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2003/08/23 07:00:00 GMT+2

Los servicios, al contado

Ustedes recordarán la visita a España de John Ellis Bush, gobernador de Florida y hermano del presidente de los EE.UU. Vino por aquí en febrero y provocó la hilaridad general al calificar a Aznar de «presidente de la República Española».

Pero lo más significativo de aquel viaje no fue ese desliz chusco, sino el énfasis que puso el llamado Jeb (así lo apodan, por sus iniciales) a la hora de agradecer al Gobierno de Madrid su respaldo a la ocupación de Irak, respaldo que -dijo- «dará [a España] beneficios que no se pueden ni imaginar ahora».

La verdad es que sí se podían imaginar. Y de hecho se imaginaron. Fue uno de los argumentos más insinuados -y a veces directamente esgrimidos- a la hora de justificar la posición oficial española a favor de la guerra: había que contar con la explotación futura del petróleo y con el negocio de la reconstrucción de Irak. El propio Aznar se refirió en términos apenas velados a ese «interés nacional» para defender su actitud y, ya de paso, para condenar la «falta de realismo» de la política de los gobiernos francés y alemán.

Ha pasado medio año y nada de lo que sucede en Irak responde a las previsiones de la realpolitik aznariana. No me refiero al hecho de que la guerra siga su curso. Dejo también de lado los compromisos militares adquiridos por el Gobierno español, ahora mayores que nunca. Apelo tan sólo al gran argumento, a la clave de todo, a la astuta explicación última: el negocio. ¿Dónde está?

Oigo las declaraciones del representante de un consorcio de empresarios españoles interesados en participar en la reconstrucción de Irak. Admite que, de momento, no han logrado prácticamente nada. Dice que está claro que EE.UU. no va a soltar prenda. Cree que habrá que esperar a que se forme un Gobierno independiente en Bagdad (¡toma ya!) para ver cómo introducirse en aquellos mercados. Peor aún, y todavía más patético: reconoce que la presencia económica de España en Irak, aunque nunca fue gran cosa, es ahora mismo inferior a la que existía antes de la guerra.

A Aznar, con esa mentalidad colegial tan suya, le encanta hablar de «los deberes». El siempre presume de hacer bien los deberes. Pues bien: que haga éstos, y que lleve el resultado al Parlamento. Es un sencillo ejercicio de contabilidad: de un lado el haber; del otro, el debe. En una columna, lo que ha gastado el Estado español en la guerra de Irak; en la otra, lo que ha obtenido.

Lo más patético que tienen la mayoría de estos supuestos expertos en realpolitik, presuntos especialistas en la compraventa de principios, es que luego llegan los que deberían pagar sus manejos a precio de oro y los dejan con un palmo de narices.

¿Cómo era aquello de que Roma no paga a los traidores? Lo menos que cabría exigirle a un vendido es que no sea bobo y que cobre al contado.

Javier Ortiz. El Mundo (23 de agosto de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/08/23 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: irak el_mundo aznarismo guerra sadam_husein 2003 bush aznar españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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