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1994/11/09 07:00:00 GMT+1

¡Ay, Señor, qué nervios!

El panorama es caótico. El escenario político está lleno de «casos»: Palomino, De la Rosa, Conde, Cullell, los GAL (II y III), PSV, Hormaechea... Y luego lo de Vilallonga -ése sí que es un caso: él, personalmente-, que aparece con habladurías sobre el afán recaudador de Sarasola para el particular peculio de González.

Pero, si hemos de hablar de cosas serias, dejemos fuera a Vilallonga. Afirmé en verano que ese tipo es un cantamañanas. Lo mantengo. Cortesano frívolo donde los haya, larga en los periódicos o ante los micrófonos lo que ha oído -o lo que se ha imaginado- como quien parlotea en un corrillo de amiguetes con un whisky en la mano durante un sarao. De lo que ha soltado esta vez sólo me queda una duda: si Lluch volverá a alegar, como cuando lo de la «conspiración republicana», que el marqués «se ha atrevido a decir lo que muchos otros ya sabían desde hace tiempo y callaban».

No me sorprende que González, el Gobierno y sus medios propios y afines estén que trinan contra El Mundo. Y no me sorprende nada porque eso es en ellos algo natural y permanente. Viven en estado de irritación perpetua contra este periódico y, cada tanto, así que se topan con un excusa, aprovechan para exteriorizarlo y desahogarse. La singularidad que ha presentado su estallido de estos días es la enorme desproporción existente entre el grueso calibre de los improperios que han lanzado contra nosotros, mayor que nunca, y la patética insustancialidad de sus razones. Lo suyo es como si le dices a alguien en público: «Tengo pruebas de que asesinaste a tu hermana Lola» y el tipo te responde a gritos: «¡Difamador! ¡Canalla! ¡Mientes! ¡Mi hermana no se llamaba Lola, sino Dolores!».

Hombre, no es serio. Hemos dejado más que claro que Palomino se forró gracias a CAE vendiéndole un chiringuito que no valía nada -o, mejor dicho, que debía varios cientos de millones- y que CAE se forró muchísimo más, una vez que contrató al cuñado del jefe del Gobierno, gracias a sus trabajos para las Administraciones Públicas, uno de los cuales fue el del búnker de La Moncloa, logrado a dedo. Y ante esos hechos probados, el Gobierno y sus corifeos, en medio de la más aparatosa crisis nerviosa que jamás hayan sufrido, nos ponen de vuelta y media, cual chupa de dómine, apoyándose en toda una letanía de insultos... y en media docena de pijadicas laterales.

¿A qué tanto y, sobre todo, tan desaforado griterío? Sólo cabe una explicación: que esta vez, ay, es la imagen del Gran Jefe la que sale tocada. Y no es que eso les importe en sí mismo: no son gente que se caracterice por la delicadeza de sus sentimientos. Es que ya no tienen más línea de defensa que la que el presidente les proporciona.

Cuando González se acatarra, todo el felipismo estornuda. Bueno, pues que estornude, pero que no nos llene de babas, caramba.

Javier Ortiz. El Mundo (9 de noviembre de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/11/09 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: corrupción 1994 felipe_gonzález caso_palomino ernest_lluch el_mundo vilallonga | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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