Es falso que la crisis sea sinónimo de depresión económica, y que esta sea un fenómeno meteorológico pasajero. La recesión es solo el síntoma del pasaje a un nuevo escenario, reflejo de un conflicto político entre quienes queremos vivir bien en sociedad y los que insisten en vivir mejor que los demás a costa de ella.
Es falso que alguien "nos vaya a sacar" de esta crisis. Mucho menos quienes la aprovecharon para forzar la creación de una sociedad más injusta.
Es falso que las deudas haya que pagarlas. No si esto implica la tiranía. No si seguimos sin incluir todos los costes en el balance, especialmente el coste ecológico y social.
Es falso que lo que necesitamos para llevar una vida digna, más allá de la mera supervivencia física, pueda ser deficitario. Los que preconizan esta falacia son los mismos que no ven problema alguno al consumo ilimitado -subvencionado si hace falta- de lo que no es necesario. Si no hay recursos disponibles es por voluntad política.
Es falso que el crédito se haya secado, las empresas hayan cerrado y el desempleo haya aumentado por culpa de un elevado gasto público. Por más veces que nos hayan contado esta mentira, no está de más repetir que es exactamente al revés. Es más, el reciclaje selectivo de la inmensa deuda privada en deuda pública no solo no ha devuelto el crédito sino que representa un auténtico saqueo colectivo.
Es falso que haya una crisis española, una crisis griega, otra portuguesa. Claro que existen particularidades territoriales, pero lo que hay es una crisis europea, que forma parte de otra sistémica cuyo alcance real apenas percibimos. Países en una situación coyuntural favorable pueden verse de pronto afectados por la suerte de los vecinos, por la sequía financiera o por la súbita sed de los poderosos. Las economías bailan al compás del movimiento de los capitales. Pero también de las luchas de sus productores.
Es falso que haya que "cumplir los deberes" que nos impone un ente lejano llamado Bruselas. La principal institución que los promueve es el Consejo, formado por gobiernos como el español.
Es falso que la política sea el problema y que la economía o lo público deban estar libres de influencias políticas. Son precisamente los que se presentaron como gestores y como técnicos los que nos han llevado al desastre. Falta politizar más, pero la política no puede ser reserva de una casta.
Es falso que la corrupción sea solo cosa de dos, el que corrompe y el corrompido. Suele haber terceros que creen beneficiarse de este arreglo, y que votan en consecuencia.
Es falso que la reforma laboral sirva para crear empleo. Su principal objetivo siempre fue disciplinarnos y fomentar la servidumbre voluntaria.
Es falso que el empleo nos haga libres y permita proveer por sí solo a nuestras necesidades básicas. Para la mayoría, el salario necesita compensarse siempre por otras vías: o mediante el gasto público (sanidad, educación), o mediante el crédito, o con una combinación de ambos. El neoliberalismo apostó todo al crédito y acabó provocando la mayor crisis financiera en décadas.
Es falso que el mérito asigne a cada uno en la posición en la que está. La producción es una tarea colectiva: que a muchos no les alcance para vivir ya es un robo.
Es falso que el dolor que nos infligen sea necesario, como afirmó sin sonrojo Mario Draghi en el Congreso de los Diputados. Cuando Draghi dice que la solidaridad consiste en "asegurar que la carga no sea soportada desproporcionadamente por determinados sectores o grupos de personas" se refería a los más ricos.
Es falso que el Banco Central Europeo tenga como principal objetivo "la estabilidad de precios". La manera en que ha intervenido durante la crisis y las declaraciones de sus presidentes muestran cómo ha servido de instrumento para aplicar una política económica antisocial.
Es falso que la alternativa al "ajuste" sea el crecimiento económico, si por tal entendemos la producción exponencial de bienes y servicios socialmente innecesarios, cuyo valor se apropian unos pocos sin consideración alguna de su coste medioambiental.
Es falso que la crisis económica pruebe que la dominación de clase sea más importante que la de género, racial, que la destrucción ecológica, o viceversa. Se puede y se deben afrontar todas.
Es falso que la izquierda partidaria pueda garantizar por sí sola una alternativa real a la cleptocracia. Las movilizaciones suelen producirse contra la derecha y apagarse tras el acceso al gobierno de fuerzas "progresistas". Pero es entonces cuando en realidad las movilizaciones deberían ser más potentes y a favor de una agenda común.
Todo es falso, salvo alguna cosa.
La realidad que producen las mentiras.
Lo que vivimos. Todo lo bueno que ya hacemos en común. Y lo que todavía podemos lograr juntos.
Como dicen los franceses, al final "la montaña parió y dio a luz un ratón". El ratón es el marco financiero plurianual de la Unión Europea para el período 2014-2020. En él se establece el límite máximo de compromisos presupuestarios y de pagos para los siete próximos presupuestos comunitarios. Por primera vez en la historia de la UE, los gobiernos europeos acordaron que el techo de gasto se reduzca con respecto al periodo anterior en lugar de aumentar. La Comisión Europea había propuesto inicialmente un ligero incremento, pero finalmente la semana pasada se impusieron los deseos de los contribuyentes netos (especialmente de Reino Unido y Alemania, que esta vez no acordó una posición previa con Francia).
De entrada, esto significa dos cosas que como ciudadanos europeos nos debería importar: los gobiernos europeos, bajo la batuta de los más poderosos, pretenden continuar con las políticas de ajuste durante el próximo septenio y con apenas un 1% del PIB europeo de presupuesto anual habrá menos posibilidades de financiar políticas comunes. Es cierto, la composición y diseño de las partidas de gasto actuales resultan muy discutibles, como sucede con la promoción de infraestructuras de transporte y comunicaciones de alto coste ecológico y social. O la manera en que se estructura la política agrícola común. En una Europa más democrática y no supeditada al capital financiero las prioridades y la forma de acordarlas y ponerlas en práctica serían distintas. Pero en el corto plazo las negociaciones mezquinas y la ausencia clamorosa de un proyecto político común o federal abocan a la Unión a una nueva normalidad de desempleo masivo y crecientes desigualdades, tanto territoriales como de clase. Falta, empero, que el Parlamento Europeo dé su consentimiento al marco recién aprobado para que pueda entrar en vigor. Si lo rechaza nos encontraremos con un momento político interesante que los movimientos ciudadanos no deberían ignorar. La batalla presupuestaria no ha terminado.
Aquí debajo pueden encontrar una tabla con la evolución de las diferentes propuestas financieras (la propuesta de la Comisión, la segunda propuesta de Herman Van Rompuy y el acuerdo final de los gobiernos). He subrayado algunos títulos que creía conveniente destacar. Por ejemplo, mientras se reduce el apartado dedicado a cohesión aumenta el de seguridad. Ah, y hay que ver el dinero que continúa costando el desmantelamiento de tres centrales nucleares de la era soviética.
En millones de Euros
Marco fin.
Actual
2007-2013
Propuesta
Comisión
(CE)
07/2012
Propuesta
Van Rompuy (HVR 2) 13/11/12
Acuerdo Final UE-27
Dif. Entre
Marco
actual y acuerdo final
Rúbrica 1
444 310
503 062
459 691
450 783
1,3 %
Sub-rúbrica 1a (Competitividad para el crecimiento y el empleo)
91 495
164 068
139 543
125 614
38 %
Mecanismo europeo de interconexión (infraestructuras)
12 900
40 000
41 249
29 299
140 %
- Transporte
21 829
26 948
23 174
-Energía
9 178
7126
5126
- Telecoms.
