate de una comisaría? Dos semanas al trullo, y no rechistes.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (25 de diciembre de 2008 en Cataluña; en la edición llamada "nacional" al día siguiente).
Escrito por: ortiz.2008/12/26 07:25:00 GMT+1
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2008/12/25 06:00:00 GMT+1
Escrito por: ortiz.2008/12/25 06:00:00 GMT+1
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2008/12/24 11:30:00 GMT+1
Iberia quiere sancionar a algunos pilotos porque, según aseguran los voceros de la compañía aérea, están realizando “una huelga de celo encubierta”.
“Huelga de celo”. Es lo mismo que en algunos países de América Latina denominan “trabajo a reglamento”. Llámese como se quiera, la cosa consiste en que los empleados de una empresa, para tocar las narices a la dirección, deciden cumplir escrupulosamente todas las obligaciones que marcan las normas aplicables a su labor, lo cual genera dificultades de funcionamiento.
Me resulta llamativa la frivolidad con la que nuestra sociedad asume que las empresas, sean del tipo que sean –organismos públicos incluidos–, sólo puedan funcionar de manera fluida si sus trabajadores no se toman demasiado en serio las ordenanzas que regulan las tareas que realizan.
Es inaceptable que trabajar “a reglamento” (es decir, ateniéndose con rigor a las normas legales) se tome como sinónimo de boicotear y entorpecer.
En todo este asunto hay algo que no funciona: o los reglamentos están mal hechos y no se acomodan a la realidad, en cuyo caso habría que modificarlos, o lo que se está promoviendo como norma general de funcionamiento es la desidia y la chapuza.
El problema no debería ser que los pilotos, o quienes sean, decidan cumplir escrupulosamente con sus obligaciones legales, sino que se les vitupere por ello, se los trate de “huelguistas de celo” (¿desde cuándo los huelguistas trabajan?) y se hable de sancionarlos por ello. Habría que castigarlos, en todo caso, cuando no se atienen fielmente a las normas establecidas.
Todo el mundo debería trabajar “a reglamento”. Y si eso obliga a las empresas a contratar a mucha más gente, mejor que mejor.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de diciembre de 2008).
Nota-– Ya sé que no es nada habitual que actualice el blog a tan avanzadas horas de la mañana, pero tampoco lo es que salgamos a cenar y estemos de palique hasta las 5 de la madrugada. Nos juntamos con un grupo de amigos y amigas de Cantabria y la charla no sólo fue divertida y cordial, sino también, desde luego, muy extensa. De vez en cuando, un exceso así viene muy bien.
Escrito por: ortiz.2008/12/24 11:30:00 GMT+1
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2008/12/23 06:00:00 GMT+1
Bolivia se ha convertido en el tercer país de Latinoamérica declarado por la UNESCO “territorio libre de analfabetismo”. En los tres años de mandato de Evo Morales, un ambicioso plan de enseñanza en el que el presidente ha puesto un gran empeño ha permitido que hayan aprendido a leer y escribir casi un millón de personas, la gran mayoría de ellas mujeres quechuas, aimaras y guaraníes. Eso ha reducido la tasa de analfabetismo, que se cifraba en torno al 15% de la población, a menos del 4%, porcentaje que la organización especializada de las Naciones Unidas tiene establecido para considerar que un país está alfabetizado.
El programa educativo promovido por Evo Morales ha contado con un fuerte apoyo solidario de los otros dos países de América Latina a los que la UNESCO considera “territorios libres de analfabetismo”, que son Cuba y Venezuela. Ambos han aportado a la campaña boliviana de alfabetización no sólo enseñantes especializados sino también material didáctico de elevado coste, incluyendo televisores y vídeos. Como quiera que muchas de las comunidades indígenas en las que se volcó el plan carecían de electricidad, Venezuela instaló 8.350 paneles solares. Quedaba el problema de que muchas personas, sobre todo mayores, tenían dificultades ópticas para seguir los cursos. Cuba aportó 212.000 gafas.
Retengamos el dato de que, a día de hoy, los únicos tres países de toda América Latina a los que la UNESCO considera alfabetizados son Cuba, Venezuela y Bolivia. Ni Chile, ni Argentina, ni México, ni mucho menos Colombia, ojito derecho de las potencias occidentales.
