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2001/09/13 06:00:00 GMT+2

El horror

El testimonio lo aporta un sacerdote de origen alemán, P. Simens: «La mañana era clara y luminosa. De repente, noté un gran resplandor, como de flash fotográfico... Corrí a la ventana para ver qué pasaba, pero el resplandor me cegó la vista. (...) Algo así como media hora después de la explosión, una procesión de gente empezó a pasar por delante de nuestra casa... Muchos estaban ensangrentados y habían sufrido quemaduras. Tratamos de darles algunos primeros auxilios y metimos a todos los que pudimos en la capilla. Algunos tenían horribles heridas en las extremidades y en la espalda. El padre Nekter, que antes de tomar los hábitos había estudiado medicina, auxilió a los heridos, pero apenas teníamos vendas... Algunas madres abrazaban a sus hijos heridos... Al mediodía llegó el padre Kepp con las hermanas. Su casa había ardido y se había derrumbado por entero...».

¿Nueva York, 11 de septiembre de 2001? No: Hiroshima, 6 de agosto de 1945.

Se desconoce aún cuantos muertos produjo el ataque terrorista del pasado martes contra Nueva York y Washington. A cambio, sí se sabe cuantas víctimas causó la bomba lanzada contra Hiroshima: cerca de 100.000 muertos y otros tantos heridos. Al recuento de las víctimas mortales hay que añadir los miles de personas que fallecieron en los años posteriores como resultado de las heridas y de las enfermedades producidas por la radiación.

¿Pearl Harbor? Lo de Pearl Harbor fue el bombardeo de una instalación militar sin previa declaración de guerra. En Hiroshima, la práctica destrucción de una ciudad de 400.000 habitantes.

Bush considera que la masacre del martes pasado fue «una acción de guerra». El Gobierno de los Estados Unidos también calificó el bombardeo nuclear de Hiroshima y de Nagasaki como «acciones de guerra». Pero las guerras -incluso las guerras, las siempre espantosas guerras- cuentan con leyes que las regulan. Hay tratados internacionales sobre eso. Y una de las normas más estrictas de la guerra es la que prohíbe atacar a la población civil. La utilización de la población civil como objetivo convierte la guerra en terrorismo.

Alegan algunos que la Fuerza Aérea norteamericana arrasó las dos ciudades japonesas y abrasó a cientos de miles de personas porque no había más remedio, si se quería poner rápido término a la guerra. No me vale el argumento. Primero, porque no es verdad: aquella contienda ya estaba más que decidida. Y segundo, porque ningún fin puede justificar el recurso a semejantes medios.

Como ningún fin puede justificar el horror del martes en los EEUU.

Las dos fechas forman parte de la Historia de la ignominia.

Aunque las víctimas hayan sido esta vez muchísimas menos que las de Hiroshima y Nagasaki.

Eso sí: norteamericanas.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de septiembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/09/13 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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