9 242
7175
1000
ITER/GMS/Galilleo
15 548
12793
12793
- ITER
2 707
2 707
2707
- GMS
5 841
3 786
3786
- Galilleo
7 000
6300
6300
Desmantelamientos
702
860
860
- Desmantelamiento central nuclear de Ignalina (Lituania)
x
400
400
- Desmantelamiento central nuclear de Bohunice (Eslovaquia)
x
200
200
- Desmantelamiento central nuclear de Kozludy (Bulgaria)
x
260
260
Sub-rúbrica 1b (Cohesión)
354 815
338 994
320 148
325 149
-10 %
Regiones menos desarrolladas
163 561
161 427
164 279
Regiones en transición
36 471
31 393
31 677
Regiones más desarrolladas
55 419
50 872
49 492
Cohesión
70 740
66 341
66 362
Regiones ultraperiféricas
925
1387
1 387
Cooperación territorial
11 878
8728
8 948
Rúbrica 2 (Agricultura)
420 682
389 972
372 229
373 179
-12 %
Pagos directos
336 685
283 051
277 852
277 851
-17 %
Desarrollo rural
91 966
83 666
84 936
Reserva de crisis agrícola
3 500
2 800
2 800
Rúbrica 3 (Seguridad y ciudadanía)
12 366
18 809
16 685
15 686
27 %
Rúbrica 4 (Europa, actor global)
58 362
72 450
60 667
58 704
0 %
Rúbrica 5 (Administración)
56 508
63 165
62 629
61 629
10 %
Compensación
920
27
x
x
Fuera de presupuesto
Fondo Europeo de Desarrollo
26 483
30 319
26 984
26 984
2 %
Fondo de Solidaridad
7 000
7 000
4 550
3 550
-50 %
Instrumento de Flexibilidad
1 400
3 500
3 500
3 297
135 %
Fondo de Ajuste a la Globalización
3 500
3 000
1 848
1 050
-70 %
Fondo de urgencia
1 547
2 450
1 960
1 960
26 %
Total (sin fuera de presupuesto)
993 601
1 047 458
971 901
959 988
-3,5 %
Total (incluido fuera de presupuesto)
1 033 531
1 091 277
1 010 743
996 776
-3,5 %
Total (incluido fuera del presupuesto excepto FED)
“Llamar a las cosas por su nombre es más que nunca un acto de subversión política.” Antonio Muñoz Molina (9 de enero de 2013)
Como se sabe, Antonio Muñoz Molina viaja hoy a Israel para recoger el Premio Jerusalén por la Libertad del Individuo en la Sociedad. Espero que no tenga ningún contratiempo en el aeropuerto. Dicho premio lo otorga la Feria Internacional del Libro de Jerusalén, que organiza la Municipalidad responsable del diseño y desarrollo de un sofisticado sistema de apartheid urbano. A la ceremonia de entrega acudirá el Presidente de Israel, Simón Peres, y otras autoridades del Estado. Por supuesto, Muñoz Molina, es muy dueño de ir a recoger el premio que le plazca. Nadie puede negarle su derecho a querer formar parte del panteón de nombres ilustres de la literatura, y a cobrar por ello. No tiene por qué apoyar ningún boicot. No todos los críticos de las políticas israelíes lo apoyan.
Sin embargo, sí me parece apropiado que se le señalen las implicaciones políticas de su acto, como hicieron recientemente en una carta abierta algunos escritores y artistas vinculados a la campaña “Boicot, Desinversión y Sanciones”, con rigor y desde el respeto. También merecen un comentario las justificaciones que aportó esta semana en su blog, en el artículo "Israelíes" (6 de febrero de 2013). Como él mismo dice, no tenía por qué “dar explicaciones”. Pero las dio.
Muñoz Molina comienza rechazando los estereotipos sobre Israel porque la realidad allí es compleja. Sin duda lo es. Como es igualmente cierto que no hay que “elegir entre estar con los israelíes o estar con los palestinos. Estar a favor de los unos implica necesariamente defender a los otros”. Pero esa no es la cuestión, como queda claro en la citada carta abierta, cuya argumentación no tiene en cuenta. Por eso un intelectual con la proyección pública que él tiene debería haber intentado informarse un poco, a partir de diversas fuentes, antes de decir cualquier cosa. Porque al final resulta que el propio autor da por válido un determinado marco conceptual y lo reduce todo a un problema secular de entendimiento entre israelíes (que equipara a judíos) y palestinos, en el que los europeos no están legitimados para entrometerse
La campaña “Boicot, Desinversión y Sanciones” (BDS) no existe para apoyar a los palestinos frente a los ciudadanos israelíes, como da a entender el escritor, aunque la iniciativa haya surgido de la sociedad civil palestina. De hecho, hay judíos y organizaciones y activistas israelíes que la apoyan. Se basa en el precedente sudafricano y sus objetivos son claros: 1. Terminar con la ocupación y colonización de las tierras árabes y desmantelar el vergonzoso Muro de separación; 2. Reconocer los derechos fundamentales de los ciudadanos arabo-palestinos de Israel en plena igualdad con los de los israelíes y 3. Reconocer el derecho de los refugiados palestinos a retornar a su país. No tiene por tanto nada que ver con el reconocimiento del Estado de Israel ni con su derecho a existir. A menos que considere que la existencia de Israel depende necesariamente de su preservación como Estado judío. Este, no ninguna maldición bíblica, es el principal factor que afecta a la convivencia entre judíos y palestinos y es aquí donde reside el problema. Porque para que Israel exista como Estado eminentemente “judío” necesita articular un sistema segregacionista que bien puede calificarse, si nos dejamos de eufemismos y llamamos a las cosas por su nombre, como apartheid o etnocracia.
Resulta curioso que un autor que se ha caracterizado por el rechazo a lo que él denomina “nacionalismos excluyentes” vea con simpatías una de las ideologías nacionalistas más etnicistas, excluyentes y violentas que existen en la actualidad: el sionismo. Muñoz Molina podría preguntarse por qué no hay un solo árabe o palestino entre quienes han recibido el premio que se le ha otorgado, cuando la lista de los que han escrito a favor de la libertad es larga y de calidad. El Estado israelí realmente existente fomenta por vía legislativa, cultural y militar la hegemonía de un grupo étnico –el judío- sobre los demás, en términos de derechos civiles, sociales y económicos. Un reciente informe del Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial es muy elocuente al respecto. Dirigentes y autoridades públicas de dicho Estado, con algunos de los cuales estrechará manos y se dejará fotografiar próximamente, no han dudado en proclamar de manera expresa y en reiteradas ocasiones la voluntad de expulsar a los palestinos, o incluso de eliminarlos. Es más, lo han puesto en práctica con notable desparpajo: en 2008-2009 un mes de bombardeos sobre el territorio urbano, densamente poblado, de Gaza bastó para matar más seres humanos que los que mató ETA en cuatro décadas. Cuando las víctimas palestinas de las intervenciones militares israelíes son 10 veces más numerosas que las víctimas israelíes de los atentados cometidos por grupos palestinos cabría preguntarse de manera honesta quién se defiende de quién.
Muñoz Molina describe a Israel como una “sociedad abierta en la que la libertad de expresión se practica con una viveza, un apasionamiento y una seriedad ejemplares”, en contraste con los “regímenes dictatoriales o teocráticos cuyos dirigentes proclaman expresamente su voluntad de borrarnos del mapa” que la rodean. Si no quería una caricatura, ahí ha presentado una bien gorda, extraída del viejo argumentario del gobierno israelí. La comparación es tramposa, pues compara una sociedad (no a su gobierno) con otros gobiernos. Si los judíos -heterogéneos- no se merecen que un Estado racista los homogeneice y hable en su nombre, tampoco los árabes -igualmente heterogéneos- se merecen que lo hagan los regímenes despóticos contra los que luchan, con viveza, apasionamiento y desde luego con coraje. Que amplios sectores de esa “sociedad abierta” -incluyendo desde su izquierda laica- aplaudan que se borre del mapa a los demás tampoco le lleva a ninguna reflexión humanista. Ignora que en esa “sociedad abierta” tan militarizada y rodeada de muros la libertad de expresión se reserva desgraciadamente para los judíos. No existe para los palestinos. Contra ellos y los opositores a las políticas segregacionistas se aprueban leyes represivas y racistas, o se aplican otras de manera discriminatoria. La lista es larga. Pasa también por alto que algunos de esos regímenes dictatoriales o teocráticos a los que alude están o estuvieron apoyados por Estados Unidos, patrocinador oficial de Israel, y todos ellos colaboraban en el mismo orden geopolítico diseñado para la región.
En cuanto a la ciudad de Jerusalén donde recibirá el premio homónimo, no solo hay asentamientos y ocupaciones. Los residentes palestinos de Jerusalén Este -anexionado ilegalmente por Israel desde 1967- no son ciudadanos de Israel, solo “residentes legales” que continuamente deben probar sus vínculos con la ciudad para continuar residiendo. Muchos han sido expulsados en una política deliberada de limpieza étnica. Los palestinos de Jerusalén Este se enfrentan a obstáculos legales para poder ejercer la reunificación familiar y se encuentran discriminados en el acceso a los servicios municipales y sociales, así como a la vivienda. Son extranjeros en su propio país, y no pueden votar en las elecciones nacionales.
Que Antonio Muñoz Molina considere esta inaceptable situación como meros problemas que la sociedad israelí debe resolver tal vez se explique por la posición desde la que escribe. “Me conviene escuchar y aprender de muchas personas, escritores o no, que siento que se parecen a mí”, afirma. Más le valdría escuchar y aprender de las personas que siente que no se parecen a él. Frente a lo que sostienen los patrocinadores del premio que va a recoger, la libertad en sociedad solo puede partir del reconocimiento de la igualdad de principio entre todos los seres humanos.
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Inscripción bilingue (alfabeto tifinagh y latino) en las cercanías de la ciudad de Kidal, en el Adrar de los Iforas (extremo norte de Malí). La carretera muestra el tipo de vías de comunicación que hay en esta región del norte de Malí. Fuente: Wikipedia Commons.
