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1994/12/24 07:00:00 GMT+1

El brazo armado de la corrupción

El ejemplo cunde. Después de Amedo y Domínguez, también muchos felipistas han empezado a autoinculparse.

Se autoinculpa el ex ministro José Barrionuevo, cuando alega que el delito ha prescrito. ¿Y qué más le da, si él y sus subordinados no lo cometieron? El inocente no tiene por qué buscar el amparo de la prescripción.

Vuelve a inculparse Barrionuevo cuando afirma que no quiere «ni pensar» que el juez Garzón esté actuando por deseo de venganza. Pues lo mismo: si su entorno fuera ajeno a los GAL, no sería posible vengarse de él sumario en mano.

Se autoinculpan también «algunos miembros del Gobierno» (véase El País del jueves) que se quejan de que nos dé por «enjuiciar con la perspectiva actual hechos que se produjeron hace diez años», cuando ETA se movía a sus anchas en Francia. ¿Y por qué les molesta que se examinen los actos de los GAL según criterios atemporales, si ellos están al margen de la cosa?

Se autoinculpan una vez más -y cómo, y cuánto- los innominados ministros confidentes de El País cuando dicen que confían en que el PP se dé cuenta de que ésta es «una cuestión de Estado».

Enseñan también la oreja otros, así sea de modo menos descarado. La enseñó ayer Borrell cuando, al preguntársele si pondría la mano en el fuego por José Barrionuevo, contestó que le merece «la mayor de las estimas», bla, bla, bla,... sin arriesgar para nada su pobre mano. Y enseñó la oreja Miquel Roca también ayer, cuando contestó a una cuestión la mar de concreta («¿Creyó usted a Felipe González cuando aseguró que el Ministerio del Interior no ha tenido nada que ver con los GAL?») con un amplio surtido de peteneras entre las que no apareció -vaya por Dios- la única palabra que realmente importaba: «Sí».

Unos con plena desvergüenza, otros incurriendo en lapsus más o menos groseros, todos los amigos y cómplices del señor X evidencian que saben de qué iban los GAL. Les da igual incluso que se les note. Sólo aspiran a que nadie pueda demostrarlo. Entretanto, exhiben su coartada: «La gente disculpa a los que usaron la violencia para salvar la democracia del terrorismo».

Quizá la culpa la tengamos los demócratas, por habernos dejado arrastrar a esa falsa discusión. No hemos insistido lo suficiente en que la trama de los GAL no fue el error de unos demócratas descarriados, sino los desmanes de un puñado de matones del hampa y de policías venales, rescatados del aparato represivo del franquismo, que se forraron repartiéndose los fondos reservados de Interior.

¡Qué defensa de la democracia ni qué...! A esos tipos la democracia se les daba una higa. Mataron por dos únicas razones: porque se lo ordenó el señor X y porque les pagaron por hacerlo. Y mataron a voleo, a quien les resultó más fácil.

Los GAL no fueron sino el brazo armado de la corrupción naciente.

Javier Ortiz. El Mundo (24 de diciembre de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de diciembre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/12/24 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: 1994 barrionuevo felipismo felipe_gonzález borrel amedo gal michel_domínguez miquel_roca el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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