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2004/10/08 06:00:00 GMT+1

El dilema del PP

Hay motivos para interpretar el enfrentamiento entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón como un choque de ambiciones personales, sin mayor contenido ideológico y político.

Es cierto que ambos están ávidos de poder y se les nota mucho, pero sería un error menospreciar los aspectos políticos de sus diferencias. El candidato de Gallardón a la Presidencia del PP de Madrid, Manuel Cobo, las dibujó anteayer con bastante claridad: dijo que aspira a forjar un PP que incluso quienes no lo voten consideren que es una opción digna de consideración, no descartable por principio. Sabe que hay un amplio sector del electorado que siente una aversión casi instintiva por su partido y quisiera acabar con eso. El propio Gallardón apuntó en la misma dirección cuando reprochó a la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid su actitud (¿o habría que decir «su talante»?) poco «centrista» y poco «liberal».

Lo que ambos plantean, en definitiva, es la conveniencia de que el PP evolucione hacia posiciones más centristas -es decir, menos derechistas-, de modo que conjure de una vez por todas el fantasma de la herencia franquista que, casi 30 años después, sigue lastrando su imagen.

La idea no parece mala.

Pero también puede entenderse que haya quienes la acojan con desconfianza.

Por lo que mi información alcanza, el PP es el único partido europeo que aglutina y sirve de referente electoral en su país a todas las fuerzas de la derecha (de la derecha clásica, quiero decir), desde las más extremas a las más moderadas. De ahí que venga recolectando desde hace años una estimabilísma cantidad de votos.

El mantenimiento de ese conjunto de respaldos exige un muy difícil equilibrio. El PP debe ser lo bastante derechista como para no descontentar a los sectores más ultras de la población, que son amplios y cuentan con una nutrida representación mediática, pero debe ser también, a la vez, lo suficientemente templado y moderno como para no asustar a la parte de la derecha menos fanatizada y más proclive al liberalismo político.

Toda la cuestión estriba en saber cuántas vueltas de tuerca cabe dar en el sentido que apunta Ruiz-Gallardón sin que el PP se pase de rosca y se encuentre con que, muy a su pesar, ha creado las condiciones para el surgimiento de un partido ultra que quiebre la unidad electoral de la derecha. Disyuntiva que, claro está, también se plantea por el lado opuesto, porque no tiene nada de imposible que, si el PP se atrinchera en las posiciones de la derecha más rancia -modelo Acebes, para entendernos-, el PSOE le vaya arrebatando más y más votos por el flanco del llamado centrismo.

Cabe que la solución hubiera estado en dejar todo tal cual. Pero, ausente ya la mano de hierro de Aznar, eso se ha vuelto imposible. Muchas ansias personales de liderazgo, reprimidas durante demasiado tiempo, han encontrado de pronto vía libre. Están desatadas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de octubre de 2004) y El Mundo (9 de octubre de 2004). Hemos publicado la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 17 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/10/08 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: pp españa esperanza_aguirre gallardón 2004 madrid manuel rajoy cobo aznar el_mundo apuntes | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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