2003/12/24 06:00:00 GMT+1
Me telefonea mi buen amigo Gervasio Guzmán.
-Hoy no has estado en la tertulia de Radio Euskadi.
Gervasio suele conectar los miércoles con Radio Euskadi a través del canal de radios de Canal Satélite Digital, para escuchar mis intervenciones y hacerme luego el balance: «Eso que dijiste me pareció bien, aquello otro, en cambio...», etc.
-No, hoy no he participado, porque estoy fuera de casa y sólo podía conectarme por teléfono convencional.
-Pues otras veces has entrado por teléfono.
-Sí, pero han optado por cortar con ese sistema, porque la calidad de sonido es mala.
-Te habrá molestado.
-Claro, porque me encanta opinar, y cuanto más, mejor. Pero entiendo que tienen razón, porque es verdad: se oye mal, y la audiencia no tiene la culpa de tus desplazamientos. Si yo dirigiera una radio, haría lo mismo. Vale conectar por teléfono con uno al que entrevistas, porque no tienes más remedio, pero la gente que cobra por hablar debe entrar en condiciones.
A Gervasio le resulta chocante que en determinadas ocasiones yo entienda a quien me fastidia. Cuando me echaron de las tertulias de Onda Cero y no protesté, se quedó de piedra. «¿No vas a decir nada?», me soltó en cuanto pudo. «¿Y qué podría decir?», le respondí. «Cada director de programa tiene los contertulios que mejor le parece. Javier Algarra me tenía a mí. Lo quitaron para poner a Victoria Prego y ella decidió prescindir de mis opiniones. Estaba en su derecho. Si me hubieran nombrado a mí director del programa, probablemente yo habría hecho lo mismo con ella.» Y es que, de la misma manera que a ella le desagrada lo que yo opino, yo no le veo la chispa a lo que opina ella. Me resulta tan predecible que habría podido decirlo yo mismo, imitando su voz. ¡Un sueldo menos!
Gervasio vuelve a la carga.
-¿Y qué te has quedado con ganas de decir esta mañana en la radio?
-Cosas varias. Algunas de broma: maldades sobre Parmalat y el patrocinio del Real Madrid, por ejemplo. Y otras en serio, por supuesto. Tenía ganas de hablar sobre la candidatura de Nafarroa Bai, en concreto. Porque el otro día dije que no estaba a favor de candidaturas conjuntas y puede haber quien deduzca de ello que no veo bien esta propuesta de candidatura, cuando no es verdad.
Mi oposición a la propuesta de candidaturas autodeterministas únicas que presentó Otegi la pasada semana se basó en dos criterios: el primero, que no cabe pasar por alto la posición de HB ante ETA, como si ése fuera un asunto secundario; y segundo -y principal- que considero que a unas elecciones legislativas cada partido tiene que ir con su propio programa, para que el personal pueda votar en razón no sólo de la opción «autodeterminación sí / autodeterminación no», sino del conjunto de los planteamientos que cada candidatura hace ante cada asunto importante de la vida social.
Pero en el caso de Navarra/Nafarroa hay una variable que merece consideración. Me refiero al hecho de que si Aralar, PNV, EA y -eventualmente- Batzarre se presentan por separado, lo más probable es que ninguno de ellos logre ningún escaño en el Parlamento de Madrid. Con lo cual no obtendrá representación nada: ni lo unitario ni lo específico. Juntos, en cambio, pueden conseguir la elección de un diputado. Si además, como han dicho, ofrecerán la cabecera de la lista a una persona de consenso, que no milite en ninguno de los partidos suscriptores del acuerdo, pues mejor todavía. Han anunciado también que uno de los pilares de la coalición será «el rechazo de toda violencia»: una fórmula muy poco rigurosa, pero que ya sé lo que pretende decir, y no me parece mal.
Con lo cual no quiero decir que respalde la iniciativa, porque no tengo el conocimiento en detalle que precisaría para ello -trataré de que me lo proporcionen los amigos y amigas que viven el asunto in situ-, pero me habría gustado decir en la radio que tampoco me opongo a ella, de entrada.
