Pedradas

Nota: por ahora prefiero que estos apuntes no salgan de este blog. Gracias.

Los residentes que comparten comedor y sala de estar con mi padre forman un grupo heterogéneo. La mayoría son mujeres. Sólo hay otro hombre, un baserritarra con boina de 70 años, yo diría que es el más joven de la cuadrilla. La mayor tiene 102. También hay gente que ha superado los 80 e, incluso, los 90.

El otro día compartí unos minutos de charla con una cuidadora de una de estas señoras. Me dijo que, a pesar de llevar más de dos meses en el centro, todavía pide ir a casa todos los días. Me dijo que había un punto (una farola) que no podían superar en el paseo vespertino. Porque si lo hacían, la buena señora echaba a correr.

Una mujer de 90 años tiene a su marido con ella prácticamente de 10 de la mañana a 7 de la tarde. El buen hombre, 92 años magníficamente llevados, ya no puede con ella: no le queda paciencia. Hoy le he oído comentar que se moriría bien a gusto, que así no hay quien viva. Cada atardecer, al despedirse, ha de explicar una y otra vez a su señora que al día siguiente volverá a primera hora para estar con ella.

Mi padre tiene una atadura semejante (aunque más suave) con mi madre. Ella viene cada día, como si estuviera en un hospital, mañana y tarde. Se le hace duro dejar a su marido en el centro y todavía se pregunta, diariamente, si hace bien o no sería mejor llevárselo a casa. Menos mal que los médicos le quitan esa idea de la cabeza. No es fácil aguantar el entendible chantaje emocional del marido, el cual también lo practica con nosotros (y digo entendible porque yo haría lo mismo en su situación).

La realidad del centro se me hace dura. A fin de cuentas, los y las residentes que comparten espacio con el viejo te señalan el camino que recorrerá más pronto que tarde: la mujer que todos los días pone los nervios de los presentes a prueba; la señora que está tranquilamente en su sitio, sin decir apenas ninguna palabra; la que está totalmente ida, con problemas para tragar y unas flemas que le llevan a mal traer... Un panorama de aúpa.

¿Se acostumbra uno a esto? Se hace duro, pero uno se acostumbra a ver a su familiar en esta situación, enfermo. Aunque sea triste.

Ohitu egiten zara

Ahora que Javier Vizcaíno deja de enredar por (y para) la Trama Mediática, ya no le voy a poder pasar esto que he leído en un blog que he descubierto hoy.

Ya no tiene nada de extraño que los medios papeleros tradicionales se hayan dado cuenta de la fuerza que tiene Internet. Por eso no me ha parecido tan raro que en la portada del diariovasco.com haya encontrado en lugar destacado un recuadro que me llevaba al blog del corresponsal de Vocento en Roma Iñigo Domínguez. Mirad lo que dice el periodista del ex-portero del Atlético de Madrid, Abbiati, actual arquero del Milan berlusconiano:

"El otro día le preguntaron al portero del Milan, Christian Abbiati (llegado ex-Atlético de Madrid), sobre sus ideas políticas, aunque se intuyen porque tiene la canción ‘Faccetta nera’, himno fascista de la guerra de Etiopía, como sintonía del móvil: «Hago míos algunos valores del fascismo: la patria, el orden social, el respeto de la religión católica. No comparto sus errores: la alianza con Hitler y la entrada en la guerra, sobre todo. Pero basta de considerar el fascismo como un tema tabú".

Ya sabía que el fascismo cabalgaba de nuevo, pero la cosa pinta mal si alguien tan expuesto al juicio público como un futbolista de primer nivel declara sus simpatías tan abiertamente.

Como dice Domínguez en la presentación del blog, "el objetivo indisimulado de este blog es descojonarse, para qué nos vamos a engañar. Para las cosas serias ya está el periódico. Si fuera corresponsal en Ulan Bator lo intentaría, pero vivo en Italia. Otro propósito es referir hechos graves que ocurren en este bendito país y que no caben en el periódico, porque ya ni son noticia. Pero no hay que asustarse, en Italia, como decía Ennio Flaiano, «la situación es grave, pero no seria".