La guerra fue largamente anunciada. No así el desenlace. El pasado 10 de enero el gobierno francés inició una intervención militar en el norte de Mali, después de varios meses de discusiones en diversos foros, y tras una desesperada solicitud de ayuda realizada por el presidente interino Dioncounda Traoré. El casus belli fue la toma de la ciudad de Konna por el grupo islamista tuareg Ansar Dine, en torno a la línea de demarcación entre el norte de Malí y el resto del país. Ansar Dine había anunciado el 4 de enero el fin del alto el fuego y de las negociaciones mantenidas con el gobierno de Malí con mediación burkinabesa y apoyo de la Cedeao. Konna se encuentra camino de Sevaré, localidad situada en el centro del país, muy cerca de Mopti, que alberga un aeropuerto militar y constituye importante nudo de comunicaciones con las ciudades del norte: por carretera asfaltada se llega a Gao (hasta ahora bajo control del Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental -MUYAO- supuesta escisión de Al Qaeda del Magreb Islámico) y por otra más tortuosa, sin asfaltar, a Tombuctú (hasta hace poco bajo control de Ansar Dine y AQMI).
El gobierno francés de François Hollande pretendió evitar el colapso definitivo de lo que queda de Estado maliense, en manos de un triunvirato inestable e impopular: el formado por el presidente Traoré (que debe el puesto a la Cedeao), el primer ministro también interino Cissoko, y el capitán Amadú Sanogo (autor del golpe de estado de 22 de marzo de 2012). Los primeros objetivos declarados de la operación militar francesa –imprecisos y que ya están evolucionando en función de los acontecimientos- no parece que coincidan del todo con los del propio gobierno maliense: si Francia se propone expulsar a los “terroristas”, el gobierno de Traoré busca ante todo sobrevivir y recuperar la integridad territorial de Malí. El diferente énfasis puede apuntar a diferentes preferencias a la hora de establecer posibles negociaciones, especialmente entre las dos facciones tuareg, el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA) y Ansar Dine. Sin embargo, una importante coincidencia deja abierta las opciones a la hora de elegir futuros interlocutores: ninguno mencionó la palabra “islamista” para descalificar al enemigo. Por otra parte, está claro que los movimientos del Estado francés siempre antepondrán los intereses (políticos, económicos) de su establishment en la región.
Sea como fuere, está claro que no es lo mismo expulsar a los milicianos armados (sobre todo “los extranjeros” como AQMI o MUYAO) de las principales ciudades del norte que asegurar un control efectivo sobre el territorio, algo que tampoco tienen los grupos armados -y muy móviles- de la zona (que parece que ya se están retirando de dichas ciudades, salvo Kidal). Por razones de espacio, en este texto -que he creído necesario que sea extenso- intentaré aportar solo algunos elementos que me parecen relevantes sobre lo que está sucediendo en la zona, como continuación de lo ya escrito previamente en este blog.
Mapa que indica el control territorial y los enfrentamientos
militares en Malí a fecha de 27 de enero de 2013. Autor: Evan Centanni,Political Geography Now
Norte de Malí/Azawad: un poco de política local
Para
evitar caer en el esencialismo, debemos tener presente en todo momento
dos cosas en relación con el norte de Malí (o Azawad): en primer lugar,
la diversidad de Kel Tamasheq, del propio pueblo tuareg, fragmentado en clanes, tribus y posiciones político-religiosas (ver Azawad I);
en segundo lugar, que los tuareg conviven en la región con muchos otros
grupos étnicos (songhai, árabes, etc.). Por esta razón ambos grupos
armados tuareg trataron al principio de ser inclusivos a su manera: el
MNLA poniendo énfasis en el aspecto territorial y Ansar Dine en una
interpretación de la comunidad –islámica y transnacional- de los
creyentes. No obstante, siguen pesando las fluctuantes relaciones
tribales y estas resultan permeadas por un contexto económico marcado
por la desertificación, el declive del pastoreo y el crecimiento de
tráficos ilegales de todo tipo (ver Azawad II).
Y la escalada armada y represiva no ha tardado en resucitar tensiones
comunitarias, especialmente con los songhai y peul (que en el pasado
nutrieron las filas de movimientos contrainsurgentes Ganda Koy y Ganda
Izo, estimulados por Bamako y ahora resucitados para la ocasión).
Así pues, el MNLA
se precipitó al emitir una declaración de independencia del Azawad el 5
de abril de 2012. A finales de junio el grupo guerrillero tuareg fue expulsado de Gao
por el MUYAO, tras el estallido de protestas ciudadanas contra el
pillaje de las milicias tuareg y contra la secesión (en Gao los songhai
son mayoritarios), y de Timbuctú por Ansar Dine. En septiembre perdieron la última ciudad que controlaban: Douentza. Otro grupo armado es el Movimiento Árabe de Azawad, que defiende los intereses de los comerciantes árabes kunta y berabiche de Timbuctú. Desde entonces la evolución de la situación política sobre el terreno resulta muy confusa.
El MNLA parece más fuerte en los medios de comunicación (internet,
televisiones francesas) que en el propio Azawad. A la guerra
propagandística se une la ausencia –al menos hasta ahora- de periodistas extranjeros
(o del sur de Mali) y los principales testimonios provienen de los
desplazados del último año (142.900 refugiados en los países limítrofes y
229.000 desplazados internos, según OCHA)
y de la comunicación telefónica con residentes -en particular de
comunidades distintas a la tuareg, consideradas más "fiables"- y el muy
poco caso prestado a los periodistas residentes.
A lo largo de
2012 Ansar Dine fue ganando peso político, a pesar de que al principio
fuera numéricamente inferior al MNLA. Su líder, Iyad Ag Ghali, es
un tuareg ifora (tribu noble) que ha venido jugando un papel central en
las rebeliones tuareg de los últimos 20 años, desde que en 1990 se
levantara contra el Estado de Malí. Fue él uno de los principales
negociadores que concluyeron los acuerdos de Tamanrasset (1991), el
Pacto Nacional (1992) o los acuerdos de Argel (2006), todos ellos
firmados con la mediación de Argelia y que supusieron intentos fallidos
de integrar a los movimientos tuareg en las estructuras civiles y
militares de Mali. Tras los acuerdos Iyad Ag Ghali ocupó puestos en la
administración maliense, como hicieron otros comandantes al integrarse
en el ejército nacional o en las nuevas estructuras descentralizadas.
También mantiene estrechas relaciones con grupos que se reclaman de la
nebulosa AQMI (incluyendo MUYAO y el grupo del argelino Mokhtar Belmokhtar;
escisiones en forma de cambios oportunistas de marca por el líder de
turno) por vía familiar (Abdelkrim El Targui) y como mediador –y posible
comisionista- en diferentes secuestros. Su figura se encuentra por
tanto en la intersección de las dimensiones política, religiosa y
económica, al margen del Estado o en relación patrimonial y oportunista
con el mismo.
Mucho se ha escrito últimamente sobre la religiosidad
de Iyad Ag Ghali. En la década de los noventa adoptó, al igual que el
resto de las elites iforas, la doctrina islamista de origen
indo-paquistaní Tablighi Jamaat, que penetró en el norte de Mali a
finales de 1998 y que pronto chocó con las aspiraciones políticas de
mujeres tuareg procedentes de otros clanes que sí mantienen una
estructura familiar matrilineal. Pero fue durante su estancia en Arabia
Saudí como cónsul tras los acuerdos de Argel donde parece que adoptó
posiciones cercanas a Al Qaeda, razón por la que fue expulsado. Sea como
fuere, sería un error pensar en la islamización de ciertas comunidades
tuareg y árabes como una mera importación o imposición foránea desligada
de las “tradiciones” locales. Como ya mencioné en este blog, los iforas
constituyen el grupo tuareg más islamizado y son songhai de Gao los que
nutrieron la policía islámica montada por el MUYAO. Ag Ghali es un
ejemplo de cómo se ha podido adaptar determinados postulados del
islamismo político al contexto local. Concretamente, al ideario tuareg
contemporáneo de la tefoghessa, “que expresa la idea de
que los iforas constituyen un clan noble, con guerreros fuertes y
sabios religiosos. La descendencia del profeta Mahoma (reclaman el
estatus de shorfa); su adherencia pura al Islam; y su papel histórico
como los líderes sabios de la federación de Kel Adagh, les otorgaría
derecho a la supremacía política en el Adrar y más allá. Esta idea de
tefoghessa idea fue desarrollada por ishumar [literalmente, “sin
empleo”, exiliados en Argelia y Libia durante la década de los setenta y
ochenta que desarrollaron una importante renovación literaria y
musical] e intelectuales de los iforas, incluyendo Iyad ag Ghali.
Según él, los jefes y autoridades tradicionales son indispensables en la
sociedad Tamasheq.” (Lefocq, 2009). En otras palabras, su religiosidad se plantea en términos bien políticos.
Un joven ishumar Iyad Ag Ghali (derecha) fotografiado en
Libia en la década de los 1970. Fuente: Disputed Desert (Baz Lecoq,
2009).
La lucha por la preeminencia política
en el seno de la sociedad tuareg y más allá quedó clara desde el
principio de la rebelión, cuando Iyad Ag Ghali sufrió dos humillaciones
seguidas: el rechazo de su doble candidatura a la jefatura del MNLA y
como amenokal (líder) del ettebel (federación de clanes) del Adrar/Adagh. Entre los iforas, los clanes nobles Kel Effele (“los del norte”, dominantes) y los Irayakan, de donde proviene Ag Ghali, compiten desde hace décadas por la hegemonía en el Adrar. Pero el viejo amenokal (1962-) Intallah Ag Attaher prefirió nombrar sucesor a su hijo, Alghabass Ag Intallah.
