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1999/06/30 07:00:00 GMT+2

La función crea el órgano

Ahí tienen ustedes a José María Aznar en funciones de valedor de Fidel Castro. Hace tres años le montaba numeritos públicos en las cumbres internacionales, afeándole su escaso interés por la democracia -y, ya de paso, lo poco que invierte en corbatas de postín-; ahora intercede por el comandante ante los demás jefes de Estado y de Gobierno y les pide que acudan sin falta a La Habana en diciembre.

¿Y eso?

Al comienzo de su mandato, Aznar se paseaba urbi et orbi como ungido por la misión histórica de portar a los cinco continentes la buena nueva del conservadurismo liberal. Ahora, tras tres años de experiencia en el cargo, prefiere pasearse por esos mundos de Dios con una resma de contratos en la cartera. Doctrinarismos fuera. Actúa ya exactamente lo mismo que lo hacía González, con la sola diferencia de que González actuó así desde el primer día que pisó La Moncloa: no estando dispuesto a aplicar el socialismo ni en España, tampoco iba a pedirles a otros que lo hicieran en su casa.

La función crea el órgano. En una sociedad como esta, un presidente de Gobierno no puede permitirse el lujo de tener ideología. Y menos todavía principios. Aunque sean conservadores. O se adapta al medio, o se va al guano. Y como no quiere irse al guano, se adapta. Probablemente ni él mismo se da cuenta de la transformación que va experimentando. Como tantos otros agentes de la Historia, lo hace, pero no lo sabe.

Lo digo con respecto al jefe del Gobierno, pero lo mismo podría afirmar en relación con cualquier otro cargo público. Cuando entra en el despacho que le ha tocado en suerte, casi todo político lleva en su cabeza un montón de principios -así sean rarísimos-, de ideas, de proyectos innovadores... Al de un año, que diría un bilbaíno, ya se porta tal cual su antecesor.

Entendámonos. No pretendo defender esa tontería de que todos los políticos son iguales. Los hay más listos y los hay más tontos. Los hay más capaces de comprender el sentido de la evolución de las cosas y los hay más cazurros. Los hay más prudentes y modestos y los hay más soberbios. Los hay que hablan mejor y los hay que dan patadas al diccionario cada vez que abren la boca. Incluso los hay que no son ladrones. Lo que digo es que toda estructura de poder delimita un campo de acción al que deben atenerse quienes la sirven. Y que no hay opción: el que se sale queda fuera del juego ipso facto.

El Aznar de hoy ya no es el Aznar de ayer. Se ha vuelto lo que las circunstancias han querido.

Y es que las circunstancias, a veces, se portan.

Javier Ortiz. El Mundo (30 de junio de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de junio de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1999/06/30 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo fidel_castro cuba 1999 felipe_gonzález aznarismo aznar españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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