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2005/09/08 06:00:00 GMT+2

Por el bien de España

Hay vascos, ya lo sé, que aplauden las derrotas de la Selección de la Federación Española de Fútbol -eso que abreviada pero imprecisamente suele llamarse «la Selección Nacional», o «la Selección Española»- porque desean lo peor para España.

Me parece erróneo y de mal gusto.

De mal gusto, porque está feo alegrarse del mal ajeno. Y erróneo porque, como ya he señalado más arriba, ese equipo de fútbol representa a una agrupación deportiva privada. No tratándose de un organismo público, integrado en el aparato del Estado, no se identifica con España, aunque mucha gente lo haga.

A mí también me reconfortan las derrotas de esa selección de futbolistas, pero no para perjudicar a España, sino para beneficiarla.

Oí ayer por una emisora de radio de ámbito estatal el relato de los goles que se produjeron en el partido entre las selecciones de fútbol de España y Serbia-Montenegro. La consecución del gol que metió Raúl provocó una superruidosa y larguísima sucesión de gritos de todos cuantos participaban en la retransmisión. Clamaron «¡Gooooooooooool!» a voz en cuello una veintena de veces. Acabada la explosión grupal, uno, sin que nadie le llamara al orden, se dejó llevar por un ataque de paroxismo vocinglero y repitió hasta derrengarse «¡España!¡España! ¡España!».

He asistido demasiadas veces a ese tipo de espectáculos como para no saber la que se nos vendría encima en el caso de que tuviera éxito esa troupe dirigida a ras de césped por uno de los tipos más injustificadamente presuntuosos y más antipáticos que me haya tocado conocer en la vida (me refiero a Luis Aragonés, (a) Zapatones) y presidida por un fénix de los ingenios que después de cuatro décadas todavía no sabe ni decir «fútbol» (dice siempre «fúrbol, el tal Villar). Si les fuera bien a todo ese rebaño, España se convertiría en un lugar invivible, repleto de gente dedicada sin parar a pavonearse y decidida a no hablar durante todo el día de otra cosa.

Tómese la muestra del tal Alonso, ahora Premio «Príncipe de Asturias». Un menda que trabaja a partes iguales para su beneficio privado y para una firma francesa, convertido en héroe nacional. Todo dios lo adora. Misterio. Ya sé que se requiere habilidad para hacer lo que hace, pero mi abuelo materno era capaz de hacer castillos de naipes de hasta siete pisos, cosa verdaderamente admirable, y nadie lo propuso para ningún Nobel.

Reticente como soy a los orgullos nacionales, se concreten en balonazos o en platos de cocina con nombres de tres líneas, prefiero con mucho que llevemos una vida colectiva sin sobresaltos, normalita, dedicado cada cual al noble objetivo de hacer lo mejor posible lo que le toca hacer para satisfacción y buen porte general. Y ya está.

Por concretarlo en una consigna: abajo Raúl y viva Casillas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de septiembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de septiembre de 2009.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/09/08 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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