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2003/11/13 06:00:00 GMT+1

La sucesión

«¿Realmente es tan ejemplar el proceso de sucesión de Arzalluz en el PNV?», me pregunta un joven lector burgalés que oyó ayer la tertulia matinal de Radio Euskadi, en la que participé y que tuvo como invitado a un Josu Jon Imaz dispuesto a deshacerse en elogios hacia su rival en la carrera a la Presidencia del PNV.

Parece sin duda bastante mejor ese sistema de selección del candidato que el aplicado por José María Aznar en el Partido Popular para imponer a Mariano Rajoy, o incluso que el utilizado por Jordi Pujol para colocar a Artur Mas. En el caso del PNV, las bases locales tienen posibilidad de escuchar a los candidatos y de expresar su opinión.

De todos modos, conviene no pensar que las cosas son tan idílicas como aparecen. Eso que he llamado «las bases locales» constituye una realidad a veces bastante difusa. Hay muchos militantes del PNV que aparecen por las asambleas locales de ciento en viento. A algunos se les ve por el batzoki sólo cuando hay algo importante que votar. En ocasiones ha habido sorprendentes afiliaciones masivas -no siempre frustradas- justo en las vísperas electorales, tanto cuando había que elegir responsables internos como cuando se trataba de respaldar el cierre de tales o cuales listas de candidatos a parlamentarios, junteros o munícipes. Por esta razón, algunas agrupaciones han llegado a decidir que sólo tienen derecho a votar en las asambleas aquellos militantes que acreditan su presencia en un cierto número de asambleas ordinarias anteriores. Para asegurarse de que se trata, efectivamente, de militantes.

También conviene relativizar la pugna de guante blanco que están protagonizando Imaz y Egibar, que están casi empatados en el apoyo de agrupaciones locales (porque Imaz aventaja a Egibar en una veintena, pero una veintena son las que respaldan a Arzalluz, aunque éste haya anunciado ya que no quiere aspirar a la reelección, y Arzalluz dará su apoyo a Egibar). Y es preciso relativizar su pugna porque, a diferencia de anteriores ocasiones, en ésta no se va a decidir quién lidera el partido.

Bien encarnizada que fue a veces la reyerta cuando lo que se jugaba era quién iba a mandar y la línea que se iba a seguir. Si lo sabrá el propio Arzalluz.

Ahora el liderazgo no está en juego, porque el líder indiscutido del PNV es el lehendakari Ibarretxe. Se lo he oído decir al propio Arzalluz: «Me puedo retirar tranquilamente, porque sé que dejo la nave en buenas manos». Y no se refiere ni a Imaz ni a Egibar. Para dirigir el aparato del partido, cualquiera de los dos le vale. Es cierto que a Arzalluz le va más el estilo de Egibar. Sintoniza mejor con el espíritu de los jelkides mayoritarios en Gipuzkoa, Araba y Nafarroa. Aprecia más peligro en el acomodamiento burocrático de los que él llama carguistas, cuyo peso principal está en Bizkaia. Pero tampoco cree que Imaz sea emanación de éstos. Y da por hecho que los carguistas son conscientes de que, hoy por hoy, no tendrían ningún porvenir si se enfrentaran a Ibarretxe.

Dicho de otro modo: han hecho el ridículo los comentaristas sabiondos de la Villa y Corte que sostenían que Ibarretxe era sólo una marioneta de Arzalluz. Hace años que el lehendakari hace su propia política. Y la hace a su modo. Gracias a ella y al respaldo social que ha ido acumulando, se ha hecho de manera natural también con el liderazgo del partido. Arzalluz no ha decidido retirar su candidatura a la reelección hasta que ha constatado que Ibarretxe tiene las riendas y nadie va a arrebatárselas a corto o medio plazo. (Para uso de quienes especulan con que Arzalluz va a seguir dirigiendo el PNV «desde las bambalinas»: ni quiere, ni podría, ni sabría hacerlo. En lo único que tal vez Arzalluz no acabe de retirarse es de los contactos para lograr que ETA deje las armas. Pero ése es otro capítulo.)

Hay un problema nuevo que va a afrontar el nacionalismo vasco, eso sí: el fin de la bicefalia. Formalmente seguirá habiendo dos jefes diferentes, uno del Gobierno y otro del partido. Pero en la práctica eso se ha acabado ya. Se terminó esa dialéctica, de la que muchos peneuvistas se sentían orgullosos; ésa tensión supuestamente fructífera entre el pragmatismo y el doctrinarismo; esa capacidad para, de un lado, alimentar los sueños radicales de fin de semana y, del otro, tranquilizar el conservadurismo de los días laborables.

Pero tiempo habrá de seguir con todo esto, que hoy se me está haciendo tarde.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de noviembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/11/13 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: 2003 arzalluz apuntes josu_jon_imaz pnv | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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