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2007/11/01 11:21:25.030000 GMT+1

Paisaje después de las condenas

El juicio sobre los atentados del 11 de marzo de 2004 partía con un gran inconveniente: el hecho de que los principales sospechosos se hubieran hecho volar por los aires en Leganés, y que ninguno de los procesados hubiera admitido su participación en los hechos. Era de esperar que del conjunto de los imputados sólo unos pocos pudieran ser condenados como co-autores directamente responsables de los homicidios, y que los demás imputados resultaran absueltos o condenados por delitos menores: cooperación necesaria, integración en banda armada o tráfico de explosivos.

Quienes ahora se dedican a leer la letra chica y a buscar -o a inventarse- lagunas e incongruencias, seguirán cayendo en el mismo error (intencionado, por supuesto): de lo que trata un proceso judicial es de encontrar culpables, con pruebas que permitan al tribunal tener la convicción de su responsabilidad penal. ¿Que sostienen una versión de los hechos diferente? Muy bien. Pues pruébenlo.

La sorpresa por el número de absoluciones, incluyendo la de Rabei Osman El Sayed, más conocido como El Egipcio, se debe a lo mal acostumbrados que nos tiene la Audiencia Nacional y otros tribunales. En esta ocasión parece que el tribunal ha tratado de ser más riguroso de lo habitual a la hora de atribuir autorías y complicidades, a pesar de que la vigente versión del Código Penal ampara, en materia de "terrorismo", una peligrosa discrecionalidad. Por ejemplo, para caracterizar la acción como terrorista (y por tanto, para poder aplicar penas de hasta cuarenta años), se incluye un elemento teleológico que en este caso, como en tantos otros, no deja de ser discutible: ¿la finalidad de los criminales era liquidar el orden constitucional para sustituirlo por una estructura política, social o religiosa? (de nuevo remito a las reflexiones de John Brown al respecto). 

Así, junto a los suicidas de Leganés, habrían participado directamente en el atentado Jamal Zougam y Otman el Gnaoui. Otros han sido condenados como pertenecientes a banda armada o colaboradores, en función de su relación con el resto del grupo. Más problemática es la condena de Hassan El Haski como perteneciente al Grupo Islámico Combatiente Marroquí, sobre la base de testimonios incriminatorios, pero sin que se haya demostrado que tuviera algo que ver con los atentados de Madrid.

Esto es, hubo un grupo de personas que, compartiendo las mismas motivaciones, realizaron el hecho conjuntamente, siguiendo la expresión del artículo 28 del Código Penal español. Así de simple. El mismo artículo prevé que también pueden considerarse autores quienes "inducen a otro u otros a ejecutarlo". ¿Quiere esto decir que en todo delito debe haber siempre un inductor, un autor intelectual que se sitúe al margen de la realización material de los hechos? En absoluto. Al margen de a quién se le haya ocurrido primero la idea de volar trenes de cercanías, en este caso lo que ha quedado probado es que los autores participaron conjuntamente en la comisión del delito, como integrantes de una misma banda.

Es lógico que quienes no han aportado una sola prueba para convencernos de otra versión de los hechos insistan ahora en el misterioso "cerebro", un doctor Mabuse que sigue sin aparecer. Su versión de lo que es un inductor no sólo les permite continuar ad aeternum mareando la perdiz, sino, peor, criminalizar a quienes sostienen una ideología determinada, inventando "entornos" y cattivi maestri. Además, la figura de un "malo" perfectamente identificable nos tranquiliza. La idea de que cualquiera puede matar si se lo propone, incluso de forma masiva si se reúne con otros y disponen del material necesario para ello, es realmente perturbadora.

Que el tribunal haya descartado la idea de un "cerebro" pone en entredicho no sólo la propaganda de El Mundo o Libertad Digital, sino también cierta visión, igualmente propagandista, de lo que significa Al Qaeda. No es de extrañar que los titulares de El País y Público insistan sobre todo en atacar la hipótesis, poco verosímil desde el mismo 11-M, de la autoría de ETA. Una condena de El Egipcio o una mención explícita de Al Qaeda (apenas si se la menciona en la sentencia) hubiera dado lugar a otros titulares.

Escrito por: Samuel.2007/11/01 11:21:25.030000 GMT+1
Etiquetas: 11-m sentencia islamismo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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