Ambos reveses motivaron la creación de Ansar Dine y los acuerdos con
los traficantes de AQMI, proveedores de hombres, dinero y armas. A lo
largo de 2012 numerosos guerrilleros del MNLA se pasaron a las filas de
Ansar Dine, unos por convicción y otros a cambio de dinero.
La dinámica faccionalista es
habitualmente muy fuerte en las rebeliones tuareg. Domina un
pragmatismo que facilita las negociaciones y los cambios de bando más
insospechados, por lo que la frontera entre secularistas/islamistas es
muy borrosa. Por ejemplo, el gobierno maliense de Tumani Turé armó en su
día una milicia de tuareg imghad -tradicionalmente tributaria de los
ifora- dirigida por Alhaji Ag Gamou para relizar operaciones de contrainsurgencia. Expulsado a Níger por los rebeldes el año pasado, Gamou anunció este enero su regresopara
curiosamente apoyar a los secesionistas del MNLA en "apoyo de la
patria" (entendiendo por tal Malí). Su enfrentamiento con Ag Ghali puede
explicar esta posición. El citado Ag Intallah, que inicialmente apoyó
al MNLA, luego pasó a ser portavoz político de Ansar Dine, aportando así
el peso político del principal clan ifora. Sin embargo, en los últimos
meses la posición de poder de Ag Ghali dentro de Ansar Dine y en
relación con AQMI y MUYAO parece haberse debilitado. El 24 de enero Ag
Intallah anunció que se desmarcaba de Ag Ghali para formar un nuevo grupo, el Movimiento Islámico de Azawad(MIA).
Alghabass Ag Intallah, ex MNLA, ex Ansar Dine, siempre ifora.Fotografía:Yempabou Ahmed Ouoba/AFP/Getty Images
Por
lo que respecta a la aplicación de una interpretación muy conservadora y
restrictiva de la sharia, que comprende el control social de las
mujeres, la prohibición de manifestaciones culturales como la música,
amputaciones y acciones iconoclastas, ha sido obra de las policías islámicas creadas por Ansar Dine en Timbuctú y del MUYAO en Gao (como mencioné, integrada por población local, empezando por el finado Aliou Turé).
No parece que AQMI haya tenido una participación relevante al respecto
en cuanto tal. En cuanto a Ansar Dine, durante las negociaciones
llevadas a cabo a finales de 2012 con el MNLA, estuvo a punto de ceder
en esta cuestión. No obstante, no podemos ignorar que inicialmente
muchos residentes valoraron que la policía islámica restableciera el
orden y la seguridad, especialmente tras las exacciones cometidas por el
MNLA. Según un informe
de Human Rights Watch, la dureza y arbitrariedad del control policial
dependía del comandante de turno según la ciudad: así, en Kidal se
habrían producido menos casos de abusos que por ejemplo en Gao, donde
estallaron varias revueltas populares por este motivo. Y mientras la
represión alienó a muchos ciudadanos, otros residentes valoraron la
prestación de servicios "sociales" que el Estado maliense no proveía y
la inyección de divisas que trajeron consigo los grupos islamistas.
Choque de estereotipos
En el sur de Mali,
los prejuicios y percepciones negativas sobre los tuareg y los árabes
han aumentado desde la ofensiva de enero-marzo de 2012 y con la llegada
de sucesivas oleadas de refugiados. Muchos malienses sostienen que los
tuareg son unos racistas, belicosos, feudales y esclavistas que
simplemente no aceptan ser gobernados por la mayoría negra. Entre los
tuareg no faltan justificaciones supremacistas que corroboran esta
impresión, y muchos consideran a los negros como salvajes incivilizados,
ignorantes e infieles. En la persistencia de estos estereotipos -en
parte herencia colonial- influye mucho el peso histórico de la
esclavitud (institución social que en el Sáhara tiene características
diferentes a los de la plantación americana), que todavía era una
realidad importante en la zona hasta mediados del siglo XX.
Lo cierto es que los Kel Tamasheq
no estuvieron dominados por ninguna entidad política exterior desde la
invasión andalusí-marroquí de 1591 y la subsiguiente caída del Imperio
Songhai hasta la colonización francesa. En su cultura se encuentra muy
arraigado el rechazo a ser gobernados por otros, ya sea por Bamako o por
un protectorado internacional. Si la cuestión del Estado moderno, y de
la lógica federal, ya es problemática en África (y la acelerada
descomposición del Estado en Mali es un buen ejemplo de ello), mucho más
en tierras de tránsito y clima extremo. Los medios de comunicación
muestran su indignación por la pérdida de dos tercios del territorio de
Malí, sin preocuparse mucho por la desconexión física y mental entre el
sur y el norte existente más allá de Gao (y simbólicamente Timbuctú), o
la fragmentada realidad político-social del territorio. Al entendimiento
no ayuda el desmoralizado ejército maliense, con la cadena de mando
rota desde el golpe de estado, incapaz de hacer frente por sí solo a los
grupos armados del norte, que no tardó en fomentar el enfrentamiento
intercomunitario y atacar indiscriminadamente a civiles de aspecto más
arabo-amazigh.
El contexto regional
De los países que rodean a Malí, Argelia
es la potencia regional –junto con Libia- que históricamente ha
influenciado más en el desarrollo de los acontecimientos en el norte de
Malí. Argelia dispone de importantes recursos económicos y militares y
alberga una importante población tuareg en el sur, especialmente en el
Hoggar. La capital de esta región, Tamanrasset, constituye un nodo
importante en las redes comerciales del Sáhara y el Sahel. Vía ‘Tam’
llegan a Kidal petróleo subvencionado y productos alimenticios (muchos
de contrabando) procedentes del norte. El "cierre" (mayor control, en
realidad) de la frontera por los militares argelinos tras la
intervención militar francesa está perturbando seriamente la economía
local y agravando la inseguridad alimentaria. Tamanrasset dio nombre al
primero de los acuerdos entre la rebelión tuareg y el Estado de Malí;
Argel, al último de ellos. Uno de los hilos conductores de los mismos,
el citado Iyad Ag Ghali, mantuvo por este motivo relaciones estrechas
con los servicios secretos argelinos (Département du Renseignement et de la Sécurité,
DRS). Esto no significa que sea un peón ni mucho menos.
Tradicionalmente, Argelia ha competido con Libia a la hora de intentar
cooptar a los líderes tuareg del norte de Mali, y este es uno de los
factores que explican las fricciones diplomáticas entre Argelia y Mali.
El otro factor son los grupos islamistas.
En Argelia se sitúa el origen del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), posteriormente denominado AQMI,
herencia de la guerra civil argelina de la década de los noventa, a
caballo entre el maquis y el crimen organizado. Más que una organización
nos encontramos con varios grupos con cierta autonomía, no muy grandes,
que operan en redes cambiantes y se cobijan bajo esa denominación,
algunos de los cuales pueden haber sido infiltrados en determinados
momentos por el DRS o haber integrado ex agentes del DRS, previamente
implicados en la guerra sucia (las puertas giratorias de los servicios
secretos y fuerzas paramilitares suelen conducir a negocios ilegales).
La infiltración y manipulación nunca se ha podido probar
fehacientemente, como tampoco se ha podido verificar muchas de
informaciones que llegan a la prensa, elaboradas por las opacas fuerzas
de seguridad argelinas o de expertos que se citan entre ellos con un
declarado enfoque ideológico “antiterrorista”.
En cualquier
caso, pese a la retórica desplegada, el radio de acción de estos grupos
se limitó hasta ahora al área saheliana, en el caso del Mali de Amadú Tumani Turé (20002- 2012)
con más colusión (contrabandos mediante) que enfrentamiento real con el
Estado, aunque hubo también conchabamiento del lado argelino. Su
presencia en el norte de Mali es el resultado de una implantación
progresiva en el tejido social de la zona durante toda una década. Con
el paso del tiempo fueron incorporando hombres provenientes de otros
países de la región: Mauritania, Senegal, Túnez, Libia, etc. La
experiencia del último año en Azawad muestra cómo la vertiente
“traficante” no es incompatible con la instauración de un determinado
orden político islamista a nivel local.
A lo largo de 2012
Argelia trató de evitar o retrasar una intervención militar extranjera
apoyando las negociaciones entre el MNLA y Ansar Dine. Por las pasadas
relaciones con Ag Ghali, el gobierno argelino se encuentra más cercano a
su grupo y de hecho su adversario el MNLA siempre rechazó toda
injerencia argelina. Paradójicamente, en todo este tiempo los generales
argelinos nunca intervinieron militarmente en el norte de Mali para
acabar con AQMI. Puede haber varias razones para ello. En primer lugar,
el temor
a una desestabilización regional que justificase la intromisión
extranjera. En segundo lugar, el incierto impacto entre las propias
poblaciones tuareg del sur argelino que tendría semejante escenario. Y,
en tercer lugar, para el ejército argelino los grupos que se reclaman de
AQMI no representaban una amenaza política seria para el régimen, sobre
todo mientras se concentren en el sur y limiten sus actividades al
“comercio”, que siempre puede beneficiar a determinados funcionarios.
