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2008/10/06 22:00:00 GMT+2

Galtzeimer (XIV) Se acostumbra uno

Nota: por ahora prefiero que estos apuntes no salgan de este blog. Gracias.

Los residentes que comparten comedor y sala de estar con mi padre forman un grupo heterogéneo. La mayoría son mujeres. Sólo hay otro hombre, un baserritarra con boina de 70 años, yo diría que es el más joven de la cuadrilla. La mayor tiene 102. También hay gente que ha superado los 80 e, incluso, los 90.

El otro día compartí unos minutos de charla con una cuidadora de una de estas señoras. Me dijo que, a pesar de llevar más de dos meses en el centro, todavía pide ir a casa todos los días. Me dijo que había un punto (una farola) que no podían superar en el paseo vespertino. Porque si lo hacían, la buena señora echaba a correr.

Una mujer de 90 años tiene a su marido con ella prácticamente de 10 de la mañana a 7 de la tarde. El buen hombre, 92 años magníficamente llevados, ya no puede con ella: no le queda paciencia. Hoy le he oído comentar que se moriría bien a gusto, que así no hay quien viva. Cada atardecer, al despedirse, ha de explicar una y otra vez a su señora que al día siguiente volverá a primera hora para estar con ella.

Mi padre tiene una atadura semejante (aunque más suave) con mi madre. Ella viene cada día, como si estuviera en un hospital, mañana y tarde. Se le hace duro dejar a su marido en el centro y todavía se pregunta, diariamente, si hace bien o no sería mejor llevárselo a casa. Menos mal que los médicos le quitan esa idea de la cabeza. No es fácil aguantar el entendible chantaje emocional del marido, el cual también lo practica con nosotros (y digo entendible porque yo haría lo mismo en su situación).

La realidad del centro se me hace dura. A fin de cuentas, los y las residentes que comparten espacio con el viejo te señalan el camino que recorrerá más pronto que tarde: la mujer que todos los días pone los nervios de los presentes a prueba; la señora que está tranquilamente en su sitio, sin decir apenas ninguna palabra; la que está totalmente ida, con problemas para tragar y unas flemas que le llevan a mal traer... Un panorama de aúpa.

¿Se acostumbra uno a esto? Se hace duro, pero uno se acostumbra a ver a su familiar en esta situación, enfermo. Aunque sea triste.

Ohitu egiten zara

Escrito por: iturri.2008/10/06 22:00:00 GMT+2
Etiquetas: galtzeimer padres enfermedad | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

No es que te acostumbres, ni que te resignes…  haces de tripas corazón y asumes que ésta es la realidad.  Y si pones  empeño,  aprendes a acudir con SERENIDAD y NATURALIDAD al centro donde reside tu aita.  Y con la compañía de tu ama y la tuya podeis revivir anécdotas como la que nos contaste de aquella noche que tú leías en la cama y tu padre te arrancó el libro… la época de RAICES en la tele. 

 

Yo viví algo parecido con la ama y lo que más me costó fue aceptar el desajuste que existe en la medicina, los “avances médicos” prologan la vida de las personas pero sin haber hallado la solución a enfermedades neurodegenerativas o demencia senil o como quiera que se llamen estos males que afectan a nuestros mayores,  que superan “otras”  enfermedades... ¿para quedar en una silla de ruedas en una residencia?  

 

Coraje, Mikel, rebusca en el baúl de tu memoria momentos buenos, divertidos, vividos con el aita  y recordadlos juntos.

 

Besarkada bat

Escrito por: Txaro B..2008/10/06 23:05:4.085000 GMT+2

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