Bueno, tiempo habrá de enterarse mejor y de opinar lo que haga falta.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (24 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/24 06:00:00 GMT+1
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2003/12/23 06:00:00 GMT+1
Es significativa la frecuencia con la que los premiados en la lotería de Navidad declaran que van a dedicar el dinero «a pagar cosas que se deben y a tapar agujeros», como dijeron ayer, de un modo o de otro, varios de los entrevistados (todos ellos premiados con cantidades menores, porque los más agraciados nunca aparecen en público: se convierten en reservados en cosa de minutos).
Se desprende de ello -y de muchas cosas más, claro- que por estos pagos el común de los mortales está entrampado. Quien no tiene un crédito hipotecario pendiendo sobre su cabeza de mes en mes tiene los plazos del coche, o del mobiliario de la casa, o de la línea blanca de la cocina. La mayoría llama suyo lo que es sólo relativamente suyo, porque su propiedad real sigue siendo cosa del Banco Tal o de la Caja de Ahorros Cual que, como deje de recibir los plazos acordados -así sean los últimos-, puede reclamar la posesión de los bienes adquiridos con el dinero que concedieron a crédito o, si hace al caso, llevar al deudor ante la justicia.
Hay una diferencia esencial entre quien no tiene para vivir y quien tiene para vivir pasablemente bien, pero de prestado. Quien no gana para cubrir sus gastos más elementales pese a romperse el espinazo trabajando no es imposible que acabe soñando con un cambio sustancial de las condiciones sociales. Quien consigue sacar adelante a los suyos entrampándose hasta las cejas vive con el pánico de que alguien o algo mueva las frágiles piezas de su apaño. Se vuelve conservador hasta la médula, aunque sea consciente de que el régimen político, económico y social que contribuye a mantener destila avaricia, explotación e injusticia a manos llenas.
Para mí que hay en España mucho conservador funcional. Mucha gente que es crítica a la hora del sondeo y reaccionaria a la hora del voto.
En tiempos se hablaba de «el voto del miedo» con referencia al Ejército. Había que tener cuidado con lo que se votaba, no fueran a enfadarse los militares y dieran otro golpe de Estado.
Ahora lo que funciona es el voto del miedo al Banco.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/23 06:00:00 GMT+1
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2003/12/22 06:00:00 GMT+1
Hoy me he levantado también tarde. A partir de las 7, más o menos, he estado dormitando, disfrutando del calorcito de la cama, y oyendo la radio. Cada tanto, como se sabe, repiten las mismas noticias, con ligeras variaciones. Hoy, una de las variaciones ha sido el cambio de orden en la lectura de las noticias: a una locutora que no lograba leer las novedades sobre el entierro del príncipe Alfonso de Hohenlohe sin que le entrara la risa -lo cual, decididamente, no quedaba muy estético- le han quitado ese encargo.
Las revistas de prensa rara vez cambian, de modo que me he tragado media docena de veces la de hoy, en la que recogían sistemáticamente que Josep Lluís Carod Rovira ha declarado a La Razón: «España es un Estado antipático; queremos la independencia». Cada vez que lo oía, se me ocurrían más objeciones: España es más que un Estado, todos los estados son antipáticos, si Cataluña se hiciera independiente también sería un Estado, antipático, por ende...
Luego, cuando me he levantado, he mirado en Internet la entrevista en cuestión. El titular de La Razón no refleja bien el espíritu de las declaraciones de Carod Rovira. Esto es lo que él dijo, según aparece en el cuerpo de la entrevista: «Europa sólo entiende los estados, con lo cual no nos queda más salida que tener estado. Es decir, si el Estado que pagamos hace que para muchos catalanes no sea un estado útil, porque ni nos es útil desde el punto de vista del bienestar material y económico ni tampoco garantiza la expresión nacional de la cultura. Entonces queda claro que, como Estado, España no sirve para muchos catalanes ni para los intereses de Cataluña. Y si encima es un Estado poco amable con los catalanes porque te pone como sospechoso a cada instante, es un estado antipático, poco atractivo, que no nos deja otra salida que tener un Estado propio. Esto se ha acentuado, sobre todo, en la etapa del Sr. Aznar.»