Por todo ello, acabo de suscribirme a este blog para seguir las peripecias de Iñigo Domínguez.

Nota: por ahora prefiero que estos apuntes no salgan de este blog. Gracias.

El lunes se cumplió lo previsto por el médico el viernes pasado: mi padre pasó un fin de semana decente y el lunes por la mañana el doctor apareció con ganas de firmar el alta poco después de la visita diaria. No sé qué presiones reciben los médicos, pero todo apunta a que Osakidetza tiene unas ganas locas de mandar al enfermo (o a la enferma) a casa (o a donde sea) una vez que el paciente tiene un aspecto medianamente presentable.

El domingo por la tarde dejamos la habitación fatídica. Nos movieron porque mi padre podía compartir habitación con otro paciente. La persona que ocupó la habitación murió esa misma noche. Es la tercera muerte de un paciente en la 206 de la que me entero en el tiempo pasado en el hospital.

La habitación 206 tiene una cosa buena para la familia: una cama para que el/la acompañante pueda tumbarse de noche. Porque ese es otro cantar: las butacas de Osakidetza. ¿Algún día se podrá disponer algo mejor para los acompañantes? Lo veo difícil. Porque las cuatro noches que pasamos en el Hospital Donostia, vi lo difícil que resultaba meter una butaca y una silla por paciente en la habitación sin obstaculizar entradas o salidas.

El Hospital había pedido una ambulancia para las 15:00 horas. Mi padre se quejaba de que le dolían los oídos y pensamos que sería más prudente hacer el trayecto en ambulancia. A las 18:00 horas, desistimos de la idea y lo trajimos en el coche de mi hermano. En nuestra unidad, otros cuatro pacientes esperaban turno (cuatro más en la primera unidad). Entiendo que quienes abandonemos el centro no tengamos prioridad en el transporte sanitario y que se retrasen los servicios. Ahora bien, tres horas esperando una ambulancia... eso es ya otro cantar. España va bien… y Euskadi también.

Ayer por la tarde, visité a mi padre en el centro. Estaba de muy mala leche. Consigo mismo y con nosotros. Con muchos miedos. No quería quedarse solo. "Ume jaio eta ume bihurtu" se dice en euskara: Naces niño y niño vuelves. Pues eso.

Egokitzen

Ya escribí aquí hace unos meses que Donostia presentaba su candidatura para ser Capital Europea de la Cultura en el 2016.

El lunes y el martes, 29 y 30 de septiembre, se celebrarán en el Teatro Victoria Eugenia los Primeros Encuentros sobre la Candidatura San Sebastián 2016. Dice la organización que "se presentarán cuatro ponencias y doce comunicaciones que permitan una tormenta de ideas sobre los posibles contenidos del proyecto cultural de la Candidatura". Las cuatro ponencias correrán a cargo de Santiago Eraso, Josep Ramoneda, Daniel Innerarity y Kepa Korta. Las comunicaciones, por su parte, corresponden a Luisa Etxenike, Lourdes Fernández, Joxean Muñoz, Lourdes Oñederra, José Luis de la Cuesta, etcétera. Más información en la web de la Candidatura San Sebastián 2016.

Las personas que no puedan acercarse al Teatro Victoria Eugenia podrán seguir las jornadas a través de Radio Casares. En la zona de Donostialdea, se puede sintonizar en el 107.4 de la FM. Asimismo, su emisión está disponible en Internet.

En mayo de 2006, se hicieron en el Museo San Telmo unos Encuentros sobre los Grandes Proyectos Culturales de Donostia. Si hacéis clic encima del enlace, accederéis a mis apuntes de aquellos días. No tengo intención de ir a las jornadas del lunes y del martes. Tengo otros quehaceres más urgentes (entre otros, el traslado del hospital a la residencia del viejo). Espero que alguien recoja lo más interesante de estos dos días y lo ponga a disposición de la gente.

Un amigo de Santander me dijo el otro día que la capital cántabra también se presenta. Parece, además, que cuenta con el respaldo de la familia Botín y que no andan muy lejos los Polanco.