Argelia ha querido reservarse una forma de gestión de los grupos armados
presentes en su territorio que oscila entre la guerra de baja
intensidad, la infiltración y la cooptación. En fin, no hay que
descartar las disputas internas en el seno del núcleo de poder argelino
con vistas a las presidenciales de 2014.
El primer motivo cedió
ante la presión francesa. Miembros del gobierno francés reiteraron el
año pasado sus visitas a Argel, que culminaron con el inédito mea culpade
diciembre de 2012 entonado por el presidente François Hollande en
relación con el colonialismo. Todo parece indicar que el gobierno
francés arrancó un acuerdo tácito por el que Argel no se opondría a una
intervención militar pero sin apoyarla abiertamente. Tras los primeros
ataques aéreos en Mali, Argelia cedió su espacio aéreo a la aviación
francesa (y, durante la crisis de In Amenas, a drones estadounidenses).
Mauritania,
en cambio, sí intervino militarmente –con apoyo francés- contra grupos
de AQMI en el norte de Mali en sucesivas ocasiones durante el período
2010-2011. De Mauritania proviene además el líder del MUYAO, Hamada Ould Muhammad Kheirou,
y muchos mauritanos nutren los grupos islamistas presentes en Malí, de
ahí que los comunicados de los grupos islamistas del norte de Mali se
emitan preferentemente por medios mauritanos. Al contrario que Argelia,
el gobierno mantiene relaciones más cercanas con el MNLA, y la
oposición mauritana sostiene que el presidente, el general Mohamed Ould Abdel Aziz,
prestó a sus integrantes apoyo encubierto –o canalizó apoyo francés-
frente al gobierno de ATT. La mayoría de los mauritanos se opone a una
intervención mauritana en Mali, pero a pesar de todo el general Abdel
Aziz no ha dudado en ofrecer su apoyo a François Hollande.
En cuanto a la estructura regional de la Cedeao
(Ecowas en inglés), implicada desde el inicio en la transición maliense
y en la negociación con los insurgentes tuareg, había previsto un
despliegue militar para septiembre de 2013. Los motivos: asegurarse
financiación, privilegiar un proceso político que dividiera la alianza
Ansar Dine-MUYAO-AQMI, y contar con un gobierno en Bamako elegido en las
urnas (que no es el caso en la actualidad). La intervención francesa ha
obligado a acelerar la participación de tropas de Nigeria y Togo (más
acostumbrados al trópico que al desierto).
En busca de sentido
Cuando
nos situamos frente a una grave crisis política -sobre todo si deriva
en un conflicto armado- en un territorio que nos es ajeno, geográfica o
culturalmente, solemos suplir nuestra falta de referencias con las
narrativas con las que nos sentimos cómodos. Y así nos encontramos con
la interpretación antiterrorista, para la que todo se reduce a una
cuestión de orden público... en "Occidente"; o las diversas posiciones
que abusan de la geopolítica -incluyendo la antiimperialista- para la
que no hay más que enfrentamiento en la cumbre entre potencias y
corporaciones. No queremos dejar de ser subjetivos, y creo que lo más
correcto es intentar tener presente la materialidad in situ de
las luchas, las voces de sus protagonistas, algo que las citadas
perspectivas tienden a soslayar. Ellas mismas crean su propio sentido.
Mi primera impresión es que ni la forma-Estado maliense, ni la
alternativa nacionalista de Azawad, ni el orden islamista, han servido
para promover la vida en común de una sociedad diversa, móvil,
extremadamente precaria y condicionada por un ambiente duro y por el
lado informal, alegal, de la división internacional del trabajo. No
habrá soluciones imperiales. Esperemos que puedan construir las suyas
las gentes de Bilad al Sudán, que hace siglos que son frontera: primero con la economía mundo de Dar al Islam y hoy del capitalismo global.
Quienes viven más pendientes del Estado que de construir una fuerza política autónoma dedican mucho tiempo a discutir cómo acceder a los puestos decisorios, conseguir la hegemonía política y mantenerla frente al acoso de los adversarios. Qué se hace luego realmente desde esos puestos o con dicha hegemonía suele quedar en un segundo o tercer plano.
Con frecuencia, el carácter transformador de la práctica institucional de los partidos que se proclaman de izquierdas suele ser inversamente proporcional a la retórica que despliegan. Cuanto más reiteran sus llamamientos a la rebeldía y a la lucha, cuanto más critican el capitalismo -no digamos si vociferan sobre la revolución-, más decepcionantes pueden llegar a ser las políticas que acuerdan desde el Estado cuando acaban ocupando sus puestos directivos. Esto no tiene por qué deberse necesariamente a la corrupción de sus dirigentes, a errores de diagnóstico, o a la incorporación en sus programas de demandas imposibles, sino a los propios límites que impone la representación política -que tiende a la contención del antagonismo- y a un Estado concebido para favorecer el mando del capital por encima de la cooperación social. Además, el mismo Estado-nación hace tiempo que perdió la competencia exclusiva en la mayor parte de las políticas. No obstante, aún asumiendo estos límites, es posible y necesario discutir sobre el buen uso de las herramientas institucionales disponibles, en paralelo a la construcción de otras nuevas. No habrá muchas opciones, pero una está clara, si se está dispuesto a asumir las consecuencias: poner el "no" en práctica.
En una época marcada por el fracaso histórico del neoliberalismo como proyecto político y económico -que las elites europeas tratan de enmascarar con un ataque sin escrúpulos contra lo público-, y si asumimos que estamos ante un fin de ciclo, o una encrucijada, los partidos que se presentan como alternativa no pueden limitarse a amortiguar los efectos de un modelo sin cuestionarlo radicalmente. En este sentido, la experiencia de cogobierno de Izquierda Unida en Andalucía, y su papel en Asturias y Extremadura -donde sus escaños son relevantes-, no por esperable ha resultado ser menos decepcionante, al desperdiciar ocasiones únicas para mostrar con ejemplos claros y rotundos el rechazo a la lógica de los recortes sociales y cuestionar la deuda odiosa. Lo mismo sucede con ERC, cuya estrategia de autodeterminación le ha llevado a convalidar las políticas neoliberales de CIU. Ya no hay lealtad institucional que valga, y así lo han entendido las propias derechas, que cuando les conviene emplean argumentos rupturistas para saquear a gusto o para buscar nuevas legitimidades como en Cataluña.
He mencionado IU y ERC por la responsabilidad institucional que han asumido en sus ámbitos respectivos, pero estas reflexiones valen para partidos como Bildu, CUP, ICV, Alternativa Sí se puede, etc. Partidos que pueden llegar a contar en autonomías, diputaciones forales o ayuntamientos. 2013 es el año en el que las comunidades autónomas deberán recortar sus presupuestos en más de 6.827 millones de euros, sobre todo en sanidad y educación (El País, 29 de diciembre de 2012), en virtud de la reforma constitucional pactada por PSOE y PP y puesta en práctica por la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Suele hablarse de la PASOKización de los socialdemócratas. Pero si los partidos a su izquierda no acompañan a los movimientos en la confrontación, se corre el riesgo de acabar como Chipre, con un presidente comunista que implora un rescate bancario y acepta el control de la isla por parte de la troika como un "mal menor", mientras por otro lado denuncia con amargura la austeridad impuesta. Al menos Demetris Christophias no se presentará a la reelección en febrero. Para qué.
Esta es la disyuntiva. Si desde los partidos se quiere hacer política democrática, habrá que desobedecer, replantearse muchas cosas y apostar por el común. Porque si lo que quieren es gestionar quiebras con buenos modos, mejor será que monten otro negocio.
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en un intento de rescatar a su amigos ciudadanos de las garras del malvado Mariano Rajoy el Hutt.
Pero ignoran que el Imperio Galáctico Europeo ha iniciado sin escrutinio público la construcción de nuevas estaciones espaciales armadas,
incluso más poderosas que el temido Fondo Monetario Internacional.
Una vez completadas, estas armas definitivas promoverán la represión y el expolio a las bandas de rebeldes que luchan por restaurar la libertad en la galaxia.
Time lapse y planos digitales de la construcción de lanueva sede del Consejo de la Unión Europeaen el Residence Palace de Bruselas. Cualquier parecido con la Estrella de la Muerte... ¿es pura coincidencia?. Coste estimado: 310 millones de euros. Fuente: Samy & Partners.
Infografía de la nueva sede de la OTAN en Bruselas, que cubrirá una superficie de 250.000 metros cuadrados (más que el edificio Berlaymont de la Comisión Europea o la sede central de la ONU en Nueva York). Los trabajos se encuentran avanzados y se espera que concluyan en 2015. La OTAN estima el coste en más de mil millones de euros. Fuente: OTAN/SOM + Assar architects.
Nueva sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania. 185 metros de altura. Aunque presupuestado en 800 millones de euros, el coste total supera ya los mil millones de euros. Se espera que finalice en 2014. Fotografía: BCE.