Carod no dice que «España» sea antipática; lo dice del Estado y apunta claramente a la actitud propiciada por las autoridades centrales del Estado. Lo que cabría reprocharle al conseller en cap es que hable «del Estado» como si la Generalitat, de la que él es la segunda autoridad, no formara parte de la estructura del Estado. En rigor, él es en estos momentos la segunda autoridad del Estado español en Cataluña. Y las normas y leyes que hacen que el Estado no sea «útil» para muchos catalanes tanto en el plano social como en el cultural y nacional son normas y leyes acordadas -y a veces incluso promovidas- con los votos parlamentarios de la federación de partidos gobernante en la Generalitat hasta su propia llegada. Dicho de otro modo: el Estado español no es ese «Madrid» abstracto, ese «Madrid» ente de maldad del que a veces se habla en Cataluña (y en Euskadi, y en Galicia, y en Andalucía, y en Valencia, y en Canarias... y en casi todo los puntos geográficos que no son Madrid), sino un entramado de gestión, administrativo, auxiliar y represivo, que se alimenta de personajes de muy diversa procedencia y que extiende sus tentáculos por el conjunto del territorio, donde nutre no pocos partidos... y a no pocos partidarios locales.
Por lo demás, la frase de Carod Rovira recogida en el titular de La Razón no tiene ni por asomo la extravagancia y espectacularidad que se le trata de dar. Como suele ocurrir con tanta frecuencia en los periódicos... de Madrid.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/22 06:00:00 GMT+1
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2003/12/21 06:00:00 GMT+1
El 20 de diciembre de 1973, aproximadamente a la misma hora que en la calle Claudio Coello de Madrid saltaba por los aires el coche oficial del almirante Luis Carrero Blanco, otro coche daba un brinco bastante menos aparatoso pero también trágico en una carretera de las Landas, no lejos de la capital del País Vasco francés, Baiona.
Aquel otro coche, un Citroën Amie-6 azul claro, matrícula 5152-BV-33, lo conducía este servidor de ustedes, que se vio complicado en una colisión múltiple causada por un conductor portugués, emigrante, que se durmió adelantando la larga caravana de automóviles llenos de gente que salía de vacaciones. Él llevaba en su viejo Mercedes a otros cuatro trabajadores de su tierra, también dormidos. Murieron los cinco al chocar de frente contra un camión.
Su coche rebotó contra el nuestro. Mi pobre cascajo quedó hecho unos zorros -siniestro total-, pero a nosotros no nos ocurrió nada. De todos modos, tuve que quedarme hasta que llegaron las ambulancias y la Policía, y luego me tocó ir a declarar a la Gendarmería, con lo que no llegué a Baiona hasta las tantas. Fue entonces cuando me enteré de la aventura estelar que había emprendido en Madrid el presidente del Gobierno de Franco.
Mi odio por el almirante era notable -sobresaliente, más bien-, por lo que mi primera reacción fue de satisfacción: el franquismo había probado el amargo sabor de su propia medicina.
Pero pronto se impuso el análisis que a la sazón hacía de las acciones de ETA. Desaprobaba la tendencia de mis coterráneos a hacer las veces de Vengador Solitario y a suplantar lo que, en mi criterio, debía ser resultado de la acción de los movimientos populares. El activismo armado no ayudaba a la organización de los trabajadores. Al contrario: propiciaba un nivel de represión policial que retraía a mucha gente y que impedía el crecimiento normal de esos movimientos. No tenía nada en contra de la acción armada, en general: como casi todos los militantes de la izquierda revolucionaria europea de entonces, la consideraba necesaria en determinadas condiciones. Pero no aquí. No así.
Ahora, 30 años después, admito que no tengo ni idea de qué habría sido de Euskadi y de España si no se hubiera producido el atentado contra Carrero. ¿Fue positivo? ¿Fue negativo? Franco dijo en televisión aquello tan misterioso de que «no hay mal que por bien no venga». De haber vivido Carrero, es posible que el aparato de la dictadura hubiera afrontado la muerte del dictador en condiciones de menor debilidad, es decir, de mayor rigidez, lo cual tal vez habría retrasado la instauración del sistema parlamentario pero a cambio quizá lo habría hecho con menos hipotecas; menos deudor del pasado. Al modo de Portugal, por así decirlo. De todos modos, todo lo que cabe hacer son especulaciones más o menos lógicas, pero sin la menor posibilidad de verificación.
Por otro lado: ¿en qué ha quedado lo de Portugal?
