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2007/07/05 16:24:51.006000 GMT+2

Biocamelo

Se está celebrando en Bruselas una conferencia internacional sobre biocombustibles (o agrocombustibles), organizada por la Comisión Europea. Como invitado estelar, el presidente brasileño, Lula da Silva, entusiasta promotor del bioetanol, del que Brasil es el principal productor mundial, y que ya ha llegado a acuerdos en esta materia con Estados Unidos. El objetivo de la conferencia es "lanzar una discusión sobre cómo desarrollar un enfoque internacional para los biocombustibles que permita recoger los beneficios potenciales, al tiempo que asegure un desarrollo sostenible y evite la creación de nuevos riesgos."

Traducción: cómo desarrollar el mercado internacional de biocombustibles y legitimar una promoción que requiere de medidas legislativas (como los objetivos nacionales de cuotas de mercado para los biocombustibles) y generosas exenciones fiscales para que el negocio sea rentable. En ningún momento se cuestiona la premisa mayor: el desarrollo del comercio internacional de biocombustibles. Los problemas medioambientales derivados de dicho desarrollo son considerados, a lo sumo, como "daños colaterales" que teóricamente habrá que minimizar. En este sentido, la reciente consulta pública lanzada por la Comisión enmarcó el debate en límites bien estrechos.

No es de extrañar que en la citada conferencia las ONGs que participan, como complemento a la abrumadora presencia gubernamental e industrial, sean Birdlife, International Food Policy Research, o Practical Action. Todas ellas creen en una cosa: que es posible una producción "sostenible" de biocombustibles si se adoptan las medidas adecuadas.

Una discusión desvirtuada. No se invitó a ninguna de las organizaciones más críticas, incluidas en un llamamiento internacional por una moratoria de los incentivos a los agrocombustibles, que agrupó a organizaciones rurales y ecologistas de América Latina, Europa y Asia. Sostienen que el impulso desde el Norte de los agrocombustibles (la UE, aunque sea líder en biodiesel, tendrá que importar mucho para alcanzar los objetivos marcados) sólo está sirviendo para la expansión de determinados monocultivos (caña de azúcar en Brasil, con condiciones laborales penosísimas; soja transgénica en Argentina), una mayor concentración de la propiedad de la tierra, la desforestación (muy evidente ya en el Amazonas), y el incremento de los precios de productos alimenticios de base (como el maíz en México), al calor de la fiebre del oro verde. Tampoco la extensión de este tipo de cultivos sirve para combatir el denominado cambio climático, teniendo en cuenta los bosques y los cultivos tradicionales a los que desplaza. La obtención de combustibles a partir de la biomasa puede ser adecuada a escala local y de forma limitada, para aplicaciones concretas, no para sostener el crecimiento de una industria de exportación que satisfaga el inagotable apetito consumista del transporte motorizado en todo el mundo.

Uno de los más entusiastas impulsores de los agrocombustibles es Al Gore, de profesión conferenciante y lobbysta. Y aquí es donde cobra todo su sentido la tremenda movilización mediática y política contra el cambio climático (como siempre, una "lucha" o "guerra" contra algo), del cual se hace responsable a la "humanidad", y no al vigente sistema económico. No se trata de cambiar nuestro "way of life", sino de mantenerlo de manera "verde" y "sostenible", esto es, pagando a las empresas que gestionen, más que resuelvan, los problemas que surjan ("servicios medioambientales", el nuevo chollo). Un círculo virtuoso: consumiendo destruimos y salvamos al mundo.

Escrito por: Samuel.2007/07/05 16:24:51.006000 GMT+2
Etiquetas: biocombustibles agrocombustibles al-gore lula comision-europea ongs | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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