Tras el contraataque del Imperio, todo parece jugar en contra de las fuerzas rebeldes. Y, sin embargo... (continuará).
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“La publicidad se basa en una cosa, la felicidad. Y,
¿sabes lo que es la felicidad? La felicidad es el olor de un coche
nuevo. Es ser libre de las ataduras del miedo. Es una valla en un lado
de la carretera que te dice que lo que estás haciendo lo estás haciendo
bien” Don Draper, Mad Men.
Icíar Bollaín, directora de películas estimables como Te doy mis ojos (2003) y También la lluvia (2010), es la autora del vídeo publicitario de Navidad que ha realizado McCann Erickson para la marca Campofrío. En el anuncio, el payaso Fofó y otros comediantes tratan de levantar el ánimo de los españoles reivindicando aspectos positivos de España
e ironizando sobre otros, como la emigración de los jóvenes o la
cantidad de aeropuertos que "tenemos". El anuncio se complementa con la
promoción del lema "El currículum de todos" en internet y la
promesa de donar un euro a Cruz Roja Española por cada comentario que se
deje en Twitter, Facebook o Instagram. Todos estos elementos hacen de
esta campaña uno de los productos propagandísticos que mejor sintetiza
la visión de la realidad que el establishment corporativo español quiere
vendernos desde el inicio de esta crisis económica y constitucional.
Uno que asume además las críticas de la indignación popular, pero para
neutralizarla.
El anuncio sigue la línea de la campaña "Esto lo arreglamos entre todos",
realizada por la misma agencia publicitaria en 2010 para el Consejo
Superior de Cámaras. Aquella iniciativa contó con el apoyo de 18 grandes
empresas y el soporte ideológico de un economista ortodoxo como
Guillermo de la Dehesa, presidente del Centre For Economic Research y
presente en numerosos consejos de administración, incluyendo por cierto
el de Campofrío Food Group. Aunque el objetivo del anuncio de Bollaín
es el de vender una marca empresarial, esta pretende arroparse en otra
marca, la marca España. De la confianzaen ésta depende nuestra propia autoestima y el éxito de la empresa. "La confianza es el elemento clave del funcionamiento de una sociedad y de una economía", escribía De la Dehesa en El País en abril de 2010, reivindicando la primera campaña y los animal spirits de Keynes. Poco antes, el mismo economista había reclamado que "prime el consenso frente a las ideologías".
Las ajenas, se entiende. No era el único. En la misma época el gobierno
de José Luis Rodríguez Zapatero proponía un discurso similar y basaba
su política económica en la escurridiza confianza de los inversores.
El
capitalismo produce, entre otras cosas, un régimen de afectos y hoy, en
un capitalismo basado en la producción y explotación de lo inmaterial,
más que nunca. Frédéric Lordon lo explica del siguiente modo: "el aguijón del hambre era un afecto salarial intrínseco, pero era un afecto triste; la alegría consumista [del fordismo] sí que es un afecto alegre, pero es extrínseco", mientras que el neoliberalismo "pretende
producir afectos alegres intrínsecos. Es decir, intransitivos y que no
se dirijan a objetos exteriores a la actividad del trabajo asalariado
(como los bienes de consumo). Es por tanto la misma actividad la que hay
que reconstruir objetiva e imaginariamente como fuente de alegría
inmediata". Creo más bien que el neoliberalismo pretende jugar con
todos ellos al mismo tiempo para conseguir la necesaria "servidumbre
voluntaria". Reclama que el empleo asalariado sea la única vía de la
realización personal, la fuente principal de autoestima, al mismo tiempo
que impone su escasez ("el aguijón del hambre") y promueve
afectos tristes como el miedo y la culpa para los no convencidos. La
tensión que se genera con ello es evidente y si alguna vez se logra un
equilibrio acaba saltando por los aires con los ajustes sociales que se
imponen tras las depreciaciones financieras. El miedo y la culpa minan
la autoestima, y en dosis excesivas, acaban con la confianza que
requiere el funcionamiento de los mercados.
La empresa y los
anunciantes son conscientes de ello, por lo que para reactivar el
consumo desean compensar las "reformas estructurales" depresivas a las
que no quieren renunciar con un canto a lo que nos une... como nación
española. Aquí debe residir finalmente el consenso positivo que pedía De
la Dehesa, lo que permite superar diferencias de ideología, de clase,
de proyecto político y social. Según esta perspectiva, el conflicto, el
antagonismo, solo puede generar actitudes negativas que afectan al amor
propio e impide que realicemos nuestros sueños que, como bien expresa el
currículum vítae, pasa necesariamente por el reconocimiento no de
nuestros iguales, sino del empleador, que no deja de ser nuestro
superior (para el caso de España, "la Merkel"). "Mantén una actitud positiva", rezan todas las recomendaciones
sobre cómo redactar un buen CV y, en el colmo del cinismo, el anuncio
de Campofrío. Si no encontramos empleo, será porque no tenemos o porque
no sabemos vender nuestras virtudes, que lo son en tanto que parte de
una nación.
En este contexto, la elección de Icíar Bollaín como
directora no es inocente. Porque apunta una generación determinada -no
precisamente a la más joven- e incorpora las referencias simbólicas de
la movilización ciudadana con las que Bollaín se supone que simpatiza,
como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y los Iaioflautas.
De este modo actúa como los partidos políticos cuando incluyen
conceptos y términos de los movimientos en listados programáticos donde
su carga transformadora se disuelve entre lo viejo.
Contra lo
que suele argumentarse, la capacidad fagocitadora de la publicidad
comercial -o la propaganda política- no constituye per se la prueba de
la futilidad de la movilización. Al contrario, es muestra de su fuerza y
de cómo el capital necesita captar lo social para poder extraer valor. Lo que es de todos lo quieren para algunos. El riesgo está en que los movimientos se dejen engatusar y se
petrifiquen en una identidad reconstruida y fijada por los de arriba.
Nada que no pueda superarse si no olvidamos que lo que pretenden
vendernos es justamente lo que nos están quitando.
Podríamos por tanto responder
lo siguiente:
Acusamos recepción de su currículum
nacional-corporativo. Agradecemos su interés por nuestro estado de ánimo, por los movimientos y por
el proceso constituyente. Le informamos que, finalmente, su candidatura
no ha sido seleccionada para construir una democracia real, aunque
guardaremos su historial en nuestra memoria para evitar cometer los mismos errores.
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Si la crisis económica es también crisis constitucional, lo es a todos
los niveles. La arrogancia del capital financiero y de sus servidores
pone en tela de juicio la legitimidad de los sistemas políticos
nacionales y de las instituciones europeas. Una primera víctima es la
representación: despojada de sus ropajes se muestra como un
mecanismo oligárquico antes que democrático. Otra víctima, la soberanía,
aparece como un atributo de los mercados y no de los pueblos. No es que
antes fuera muy diferente, pero hoy la mitología que los envolvía
cuenta con menos entusiastas, y entre los que quedan los hay bastante
fundamentalistas (como sucede con los diferentes neofascismos).
Relacionado con los dos conceptos anteriores, nos encontramos con otro
término en horas bajas: el de federalismo. Pero este último tal vez merezca que le prestemos algo más de atención.
Europa no
termina de encontrar una fórmula federal que articule democráticamente
diferentes niveles de gobierno. En el último siglo implosionaron tres
federaciones (básicamente socialistas) en el este: la Unión Soviética,
Checoslovaquia, y las sucesivas Yugoslavias. Hoy es en Europa occidental
donde los marcos estatales de carácter federal o semifederal sufren
fuertes presiones tanto por arriba como por abajo (Bélgica, España,
Reino Unido) mientras la integración comunitaria, que comenzó en los
años cincuenta pero cuya arquitectura actual se gestó en el período
álgido neoliberal de 1986-1992, corre un serio riesgo de descomposición.
En todos estos casos junto con la cuestión identitaria subyace una
batalla presupuestaria, esto es, fiscal y financiera, que las políticas
de ajuste están estimulando.
La lógica federal supone un
grado elevado de unión política o, dicho de otro modo, un espacio
político común –llámese federación o no-, que no pueda ser gestionado en
exclusiva por ninguno de sus componentes: entidades con autonomía
política, es decir, responsables de una parte significativa del gasto
público (más de un 30% de media en los países OCDE, incluyendo países
como Francia, donde pese a su centralismo el nivel local representa el
20%) y con competencias legislativas sobre el mismo. Lo cual requiere lo
que los economistas denominan una unión de transferencias. Es
decir, que las entidades que componen la federación no sean autárquicas
sino que todas contribuyan de alguna manera al conjunto, que constituye
además un mercado único. Como el capitalismo produce disparidades
geográficas derivadas de los flujos de capitales y personas -especialmente entre determinadas ciudades-, la
federación aspira a compensarlas para evitar que den lugar a
desigualdades políticas entre las entidades federadas –y las elites que
las gestionan- que imposibiliten dicha gestión común. En la Unión
Europea la cosa se complica pues propiamente hablando no existe “una” unión de transferencias sino varias entremezcladas entre los marcos
estatales y supraestatales. Un Land alemán transfiere recursos a los
Länder más pobres y a Estados como Grecia o España, pero al mismo
tiempo se beneficia de dichas inversiones y además puede recibir otros
fondos a través de la política agrícola común, por ejemplo.