En general, y sin predicar ningún tipo de fatalismo, soy del criterio de que los accidentes de la Historia influyen menos en la marcha de los acontecimientos de lo que a menudo se cree. O, por decirlo de un modo algo más pedante: que la necesidad se las arregla para abrirse paso a través de las casualidades y las contingencias. Si España no vivió en los setenta una verdadera ruptura con el régimen anterior -si triunfó la reforma- fue porque las fuerzas exteriores e interiores con más capacidad para fijar el rumbo de los hechos tenían miedo de lo que esa ruptura pudiera deparar. Los unos temían que se pusieran en peligro sus privilegios. Los otros, lo que podían decidirse a hacer los primeros en caso de ver en inminente peligro sus privilegios: militares, policías, políticos y adinerados con amigos pistoleros... y norteamericanos, y demás gente con fuerza bruta disponible.
De modo que voló, Carrero voló, pero es harto posible que, en el fondo, tanto le haya dado a nuestra Historia.
Posible, digo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (21 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/21 06:00:00 GMT+1
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2003/12/20 07:00:00 GMT+1
Rodrigo Rato se equivocó al evaluar en la tribuna del Congreso de los Diputados qué parte de su salario debe invertir un joven para hacerse con una vivienda.
Cualquiera puede equivocarse, sin duda. Si tus asesores te pasan unos datos con las cifras bailadas, tú vas y te fías, los das por buenos y los difundes. Y metes el cuezo.
Es algo que a mí, personalmente, sería difícil que me ocurriera, porque no tengo asesores -digamos, por abreviar, que soy yo y mi circunstancia, todo en la misma lamentable pieza-, pero que a gente tan principal le puede suceder. Pero no en cualquier cosa. Porque algunas materias son evaluables a simple vista. Sin necesidad de ser experto.
Si yo, por un mal casual, llegara a ministro y mis asesores me pasaran un informe en el que se afirmara que los jóvenes españoles pueden conseguir un piso con la gorra, pues no me lo creería, porque conozco a un puñado de jóvenes y sé lo mal que lo tienen para hacerse con una vivienda. Así que contestaría a mis asesores que hicieran el favor de repasar las cifras, y que no trataran de colarme una patraña.
Lo que explica la diferencia, supongo, es que yo todavía trato con jóvenes normales y sé cómo les va la vida. A diferencia de Rodrigo Rato, que me da que hace muchísimo que no habla con jóvenes normales. De ésos que no tienen un duro, quiero decir. De ésos a los que contratan el lunes y los despiden el viernes para contratarlos de nuevo al lunes siguiente y así no tener que pagarles el fin de semana. O de ésos que van a alquilar el piso exhibiendo como aval su contrato de trabajo fijo y el propietario les replica que lo que ahora se llama contrato fijo no es garantía de nada -y además tiene razón- y les exige un aval bancario por el equivalente a un año de alquiler. O que ni eso.
Cito a Rodrigo Rato, pero podría señalar a cualquier otro. Un problema grave que tiene la vida política española (¿un problema? ¿el problema?) es que está protagonizada a todos los niveles por gente que no tiene ni pajolera idea de cómo es, de cómo vive y de cómo se las arregla -cuando se las arregla- la gente normal.
Anteayer leí que Rodolfo Martín Villa va a ser nombrado no-sé-que -algo muy importante y con un sueldazo- en chez Polanco. Ese menda, desde que llegó a jefecillo del sindicato de estudiantes franquistas allá por el año de la Tarara, no ha dejado de viajar en coche prestado y con chófer. Para él y para la gente como él, los ciudadanos son -somos- sólo un dato estadístico, una abstracción. Un tema. Son tipos que no saben en qué consiste eso de ganarse los garbanzos. Y que, en consecuencia, hablan de ello a ojo. La única vez que vi a Martín Villa emocionarse fue en cierta ocasión en que hablaba de su tema favorito: él mismo.
Esa gente es así. Y no se lo reprocho. Reservo los reproches para quienes les ayudan -a veces con sus votos- a que sigan en lo mismo, erre que erre, de por vida.
