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1996/06/19 07:00:00 GMT+2

Otra vez Cuba

Está feo. Vale que los EE.UU. impongan su santa voluntad a lo ancho y largo del mundo. Vale que se inventen una reforma de la OTAN para impedir que Europa pueda tener una fuerza militar independiente. Vale que quieran volver a ocupar Cuba. Pero está feo que nos tomen por imbéciles. Que nos vengan con el rollo de que defienden el cambio de estructura de la OTAN para ayudar a que la Unión Europea tenga sus propias fuerzas armadas. O que quieran convencernos de que su tenaz asedio a Cuba no tiene más función que la de lograr que en la isla reine al fin la democracia. A otro perro con ese hueso.

Repaso en un muy reciente e interesante libro de Joan Garcés, Soberanos e intervenidos, la política de Washington hacia Cuba desde casi el nacimiento de los EEUU como nación. Los designios de Washington con respecto a la isla no han variado un ápice a lo largo de dos siglos. Su objetivo constante ha sido controlar la perla de las Antillas. El tercer presidente de los EEUU, Jefferson, lo manifestó sin sombra de disimulo ya en 1809. Tres años después de anexionarse La Florida, John Adams decidió que era hora de hacer lo propio con Cuba. Quizá no esté de más evocar el argumento que manejaba: había que impedir -escribió en sus Memorias- que la isla cayera en manos de gentes revolucionarias que pudieran aliarse a una potencia enemiga. Entre 1853 y 1855, el embajador de los Estados Unidos en Madrid no paró de conspirar -él mismo lo admitiría luego- para que en España se creara el mayor caos posible y se debilitara su posición en la colonia. El golpe de gracia llegó en 1898 cuando Washington, tras la derrota española, impuso como apéndice de la Constitución cubana la célebre «enmienda Platt», que imponía el control de los EEUU sobre todos los tratados exteriores de Cuba y les otorgaba el derecho a intervenir militarmente en la isla cuando lo tuvieran a bien. En cosa de nada, la American Tobacco Company se adueñó del 90% de la producción tabaquera, en tanto la United Fruit hizo lo propio con la industria azucarera. Los EEUU volvieron a intervenir manu militari en Cuba en 1906, y otra vez en 1912. En 1934 enviaron barcos y tropas, aunque no llegaron a actuar. En fin, en 1961, ya con Castro en el Poder, se metieron en la aventura de Bahía Cochinos.

Hace falta estar ciego para no darse cuenta de que la ley Helms-Burton no es sino una mera prolongación de esa larga historia. A los EEUU no les preocupa que Castro sea un dictador. Se llevan de cine con muchos tiranos, algunos de ellos auténticos expertos en la violación diaria y masiva de los derechos humanos: ahí está ese Li Peng que nos va a visitar, o los militarotes turcos, o Hasán II. Lo que les molesta es que Castro no les baila el agua.

Esta tarde se celebra en Madrid, frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, una concentración en contra de la ley Helms-Burton. Es bueno que Aznar sepa que algunos sabemos de qué van sus buenos amigos de Washington. Que no nos vengan un siglo después otra vez con un cuento como el del Maine.

Javier Ortiz. El Mundo (19 de junio de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de junio de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1996/06/19 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo usa cuba 1996 preantología joan_garcés | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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