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2004/05/22 07:00:00 GMT+2

Lo obvio de la boda

Admito mi falta de entusiasmo ante la ceremonia de hoy, no ya como suceso histórico -que desde luego- sino incluso como asunto del que opinar. Tenía la sospecha de que cuanto pudiera decir sobre ella resultaría demasiado obvio.

Y es que imagino que casi todo quisque se habrá planteado el disparate que supone que las autoridades hayan decidido poner el dinero de los contribuyentes a disposición de un ejercicio de boato tan aparatoso y tan frívolo.

El gasto presupuestado para esta boda es como para quitar el hipo. ¿Qué pasa, que el erario rebosa y podemos permitirnos subordinar alegremente las necesidades reales a las ceremonias reales?

Alegan algunos -a media voz y sin demasiado entusiasmo- que la repercusión internacional del suceso puede que compense la inversión. Pero, ¿qué clase de publicidad va a ser ésa? Todos cuantos vean la ceremonia, en Texas o en la Cochinchina, serán convenientemente informados de que Madrid no es así. Que ése es un Madrid de atrezo, como la calle central de Bienvenido, Mr. Marshall.

Recuerdo dos precedentes muy sonados. En mi infancia, la retransmisión de la boda de Balduino de Bélgica y Fabiola de Mora y Aragón.Y luego, la de Carlos de Inglaterra y lady Diana Spencer. Que yo haya oído, ninguna de esas dos ceremonias expandió por los siete mares el deseo irresistible de ir de vacaciones a Bruselas o a Londres.

La crítica al dispendio principesco realizado para celebrar este matrimonio resulta tan de cajón que lo llamativo es lo poco presente que está en los medios de comunicación españoles. Parecen haberse hundido en un mar de merengue. Apenas queda cronista que no se sume al coro y cante qué buenos son los padres escolapios, qué buenos son que nos llevan de excursión.

Pero mentiría si dijera que me extraña. Sé de sobra -todos sabemos- que esto no es más que la enésima manifestación de una pantomima que arrastramos desde la Transición y que obliga a mantener a la Monarquía española (¡sólo a la española!) fuera del campo de la crítica pública. En las barras de los bares se cuenta lo que sea -y no necesariamente cierto-, pero de cara al público lo obligado es decir que todos son guapísimos, elegantísimos, amantísimos del pueblo y muy pero que muy ejemplares.

Los habrá que vivan tan dentro de esa ficción que no se enteren de lo que sucede fuera de ella, pero otros sabemos muy bien que hay una parte sustancial de la población española que está francamente cabreada con lo que va a suceder hoy en Madrid. En todos los sentidos. Incluyendo el hecho de que un acto de Estado se someta a los ritos de una confesión religiosa.

Mucha gente se pregunta: «¿Y qué méritos han acumulado estos contrayentes para que debamos agasajarlos de semejante modo y a semejante precio?».

Es una pregunta retórica, obviamente. Todo el mundo conoce la respuesta.

Javier Ortiz. El Mundo (22 de mayo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/05/22 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: españa felipe_vi 2004 boda letizia monarquía el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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