Javier Ortiz. El Mundo (20 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de abril de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/20 07:00:00 GMT+1
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2003/12/20 06:00:00 GMT+1
Me despierto con la voz de Tony Blair que se felicita por el acuerdo alcanzado con Gadafi para que Libia ponga fin a su programa de fabricación de armas de destrucción masiva. Lo que viene a decir el premier británico -cito de somnolienta memoria- es que Gadafi ha visto pelar las barbas de Husein y ha puesto las suyas a remojar, lo que demuestra que es posible frenar la proliferación de las armas de destrucción masiva sin necesidad de declarar nuevas guerras.
Me quedo perplejo. La lección que debería haber extraido Gadafi de lo ocurrido en Irak es que Washington y Londres son perfectamente capaces de declarar la guerra a cualquiera pretextando cualquier cosa, aunque sea falsa. De hecho ahora, cuando quieren justificar la invasión de Irak, ya no mencionan las armas de destrucción masiva, sino el fin de la tiranía de Sadam Husein. Un argumento que les permitiría invadir mañana mismo Libia. Porque supongo que no pretenderán que el régimen de Gadafi se ha vuelto democrático de ayer a hoy.
La argumentación de Blair carece de lógica. Pero da igual, porque lo que importa hoy no es que lo que digas tenga sentido, sino que lo sueltes con mucho aplomo, como si se tratara de verdades incontrovertibles, evidentes por sí mismas.
Aznar ha volado por sorpresa a Irak para visitar a las tropas españolas: ésas que, según él, están allí cumpliendo exclusivamente tareas humanitarias, razón por la cual están trufadas de espías. Le oí decir hace unos días que Sadam Husein asesinó «a millones de personas». «¿No serán pocas?», me pregunté al oírle, acordándome del chiste de los bilbaínos. Supongo que incluye en la cifra a los miles de kurdos que el régimen turco ha matado con ayuda de las armas que le vende el Gobierno español.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/20 06:00:00 GMT+1
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2003/12/19 06:00:00 GMT+1
Joseba Egibar tenía -o le han puesto- una imagen que inquietaba a una parte considerable del nacionalismo moderado. Se le tenía -se le tiene- por demasiado intransigente. Por demasiado próximo a eso que llaman el mundo de HB. Todo lo contrario que Josu Jon Imaz, que es discreto, afable y cualquier cosa menos áspero.
Para mí que las formas, tan importantes en estas sociedades mediáticas, engañan. Porque Egibar será cortante, pero me consta que sabe mostrarse muy flexible cuando la situación lo requiere. E Imaz sonríe mucho y habla sin levantar nunca la voz, pero ése es también el estilo de Ibarretxe, y ya ven.
Desde la crisis que condujo a la escisión de Garaikoetxea, el PNV ha optado por la bicefalia: un ideólogo al frente del partido, un gestor como lehendakari. Hasta que llegó Ibarretxe, al que eligieron como gestor y resultó también ideólogo. Ahora el PNV va a funcionar como el común de los partidos de gobierno: con un solo jefe.
Supongo que Imaz será consciente del perfil de algunos de sus apoyos. De dentro del PNV y de fuera. Imagino que, como el viejo Augusto Bebel, se preguntará qué habrá hecho mal para que tantos impresentables lo prefieran. Pero, sobre todo, espero que Ibarretxe se lo pregunte también, y acierte con la respuesta.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/19 06:00:00 GMT+1
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2003/12/18 06:00:00 GMT+1
Tal como lo contó la Cadena Ser, me pareció imposible: que Arnaldo Otegi iba a anunciar que había llegado a un compromiso con Joseba Egibar, suscrito por éste sin consultar al Euskadi Buru Batzar (a la Ejecutiva del PNV), para presentar listas conjuntas en las próximas elecciones generales. Una lista única de todas las fuerzas nacionalistas.
La supuesta noticia no tenía ni pies ni cabeza. Hubiera supuesto el suicidio político de Egibar. Un suicidio absurdo, por lo demás, porque él no tenía autoridad para comprometerse a algo así en nombre del PNV, y menos aún de EA, Aralar y demás eventuales participantes.
Era falso, por supuesto. Egibar lo desminitió, francamente cabreado, y atribuyó la especie a las luchas internas por el poder que están teniendo lugar en el PNV de cara a la elección de hoy. Alguien había querido perjudicarle, dijo, presentándolo públicamente como un insensato. Él se había reunido con Otegi y los otros hace un par de semanas con conocimiento del EBB, había tomado nota de su propuesta... y punto. Ni acuerdo ni vainas.