¿Qué pretendo demostrar contando esto? Nada. Me conformo con aportar datos que ayudan a pensar.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de diciembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/12/23 06:00:00 GMT+1
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2008/12/22 06:30:00 GMT+1
Allá por los primeros ochenta del pasado siglo, un familiar me regaló uno de los primeros vídeos llegados al mercado español. (Me preguntó: “¿Qué prefieres? ¿Un ordenador o un vídeo?”. Y yo le respondí: “Un vídeo. No creo que utilice nunca un ordenador”. Fue una muestra de mi proverbial perspicacia.)
El vídeo, que a mi benefactor le salió por una pasta gansa, funcionaba por el sistema betamax. Me puse a grabar películas como un poseso. Sin embargo, pocos años después se impuso el sistema VHS y los beta desaparecieron, dejándonos a muchos usuarios con un palmo de narices.
La misma experiencia la he padecido en bastantes otros terrenos. Hago un breve recuento: 1º) Atesoro una pequeña colección de discos de baquelita, auténticas piezas de colección… que no puedo oír porque funcionan a 78 r.p.m., una velocidad que los actuales giradiscos (los que quedan) ya no ofrecen. 2º) Tengo un montón de disquetes de ordenador de 3 ½, con textos archivados, que me cuesta utilizar, porque los nuevos ordenadores vienen sin disquetera. 3º) Los actuales portátiles tampoco tienen entrada para las tarjetas PCMCIA: otra antigualla, por lo visto. 4º) Fabriqué durante años la tira de carátulas de discos con un programa que es incompatible con los sistemas operativos de los ordenadores de ahora. O sea, que como si nada. 5º) Mi colección de vídeos VHS va camino de quedarse también en filfa, porque en el mercado normal no hay ya reproductores de calidad. 6º) Para remate, leo que dentro de poco los CD y los DVD también van a irse al guano, aplastados por sistemas mucho más estupendos.
¿Conclusión? Que no hay modo de coleccionar nada. Ni música ni cine.
Menos mal que aún quedan los libros.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de diciembre de 2008). También publicó apunte ese día: La suerte.
Escrito por: ortiz.2008/12/22 06:30:00 GMT+1
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2008/12/21 06:00:00 GMT+1
Acabo de llegar a Santander. La casa en la que recalo a menudo desde hace ya bastante tiempo está a un tiro de piedra del Ayuntamiento, en cuya plaza se exhibió hasta el pasado jueves la estatua ecuestre de un Francisco Franco de tamaño muy superior al natural (cosa nada difícil, si se tiene en cuenta el porte del modelo).
Me he topado con esa estatua durante muchos años. A diario, cada vez que bajaba a la calle. Llegó a hacerme cierta gracia verla siempre cubierta de cacas de paloma. Me recordaba cómo llamaba al general Franco un amigo mío, inmisericorde con el dictador: “Su Excremencia, el Jefe del Estado…”.
Bastantes cántabros de izquierda se dicen satisfechos de que la estatua de Franco haya sido jubilada de una pajolera vez, pero a otros no los veo tan contentos. Y les doy la razón. Porque el engendro de bronce se ha retirado con una coartada burocrática, sin que se haya producido ningún pronunciamiento municipal de condena de la dictadura franquista. Hasta tal punto ese rechazo explícito sigue ausente que basta con echar un vistazo al callejero de Santander para disipar toda duda: “calle General Mola”, “avenida Luis Carrero Blanco”, “calle Héroes del Baleares”, “calle División Azul”, “calle General Dávila”, “calle Primo de Rivera”, “calle Matías Montero”…
Incluso, para demostrar su equidistancia, el alcalde del PP ha decidido retirar, junto con la estatua de Franco, un pequeño escudo conmemorativo de la Primera República que se encontraba medio escondido en un jardín cercano. Para que nadie le tome por lo que no es.
Las cosas son como son: no es lo mismo derribar una estatua con ignominia que retirarla con excusas para acabar exhibiéndola en un museo.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (21 de diciembre de 2008).
Escrito por: ortiz.2008/12/21 06:00:00 GMT+1
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