Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2002/04/24 06:00:00 GMT+2

Los judíos

Me dejó perplejo el arranque de la columna de Rosa Montero en la última página de El País de ayer: «Los judíos son una gente maravillosa», decía.

«Andá, ¿y a qué viene esto?», me pregunté.

Proseguí la lectura. Seguía en el mismo plan melifluo: que qué majos los judíos, que qué cosmopolitas, que qué geniales... Y, además, durante tanto tiempo, y en la tira de países... Admirable lo suyo, vaya que sí.

Seguí sin saber a cuento de qué venía todo ese exordio de exaltación de la presunta tribu de Judá hasta que, llegado ya casi al final de la columna, lo descubrí: doña Rosa lo hacía para que nadie malinterpretara que se dispusiera a criticar la política de Ariel Sharon (cosa que hacía a continuación, aunque ya en plan necesariamente telegráfico, porque apenas le quedaba sitio).

Pues qué mal.

Me sonó como los rollos que se sueltan ésos que, antes de meterse con ETA, te cuentan lo mucho que les gusta San Sebastián, lo bien que se come en la Parte Vieja, lo nobles y trabajadores que somos los vascos, lo que disfrutó con aquel disco de Benito Lertxundi y lo amigos que son de un señor de Orio.

Excusatio non petita, accusatio manifesta.

Personalmente, me siento perfectamente autorizado a poner a caldo a Hitler sin tener que proclamar urbi et orbi que Beethoven me parece genial, que lo de Goethe fue la pera, lo mismo que lo de Heine, y que Kant, para qué te cuento.

¿Que los judíos son «una gente maravillosa»? ¡Pero, bendito sea Yahvé, qué tontería! Los judíos no son nada valorable en general. Ni siquiera son una gente. Son muchísima gente: unos majísimos, otros tirando a bien, otros ni fu ni fa, otros un tanto chungos... y otros -en fin, qué le vamos a hacer- unas malas bestias.

Pero, sobre todo, no hace ninguna falta hablar de los judíos para condenar al criminal Sharon.

Tal parece que algunos europeos -muchos- hayan decidido que la culpa del Holocausto caiga sobre ellos y sus hijos, generación tras generación.

Yo, qué quieren que les diga, lo siento mucho, pero no tengo ninguna culpa en esa barbaridad y, en consecuencia, no tengo nada de lo que disculparme, ni ninguna mala conciencia que expiar. Y, si me topo con un judío, como si me presentan a un mozárabe, o a un señor de Mondoñedo.

A lo largo de mi vida me he proclamado judío en dos tipos de situaciones.

Lo he venido haciendo sistemáticamente cada vez que alguien ha tratado de culpar a «los judíos» de algo.

-¿Qué puedes esperar de Fulanito, ese judío? -me dijo en cierta ocasión un disparate de mujer.

Y yo salté como un resorte:

-Perdone, señora: yo también soy judío.

Últimamente lo vengo haciendo en dirección contraria.

-Sus terribles críticas a Israel demuestran que usted es antijudío -me soltó el otro día un quídam.

-Difícilmente podría serlo -le respondí-, porque soy judío.

Y el tipo se quedó cortado. El muy racista.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (24 de abril de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/04/24 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2002 periodismo diario rosa_montero | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)