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1999/12/01 07:00:00 GMT+1

Un problema de conducción

«La responsabilidad del crimen es de quien dispara».

Muchos políticos repiten desde hace tres días esta frase cual si se tratara del más palmario de los axiomas.

No lo es para nada.

En un asesinato, el que mata es responsable, sin duda, pero no obligatoriamente el responsable, es decir, el único responsable. Cabe que haya más: instigadores, cooperadores necesarios, autores intelectuales, etcétera.

En los crímenes de motivación política puede haber también una responsabilidad no penal, sino política. De hecho, los mismos que insisten sin parar en el presunto axioma de marras no se cortan ni un pelo a la hora de denunciar a otros partidos, a cuyos dirigentes achacan haber contribuido de uno u otro modo a que la tregua de ETA esté resultando un fiasco.

La situación actual me trae a la memoria algo que me ocurrió allá por el verano de 1971.

Tenía por entonces un cochecito bastante destartalado. Una vez, planeé una excursión de fin de semana con mi mujer, mi hija y dos amigos, así que llevé la tartana a revisión. En el taller cometieron un terrible error y cerraron mal el depósito del líquido de frenos.

Realizamos el viaje y, cuando regresábamos, entrando ya en la ciudad, zas, que aprieto el pedal del freno y como si nada; el coche que seguía a toda pastilla.

Por supuesto que, de habernos dado la gran galleta, el taller de reparación habría sido declarado responsable: tenía la factura del trabajo (del desastre, más bien). Pero no pensé en eso. Opté por dirigir el coche contra el bordillo de la acera, ir dando golpes contra ella para aminorar la marcha, tirar del freno de mano y, cuando ya aquello bajó a unos 40 km./h., tras avisar a los demás de la que se nos venía encima, enfilé directo contra un árbol. No nos pasó gran cosa, aunque el capó del coche se quedó cual estatua de Chillida, el pobre (me refiero al capó).

La mía no fue una reacción muy original: había leído en un manual del buen conductor que es eso lo que hay que hacer cuando uno se topa con emergencias así.

Me pregunto por qué no hay manuales de conducción política que enseñen a los jefes de la cosa pública que, cuando se presentan emergencias colectivas, no basta con buscar culpables, directos o indirectos. No digo que no haya que hacerlo: digo que no basta. El que está al volante debe aceptar su responsabilidad y, si es necesario, emprender una maniobra audaz y urgente, asumiendo que puede provocar algún destrozo, o incluso padecerlo. Aceptar lo malo para evitar lo peor, que diría Hamlet.

Pero no veo yo que la política de este país cuente con conductores demasiado duchos.

Javier Ortiz. El Mundo (1 de diciembre de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de diciembre de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1999/12/01 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: preantología el_mundo tregua 1999 aznarismo eta euskal_herria lizarra_garazi euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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