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2001/02/19 06:00:00 GMT+1

El Gobierno contra todos

Cualquiera que haya echado una ojeada a los rudimentos de la estrategia conoce la máxima: hay que afrontar a los enemigos uno a uno. Combatir en varios frentes a la vez resulta extremadamente arriesgado.

Claro que esto sólo vale para cuando uno puede elegir. Porque los enemigos, que también son muy conscientes de la cosa, tienden a coordinarse, como muy bien pudo comprobar Hitler en el desarrollo de la II Guerra Mundial. Se vio obligado a dividir sus fuerzas y acabó cobrando más palos que una estera.

En buena parte la culpa la tuvo su ambición: había atacado en demasiados frentes a la vez.

No sé muy bien a quién hay que cargar la responsabilidad en el caso del Gobierno de Aznar, pero su error me parece evidente. Ha iniciado tropecientas peleas simultáneas. Y algunas de ellas, difícilmente compatibles.

Ayer Mariano Rajoy se metió en una nueva, descalificando a la Conferencia Episcopal Española por su decisión de no suscribir el pacto PP-PSOE sobre la cuestión vasca. Dejo de lado el fondo del asunto -ya me referí a él con motivo de unas declaraciones similares de Rodolfo Ares- y retengo sólo la decisión táctica. ¿Le convenía al Gobierno iniciar esa guerra contra la Iglesia? Simultáneamente, Javier Arenas zahería la propuesta de Rodríguez Zapatero sobre un pacto de Estado en relación a los problemas de inmigración, atribuyéndola despectivamente a problemas internos de los socialistas. Es decir: mientras el vicepresidente primero iniciaba una batalla que no puede librar sin el firme concurso del PSOE, el secretario general del PP hacía lo posible por cabrear a su homólogo socialista, no ya rechazando, sino desdeñando y ridiculizando sus iniciativas.

Hágase recuento de los últimos actos gubernamentales de cierta importancia y se verá que no ha habido ni uno solo que no le haya supuesto un nuevo conflicto. Ha conseguido ponerse a la greña con buena parte del Poder Judicial, con los sindicatos, con varias comunidades autónomas, con la Iglesia, con partidos a los que necesita para no tener que echar mano constantemente del rodillo parlamentario...

La soberbia mueve a la imprudencia. A Aznar se le han subido a la cabeza la mayoría absoluta y los amables sondeos que le dicen que cuenta aún con un fuerte asiento en la opinión pública. No recuerda al inmortal Virgilio: Fama volat. En las sociedades llamadas mediáticas, el prestigio es un valor sorprendentemente efímero. Pregúnteselo a Celia Villalobos, que la tiene cerca.

Insista en la vía pendenciera y verá cómo acaba por hartar a tirios y a troyanos. Ya está empezando a conseguirlo.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (19 de febrero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/02/19 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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