Lo peor de todo es que ahora viene la crisis económica con mayúsculas. Según leí ayer en el diario Irutxuloko Hitza, el alcalde ha decidido no gastar 26 millones de euros del presupuesto del 2008. Eran pasta destinada a inversiones.

Con el final del Festival de Cine, se va el glamour y parece que la billetera ya no tiene tanto grosor.

Señoras y señores, apriétense los cinturones.

Donostia 2016 pentsatzeko garaia

Nota: por ahora prefiero que estos apuntes no salgan de este blog. Gracias.

El miércoles, mi padre se despertó pronto (como casi siempre). La víspera, alguien le debió de decir que tenía que comer, andar y fortalecerse. Antes de las 8:00 de la mañana, le di un cacho de manzana. Desayunó con mi madre y, luego, arrastró sus pies por la habitación.

Me quedé esperando a que pasara el médico. Él mismo con ayuda de la enfermera, lo sacó a pasear al pasillo. Por lo menos, movió su esqueleto fuera de la habitación.

Yo estaba alucinado y no entendía cómo podía mi viejo darle la vuelta a la situación de aquella manera. Según parece, el desarrollo de la demencia se ha ralentizado. Los bronquios preocupan ahora más, pero parece que esto está camino de solucionarse.

Es más, el neúrologo nos dijo ayer por la mañana que, si las cosas siguen así, el lunes o el martes saldría del hospital.

También recibimos el miércoles una notificación de la Dipuación Foral. Le han reconocido una situación de gran dependencia: grado 3 nivel 2. 94 puntos en total. Mi hermano habló con una de las trabajadoras sociales del Ayuntamiento de Irun. Ella le ratificó que la puntuación es muy elevada. Estamos a la espera de que nos concedan una plaza pública o concertada en alguna residencia cercana.

Mientras tanto, seguiremos en una residencia de Donostia. El coste diario es de 85,5 euros (mientras ha estado en el hospital, para mantener la reserva, se abona el 85 % de esa cantidad). En total, 2.600 euros mensuales como media.

Si nos concedieran una plaza pública o concertada, recibiríamos una ayuda de 500-600 euros mensuales. Pero cuando el patrimonio de la persona dependiente (exceptuada su vivienda habitual) baja de los 3.000 euros, entonces ha de abonar al mes el 85 % de sus ingresos.

Puede que haya algún dato erróneo, pero lo cuento para que os hagáis una idea de lo caro que resulta envejecer y enfermar.

Hobeto

Esta mañana he tenido que salir de la oficina. No estaba bien. En vez de tomarme un café, he llamado a un par de amigos y me he ido a la Librería Hontza. Iba decidido a comprarme el último libro de David Trueba, la novela Saber perder.

He comido en la Parte Vieja y, aunque no actúe así normalmente, me he llevado el libro al restaurante. Prefiero hojear algún periódico o revista mientras como, porque la lectura de libros a la hora de la comida no es cómoda.

He empezado por la contraportada y me he leído las diez primeras páginas. Me ha gustado mucho lo que he leído. Me ha enganchado como hacía tiempo que no lo conseguía ningún libro.

Camino del currelo, he saludado a un par de personas conocidas en lo Viejo. En una de éstas, mientras charlaba con Ana M, me ha parecido que la persona que venía de frente era alguien que se parecía mucho a David Trueba. ¿Será él? Tras responderme mentalmente que sí y, con el libro en la mano, le he dicho: "Sólo he leído diez páginas, pero me han gustado mucho". Y él: "A ver si tienes la misma sensación al final".

El próximo miércoles, 24 de septiembre, David Trueba presentará Saber perder en el Centro Cultural Ernest Lluch. Mis planes ahora sólo alcanzan el día a día y todavía no sé si tendré la posibilidad de acudir al acto. A ver si alguno de vosotros lo hace. Me da que el libro y el autor lo merecen.

Galtzen ikasi beharra

Nota: por ahora, prefiero que esta serie de apuntes no salgan de este blog. Gracias.

Son las 7:20 de la mañana. Dentro de un rato, mi madre tocará la puerta y me pregunto qué haré cuando la vea. Hoy cumple 71 años. Está claro que he de felicitarla, pero no sé cómo se lo tomará la pobre.

