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1993/12/01 07:00:00 GMT+1

Que no los maten de rodillas

Como no quiero engañar a nadie -ni falta que hace-, empezaré por dejar claro que estoy totalmente a favor de la huelga general que han anunciado los sindicatos para enero. Prometo que escribiré todos los artículos que sea necesario para defenderla, juro que suscribiré cuantos manifiestos haga falta e, incluso, haré algo que me parece mucho más arrojado y costoso: me reprimiré y no escribiré ni una sola línea ese día. Y, si en este periódico se monta un piquete (informativo, claro está, por razones evidentes) me apuntaré.

O sea, que a tope.

Ya metido en confidencias, les confesaré que estoy decidido a hacer todas esas cosas tan raras y que me apetecen tan poco no sólo porque me oponga a la reforma del mercado de trabajo que el Gobierno se dispone a imponer por decreto, sino también, y sobre todo, porque me indigna el letargo conformista en que se ha sumido este triste país. Me parecería un crimen de lesa rebeldía no apoyar una de las muy escasas protestas colectivas que es posible realizar.

Dicho lo cual, añadiré que no tengo ninguna esperanza en el éxito del evento. Al margen de que este Gobierno sea ya todo un experto en paros generales y sepa muy bien cómo desinflarlos -con servicios mínimos que son máximos y con sus propios y muy enérgicos piquetes de uniforme y porra-, no creo que González se deje conmover ni poco ni mucho por el enfado de la ciudadanía, por amplio y hondo que llegara a demostrarse. Es más, tengo el pleno convencimiento de que al de La Moncloa lo que piense o deje de pensar la ciudadanía le importa una higa: un estadista de su altura no se detiene a considerar las pobres opiniones de la plebe.

Da igual. No me incomoda nada estar entre los perdedores. Lo he hecho toda la vida. Tengo ya tal hábito que, como un día me tocara participar de un éxito trascendental, lo más probable es que me sintiera desplazado, y hasta desazonado.

Pero hay derrotas y derrotas. Las que acepto de buen grado son las que se derivan de la imposibilidad de vencer, o sea, las que se cosechan tras aquellas batallas que uno emprende únicamente porque no combatir equivaldría a resignarse. Ya saben: más vale morir de pie que vivir de rodillas.

Llevo mucho peor, en cambio, las derrotas cosechadas cuando se pelea sólo porque se ha descubierto que, perdida ya toda posibilidad de seguir viviendo de rodillas, ya no queda sino elegir entre morir de pie... o morir de rodillas.

Desde los Pactos de La Moncloa hasta casi ayer, CCOO y UGT, mohines aparte, han dado continua muestra de su mansedumbre casi vocacional. De pacto en pacto, han cedido terreno. Tanto, que ahora se encuentran por delante con una espada que les apunta al corazón, y por detrás, con un abismo. Por eso se disponen a pelear.

Bueno, pues iré a la huelga y estaré de su lado. Pero sólo porque no soporto al de la espada.

Javier Ortiz. El Mundo (1 de diciembre de 1993). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de enero de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1993/12/01 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: 1993 huelga el_mundo sindicalismo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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