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2002/05/24 06:00:00 GMT+2

Un buen españolista

Mi difunto padre era un señor muy de derechas, y a mí me dio por hacerme enseguida muy de izquierdas. Era inevitable que chocáramos.Y chocamos. Así que, aún adolescente, recogí una buena mañana mis escasas pertenencias (libros, casi todo) y me marché de su casa sin despedirme.

Me faltaban todavía unos cuantos años para alcanzar la mayoría de edad, fijada por entonces en los 21. Eso me planteó pronto serios problemas legales. De modo que, pasados algunos meses, le mandé una carta pidiéndole que renunciara a su patria potestad. Que me emancipara. Me contestó diciéndome: «Nunca he concebido la paternidad como un yugo».

Debí de ser uno de los primeros ciudadanos de este país que alcanzó la mayoría de edad a los 18 años.

En aquel momento -injusto, como suelen ser los jóvenes-, no valoré la hondura de su gesto. Hoy sí lo hago, pero ya no puedo decírselo.

Resulta patético apelar al imperativo de la ley para que alguien viva a tu lado. Pongámonos en el caso de una persona -no es difícil- que convive con otra tan sólo porque no tiene más remedio. Hay muchas mujeres en esa situación. ¿Cabe una relación de calidad más ínfima?

Lo que vale para las personas vale para los pueblos.

Así lo entiende Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón. El ponente de la Constitución de 1978 se define como «españolista» y afirma que, precisamente porque alienta un hondo amor por España, le parece humillante que pueda haber pueblos que estén en ella por obligación. Intervino el pasado martes ante la Comisión de Autogobierno del Parlamento de Vitoria y dijo: «La España grande sólo puede ser fruto de la libre adhesión de los pueblos que la integran».

Herrero se proclama «nacionalista español». Yo no me considero nacionalista, ni español ni vasco, pero participo del mismo criterio: que convivan los que quieran hacerlo. Y los que no, pues que no lo hagan.

He defendido muchas veces el derecho de autodeterminación de los pueblos. De todos los pueblos. Me aburre comprobar cuánto simplista (y cuánto embaucador) se empeña en considerar que eso es cosa de separatistas. Nada más falso. Yo no tengo el menor afán separatista. No me incomoda nada la idea de ser ciudadano de una España integrada por un conjunto de pueblos libres e iguales. Me limito a reclamar el derecho de cada cual a decidir sobre su futuro sin que nadie le amenace.

¿Sólo defienden el derecho al divorcio quienes desean separarse ipso facto? ¿Hace falta estar con las maletas hechas para reclamar el derecho a la libre circulación de las personas?

Es increíble cómo pueden complicarse las cosas más simples cuando la irracionalidad -o la cartera- se mete de por medio.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (24 de mayo de 2002) y El Mundo (25 de mayo de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/05/24 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: españolismo españa diario nacionalismo miguel_herrero 2002 preantología euskal_herria el_mundo euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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