Mi hermano me llamó ayer por la tarde. Lo hacía para preguntarme qué le íbamos a regalar. "Aunque sea un ramo de flores o una planta". Teniendo en cuenta cómo está su marido, no me gustaba la idea de regalarle un ramo de flores. Quedamos en que le regalaríamos una planta. Se lo entregará su nieto en la habitación 206.

He escrito Habitación 206 y está bien escrito. Ayer trasladaron a mi padre a esta habitación que tiene un colchón especial. Es de agradecer la atención que tiene el Hospital con nosotros (me da que ha sido cosa de la supervisora de las enfermeras).

Conozco demasiado bien esta habitación, porque las cuatro semanas que pasamos en la habitación de enfrente se murieron al menos dos personas. Entenderéis, por tanto, que no me mole mucho. Y más si recuerdo que aquí vino mi padre el día que tuvo el primer delirio en el hospital. También es verdad que un vecino nuestro ha pasado tres semanas largas aquí y ahora está en su casa. Ya veremos qué sucede, pero no creo que el viejo aguante mucho más.

Esto era lo que quería contar el día del cumpleaños de mi madre. El martes, día 23, se cumplirán 41 años del día de la boda.

Ahora son las 19:20 horas. Estoy en casa, delante del ordenador. Mi madre ha entrado en la habitación esta mañana y le he dado los dos besos de rigor. La he felicitado. Mi padre no se ha enterado.

Mañana, 21 de septiembre, es el Día Mundial contra el Alzheimer. Ya escribí que mi padre no tiene propiamente esta demencia, pero lo que padece es prima-hermana suya. Según he leído en las páginas del diario Berria con motivo de los actos celebrados el pasado año en Gipuzkoa, la Asociación Afagi estimaba que por aquel entonces el Alzheimer afectaba a 5.500 familias guipuzcoanas. Dentro de diez años, estiman que afectará a 11.000 familias. Son datos a tener en cuenta.

Amaren urtebetetze eguna

Nota: por ahora, prefiero que esta serie de apuntes no salgan de este blog. Gracias.

El lunes por la mañana comencé con la rutina del trabajo nuevamente. El mes se ha ido rápido, por desgracia en este ámbito, aunque quizás sea mejor recuperar la rutina para romper algunas cosas.

Tras pasar la mañana en el trabajo, he relevado a mi hermano y a mi madre al anochecer. Estaban cansadísimos. En esta unidad del Hospital Donostia utilizan otros protocolos a los usados en el Hospital del Bidasoa. Por ejemplo, no atan al enfermo por la cintura, a pesar de que la familia lo ha pedido más de una vez. Nos han dado diferentes razones, pero estamos dispuestos a asumir responsabilidades (porque, entre otras cosas, no puedes abandonar la habitación). Sin embargo, no hay manera. También han reducido la dosis medicinal contra la demencia y eso hace que el viejo esté más inquieto. Esto último tiene un efecto claro a largo plazo: como estás casi siempre de poli a su lado (no hagas esto, no hagas lo otro, no te muevas...), me da que lo tendré presente dentro de muchos años (para mal).

El lunes por la mañana el médico le dijo a la familia que tuviéramos claro qué hacer en la próxima crisis. Hemos agradecido su claridad. Los bronquios dejaron de hacer su labor el sábado (algo que no tragó debidamente se le quedó en la zona y se infectó). Parece que lo tenemos claro, aunque habrá que ver qué sucede llegado el momento.

El sábado solicitamos el traslado a Irun y esta tarde lo han traído nuevamente al Hospital del Bidasoa. Cuántas habitaciones hemos recorrido aquí últimamente: 209, 206, 201, 222…

Toca noche de nuevo. Mañana no voy al currelo.

Ospitalean berriro

Ayer leí en el diario Berria una entrevista interesante hecha por Idoia Etxeberria a Andresa (enlace en euskara). Esta señora es una pescatera o vendedora de pescado de la Parte Vieja donostiarra. Tiene 93 años y vende el pescado más por pasar el rato que por ganar dinero a la antigua usanza: en un puesto en la calle. Compra unos cuantos kilos de anchoas y los vende por docenas. Me da que andamos mal si no les reconocemos a estas personas el mérito que tienen.

