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2005/01/05 06:00:00 GMT+1

Los fetichismos legales

En el debate que celebró el Parlamento vasco el pasado 30 para ver qué se hacía con el plan Ibarretxe, el portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, emitió una sentencia que, según la oí, me dejó perplejo. Dijo: «Ninguna mayoría puede ir en contra de la legalidad».

Es una de esas frases que suenan tan rotundas que parecen incontrovertibles, pero que, en cuanto se analizan con un cierto detenimiento, no se sabe qué quieren decir. ¿Qué sentido tiene oponer así, en general, mayoría y legalidad, cual si fueran entidades independientes? La legalidad procede del poder legislativo, que se atiene al criterio de la mayoría parlamentaria. Son las mayorías las que deciden qué es y qué no es legal.

Lo que supongo que quería decir el señor Barreda es algo mucho más concreto: que ninguna mayoría vasca puede ir en contra de la legalidad española.

Pero precisamente eso era lo que se estaba discutiendo.

Le ha sucedido algo semejante al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, quien dijo anteayer: «Ibarretxe me va a escuchar que se puede dialogar de todo dentro de la Constitución. Fuera de la Constitución no cabe nada».

Pongamos que hubiera aspectos del plan Ibarretxe cuyo encaje legal precisara reformar algún artículo de la Constitución (como los puede haber en la reforma del Estatut que se está gestando en Cataluña, dicho sea nada de paso). Pongamos que así sea, aunque haya constitucionalistas -incluido uno de los llamados «padres de la Constitución»- que sostengan que no sería necesaria ninguna reforma, siempre que se aplicara con criterio amplio la disposición adicional primera de la propia Constitución. Pero, sea como sea, ¿qué razón de principio podría impedir que se debata sobre esa hipotética reforma? Fíjense ustedes que Zapatero no dice que se oponga a una reforma de ese género, sino que se niega incluso a dialogar sobre su conveniencia o inconveniencia.

¿Qué es eso de que «fuera de la Constitución no cabe nada»? La propia Constitución (título X, art. 166 y ss.) prevé la vía de su reforma. Parece lógico que, de reformarse la Constitución, ha de ser para incluir en ella algo que antes no estaba o para quitar algo que estaba.

Es lo malo que tienen los simplismos, que conducen al absurdo: la pretensión de que «fuera de la Constitución no cabe nada» es... inconstitucional.

A los Zapatero y a los Barreda -y a los Bono, y a los Rajoy, y a cuantos no quieren ni oír hablar de replantearse el modelo de organización territorial de España- les encanta librarse de sus propias responsabilidades descargándolas sobre la legalidad, haciendo como si las leyes fueran fetiches intangibles, inalterables por la voluntad de los hombres.

Pero no; no hay nada de eso. Podemos organizarnos como queramos. Y si no estamos de acuerdo en lo que queremos, debatámoslo tranquilamente. Pero sin anatemas ni dogmas previos, por favor.

Javier Ortiz. Apuntes del natural y El Mundo (5 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/05 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: españa apuntes zapaterismo rajoy zapatero el_mundo euskal_herria 2005 bono barreda ibarretxe plan_ibarretxe euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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