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1995/12/16 07:00:00 GMT+1

Perro mundo

La grey canina está pasando por momentos de terrible e injustificado desprestigio por culpa de los políticos de una u otra condición.

Las cosas empezaron ya mal cuando los radicales de mi tierra optaron por usar la palabra txakurra (perro) como sinónimo despectivo de policía. Pero ahora están yendo a peor: los del bando de enfrente se han puesto de acuerdo en llamar sistemáticamente «cachorros» a los críos de la Intifada abertzale y, para acabar de rematar la faena, sale Julio Anguita tras el atentado del lunes y afirma muy tajante que los terroristas son «una jauría de hijos de perra».

Me pregunto qué les habrán hecho los perros, las perras y sus crías para que los traten así, como arquetipos del mal.

Es una pérfida constante de la Humanidad. No hay idioma que no abuse de los perros para referirse a todas las maldades. El castellano se las pinta solo: humor de perros, noche de perros, coger la perra... Menos mal que los pobres bichos, por lo general la mar de fieles, nobles y resignados, no entienden nuestros insultos: de lo contrario, para rato nos iban a aguantar.

La especie humana sí que es perversa. No hay otra peor en el orbe. Sólo ella es capaz de sentir afán de destrucción masiva, sólo ella practica la tortura, sólo ella puede matar por placer. No digo que los demás animales sean una delicia. El reino animal es asaz repugnante, en general. Pero, dentro de él, los más animales somos los menos animales, o sea, los hombres.

Característica específicamente humana es la hipocresía. Los humanos hacemos perrerías que ningún perro haría y marranadas que ningún marrano cometería jamás y, a la vez, en plan beatífico, tenemos la santa jeró de reservar el adjetivo «humano» para los actos más elevados y caritativos. Si fuéramos medianamente sinceros y rigurosos, no llamaríamos «trato humano» al bondadoso -muchos animales son bondadosos- sino a la aplicación de electrodos en los genitales, por ejemplo, que es afán que no está al alcance de los bichos. Admitiríamos francamente que la del Enola Gay fue una misión humanísima, como lo fue la destrucción de Guernica -jamás se ha visto que los perros dejen caer bombas de fósforo sobre las ciudades-, lo mismo que el asedio a Sarajevo. La guerra bacteriológica es humanísima, al igual que el napalm y las balas dum-dum. Se trata de artificios estrictamente humanos, tan sólo imaginables y practicables por individuos de nuestra especie. Prohibir las armas inhumanas es un error. Son las armas humanas las que habría que prohibir.

Dijo Lamartine: «Cuanto más observo a los representantes del pueblo, más admiro a mi perro». Pero Lamartine -que también fue político- soltó eso para insultar a sus colegas. Con lo que, fingiendo piropear a su perro, lo ofendió: no se merecía la comparación.

En cuanto a mí, soy prudente en extremo: me fío mucho más de la clase canina que de la política, pero tampoco tengo perro.

Javier Ortiz. El Mundo (16 de diciembre de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de diciembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1995/12/16 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: animales el_mundo preantología lengua 1995 perros | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Como casi siempre, comparto lo que dice Javier. No obstante, quiero aportar un dato que leí en un libro sobre perros: Lo de "noche de perros" o "noche de tres perros" lo decían los esquimales cuando la noche era tan fría que para entrar en calor dormían con los perros. Aquí le damos un significado negativo al dicho.

Escrito por: Felisa.2011/12/20 23:24:55.178000 GMT+1
www.facebook.com/felisa.pino

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