Me llamó la atención también la lectura de un artículo de Xabi Larrañaga en el diario Deia. Se llama Kokakola herria la columna (en euskara). Dice Xabi que Johny Rotten, cantante de los Sex Pistols, gritaba Viva España hace unos días en Vitoria en el festival Azkena Rock. Lo hacía por provocar, pero lo que conseguía era que la gente le respondiera con hastío. Como dice el articulista, es el signo de los tiempos.

De todas maneras, Roberto Moso estuvo allí y dice en su Zaramatimes que alguien le lanzó un móvil. En este caso, el que se cabreó fue el señor Podrido.

Si el estado de salud de mi padre me lo permite, tengo intención de pasarme por alguno de los actos del coqueto Viva Poch, homenaje al líder de Derribos Arias que se celebrará en Donostia del 18 al 20 de septiembre.

Ya que estoy en el apartado de homenajes, ayer se inauguró un busto en honor de Iosu Expósito, integrante de la banda punk Eskorbuto. El  acto tuvo lugar en Santurtzi. El artista que hizo El Caminante de Gasteiz, Juan José Eguizabal, es el autor de la obra... si no entendí mal en el Más que palabras.

Lo oí de pasada, detrás de la ambulancia que llevaba a mi viejo al Hospital Donostia. Está muy débil y se atragantó con algo que le ha provocado una infección (neumonía). Su respiración era un silbido continuo ayer por la mañana y lo tuvimos que hospitalizar. Pasó una tarde y noche tranquilas (estaba derrengado).

Mañana me da que toca ir al currelo. Las vacaciones y los permisos se están acabando.

Betiko martxa hartu nahian

Nota: apunte de uso exclusivo en este blog.

En torno a 1979-80, la televisión pública española emitía una teleserie de mucho éxito titulada Raíces. Narraba la historia de un esclavo llevado de África a América y de nombre Kunta Kinte, familiar lejano del escritor Alex Haley. Este Premio Pulitzer había escrito una novela y la serie estaba basada en ella.

Aún no había terminado la EGB y vivíamos en el caserío. En el piso inferior, la cocina, el WC y la cuadra. En el superior, aparte de las habitaciones de mis padres, de mi hermano y de la mía, la sala de estar.

Todos estábamos en la cama, pero mi padre bajó al baño. No calibré bien que mi padre vería la luz de mi cuarto encendida cuando enfilara las escaleras para regresar al cuarto. Estaba enfrascado en la lectura del libro de Alex Haley editado por una Caja de Ahorros (¿Provincial? ¿Municipal?) y no podía apagar la luz.

...Hasta que entró mi padre cabreado. Me quitó el libro, lo tiró contra el suelo y me dijo que no había que gastar la luz en balde.

No me acuerdo del libro. De Kunta Kinte sí, porque aparecía en la tele, aunque yo no viera la serie porque se emitía tarde. Cada vez que veía el libro en casa de mis padres y veía la muesca en el lomo debido al impacto contra el suelo, me acordaba de lo sucedido aquel día. Eso sí, no recuerdo ningún tortazo de mi viejo. Sí aquel enfado y algunos otros (también muchos buenos momentos).

Revisando la canción de Mikel Laboa (y convirtiendo las alas en raíces): "Erroak ebaki banizkio…" (Si le hubiera cortado las raíces...). Así me siento estos días. Mucho más tras ingresar al viejo en una residencia. No había mejor remedio, pero es duro dejarlo allí.

Cuando el carrusel comenzó a tomar velocidad, se me quedó en la cabeza lo que me escribió un conocido al que aprecio. Su madre sufrió una demencia los últimos años de su vida y sabía de qué hablaba. "Lo irremediable no es trágico. Ánimo, paciencia, todo el humor que puedas. No se puede hacer nada. Que coma, que esté limpio, que sufra lo menos posible. Lo que, si se piensa, es dolorisísimo".

Ya lo decía Jobim, "Tristesa nao tem fim / felicidade sim".

Erroak