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2003/05/19 06:00:00 GMT+2

La nueva cocina vasca

He venido escribiendo estos últimos días sobre los diversos macrosondeos que se están publicando.

Para no desviar la atención, he dejado sistemáticamente de lado en mis comentarios un aspecto lateral -por más que importante- de lo que se ha expuesto a la luz pública. Me refiero al hecho de que los patrocinadores de tales trabajos sociológicos los presenten afirmando que se trata de macroencuestas, cuando no lo son.

Como ya he señalado en alguna otra ocasión, conviene no confundir un sondeo con una encuesta. Y no sólo por motivos técnicos.

En un sondeo, se toma una muestra del universo que es objeto del análisis. A partir de ahí, el resultado del trabajo será mejor o peor según sus autores hayan elegido una muestra más o menos representativa de la totalidad del grupo humano analizado. Obviamente, cuanto más amplia sea la muestra más probabilidades habrá de que sea representativa, pero ningún automatismo determina que un sondeo con una muestra muy amplia sea necesariamente muy creíble. ¿Por qué? Porque pueden interferir diversas causas de error: cabe que la muestra esté mal calibrada, es posible que alguna o algunas de las preguntas del cuestionario sean capciosas o confusas, puede que el trabajo de campo se haga mal... y, en fin, no es ni mucho menos imposible que se distorsione el resultado por culpa de un mal (o malintencionado) trabajo de cocina.

Luego volveré sobre esto. Antes aclararé que una encuesta es otra cosa. Una encuesta toma en consideración a la totalidad de las personas o grupos de personas concernidas por el problema del que se trate. En este caso no hay muestra, puesto que el trabajo se hace sobre el todo. Lógicamente, las empresas demoscópicas sólo suelen plantearse la realización de encuestas cuando el universo social analizado no es demasiado numeroso. La fiabilidad de los resultados de una encuesta tiene que ver con el porcentaje finalmente encuestado, con la pertinencia de las preguntas planteadas, con el rigor del tratamiento final de los datos...

Por dejarlo algo más claro: sondeos son lo que están haciendo estos días Sigma Dos, Demoscopia, Opina, Metra Seis, etcétera; una encuesta es lo que sale de las urnas el día de la votación.

Me refería antes a lo que los sociólogos llaman el trabajo de cocina. Para quien no lo sepa, aclararé en qué consiste: se denomina así a la labor de corrección de los datos brutos obtenidos de los sondeos. Son rectificaciones que se introducen (teóricamente) para enderezar los datos que la experiencia ha demostrado que salen distorsionados en el trabajo de campo (ejemplo: en ciertas zonas o en determinados medios sociales hay gente que no se atreve a confesar unas u otras inclinaciones).

El problema viene cuando en el trabajo de cocina intervienen factores ideológico-políticos que conducen a corregir erróneamente los datos obtenidos en el trabajo de campo. De esto sé algo por propia experiencia: he visto trabajos de campo, referidos a procesos electorales, que daban un retrato perfecto de lo que iba a suceder y que fueron totalmente arruinados por una cocina melindrosa, destinada a aderezar el plato al gusto de quien lo pagaba.

Otra incidencia que puede arruinar por entero un sondeo sin que sus autores lo reconozcan es que haya un elevadísimo porcentaje de abstención en las respuestas obtenidas. Si un 30% de la muestra elegida no se pronuncia -no digamos ya si se declara indecisa-, es fácil que las respuestas del 70% restante no puedan ser extrapoladas sin deformar gravemente la realidad que se pretende analizar. Sin embargo, he leído durante estos días sondeos que incluían previsiones electorales basadas en porcentajes altamente problemáticos, cuando no directamente inservibles. Eso cuando no se ponen a teorizarte una supuesta ventaja del 1% a partir de un sondeo cuya ficha técnica admite un margen de error del ± 3%. Una horquilla del 3% hacia arriba y hacia abajo abarca un margen del 6%. En esas condiciones, ¿cómo especular con un 1% de diferencia? Pues con mucha cara.

De cualquier manera, todo eso son problemas demoscópicos, sociológicos o como quiera que los llamemos. Problemas menores, a fin de cuentas. El problema de verdad viene cuando se trabaja, como ahora mismo en Euskadi, con un margen de error amplísimo, pero no en uno de esos siempre discutibles sondeos, sino en la encuesta que habrá de convertirse finalmente en inapelable: la de las urnas. Un margen de error tremendo, debido a que el Estado y sus ingeniosísimos adalides han decidido que los encuestados no pueden contestar lo que piensan, sino lo que le permiten pensar.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (19 de mayo de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/05/19 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: elecciones sondeo diario 2003 euskal_herria euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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