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2000/03/04 07:00:00 GMT+1

Pinochet y la Justicia

La experiencia me ha enseñado que, si uno se dedica a pensar de cara al público y en voz alta -como me toca hacer a mí-, no importa sólo lo que piensa. Importa aún más cuándo lo piensa. Y todavía más en qué momento publica lo que ha pensado.

Quien tiene las neuronas por herramienta de trabajo puede emprender una u otra excursión intelectual sin otra intención -consciente, al menos- que la de ayudar a conocer más y mejor la realidad . Pero sus reflexiones, una vez objetivadas sobre el papel impreso, se convierten en material disponible para la jarana política, quiéralo él o no.

A veces no hay más remedio que apechugar con esto -no puedes guardar silencio, aunque haya quien malinterprete lo que dices-, pero otras puedes optar por callar hasta que las circunstancias dejen de dar pie al equívoco.

Es lo que he hecho en relación con el caso Pinochet.

Ahora que desde la perspectiva europea esa escoria humana ya está missing -no en el sentido de la película de Costa Gavras, tan caro a sus prácticas-, puedo decir que, de ser cierto lo que afirma el informe médico encargado por Jack Straw -¡ojo a la salvedad!-, yo tampoco sería partidario de someter a juicio al exdictador. Lo cual no quiere decir que esté de acuerdo con lo que ha hecho Straw: una decisión como ésa debería haber sido competencia de los jueces, españoles o británicos. Pero, llegado el caso al tribunal competente, mi criterio sería ése: si se encuentra en el estado mental que han dictaminado los forenses británicos, juzgarlo sería una muestra inaceptable de crueldad.

Dijo anteayer Felipe González: «Nunca se me hubiera ocurrido que hubiera razones humanitarias para no ser competentes para juzgar a Pinochet». Mi punto de vista es exactamente el opuesto: ésas serían las únicas razones válidas. Las consideraciones diplomáticas y comerciales no son de principio: las de justicia, sí.

¿Me produce conmiseración Pinochet? Ni la más mínima. Me repugna. Por mí, como si le parte un rayo: ojalá alguno lo haga.

No es la dignidad de la persona humana llamada Pinochet la que me preocupa, sino la dignidad de la justicia. Condenando a un inútil mental, se envilecería. Aunque se tratara de un inútil mental con el interminable currículo criminal de ese cobarde con galones.

Es lo mismo que la tortura. Da igual quién sea el torturado: no hay causa alguna, por muy noble que se pretenda, que no se contamine irremisiblemente con su uso.

Pero me temo que eso sea algo que mucha gente -demasiada- no entiende. O no quiere entender.

Javier Ortiz. El Mundo (4 de marzo de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de marzo de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/03/04 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: el_mundo pinochet felipe_gonzález 2000 chile reino_unido jack_straw | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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