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2000/11/22 07:00:00 GMT+1

Republicanos adversativos

«No, si yo soy republicano. Pero...».

Mi buen amigo Gervasio Guzmán, como muchos otros españoles -eso dicen al menos las encuestas-, forma parte del bando de los republicanos adversativos. Se les distingue por su incapacidad para proclamarse republicanos sin añadir a continuación un «pero...».

En España se llevan mucho las adscripciones adversativas. Recordemos, sin ir más lejos, los infinitos opositores adversativos a los GAL que han pululado por nuestra vida política durante los últimos años, todos diciendo a coro: «Desde luego que estoy en contra de los GAL, pero...».

Lo más característico del adversativo político es que su práctica concreta resulta siempre favorable al pero, y nunca a la convicción expresada inicialmente. Jamás vi a ninguno de los enemigos adversativos de los GAL acudir a una manifestación o firmar un manifiesto en contra del terrorismo de Estado. Como jamás me he topado con el bueno de Gervasio en un acto republicano.

Molesto por mis críticas zumbonas, mi amigo contraataca: «Pero, ¿qué sentido tiene ahora ponerse a defender la República?».

Cuando polemiza, Gervasio recurre con frecuencia a otra especialidad celtibérica: atribuir al adversario afirmaciones que no ha hecho... y criticárselas a placer.

«Yo no he dicho que haya que hacer ninguna campaña a favor de la República, Gervasio», le respondo. «Pero si tú das la cara por la Monarquía, te contesto. Y te argumento que no me parece razonable que un pueblo admita que le decidan a partir de factores de sanguinidad masculina quién es su jefe de Estado. Y no te digo nada ya si encima se lo montan por generaciones alternas: el abuelo sí, el padre no, el nieto sí...».

Y le repito lo que he afirmado mil veces: que soy hostil a la Monarquía, pero no demasiado republicano. ¿Para qué querría yo un presidente del PP o del PSOE?

Quizá el error estribe en dar por hecho que los Estados deben tener obligatoriamente un jefe. Tanto en las monarquías como en las repúblicas no presidencialistas, los jefes del Estado apenas hacen nada práctico. Y de lo poco que hacen se podría prescindir sin que se notara gran cosa, salvo en la cuenta de gastos. Siempre me han fascinado los países como Canadá, Australia o Nueva Zelanda que, como miembros de la Commonwealth, tienen formalmente a la Reina de Inglaterra por cabeza del Estado. Pero como la Reina no es tan insensata como para meter sus narices en los asuntos de esos países -y sus gobernadores representantes tampoco-, de hecho no son ni monarquías ni repúblicas. Y no parece que les pase nada.

Ahora que tanto se habla de políticas de austeridad, venga: ¿por qué no nos planteamos ésa?

Javier Ortiz. El Mundo (22 de noviembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de noviembre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/11/22 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: pp república 2000 psoe españa gervasio_guzmán monarquía el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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