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1993/09/09 07:00:00 GMT+2

No son separatistas

Ya estamos a la greña otra vez. Rodríguez Ibarra, azote de catalanes, puede sentirse contento: ya ha vuelto a aflorar la añeja desconfianza -por no decir la tirria- que sienten los españoles de vocación hacia los españoles de obligación. Lo de menos es el rollo del 15%, la «inmersión lingüística» -qué ahogo- o el último de los episodios nacionales que Xabier Arzalluz difunde por entregas. Lo de más es lo de siempre: la unidad de la Patria en peligro, antes roja que rota, roja y gualda hasta la muerte. Es penoso comprobar cuánto ilustre capitalino continúa cultivando con esmero su pequeña alma de Felipe V, siempre presta a marchar sobre Almansa para que el Berwick de turno zurre bien la badana a los malditos separatistas hasta que canten las inmarcesibles virtudes del Ser Español.

Y así vamos, a golpe de recelo, viendo en cada iniciativa política vasca y catalana otra pieza más del torvo plan separatista que nos va a conducir antes o después, a buen seguro, a convertir esta sufrida piel de toro en un triste calco de los sangrientos Balcanes.

Bueno, pues no. Desengáñense los engañados: ni los dirigentes catalanes ni los vascos esconden el más mínimo plan separatista. Muy al contrario. Créanme: tantos los unos como los otros están encantados de tener montado su chiringuito dentro de España. Es más, su negocio está en función de España. No me atrevería yo a afirmar que se sientan realmente españolísimos. Digamos que se sienten tan unidos a España como Rodríguez Ibarra a Cataluña y Euskadi: o sea, lo justo como para no querer separarse. Y es que sus pingües rentas políticas -también las de Rodríguez Ibarra- proceden de la calculada ambigüedad en que se mueven. Amenazan con pegar para que les paguen por no pegar, cuando lo cierto es que serían incapaces de pegar. Alguien lo dijo hace años de Carrillo y fue profético: «Carrillo se presenta como un lobo vestido con piel de cordero. El día que alguien le quite la piel de cordero se verá que lo único que queda es un cordero despellejado».

No, no siguen ningún oscuro plan separatista. Así que, si era eso lo que alguien se temía, por ahí puede estar tranquilo. Pero sólo por ahí.

En rigor, sería mejor que fueran separatistas. Porque la coexistencia entre pueblos diversos responde a las mismas reglas que la vida en pareja. Y una relación de pareja basada en la desconfianza, las mutuas zancadillas y las pruebas de fuerza resulta un completo petardo. Es muy preferible que, cuando una parte está descontenta con la unión, lo reconozca sin más, diga adiós educadamente y se vaya con viento fresco. Una ruptura franca puede ser un gran trauma, pero acaba por cicatrizar limpiamente. En cambio, una unión mezquina, hecha de odios, miserias y chantajes, provoca heridas propicias a la gangrena.

Y la gangrena, aparte de dar mucho asco, puede ser mortal.

Javier Ortiz. El Mundo (9 de septiembre de 1993). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de septiembre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1993/09/09 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: carrillo 1993 rodríguez_ibarra balcanes cataluña felipismo preantología euskal_herria euskadi el_mundo españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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