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2002/04/23 06:00:00 GMT+2

Las urnas paradójicas

Primera paradoja de las presidenciales francesas del pasado domingo: la cuadratura del círculo. ¡La revolución sin cambio!

Así es. Porque, por más que todo el mundo parezca de acuerdo en que Francia ha sufrido una tremenda revolución electoral -incluso un cataclismo- el hecho es que basta con analizar el pormenor del voto para comprobar que, en líneas generales, la sociología electoral del país vecino ha variado muy poco.

A izquierda y derecha.

La suma de los sufragios obtenidos por la izquierda plural arroja un total prácticamente idéntico al que convirtió en 1997 a Lionel Jospin en primer ministro. La izquierda extra muros ha progresado algo, sin duda, pero a costa del Partido Comunista, que se ha quedado prácticamente fuera del mapa.

Es cierto que el Frente Nacional de Le Pen ha avanzado posiciones, robándoselas a la derecha moderada de Chirac. Pero el auge del lepenismo, si se recuenta en votos, no tiene nada de espectacular. Está dentro de los márgenes de lo que ha sido desde hace decenios la derecha autoritaria francesa, siempre caminando sobre la línea fronteriza del facherío. Si el jefe del FN ha acabado situándose en el privilegiado segundo puesto que le permitirá estar presente en la segunda vuelta electoral, es sólo porque la izquierda se ha presentado ante las urnas dividida hasta extremos de auténtica caricatura. Habría bastado con que Chevènement (5,33%) hubiera renunciado a la exhibición de su soberbia personal, o incluso con que la Izquierda Radical de Christiane Taubira (2,32%) se hubiera hecho cargo de los peligros de su afán por no ser menos, y Jospin se habría alzado con el segundo puesto, dejando a Le Pen en donde siempre.

Segunda paradoja: Chirac, que ha perdido votos en la primera vuelta, saldrá elegido presidente en la segunda por una mayoría abrumadora.

Fueron muchos los que creyeron que el presidente saliente cometía un error fascistizando su campaña, convirtiendo la inseguridad ciudadana en monotema. «Le está dando votos a Le Pen. Si de autoritarismo se trata, muchos van a preferir quedarse con el original, en vez de con la copia», decían. Y así ha sido. Pero ese plus que Chirac ha regalado al Frente Nacional es, precisamente, el que le va a llevar en volandas al Elíseo dentro de unos días. Con Jospin enfrente, lo habría tenido complicado. Con Le Pen, ganará de calle. Le ha resultado tan rentable jugar con fuego que cuesta creer que no lo haya hecho a propósito. Y que no insista en ello.

Tercera paradoja: Le Pen, al que algunos presentan en el exterior -en España, por ejemplo- como el secreto instigador de las agresiones contra la comunidad judía en Francia, es el azote, directo y confeso, de la mucho más numerosa comunidad islámica residente en el país vecino. De ahí la proclama de Roger Cukierman, presidente del muy pro-israelí CRIF *, para quien el avance de Le Pen «es un mensaje a los musulmanes para que se estén quietos» y una ayuda para «reducir» el antisemitismo en Francia.

Y es que no siempre lo que parece -o lo que nos cuentan- responde a las realidades de fondo.

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(*) El CRIF es el Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia. El pasado 12 de febrero, Cukierman publicó en Le Monde un apasionado artículo, titulado Au risque de déplaire («Aun a riesgo de desagradar»), en el que sostenía que el Gobierno de Jospin no reprimía la violencia antijudía en Francia «porque esa violencia no proviene de la extrema derecha». E insistía: «El peligro [antisemita] no proviene de la extrema derecha tradicional».

Algunos interesados comentaristas españoles han tomado pie en ciertas posiciones de Le Pen en el plano internacional -su negativa a sumarse al bloqueo de Irak, por ejemplo-, que hay que entender como parte de la hostilidad del jefe del Frente Nacional hacia los EE.UU. y a la UE, para tratar de convencer a la opinión pública española de que Le Pen es «pro árabe». Y nada más alejado de la verdad. Le Pen tiene tics antisemitas, como todo buen heredero de la derecha de Vichy, pero su bicha preferida son los hordas árabes que han invadido la douce France. Cukierman sabe perfectamente de qué habla: ni Israel ni los pro israelíes franceses tienen nada que temer de Le Pen.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (23 de abril de 2002) y El Mundo (24 de abril de 2002). La explicación * sólo en el diario. Subido a "Desde Jamaica" el 22 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/04/23 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: elecciones jospin el_mundo francia diario 2002 le_pen chirac | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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