De todos modos, lo que finalmente sucedió tampoco es que tenga mucho sentido. Aparecieron públicamente Otegi y Usabiaga y leyeron una declaración proponiendo la formación de ese frente electoral nacionalista.
¿Para qué? ¿Qué sentido tiene hacer en público una invitación a otros partidos? Lo lógico es hacérsela discretamente, sondear sus reacciones y ver en qué medida cabe llevarla adelante. Además, ¿adónde pensaban que iban con un plan en el que ni siquiera se menciona a ETA? Otrosí: ¿qué sentido tiene lanzar esa propuesta en público a tres días de la elección de sustituto de Arzalluz al frente del PNV? ¿Querían perjudicar la candidatura de Egibar o pensaban que iban a ayudarlo? En fin, ¿estaba su propuesta dirigida realmente a los partidos nacionalistas o tenía por destinataria a la propia base de HB, desconcertada y no precisamente entusiasmada por el horizonte político que se le ofrece?
En todo caso, y por no eludir el fondo del asunto: la propia propuesta me parece mal. No creo que sea bueno para Euskadi que se establezca un frente electoral nacionalista único. La reivindicación de los derechos nacionales vascos es un aspecto importante de la vida política de Euskadi, pero no el único, ni mucho menos. Un partido político -sobre todo si se trata de una fuerza de izquierda- no puede diluir todas sus aspiraciones programáticas en una plataforma unidimensional de ese género. Me parecería bien que se estableciera una alianza social para llevar adelante las aspiraciones nacionales de la mayoría de la sociedad vasca, o para promover el referéndum de autodeterminación. Pero no a costa de desdibujar los perfiles propios de cada alternativa política.
Otegi dijo que un frente de ese tipo permitiría al pueblo vasco presentar al Estado español «una interlocución única». Dejando de lado el recurso a la jerigonza politiquera, que confunde interlocución con interlocutor -la interlocución no puede decidirla una de las partes, por su cuenta-, lo cierto es que dejó en evidencia uno de los problemas de su propuesta: el pueblo vasco no puede hablar por una sola voz, porque tiene varias. Una voz nacionalista sería sólo eso: una. Porque los no nacionalistas son igual de vascos que los nacionalistas y tienen el mismo derecho a hablar.
Así que muy mal. Todo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/18 06:00:00 GMT+1
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2003/12/17 06:00:00 GMT+1
Comentaba ayer unas declaraciones del ministro del Interior, Ángel Acebes, prodigiosas tanto por su incoherencia gramatical (casi insuperable) como por su estupidez argumental (insuperable).
Que un político francamente reaccionario se muestre como un político francamente reaccionario resulta natural, y hasta reconfortante. Nada tan irritante como un político reaccionario que se las da de progre. Pero no veo por qué un político, por el mero y común hecho de ser reaccionario, haya de ir por la vida dando patadas al diccionario y diciendo imbecilidades. Uno mira la política francesa, sin ir más lejos, y se topa con tropecientos políticos reaccionarios que hablan un francés culto y florido, que se pasan el día diciendo montones de reaccionarieces, pero reaccionarieces ingeniosas y bien traídas. Refutables, pero astutas; dignas de comentario.
Aquí tenemos una clase política que, como clase, es de párvulos. Y unos líderes de opinión que sólo ejercen de líderes en la medida en que la palabra les suena a inglés.
Lo que más me toca las narices es que seamos algunos militantes de eso que ellos consideran la anti-España los que debamos salir en defensa de lo más preciado del patrimonio de España: su lengua, destilado de siglos de historia y de ingenio popular.
Políticos, periodistas, publicitarios... Todos rivalizan a la hora de maltratar el castellano. Son la verdadera anti-España.
Acabo de oír en la radio un anuncio en el que la empresa pagante, financiera e internacional ella, afirma: «Le auguramos un futuro prometedor». Tócate los pelendengues. Lo que uno espera del futuro es que sea bueno; para las promesas ya está el presente. ¡Pedirte que les des tu dinero para que cuando llegues al futuro -cosa imposible, por otro lado- debas conformarte con más promesas!
