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2005/08/13 06:00:00 GMT+2

Las disculpas de Lula

Hace pocos días, la vicepresidenta primera del Gobierno de Zapatero, Teresa Fernández de la Vega, afirmó que el Ejecutivo español se identifica plenamente con la política del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Ya se sabe que no hay afecto más peligroso que el del oso amigo, que te da un abrazo y te parte el espinazo. Para todo aquel que aspira a una transformación real de la sociedad, el respaldo entusiasta del Gobierno de Zapatero representa casi una denuncia. En casos así, siempre me acuerdo de lo que escribió Bauer en cierta ocasión en que la prensa gubernamental respaldó una actuación suya: «¡Ah, viejo Bauer! ¿Qué tontería habrás hecho para que esta gentuza te alabe?»

Pero en este caso no hacía falta la prueba del oso. Las denuncias han surgido en tropel de la propia sociedad brasileña, que ha destapado la trama de corrupción y compra-venta de votos que puso en marcha el PT desde que llegó a los aledaños del poder. Ha quedado claro que compró el apoyo del Partido Liberal y que ha mercadeado una y otra vez para ganarse los respaldos parlamentarios que necesitaba para sacar adelante varias importantes leyes. La implicación en tales prácticas del número 2 del PT, José Alencar, del hombre fuerte del Gobierno de Lula, José Dirceu, y del tesorero del PT, Délubio Soares, ha quedado perfectamente establecida, y los tres se han visto obligados a dimitir.

Lula afirma que él no sabía nada de todo esto y que, por tanto, no tiene nada de lo que avergonzarse, aunque ha pedido perdón a la sociedad brasileña en nombre de su partido y su Gobierno. La ignorancia de Lula choca con el testimonio de Valdemar Costa, presidente del PL, que ha declarado que negoció el precio del respaldo de su partido en el despacho contiguo al de Lula, y que éste estaba al tanto de todo. Otros testimonios también ponen en entredicho la pretendida ignorancia de Lula.

Pero, en todo caso, y aún en el improbable supuesto de que no se enterara de lo que estaban haciendo sus más estrechos colaboradores, en ningún caso puede sustraerse a la culpa in vigilando, que dicen los juristas. Hay puestos de responsabilidad que exigen tener una actitud vigilante hacia el comportamiento de las personas que se hallan bajo el propio mando. Lula tendría que demostrar que hizo lo posible por asegurar la honradez de sus subordinados. Pero ¿cómo podría hacerlo, si cuando empezaron a publicarse las primeras denuncias optó por desoírlas?

Es una cantinela que hemos oído demasiadas veces por aquí: «No sabía nada», «Me he enterado por la Prensa», «Estoy tan indignado como el que más». Sabemos de sobra lo que significa.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de agosto de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/08/13 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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