Responsabilidad fiscal de los gobiernos sub-estatales, como porcentaje del gasto público total. ES: España; DE: Alemania; CH: Suiza. SE: Suecia. Fuente: OCDE (2010).
En
el mismo sentido resulta muy difícil, si no imposible, calcular con
exactitud qué recibe y qué transfiere una determinada región, qué valor
produce que no dependa de factores exógenos, sobre todo si partimos de
una concepción del valor que no se limite al PIB y que asuma
tanto la biosfera como la noosfera. Con mayor razón en un régimen de
capitalismo cognitivo, donde la producción digital de conocimientos
necesariamente traspasa cualquier línea que dibujemos en el mapa. En este
contexto quién da y quién recibe resulta menos evidente lo que se suele
presentar, y su definición suele estar por tanto cargada de una gran
arbitrariedad.
Simplificando, dado un mismo espacio económico y
político segmentado a su vez en diferentes sub-unidades políticas, las
relaciones que se producen entre ellas pueden tender hacia dos extremos:
por un lado, hacia relaciones de tipo federal puro, donde se reconozca la plena autonomía
política de las entidades miembro, la igualdad de derechos –que no
uniformidad- entre las mismas y donde estas no puedan vetar por sí solas decisiones que deban tomarse a nivel federal; por otro, hacia relaciones de dependencia o subordinación
(de tipo colonial incluso) económica, política, o mixta, donde
prevalezca la desigualdad con respecto a un centro o entidad dominante.
Entre ambas puede haber un abanico de opciones, una gama de grises.
Si la estructura política resultante tiende a generar
relaciones que se acerquen al segundo extremo, siempre
estará sujeta a una gran inestabilidad, por la oposición o rebelión de los ámbitos territoriales agraviados. En Europa esta fragilidad se agrava por el peso de un pensamiento nacionalista que hace del Estado-nación
el modelo de organización política de referencia, tanto para quienes
controlan el aparato estatal como para quienes aspiran a disponer de
uno, aunque sus funciones tradicionales hayan sido arrebatadas, compartidas o transformadas. Por esta razón en Europa la probabilidad de que una crisis
financiera fuerte derive en dinámicas territoriales secesionistas es
mayor que en otros espacios. Pero la guerra financiera del ajuste ha
dejado claras las insuficiencias de la acción política en la dimensión
nacional, mientras que el inconfesado racismo institucional pone de manifiesto
la
incapacidad de la nación para dar cuenta de la multiplicidad identitaria
de las multitudes.
En España la descentralización de
competencias es importante, pero como recuerda Vicenç Navarro, las
comunidades autónomas carecen de capacidad de decisión en aspectos
básicos, y salvo Euskadi, carecen de recursos propios suficientes. El
grueso de la recaudación fiscal se encuentra en manos del Estado que luego
transfiere a las diferentes comunidades. La recaudación difiere según territorios, y así Cataluña tiene un "déficit fiscal" que oscila entre el 6 y el 8,4% (frente al 4,4% de Flandes, por ejemplo). La tensión entre la lógica
federalista y la centralizadora es permanente, y la crisis de deuda no
ha hecho sino exacerbarla. Y es que las comunidades autónomas gastan más
de un tercio del gasto público pero recaudan solo la quinta parte de
los ingresos totales.
El modelo autonómico se inspiró
parcialmente en Alemania. Aunque se considera un Estado federal genuino,
los Länder solo pueden decidir en exclusiva acerca del 8% de sus
ingresos fiscales, mientras que el 70% de dichos ingresos se
redistribuyen por medio de un complejo mecanismo horizontal de
transferencias. Sí son plenamente autónomos cuando se trata de
endeudarse, para beneficio de los bancos alemanes, con montantes
absolutos importantes: por ejemplo, solo la deuda de Renania del
Norte-Westfalia ya supera la de Portugal. Sin embargo, la prima de
riesgo de los bonos de los Länder con respecto a la federación alemana
nunca será tan elevada como entre esta y otros estados europeos, gracias
al sistema de responsabilidad conjunta existente y la garantía de
rescate federal. Por más que los alemanes se consideren como un pueblo,
no deja de reproducirse la querella por las transferencias: los Länder
considerados ricos como Baviera se quejan de aportar la mayor parte del
dinero que va a parar a regiones con menos ingresos o endeudadas como
Bremen o la ciudad-Estado de Berlín. Pese a todo, las diferencias entre
ambos no son tan grandes como las que existen entre las comunidades
españolas o entre las regiones europeas.
Fuera de la UE, en Suiza, el
sistema horizontal de transferencias, es decir, entre cantones, es en
cambio muy limitado, y apenas representa el 0,3 % del PIB. Desde la
federación tampoco se garantiza la deuda de los cantones y existe una
fuerte competencia fiscal entre los mismos. Sin embargo, sí que existe
un sistema vertical de transferencias (desde la federación a los
cantones) bastante desarrollado, que incluye los subsidios agrícolas y
sobre todo el gasto social (desempleo, pensiones, salud). Ambas
transferencias, "horizontales" y "verticales", no superan el 1,5 % del
PIB, pero los cantones más beneficiados pueden recibir de esta manera
hasta un tercio de sus ingresos fiscales.
Si antes cité Alemania
y Suiza es porque con frecuencia se presentan como modelos de una
posible unión política federal europea; el caso suizo tiene la ventaja de reunir
comunidades lingüísticas diferentes. Pero en los últimos años Suiza y Alemania desarrollaron sistemas de control del déficit y la
deuda subestatales, similares a los que se acaban de constitucionalizar
en España, con la pretensión de restringir el Estado del Bienestar. Un
esquema federal vertical de transferencias precisa de una fiscalidad
común y una unión política. Ambas no tienen por qué cristalizar según el
modelo del Estado-nación, pero en todo caso dicha cristalización
depende de cómo evolucionen las luchas que asuman un espacio europeo. Un
análisis publicado por el banco Credit Suisse comparando el sistema
federal suizo con la Unión Europea lo plantea así:
“Pensando
en términos "marxistas", los diversos sistemas del bienestar que se
desarrollaron más o menos a lo largo del pasado siglo lo hicieron a
partir de las luchas entre capital y trabajo. En Suiza y otros países
industrializados, los respectivos grupos de interés y los partidos
políticos que representaron sus causas se desarrollaron invariablemente
en el contexto de sistemas políticos nacionales. Parece bastante
improbable que estos grupos de intereses puedan formarse atravesando las
fronteras nacionales.”
En esas probablemente tengamos
que estar, pese a la sentencia lapidaria de los analistas del banco
suizo. Para lo cual las multitudes tendremos que redefinir cómo concebimos lo
federal,y entre quiénes. Porque son los niveles de gobierno
que en un principio se consideran más alejados de los ciudadanos los que más necesitan
justificar su existencia (de hecho, la propia UE establece en su tratado el principio de subsidiariedad). Con mayor razón si además partimos de una
crítica de la representación.
Si en Europa los proyectos federales
–estatales o supraestatales- cuesta que cuajen es porque con frecuencia enmascaran relaciones jerárquicas de dominación (de clase, nacional,
identitaria) y de subordinación. Por ejemplo, por medio de las finanzas, cuando se genera una "comunidad" de acreedores y deudores que reduce la política a un ajuste elitista de cuentas, que impide por ejemplo ponerse de acuerdo sobre un presupuesto comunitario que apenas representa el 1% del PIB europeo. De ahí que España represente el ejemplo más notorio de los tres
citados: si actualmente es (semi o seudo) federal lo es porque no le queda más
remedio, por las luchas pasadas en parte de su periferia. El proyecto nacionalista español nunca fue federal sino
unitario y centralizador, hostil a la pluralidad política e identitaria, y lo sigue siendo, también en la variante "soft" e hipócrita del PSOE (y algunos a su izquierda). Que la mayoría de los catalanes favorables a la
independencia deseen la integración de Cataluña en la Unión Europea,
aunque entonces se convierta también en contribuyente neto al presupuesto
comunitario, no resulta tan paradójico. Aunque la UE se encuentre atrapada en un callejón neoliberal sin salida, en muchos aspectos representa un modelo federal más abierto y
hospitalario que el español.
Gráfico interactivo sobre el presupuesto de la Unión Europea para 2012. Muestra gastos por país y contribución de cada Estado miembro al presupuesto de la UE. Fuente: Parlamento Europeo.
