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2007/05/14 07:00:00 GMT+2

No hay por dónde cogerlo

No sé muy bien por qué, pero el caso es que el sábado acabé viendo el Festival de Eurovisión.

Fue una experiencia traumática, pero sorprendente.

La parte menos interesante me pareció la musical. Las canciones, aunque quizá en su inspiración primigenia fueran diferentes, venían a ser todas la misma, en virtud del estruendoso furor de los arreglos.

Pero no pude concentrarme en la faceta musical del acontecimiento. Otros elementos me distraían sin parar.

Para empezar, el aspecto de los concursantes. No había visto una estética pareja desde que acudí a ver a Johnson en El Molino de Barcelona en 1969. El Molino era un teatro de varietés muy popular. Según como te lo tomaras, podía resultar bastante divertido o rematadamente deprimente. Acudían a él no pocos señores entrados en años que competían por deslizar algún billete por el escote de las vedettes. El caballero que se hacía llamar Johnson salía vestido de cigala (sic), cargado de lentejuelas. El público le llamaba de todo y él tenía respuesta rápida para cualquier improperio. (Pongamos que alguien le gritaba: «¡Maricón!». Pues él contestaba: «¡Para lo que gustes!». Y así.)

Podría considerársele un precursor de la estética de la Orquesta Mondragón. Igualito que lo de Eurovisión de sábado, en todo caso.

La puesta en escena era de traca. En el sentido más literal de la expresión, porque cada dos por tres salían fuegos de artificio por todos los rincones, mientras las luces giraban y cambiaban de tono a una velocidad tan innecesaria como mareante. El resultado general era de verdadera pesadilla.

No obstante, lo que me causó una impresión más lacerante fue el público.

Porque lo de los presuntos artistas lo entiendo: si te pagan por hacer eso, pues lo haces. Sin complejos, que diría Rajoy. (Desde ese punto de vista, puedo incluso hacerme cargo de lo maquilladísimos que iban. Quizá lo hacían para que nadie pudiera reconocerlos por la calle a partir de ahora.)

Pero, lo del público, ¿por qué? ¿Qué necesidad tenían esos miles de personas de estar todo el rato gritando, elevando los brazos como posesos, dando voces y agitando banderas, muchas de ellas de ignota procedencia? ¿Qué les habían dado? ¿Cómo podían saber, incluso, qué carajo estaban cantando los que ocupaban el escenario, si ellos no paraban de bramar por su cuenta?

Me pareció todo rarísimo. Incluyendo a los representantes de TVE, los llamados D'Nash, que a saber dónde se habían dejado a Crosby, Still y Young. «Esto no hay por dónde cogerlo», dijo uno de los chicos del grupo, tras conocer el resultado de la votación.

No precisó a qué se refería al hablar de «esto». Según de lo que hablara (y de cuánto abarcara), lo suscribiría sin pestañear.

Confío en que los candidatos de las próximas elecciones municipales, autonómicas y florales no estuvieran tomando notas.

Javier Ortiz. El Mundo (14 de mayo de 2007). Hay también un apunte que trata el mismo asunto: Esto no hay por dónde cogerlo. Subido a "Desde Jamaica" el 23 de junio de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2007/05/14 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: música el_mundo el_molino orquesta_mondragón barcelona eurovisión 2007 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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