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2001/03/11 06:00:00 GMT+1

«La suerte de los campeones»

Me preguntan de «El Mundo» si creo que el Real Madrid se ve favorecido por los arbitrajes. Respondo que sí.

Me piden que lo razone por escrito. Les envío el texto siguiente:

No creo que el Real Madrid compre a los árbitros. Ya no.

Sé que hubo un tiempo de maletines. Todos lo sabemos. También recuerdo lo del equipo arbitral del España-Malta, con víspera de jarana, tablao y señoritas. Era otra modalidad.

Supongo que todo ese cutrerío se ha acabado. Se sabría, si no. Ahora los árbitros ganan lo suficiente como para no tener que mendigar.

Pero hay diferentes tipos de favoritismo. Está el descarado, nacido del soborno, o del chantaje. Y está el inconsciente, fruto del miedo reverencial al poderoso.

¿Alguien cree que la Justicia -la otra, la de los tribunales de verdad- es realmente ciega, igual para el rico que para el pobre? No hace falta convertirse en Estevill para dejar que la balanza se incline del lado más conveniente. O del menos peligroso. Muchos jueces temen verse en el viacrucis de Liaño. Es comprensible.

Meterse con el fuerte resulta peligroso. Lo sabe todo el mundo.

Miren ustedes las estadísticas. El Real Madrid es un equipo espectacularmente poco tarjeteado. Y eso que cuenta con un defensa como Roberto Carlos, que entra al balón con una rotundidad que para sí quisieran los guerreros gurkas. Y con otro -Fernando Hierro- que es ontológicamente incapaz de saltar a por el balón sin lanzar el codo en dirección a la cara del contrario. ¿Es casualidad que no sean sancionados, cada cual por razones diferentes, un partido de cada dos? ¿Fueron casuales los cómicos esfuerzos que hubo de hacer Figo el pasado martes para que el árbitro le sacara la tarjeta amarilla de una puñetera vez, que era lo que él quería para quedar impoluto de cara a la fase final de la Liga de Campeones? ¡Si no les enseñan la tarjeta ni cuando lo buscan deliberadamente!

Los árbitros -principales o auxiliares- no son de piedra. Cuando arbitran al Real Madrid -o al Barcelona, o al Milán: a uno de los grandes, de los más grandes- saben que están ante un equipo que tiene mucho poder, mucha influencia, muchos seguidores y mucha prensa. Que si se equivocan y lo perjudican gravemente pueden arruinar su carrera. O quedar marcados para siempre y que cada partido posterior que arbitren no falte el comentarista de turno que recuerde: «Este árbitro es aquel que...».

Nadie dirá nunca: «Este es el árbitro que anuló un gol legal al Compostela». Ni: «Estamos ante el hombre que pitó un fuera de juego injusto al Villarreal». También saben que nadie dirá: «Este es el árbitro que no expulsó al gran Fulanito, pese a que escupió alevosamente a un jugador del Rácing».

Pero, por Dios, dejémonos de bobadas: ¿cuesta tanto admitir que los poderosos siempre juegan con ventaja, en esto como en todo?

Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (11 de marzo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de marzo de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/03/11 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: diario 2001 fútbol el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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