¿Qué federalismo, pues, para un programa constituyente de las multitudes? La pregunta es pertinente tanto para quienes desean la independencia política -todo lo matizable que se quiera- de su país, como hemos visto que sucede con Cataluña, como para quienes recelan de esta opción. Vale también para configuraciones territoriales relativamente reducidas, aunque siempre inmersas en marcos más amplios. Por ejemplo, en Canarias: ¿qué es el pleito insular sino la expresión de un problema federal derivado del duopolio competitivo de las dos islas más pobladas, es decir, de (auto)gobierno insular e interdependencia archipielágica? Insisto en la lógica federal -en su reformulación- porque de entrada permite abordar mejor la cuestión del común que el centralismo unificador. Según los italianos Francesco Brancaccio, Alberto De Nicola y Francesco Raparelli:
"Creemos que es de una importancia crucial revivir el pensamiento y el debate en un nuevo federalismo post-estatal, que no sea interpretado como un modelo o forma de gobierno, sino por el contrario como un proceso horizontal y abierto, que resulte de pactos capaces de implicar a una pluralidad de poderes, sujetos e instituciones con un potencial constituyente ab origine. Una forma de federalismo, por decirlo con las palabras de Luciano Ferrari Bravo, concebido como una concentración de poder no centralizado, que atraviese transversalmente y recombine dimensiones social y territoriales."
"Horizontal", frente a una concepción meramente vertical (local-subnacional-nacional-supranacional) que predomina ahora. ¿Federalismo en red, P2P? ¿Cómo poner en común recursos, decidir sobre los mismos, cooperar? Entre las instituciones a las que los autores hacen referencia, podríamos incluir de manera destacada los municipios, cuya autonomía suele ser atacada por niveles superiores. En España, supeditándola al engrajane inmobiliario-financiero (mientras en Suecia, cuyo Estado es unitario, los consejos comunales se hacen cargo nada menos que del sistema nacional de salud). Y es que la cuestión federal evoca en otro plano las mismas problemáticas de la democracia. Lo peor que podemos hacer es dar por sentada la respuesta.
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Entre los yoruba, el recién nacido no recibe un nombre hasta varios días después (nueve días en los varones, siete para las chicas, ocho en el caso de gemelos) de llegar al mundo, en una ceremonia colectiva con muchas oraciones y mucho festejo, denominada isomoloruko. Hasta entonces lo cuidan las mujeres de la familia: su madre, que lo amamanta, pero sobre todo abuelas, coesposas o madrastras, hermanas y primas. Pero es un hombre, el pariente masculino más anciano, el que consulta el oráculo de Ifá para conocer los dones del bebé y su orisha. Estos elementos, junto con otros factores y circunstancias, como el oficio tradicional de la familia, el orisha de la unidad doméstica (que tradicionalmente reúne varias familias extensas en un mismo recinto), las divinidades a las que sus padres recen con mayor fervor, el día y hora de nacimiento, etc., servirán para elegir su nombre. Si nace en una ocasión especial, el bebé portará probablemente un nombre relacionado con ella. El anciano oficia la ceremonia en la que se reúnen parientes y amigos, para lo que utiliza nueces de cola, una vasija con agua, aceite de palma, pimienta, agua, sal, miel y licor (la lista de productos varía según las familias). Cada producto simboliza algo: las nueces de cola, la buena fortuna; el agua, la pureza; el aceite, la fuerza y la salud; la sal, la inteligencia y la sabiduría; la miel. la felicidad; el licor, la riqueza y la prosperidad. Los labios del bebé deben tocar cada uno de estos productos. Los invitados aportan dinero, que servirá para su crianza, y pueden proponer nombres dependiendo de la percepción sobre las circunstancias de su nacimiento. El anciano toca la frente del bebé y susurra al oído su nombre, elegido antes del acto, tras lo cual lo anuncia frente a los congregados. Todos esperan que este nombre determine sus acciones y su comportamiento futuro.
El acto de nombrar vincula al recién nacido con la comunidad. Los cuidados, los afectos e incluso la propia educación no incumben a los padres en exclusiva, constituyen una tarea común, aunque aquellos ostenten la principal responsabilidad. En principio, no hay contraposición entre individuo y sociedad sencillamente porque el individuo no se puede concebir sin la comunidad, entendida como extensión de la propia familia. “Estás aquí porque estamos aquí” es una concepción muy alejada del individualismo cartesiano. Con esto no pretendo dar una visión idealizada de la sociabilidad africana, como se ven tentados a hacer quienes se sienten náufragos en nuestras sociedades. Efectivamente, continuamente existen tensiones entre las decisiones individuales y las reglas (religiosas, culturales, familiares) del grupo, de las generaciones precedentes. Basta echar un vistazo a la vasta producción cinematográfica y televisiva de Nollywood para percatarse de ello. Sin embargo, la resolución o superación del conflicto, ya sea dentro del marco social preestablecido o tras su transformación, en el campo o en la ciudad conectada a las redes globales, no altera aquel principio fundamental: “Estás aquí porque estamos aquí”.
No habrá, pues, peor penalidad que la ruptura del lazo social, que en el fondo es de sangre y remite a un lejano antepasado común, real o mítico. También puede darse otra situación, más compleja. Si a una niña –porque cuando sucede, suele tratarse de una niña- la abandonan antes de la ceremonia iniciática, no se le concederá ningún nombre, aunque los servicios sociales adjudiquen uno provisional, y por tanto no podrá haber genealogía ni vínculo con la comunidad. Se entiende que queda “en manos de Dios”, sin intermediarios humanos. Otras manos podrán acogerla, otras voces podrán otorgar otro nombre, podrán legalizar una nueva filiación en otro lugar, incluso en otro país con colores e idiomas diferentes. Queda, sin embargo, la cuestión de la ruptura originaria: ¿dónde está la comunidad en la que arraigarse? ¿Qué identidad podrá tener la niña si no tercian los orisha, si nadie consulta Ifá? ¿Quiénes “estamos aquí”?
Estas son algunas de las preguntas que me seguían mientras nos dirigíamos en coche hacia el corazón de Lagos, en Nigeria, al final de la temporada de lluvias. Muchos yoruba, al igual que muchos europeos, resuelven estos dilemas bajo el prisma cristiano de la caridad: vendrán a “salvarla” quienes puedan ocuparse de ella. Son los futuros padres los que hacen o, según la definición pasiva de la academia, reciben. Este enfoque no podía ser el mío. Para mí el encuentro solo podía basarse en un reconocimiento compartido, en una acogida y adaptación que serán mutuas, progresivas. Así la niña podría devenir también hija y los adultos recién llegados que somos, padres. Forjarnos nuevas identidades a partir de las heredadas. Pese a la relación de poder implícita que se establece inicialmente entre posiciones sociales y orígenes geográficos diversos, tal vez sea posible construir un nuevo nosotros que no venga determinado por la sangre, mucho menos por el dinero, sino por el amor. La familia puede extenderse con lazos de afecto que incluyan parientes y buenos amigos, lazos que no busquen ancestros ni tampoco pretendan imponerse.
En cuanto sus grandes ojos negros me capturaron lo tuve claro. Quienes nombran deberán ser a su vez nombrados.
En este blog ya mencioné la legislación racista que estaba impulsando los partidos del gobierno de Benjamin Netanyahu en la Knesset, el parlamento israelí. Las políticas supremacistas están dando sus frutos. El diario Haaretz publicó esta semana una encuesta según la cual la mayoría de los judíos israelíes apoyaría un sistema de apartheid en el caso de que Israel anexionase finalmente Cisjordania. Con estas palabras, sin medias tintas. Es más, un 58% admite que, de hecho, ya existe un régimen de apartheid en Israel. La encuesta no es demasiado representativa – se preguntó a 503 personas – pero ilustra una opinión extendida y muestra cómo muchos israelíes no hacen ascos a la comparación con el denostado régimen sudafricano.
Así las cosas, no es de extrañar que en las elecciones comunales que se celebrarán en Jerusalén el próximo 20 de noviembre, incluyendo Jerusalén Este –territorio ocupado-, hasta 280.000 personasno podrán ejercer su derecho al voto, según el Jerusalem Post. En su mayoría, se trata de palestinos, pero también afecta a los jaredíes (judíos ortodoxos que cuentan con un estatus especial) . Por primera vez se elegirán seis consejos locales (cinco tras el rechazo de uno de ellos) bajo una nueva cláusula que requiere que los votantes demuestren que han sido activos en la comunidad durante al menos un año y presenten al menos 50 firmas que aseguren que el votante es un “activista comunitario”. Esta limitación busca impedir que la resistencia palestina de Hamás tenga expresión política en las elecciones. Las autoridades locales lo admiten sin complejos y se escudan en que dichos organismos carecen de competencias legislativas. Es cierto que estos consejos de reciente creación no son políticamente relevantes y que hasta ahora la participación no supera el 20%. Pero la restricción del sufragio se une a toda una batería de medidas racistas, como por ejemplo la limpieza étnica de beduinos en el Neguev.
Mientras tanto, lejos de recibir una amonestación, aunque sea meramente verbal, los gobiernos e instituciones europeas continúan reforzando su cooperación con el Estado de Israel. Esta misma semana el Parlamento Europeo aprobó un acuerdo comercial negociado entre la Unión Europea e Israel por el que se facilita el comercio de productos farmacéuticos entre ambos mercados. Al menos en esta ocasión, el grupo socialista votó en contra junto con Verdes e Izquierda Unida Europea.