Todos esos bodoques no sólo no dicen lo que piensan, sino que -y de eso es de lo que me quejo hoy, en concreto- tampoco piensan lo que dicen.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/17 06:00:00 GMT+1
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2003/12/16 06:00:00 GMT+1
Preguntan a Ángel Acebes por la reforma legal que pretende el Gobierno, de acuerdo con la cual un agente de Policía, guardia civil o municipal, podrá retirar el carné a los automovilistas que él considere que no reúnen condiciones o que carecen de los conocimientos necesarios para conducir. Y el ministro contesta, literalmente: «En el último año no son pocos los que se han visto involucrados en accidentes de circulación en el que (sic) personas escayoladas en una pierna... precisamente en la pierna que acciona el acelerador y el freno... lo hacían con una escayola, creyendo que no iba a pasar nada... y eso ha producido un (sic) accidente, en algún caso accidentes (sic) con consecuencias graves. Si eso lo aprecia un guardia civil, ¿qué es lo que tiene que hacer? ¿Dejar que cambie de coche y coja otro si es el que ha intervenido en el accidente (sic), como realmente ha ocurrido, después de intervenirle el coche que ha ocurrido (sic!) el accidente, o porque en el accidente el coche estaba... había tenido daños como que no le permitían ocurrir (resic!)... ha montado en otro y ha seguido conduciendo? ¿Esto es lo que tenemos que hacer?».
De lo que deduzco la conveniencia de adoptar dos medidas.
Primera: habría que retirar ipso facto al ministro los títulos oficiales que tenga y obligarle a estudiar y a examinarse de nuevo, hasta que pruebe que ha adquirido los conocimientos de lógica y de gramática necesarios para conducir asuntos públicos.
Segundo: en los exámenes de referencia debería ponerse especialmente a prueba su capacidad para responder a las preguntas con explicaciones que no tomen a la audiencia por idiota. Porque el ejemplo que puso para justificar la innovación legislativa no justifica ninguna innovación legislativa: el comportamiento al que alude -en la medida en la que ese galimatías verbal permite entrever alguno- ya está castigado en los artículos 381 y siguientes del vigente Código Penal, que se refieren a «el que condujere un vehículo a motor o ciclomotor con temeridad manifiesta y pusiera en concreto peligro la vida o la integridad de las personas».
El agente de la autoridad que constate un comportamiento así lo que debe hacer es llevar al conductor temerario ante un juez, que ya se encargará de retirarle lo que proceda. Pero con las debidas garantías legales.
Quizá sea por los malos hábitos que ha adquirido ejercitándose en el relato de la captura de células durmientes de Al Qaeda que atesoraban poderosos explosivos detergentes y vídeos de edificios emblemáticos, asuntos que luego, Garzón mediante, se han ido quedando en nada uno tras otro, pero el caso es que este hombre cada vez se pasa más, y con más desenvoltura.
Ahora, que si la mayoría le aplaude, ¿a cuento de qué tendría que corregirse?
-------------------------------------------
Y ya que estamos en esto de la circulación. Constato que la mayoría de los comentaristas sigue insistiendo en la importancia de la limitación de velocidad como medida preventiva de accidentes. Me escribe un lector, profesional de la carretera, que se pregunta cómo puede ser que en Alemania, en cuyas autopistas no hay límite de velocidad, se produzcan menos accidentes que en España. Y responde: porque la red de autopistas es mucho más densa allí que aquí. Según él -yo no puedo ni confirmarlo ni desmentirlo: no soy experto-, un porcentaje muy elevado de accidentes se produce por estos pagos a resultas de adelantamientos en vías de doble circulación, que siguen siendo demasiadas. Está de acuerdo conmigo en que el individualismo y la insolidaridad propios de nuestras sociedades pinta mucho en el cáncer del asfalto, pero cree que la bondad de las infraestructuras es un paliativo de primera importancia.
No lo sé. Supongo que las diferencias orográficas que existen entre Alemania y España también tendrán algo que ver. Porque una autopista con curvas pronunciadas -los vascos sabemos algo de eso- también es propicia a los accidentes, por muy autopista que sea.
Y lo que no cabe es pedir que haya autopistas, que las autopistas no degraden el medio ambiente y que los montes no estorben, todo a la vez.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de diciembre de 2003) y El Mundo (17 de diciembre de 2003). En el periódico apareció la primera parte del apunte. Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/16 06:00:00 GMT+1
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